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Población La Victoria: 30 Octubre 1957

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Este artículo llegó a la Redacción de PiensaChile, desgraciadamente sin firma. Por su enorme valorhistórico lo publicamos pidiendo disculpas, a Uds. y al autor, por no poder entregar otro dato que la fuente que se cita al pie.
Hoy podemos corregir el texto con que presentábamos este artículo el viernes 9 de febrero de 2007: Nos ha escrito –vía e-mail- Julio Reyes ávila, profesor de Historia y Geografía. En su mensaje, nos dice lo siguiente:

Santiago, 04 de marzo de 2007
Con sorpresa me encontré con la publicación en su sitio de un texto compuesto relativo a la toma de terrenos que en 1957 dio origen a la población La Victoria (Nota de la Redacción: ver el artículo que presentamos más abajo del el viernes 09 de febrero de 2007).

Debidamente explican no poseer los datos de edición del mismo.
Quería entregarles esa información.

La primera parte del texto es el prólogo del libro "Memorias de La Victoria. Relatos de vida en torno a los orígenes de la población", publicado por el Grupo Identidad de Memoria Popular, el año 2003. Soy coautor de aquella publicación, y autor de dicho prólogo, del que se extrae fragmentos.

El segundo texto corresponde a extractos de una historia local firmada por Guillermina Farías: "Lucha, vida, muerte y esperanza. Historia de la población La Victoria", publicada por Sur a finales de los 80´s.

Mi intención no es en lo absoluto recriminatoria. Me alegra que se difunda el estudio en torno a un suceso tan importante para la historia popular chilena. De modo que espero aportar con esta clarificación a la tribuna que ustedes le brindan a esta obra.

Por otro lado, en lo que respecta al libro del que soy coautor, hemos preparado una reedición que saldrá a la luz prontamente, dentro de los próximos meses. Si este contacto sirve para difundir la obra, lo agradeceré mucho.
Por último, en vista a su interés por este tema, y al 50 aniversario de la toma que se cumple este 2007, quisiera señalarles mi plena disposición a colaborar con ustedes en adelante.

Por supuesto que hemos respondido de inmediato a Don Julio Reyes ávila, ofreciéndole nuestras páginas para publicar el fruto del valios trabajo científico que realiza en conjunto con su Grupo de Trabajo, el que queremos hacer llegar a Uds., quridos lectores, distribuidos en tantos rincones de la patria, en tantos lugares en el mundo, a través de esta tu ventana libre. Así crece PiensaChile y así rescatamos un trozo más de nuestra memoria. Quisieron borrarnos de la historia, pero no lo han logrado, ni lo lograrán.
“La historia es nuestra, y la hacen los Pueblos” [Salvador Allende Gossens]


La madrugada del 30 de octubre de 1957, un gran número de familias ocupó los terrenos de la chacra La Feria, entonces parte de la comuna de San Miguel. Provenientes del “cordón de la miseria”, como se llamaba a las poblaciones “callampas” ubicadas en torno a la extensión del Zanjón de la Aguada, buscaban soluciones frente al problema habitacional que afectaba a amplios sectores de trabajadores pobres, especialmente en la primera mitad del siglo XX.

En torno al Zanjón de la Aguada, decenas de miles de familias habitaban en sectores desde Bascuñan Guerrero hasta Vicuña Mackenna. La pésima calidad de vida que ofrecía esta alternativa, más la incapacidad desde el Estado de intervenir en la generación de soluciones habitacionales, hicieron en su momento que la organización y proyección política de los pobladores constituyera una respuesta lógica.

La Victoria es un producto de esa proyección, como una solución asumida por los propios afectados en todos sus costos. Fueron los incendios recurrentes, la insalubridad, la inseguridad y la marginación que existía en el Zanjón, los detonantes inmediatos de esta toma de terrenos. Un elemento a considerar es el desarrollo gradual de formas de organización por parte de los pobladores, como contraparte de la pasividad de los gobiernos, dada la incapacidad institucional de atender a la carencia de vivienda de estos sectores. Puestas así las cosas, el conflicto central está dado por el agotamiento de las “callampas” como forma de habitación y la emergencia de un protagonismo popular que desborda los límites de lo político en la generación de una estrategia de poblamiento: la apropiación directa del terreno y la autoconstrucción por parte de los pobladores”.

Como una manera de aportar al conocimiento histórico, es que las historias locales nos acercan las experiencias sociales de base y de los sectores populares. Se denomina historia local, de forma amplia, a la experiencia social explicada por sus propios protagonistas, que a través de distintos métodos va siendo recuperada y difundida en la comunidad, y cuyo fin es la preservación identitaria y su proyección a futuro. Es posible establecer, así, un puente entre la memoria y la acción social, pues el reconocimiento de los actores en torno a imágenes y experiencias de un pasado en común, es una motivación para la activación de una conciencia histórica colectiva, que implica la participación en la construcción de la sociedad presente, desde la cotidianeidad en la comunidad hasta el complejo social.

…A las ocho de la noche se empezaron a juntar los más decididos en el lugar acordado. Los tres palos y la bandera, algunos enseres y frazadas, se iba formando la caravana. Se parecía al pueblo de Israel en busca de la tierra prometida; los dirigentes eran los profetas de esos tiempos. La mano de Dios estuvo con todos, en el testimonio de muchos cristianos que esa noche integraron las columnas. Ahí estaban el padre Del Corro y el pastor Palma, que con su ejemplo dejaban sin equívocos que ellos estaban con los pobres…

Miércoles 30 de octubre, 6:30-7:00 de la mañana En la 12ª. Comisaría se dio cuenta de que un grupo de aproximadamente 500 familias callamperas habían invadido los terrenos de la chacra La Feria. La Jefatura ordenó el envío de un pelotón de hombres a caballo para el resguardo del orden público, de la propiedad privada, y para controlar cualquier desacato a la autoridad. La orden principal era impedir los desmanes de los indigentes, y arrestarlos si era necesario.

…Los pacos no se hicieron repetir dos veces la orden; llegaron a todo galope arrasando y golpeando.

Hombres, mujeres y niños; ancianos, rucas y banderas; nadie se salvó del tropel. Adentro, el cura Del Corro y el pastor Eliseo Palma intentaban en vano parlamentar. Los yuyos1 eran cómplices de los pobladores, pues permitían, con su metro de altura, esconderse. La desigual batalla campal duró hasta como las cuatro de la tarde.

La noticia se había esparcido por la radio y llegaron refuerzos de allegados, los de los conventillos, los arrendatarios y los con orden de desalojo, que se fueron sumando. A las siete de la tarde ya había unas 2.500 familias, cerca de 10.000 personas. Al tomar conciencia Carabineros de que había niños, mujeres y ancianos, la represión cambió y se dio una nueva orden: que nadie entrara o saliera del sitio. Ahora empezaban los problemas en el mismo sitio. No había agua, hubo que sacar del canal que pasaba por La Feria para beber algo caliente. Muchos ya habían hecho sus rucas, con cualquier cosa, yuyos, frazadas, cartones y latas. Los más pitucos tenían carpas. Ese día fue agotador, pero también decisivo; valió la pena aguantar.

Los dirigentes de todos los comités se reunieron esa noche en una asamblea que duró varias horas; ahí se formó la primera directiva de la población, que quedó conformada por Juan Costa, el compañero Plaza, Luzmira Betancourt y Mayorinca Nowana. Los otros dirigentes quedaron como delegados; se organizaron comisiones; como la de vigilancia, subsistencia, sanidad, etc. Entre otras cosas, había que hacer nuevas encuestas, porque habían aparecido otros grupos.

Ese día 30 de octubre pasó rápidamente, pero con cientos de historias propias; algunas nunca podrán ser escuchadas, porque sus protagonistas ya no están en esta vida.

La consigna estaba vigente: Trabajar sin transar; sin descansar, hasta la casa conquistar.

Fuente :
CON-SPIRANDO Nº46/04
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