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Elección presidencial en Francia

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Después de varias ocasiones donde la población francesa ignoró olímpicamente las elecciones, la gran sorpresa del resultado de la primera vuelta fue la alta participación [84.6% de votantes sobre 44 millones de inscritos]. La primera vuelta dejó en claro la polarización de la política francesa, Francois Bayrou, candidato de la Unión por la Democracia Francesa [UDF] no logró su apuesta de llegar a la segunda vuelta, pero emergió como una nueva fuerza en el espectro político francés con 18,5% de votos. La ultraderecha desciende a un 10%, pero conserva 4 millones de votos y los resultados de la izquierda antiliberal son prácticamente insignificantes con apenas un 10%.

Los dos candidatos de la segunda vuelta obtuvieron altos porcentajes en relación a elecciones anteriores [Nicolás Sarkozy, candidato de la derecha : 30% y Ségolène Royal, candidata del Partido Socialista : 25.8%].

La campaña electoral de la primera vuelta

Esta comenzó tempranamente – iniciada hace tres años por Sarkozy desde su puesto de Ministro del Interior- , continuada por Ségolène Royal y luego por una multiplicidad de candidatos, siendo los de izquierda los más prolíficos [3 trotskistas, 1 PC, 1 ecologista, 1 alternativo]. A diferencia de las elecciones norteamericanas ningún debate contradictorio fue realizado y las emisiones en la TV fueron reducidas a «preguntas al campeón».

Los temas en discusión fueron algunos de orden social, económico y ecológico presentados como un catálogo de proposiciones cambiantes, pero los temas centrales de los candidatos no aparecieron. El cuestionamiento del modelo económico vigente fue evitado y abordado únicamente por algunos de los «pequeños» candidatos de izquierda.

Los temas de la seguridad y de la immigración fueron abordados por la extrema derecha y también por Sarkozy – este último con la intención de restarle votos a Le Pen. Las ideas claves de la extrema derecha fueron retomadas por Sarkozy una por una: la caza a los inmigrados clandestinos, un discurso de ultra-seguridad y la promulgación de leyes más duras en la inmigración, todo lo cual explica su porcentaje elevado y el descenso a 10% de la extrema derecha.

La izquierda antiliberal fue incapaz de unirse y de proponer una alternativa común, lo que explica su baja votación. Otro elemento a considerar y que incidió en el resultado, es el recuerdo traumático de la última elección presidencial en 2002 donde la extrema derecha llegó en segunda posición pasando a la segunda vuelta. Este hecho, contribuyó esta vez a que Ségolène Royal obtuviera un 25.8% de la votación. Otro tema no analizado en profundidad, en esta campaña, es la posición de los principales candidatos frente a Europa.

Ségolène Royal, a pesar de los malos anuncios, de las trampas tendidas por sus adversarios de derecha y de balas perdidas desde su propio campo, llegó a la segunda vuelta con el score indicado anteriormente. Francois Bayrou, excluido tempranamente de la primera vuelta por los medios de prensa y ametrallado de todos lados, logró una votación inesperada que lo deja como árbitro de la segunda vuelta. Sarkozy a pesar de tres años de omnipresencia mediática y la utilización de temas específicos de la extrema derecha, no logró sino lo que las encuestas le habían dado antes de la primera vuelta.

Francia se encuentra golpeada por una considerable y permanente crisis social, política y cívica que ha hecho que sus ciudadanos duden en cada ocasión electoral. Varios elementos muestran que el país no está bien preparado ni moralmente, ni económicamente para el desafío que constituye hoy un mundo que cambia constantemente: doce años de gobiernos de derecha dura con sus consecuencias en el ámbito social, el déficit de comercio exterior, la enorme deuda pública del Estado y la destrucción masiva de empleos industriales lo están indicando.

Ségolène Royal propone en este sentido, compatibilizar la competividad económica con la solidaridad. Invertir en la innovación, apoyar las pequeñas empresas, atacar la renta e inventar nuevas formas de seguridad. Para llevar a cabo este programa [Pacto Presidencial], propone dinamizar la economía y reencontrar la cohesión social a través del diálogo social y la reconstrucción de la democracia [Fuente: Club de Reflexión du PS, varios diputados]. Su proposición de “democracia participativa” consiste en la constitución de Jurados ciudadanos [Jurys citoyens] para evaluar la gestión de los representantes elegidos y la realización de “referendum de iniciativa popular y de presupuestos participativos”, tal como son realizados en su región.

Sarkozy hablando inicialmente de “ruptura”, para tratar de diferenciarse del gobierno de derecha del cual era Ministro del Interior, ha ajustado su discurso a las posiciones de la extrema derecha, haciendo un retroceso hacia uno de los períodos más obscuros de la historia francesa [gobierno colaboracionista de Vichy con el nazismo en los años 40], con su proposición de crear el «Ministerio de la Immigración y de la Identidad Nacional». En concreto, creando «chivos expiatorios» de los males de la sociedad francesa: inmigrados, cesantes [en su expresión «vagos»], aquellos que reciben el mínimo social [«parásitos», Ibidem], jóvenes habitantes en los barrios [«escoria»], alejándose de las posiciones gaullistas, mezclando una “cultura de la autoridad” en materia política y cultural con recetas neoliberales en la economía y la destrucción de las conquistas sociales. El ejercicio del poder lo ha demostrado en su acción en el Ministerio del Interior con un resultado deficiente en materia de seguridad y un autoritarismo nervioso e impaciente, desprovisto de humanidad, que no prefigura nada bueno.

La campaña electoral de la segunda vuelta

Sorpresivamente, el candidato de la derecha dura reapareció, después de la primera vuelta, ungido de ternura y sensibilidad extremas, amando a todo el mundo. El cambio es notable: la arrogancia, las amenazas públicas desaparecieron por encanto, temporalmente. Pero, para él, como para Ségolène Royal nada está ganado. Ambos, iniciaron, inmediatamente, una operación de seducción dirigida a los 7 millones de electores de centro, en la cual Sarkozy y su equipo combinan seducción y presiones sobre todo a los diputados UDF elegidos con votos de la derecha dura.

En estos días, un debate que debía tener lugar entre Ségolène Royal y Francois Bayrou ha sido anulado por una cadena de TV argumentando un principio de igualdad impuesto por el Consejo Superior del Audiovisual [CSA]. Bayrou acaba de denunciar las presiones ejercidas por Sarkozy sobre Canal +. Esta anulación constituye un golpe para los principios de acceso a los medios de comunicación y a la libertad de expresión, así como una decepción profunda para quienes votaron por primera vez en esta elección. Sarkozy por su cercanía con el medio empresarial goza de una extraordinaria influencia en los medios de comunicación [escritos, orales, TV] y ello ha quedado demostrado por sus reiteradas amenazas, durante la campaña, a los periodistas no adictos a su candidatura. Finalmente este debate tuvo lugar el Sábado 28, pero no fue cubierto por los canales nacionales de TV, sino por algunos medios locales. En él se constataron convergencias y divergencias, pero [como estaba previsto] no hubo alianza entre las dos formaciones políticas.

El gran debate contradictorio entre Ségolène Royal y Sarkozy tendrá lugar el 2 de Mayo y los preparativos están en curso ampliamente publicitados. Aún queda una semana de campaña, en la cual, el rol de la TV será decisivo como ya ha ocurrido en otras elecciones.

Dentro de algunas semanas, las elecciones legislativas tendrán lugar y ello, necesariamente, está condicionando las tratativas entre las diferentes fuerzas políticas del país. Francois Bayrou anunció la creación de un nuevo partido político, el Partido Demócrata [PD] tratando de posicionarse en el centro del espectro político y tratando de romper el control absoluto que la derecha dura tiene en los diferentes órganos de poder en Francia. Sobre la segunda vuelta y argumentando que los triunfadores de la primera vuelta arriesgan agravar la situación con sus planteamientos y proposiciones, señaló que él no da consignas de voto, pero indica dentro de sus críticas que Ségolène Royal está más atenta en el aspecto social.

A pesar de la baja votación de la extrema derecha, sus concepciones y políticas aparecen bajo otros ropajes y lo inquietante es que pasaron directamente y sin escrúpulos a ser parte de las propuestas de Sarkozy y sus aliados de la extrema derecha racista. El curso de la campaña en esta última semana tal vez lo lleve a derechizar aún más su discurso y sus ofrecimientos. Pero, al mismo tiempo debe seducir al electorado de centro, aunque ya ha demostrado que se adapta bien a los vaivenes de la opinión pública expresada en las encuestas.

Ségolène Royal ha recibido recientemente, los apoyos de varios gobernantes europeos socialdemócratas o próximos a esa sensibilidad política: como el desplazamiento de Zapatero a Toulose, mensajes de Prodi y que demuestran la preocupación por el rol que la Francia tiene en la conducción europea [Francia dentro de poco asumirá la Presidencia del Consejo de la Unión Europea]. Michelle Bachelet ha también enviado un mensaje de apoyo correspondiendo así a la visita efectuada a Chile por Ségolène Royal durante la campaña presidencial.

Conclusión

Las elites de izquierda y de derecha en Francia, durante años, se han puesto de acuerdo para prohibir la reorientación de la política económica que pueda conducir a la reducción de la desigualdad. Así, el juego electoral, aún con titánicas y duras campañas electorales, termina en un statu quo. Sin embargo, en este último tiempo, varios traumatismos han sacudido el país:

– la sorpresiva irrupción en 2002 del candidato de la extrema derecha en la segunda vuelta presidencial;

– el último referendum donde el « NO » francés a la Constitución Europea fue franco y rotundo poniendo en evidencia el desfase entre la clase política dirigente y la realidad y en contradicción con las preocupaciones de la ciudadanía;

– la fronda anti-CPE [Contrat para el primer empleo] donde 1 millón de jóvenes salió a protestar en las calles;

– y recientemente la revuelta de los jóvenes [hijos de la inmigración] en los barrios de París y otras ciudades.

El clima actual se ha deteriorado y podría llevar más bien a una confrontación que a una resolución de los problemas económicos. Los sectores sociales que sufren son cada día más numerosos y su descontento es expresado claramente. Ello prueba que la sociedad francesa está radicalizándose. Y la derecha también lo hace al posicionarse cada vez más a la derecha y no vacila en reivindicarlo. Es así como ha llegado a ser una derecha extrema.

Las consecuencias de esta primera elección, indican ya una serie de signos de cambios en el paisaje político. Probablemente aparecerá dentro de poco un nuevo rostro de la socialdemocracia francesa [declaraciones de algunos dirigentes del PS], así como una nueva vertiente de partidos de izquierda antiliberal [sectores del PS más la izquierda antiliberal existente] y una derecha dura conservadora, a la americana, con un nuevo ropaje frente a los electores.

Francois Bayrou y su nuevo Partido Demócrata jugará el rol de árbitro en esta contienda, teniendo presente que más de mitad de los diputados UDF ya han escogido Sarkozy para esta segunda vuelta y por supuesto están con los ojos puestos en las elecciones legislativas.

Para Ségolène Royal, la única opción en el camino hacia la presidencia deberá pasar por la formación de un complicado y complejo bloque anti-Sarkozy. La izquierda antiliberal se apresuró a apoyarla [situación, por lo demás, inédita] con el fin de impedir la elección de Sarkozy. Pero ella deberá ir aún más lejos para captar los votos centristas y sintetizar las diferentes aspiraciones al interior de este bloque.

Hasta ahora no han habido propuestas sobre el rol de la sociedad civil, tampoco han habido pronunciamientos sobre los cambios profundos que debieran realizarse al nivel de los órganos del Estado [controlados completamente por la derecha dura] de la Quinta República. Sin embargo, algunos esbozos fueron expuestos por Francois Bayrou y Ségolène Royal en su reciente debate del 28 de abril.

Para Francia la hora es grave y trascendental: el triunfo del candidato de la derecha dura constituirá un retroceso social considerable, la profundización de medidas ultraliberales en la economía con las consecuencias conocidas en otros lados y un serio amarre de las instituciones democráticas.

Desde Francia, 30 de abril de 2007
Los autores son ex-prisioneros políticos de la dictadura militar chilena, residentes en Francia.
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