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Los muy frescolines quieren desalojar a mamita Michelle

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No faltan los machistas que quieren que la reina virgen deje luego el poder y nunca más gobernará una mujer; que vuelvan a la cocina y a lavarnos las palomitas de los calzoncillos. Los huachos son mal agradecidos: ya se olvidaron de los correazos y gritos desentonados de los papás mandones y ausentes y sueñan, de nuevo, que les apliquen la coerción; así son nuestros machos aflautados: les gusta “la zanahoria y el garrote” y no se acostumbran a las dulces y culposas alocuciones de la mamita Michelle.

Como está la mierda, han aparecido, como los moscardones, una serie de candidatos, que están convencidos que van a salvar al pueblo, obligado como en las galeras, a elegir a alguno de ellos aun cuando sea tapándose las narices. Los candidatos son los mismos de siempre: eternos apitutados que el pueblo siempre ha rechazado; si existiera, como en la Colonia, más de alguno tendría que responder de sus actos, pero Chile es la tierra de la impunidad: cárcel para los pobres y el poder para los ricos. Veamos algunos de estos personajes: Tobi Insulza, que luce una abultada ponchera que contiene los múltiples cócteles de la OEA, pretende ocupar la presidencia al igual que los obesos Bernardo O´Higgins y Manuel Bulnes; dice que no es candidato, pero ahora es, algo  así como “no era una perra sarnosa, era una sarna perrosa, con figura de animal”, como diría el poeta colombiano José Manuel Marroquín.

El profesor Lagos se cree el emperador estoico Marco Aurelio; no quiero creer que su hijo, Lagos Weber, sea el gladiador Comodo, por eso está dispuesto a sufrir y amarrarse la lengua cada vez que los derechistas lo insultan, acusándolo de los peores abusos de poder. La antipática de la Chol, una de esas niñas mateas y envidiosas, intenta salvarse apegándose a la diosa Michelle. Eduardo Frei Ruiz-Tagle, el Atila de las Pymes, uno de nuestros más desastrosos gobernantes – hoy presidente del Senado – quiere, sin ningún sentido de la realidad, repetirse el plato y, como la calidad de la política está más mala que la educación, capaz que le resulte. La derecha está envanecida: en su sempiterno oportunismo y la sequedad de ideas, ya se sienten dueños del “palacio de zorro” –La Moneda -. Sin ninguna vergüenza, el multimillonario Lúculo Piñera, se siente desde ya presidente de la república. No hay que hacer ningún esfuerzo más para convertir a Chile en una “bolsa de comercio”, total ya es una bolsa de gatos; los líderes de la transición a la democracia nos vendieron al mejor postor.

Volvamos a nuestra pobre Mamita, que está más aplastada que membrillo de colegial; hasta la Kenita Larraín se da el lujo de perorarla por no haber obedecido al Dalai Lama. El alcalde de Aysen la manda “a la punta del cerro”; ¿qué bruto y machista este capataz “udioso”. Andrés Allamand, uno de los tipos más siúticos y despistados de la derecha chilena que, en el fondo, fue corifeo de Augusto Pinochet,  (sólo la extrema estupidez de la Concertación pudo inventar que era un derechista democrático), sus peroratas contra los poderes fácticos – no contra el dictador – eran puras mentiras: sus travesías por el desierto sólo le sirvieron para calentarle la cabeza y revivir su alma reaccionaria; además, es senador porque sólo había dos candidatos que tenían asegurado el antidemocrático sillón. Al parecer, este niño tiene mucho dinero para financiar sus largos y aburridos libros y como no es nada de tonto para titularlos, a su “ópera prima” la denominó ahora “El desalojo” pues cree, al igual que su mentor, Augusto José Ramón, que por la fuerza puede sacar todos los corotos que Mamita tiene en La Moneda.

Ante tanto acoso de la derecha y de los apitutados de la Concertación, mamá Michelle no atina sino a cambiar de ministros, integrando a los príncipes de la decadente Coalición de gobierno, cada día más corrupta. Hay que ser muy despistado para no inscribirse en el club de “los díscolos”: el colorín Zaldívar se declara enemigo del modelo neoliberal; Ominami y ávila votan contra la ley que favorece a las grandes empresas; los díscolos antiguos, como Alejandro Navarro, Marco Enríquez-Ominami,  René Alinco y Sergio Aguiló, en entre otros, quedan como niños de pecho al lado de Lorenzini, Adolfo Zaldívar, Nelson ávila y Carlos Ominami, sin contar una serie de actores que, en secreto, también se autodenominan rebeldes; el único oficialista que queda es el “chupamedias” Camilo Escalona que, de acusar de “chupasangre” a los empresarios, hoy los considera “padres de la patria” y salvadores de la economía social de mercado. Quién sabe que será esta entelequia.

Sólo los cándidos pueden creer que la derecha se ha convertido en enemiga de los grandes empresarios; la tontería de cortarle el teléfono al presidente de la Confederación de la Producción del Comercio, el señor Ovalle, es un tongo más podrido y falsa que la lucha libre que difunden los canales de televisión, pues la derecha jamás dejará de ser empresarial, so pena de perder su sentido histórico; esto de la derecha económica y política es una soberana estupidez, inventada por los analistas políticos. Lo que pasa es que hoy, los principales dirigentes socialistas y PPD se han convertido en empresarios; no sé si da risa o pena ver a Jaime Estévez – antiguo revolucionario y supuestamente luchador por la justicia social – sentado, muy orondo, junto a los gerentes de Endesa. En el fondo, la derecha y la izquierda concertacionista, ambas están al servicio de los empresarios, por eso la política hoy es una mierda, y Chile avanza a pasos agigantados a la destrucción de los partidos políticos. Nada bueno se ve en el horizonte.

Personalmente, sigo siendo feminista: creo que las mujeres son mucho más inteligentes y finas que nuestros brutales machos borrachines y padres ausentes. Admiro más a Adelita – de la revolución mexicana – que a Carranza; a Frida Kahlo, que al guatón Rivera; a Gabriela Mistral, que al volcánico Neruda; a Inés Suárez, que a Pedro de Valdivia; a las valientes luchadoras obreras, que a los dirigentes masculinos; a Belén de Sárraga, que a  Luis Olea; a Santa Teresa de ávila, que a Felipe II; a Sor Juana Inés de la Cruz, que al virrey de México. Por eso no me sumaré al coro de los mal agradecidos huachos machistas, que ya preparan la hoguera para cocer a mamita Michelle. Como diría un papá chocho, usted tiene licencia para mear en la mesa cuando quiera, lo único que le pido es que no abandone a los que nacen estrellados a favor de aquellos que nacen con estrella.
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