Nuestra historia no parece que sea «un cuentecito de indios buenos y blancos malos»
por Miguel Soto Campos (Chile)
18 años atrás 9 min lectura
“El (Papa Ratzinger) sabe que los pueblos originarios de América están en ebullición, que están hurgando en sus propias conciencias, que están penetrando en sus hondas raíces y están descubriendo cosas maravillosas. Por eso preocupa el resurgir de los "cultos precolombinos" que creían extinguidos. Esos cultos (…) tienen que ver hoy –repito: hoy– con la solidaridad y con la esperanza de un mundo mejor, que con toda seguridad no encontrarán en la religión católica, donde sus jerarquías que ayer sirvieron al imperio español, hoy están en sintonía con los intereses del imperio norteamericano.” (Omar Montilla: El Papa Ratzinger sabe lo que hace y lo que dice.)
“Sr. Montilla: En primer lugar le diría que las simplificaciones históricas como las que usted hace nunca son de fiar. Usted resume siglos de colonización, dominación, pero también de convivencia y mestizaje en un cuentecito de indios buenos y blancos malos (…) O líderes populistas hoy en día, como Hugo Chávez o Evo Morales, pretendiendo resucitar una identidad precolombina, que sin duda tiene cosas maravillosas como usted dice, pero que no necesita la resurrección de ningún iluminado, porque se integraron en el mestizaje entre cultura americana, civilización europea, cristianismo que tienen hoy sus países.” (José Luis C., comentario al artículo de Omar Montilla).
“Los representantes de Cristo hoy, pertenecientes a cualquier iglesia cristiana, deberían respetar y venerar la Vida como lo hizo Jesús. Tienen el deber ético y moral de condenar toda injusticia (…), y si quieren realizar una verdadera evangelización a los Pueblos y Nacionalidades Indígenas deben entregar el auténtico mensaje del Cristo sin pretender destruir nuestras culturas, porque así lo hizo él, a quien dicen representar (…) ¡Exigimos coherencia!”
Lo que Benedicto XVI afirmó en Brasil respecto de nuestra cultura no es un despropósito, porque así él lo cree desde sus razones indolente, miope, perezosa, arrogante, anti – utópica (Boff: Los silencios reveladores de Benedicto XVI, PIENSACHILE, 16/05/2007).
Por la vía que indica ese modo de argumentar se puede caricaturizar o reproducir nuestra historia en tarjetas postales folclóricas para turistas. Los elementos de contexto atingentes los da la historia americana, cuyas raíces provienen de siglos antes de la conquista y, ciertamente, muy anterior a los “siglos de colonización, dominación, pero también de convivencia y mestizaje” (José Luis C.) Lo que se le reclama al representante máximo de la iglesia católica, apostólica y romana es coherencia; además de respeto.
Ver Diario La Nación (Chile) Año XCI, Nº 30.000, 24 mayo de 2007, p. 14, donde el Sumo Pontífice Benedicto XVI, no solicita perdón por su ofensa, sino que se limita apenas a declarar que no se “puede ignorar las sombras que acompañaron la obra de evangelización del continente” americano.
“(…) aprendimos a sincretizar nuestras creencias y símbolos con las de los invasores y opresores. Continuamos asistiendo a nuestros templos, porque sabemos que debajo de los principales templos católicos están los cimientos de nuestros templos sagrados (…) que (…) fueron edificados en lugares donde se concentran grandes Fuerzas que reflejan la Fuerza, Sabiduría y Amor del Gran Espíritu Padre y Madre de todos los seres que habitamos en este maravilloso planeta.”
“Grandes Señores y hombres prodigiosos eran los reyes portentosos Gucumatz y Cotuhá (…) Quicab y Cavizimah. Ellos sabían si se haría la guerra y todo era claro ante sus ojos; veían si habría mortandad o hambre, si habría pleitos. Sabían bien que había donde podían verlo, que existía un libro por ellos llamado Popol Vuh.Pero no sólo de esta manera era grande la condición de los Señores. Grandes eran también sus ayunos. Y esto era en pago de haber sido creados y en pago de su reino (…) He aquí sus peticiones a su dios, cuando oraban esta era la súplica de sus corazones: ¡Oh tú, hermosura del día! / ¡Tú, Huracán! / ¡Tú, Corazón del Cielo y de la Tierra! / ¡Y tú, también dador de las hijas y de los hijos! / ¡Tú, dador de la riqueza y gloria!: Vuelve hacia acá tu gloria y tu riqueza; concédeles la vida y el desarrollo a mis hijos y vasallos; que se multipliquen y crezcan los que han de alimentarte y mantenerte; los que te invocan en los caminos, en los campos, a la orilla de los ríos, en los barrancos, bajo los árboles, bajo los bejucos. Dales sus hijas y sus hijos, que no encuentren desgracia ni infortunio, que no se introduzca el engañador ni detrás ni delante de ellos (…) Uno sólo fue el origen de su tradición (…) Y eran un solo tronco, una sola familia (…)” POPOL VUH. LAS ANTIGUAS HISTORIAS DEL QUICHE. Editorial Centro Gráfico Limitada, Santiago de Chile, 2005, p. 114 – 115
“(…) ve, antes que nada, arrogancia, relativismo, materialismo y ateísmo, esfuerzo humano en busca de una emancipación por sus propios medios. La misión de la Iglesia sería desenmascarar esta pretensión, aportarle principios claros, seguridad en la oscuridad y verdades absolutamente válidas…” (Benedicto XVI, crítico de la cultura, PIENSACHILE, 20/05/2007)Pues bien:“La modernidad es la afirmación de los sujetos (pueden ser individuales o colectivos) capaces de hacer su historia más allá de los designios divinos o determinismos naturales. En este sentido, no se confunde con ningún tipo particular de sociedad o instrumento tecnológico, ni tampoco con la modernización.” La modernidad “(…) puede entenderse sociológicamente como la forma societal en que se constituyen sujetos, y hay que aceptar que no es sólo desde la vertiente racional que ello ocurre, sino también desde la expansión de la subjetividad y de las identidades y memorias colectivas, pudiendo la tradición en determinadas circunstancias ser también una dimensión constitutiva de sujetos, es decir, moderna.” [GARRETON, Manuel Antonio: La sociedad en que vivi(re)mos. Introducción sociológica al cambio de siglo. LOM, Santiago de Chile, 2000, p. 205, 43]
“Ante todo, hay tantas modernidades como sociedades … La modernidad no está fuera sino dentro de nosotros. Es hoy y es la antigüedad más antigua. Es mañana y es el comienzo del mundo. Tiene mil años y acaba de nacer. Habla en nahuatl, traza ideogramas chinos del siglo XIX y aparece en la pantalla de televisión.” [Octavio Paz, “La búsqueda del presente”, citado por Garretón, Manuel Antonio, op. cit. P. 206]
Notas
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