Carta Confidencial a los Chilenos
por Elicura Chihuailaf (Chile)
18 años atrás 7 min lectura
En la incomunicación en que tratan de mantenernos, sabemos que hay muchas iniciativas naciendo por el país, pero en la mayoría de los casos no llegamos a conocerlas, no logramos conectarnos a ellas. Fue así como hasta nuestra Redacción llegó ayer un artículo que golpeo fuerte nuestra sensibilidad. En ese artículo se aludía a una carta de Elicura Chihuailaf y en una reacción –que ya forma parte de nuestros hábitos de vida- nos dimos a la tarea de buscar esa carta (*).
Sabemos y conocemos parte de la poesía de Elicura, pero desconocíamos esta “Carta Confidencial a los Chilenos”, que, ahora sabemos, fue publicada en la desaparecida revista “Rocinante”. Con ayuda de la tecnología –la misma que utilizan para espiarnos (**)- hemos encontrado esta versión publicada en Geocities (ver link al final). Desgraciadamente presenta varios caracteres que, evidentemente, no corresponden al original, pero que dificultan su lectura. Para facilitar su comprensión, hemos modificado esos puntos del texto, en un esfuerzo y con la esperanza de no haber alterado su contenido. Se trata de un documento histórico, sin duda.
Aceptar la invitación de Elicura – “Conversemos, les pido. En la Ternura de nuestros Antepasados tenemos toda una sabiduría por ganar”- nos da una posibilidad de revitalizar, continuar, fortalecer un proceso que, históricamente, ha tenido grandes impulsores, pero que no ha prendido en la base de nuestra país, en los millones de chilenos que, además, llevamos no poca sangre mapuche en nuestras venas. Volver a nuestras raíces comunes – “en la morenidad, en la que nos reconocemos” – abrirá puertas hacia insospechados caminos.
redaccion@piensachile.com
Nuestra Ventana -la ventana libre de PiensaChile– y nuestra Puerta están abiertas a este Conversación ofrecida.
La Redacción
Nota
(*) Fuimos partes de organizaciones que nos enseñaban a leer documentos llenos de citas. Fuimos estudiantes en universidades que nos formaban con manuales llenos de conclusiones y citas, pero que no nos enseñaban a analizar nuestra realidad, a mirar de modo crítico nuestro medio. Las derrotas y las traiciones nos enseñaron que había que buscar las fuentes de las cuales bebieron los autores de los documentos citados, para entender verdaderamente su mensaje; para entender y conocer la realidad en que las escribieron.
(*) Hace mucho que aprendimos la enseñanza de Levtraro: aprender del enemigo las armas que utiliza para someternos, para luego utilizarlas para luchar por nuestra liberación.
CARTA CONFIDENCIAL A LOS CHILENOS
Fey tvfachi afmapun epun trokiñkvley
kvmekelu ta mvley wezakeñma egu ta
mvleam. Che ta rumel mogen mapu gelay.
Mapuche fey piley Mapumu tripachi Che piley
-pinerpuenew.
Cuando el gobierno chileno actual, como ha ocurrido en el transcurso de algo más de cien años de historia chilena en territorio mapuche, desconoce contenidos y espíritu de su propia ley indígena. Cuando en las proximidades de elecciones presidenciales se nos habla de una democracia que no se ha compartido con nosotros, pues no tenemos ni hemos tenido ninguna oportunidad de representación en sus poderes y organismos regionales. Teniendo presente las palabras de Paul Reinsh -hace cincuenta años- respecto de Chile. «Esta sociedad constituye actualmente la única aristocracia del mundo que todavía tiene completo y reconocido control sobre las fuerzas económicas, políticas y sociales del estado en que vive», me pregunto cuál será el modo, la vía mejor, para iniciar y ojalá consolidar una verdadera Conversación con el Pueblo chileno.
¡Nos conocemos tan poco!, aunque recientemente, como Sueños, hemos efectuado ocasionales encuentros que se han convertido sólo en un mirarnos de más cerca y que -disculpándonos mutuamente esta especie de conformidad- al menos han evidenciado la enorme distancia en la que nos encontramos mapuche y chilenos, aun en la misma geografía -campos y ciudades- que sí «compartimos»; hecho, este último, que incluso en la negación nos han influenciado (en ambas direcciones, claro). ¿Cómo intentar comprender todo eso? Es la razón por la que les escribo esta primera carta.
En un coloquio con estudiantes liceanos hablo del País Mapuche de Antaño, de su territorio, que comprende extensiones de lo que hoy es parte de Argentina y parte de Chile, de cómo la cordillera -llamada actualmente Los Andes- nunca fue la «fundadora» de lo que después los estados perpetraron: a un lado de ella los mapuche chilenos y al otro lado los mapuche argentinos. Mas, a pesar de aquello, seguimos constituyendo una Nación, les digo. Luego se suceden las preguntas y las respuestas.
Un estudiante me dice: «Pero ¿por qué usted insiste tanto en hablar de los chilenos y de los mapuche? ¿Acaso usted no es chileno o no se siente chileno?» Le digo, les digo: yo nací y crecí en una comunidad mapuche, en la que nuestra mirada de lo cotidiano y lo trascendente la asumimos desde nuestra propia manera de entender el mundo; en mapuzugun y en el entonces obligado casteIlano; en la morenidad, en la que nos reconocemos; y en la memoria de la irrupción del estado chileno que nos «regaló» su nacionalidad. Irrupción constatable «además» en la proliferación de los latifundios entre los que nos dejaron reducidos. Les digo, le digo: Imagínense, por un instante siquiera, qué sucedería si otro estado entrara a ocupar este lugar y les entregara documentos con una nueva nacionalidad, iniciando la tarea de arreduccionarlos, de imponerles su idioma, de mitificarles su historia, y de estigmatizarles su cultura ¿Se reconocerían en ella o continuarían sintiéndose chilenos? ¿Qué les dirían a sus hijos y a sus hijas, y a los hijos y a las hijas de ellos?
Es siempre difícil ponerse en la situación que experimenta un(a) otro(a), seguramente porque implica un muy duro trabajo: el desasosiego provocado por el hondo susurro entre nuestro espíritu y nuestro corazón diciéndonos que somos sólo una parte del todo que es el Universo, pero parte esencial en su trama. Cada Sueño en su tiempo y su ritmo particular de desarrollo. Me dicen: el diálogo entre las células, el reconocimiento y aceptación de sus individualidades, da identidad al tejido. Es la salud. La pérdida de esa identidad genera la invasión de unas en otras. Es la enfermedad. El Cuerpo se torna un movimiento, se defiende, lucha para continuar viviendo.
Para andar hacia el término de nuestros mutuos mitos, me digo: ¿hablar desde la enfermedad que es el consenso será la única posibilidad? Mi gente me dice: "Pero ¿cuál es la palabra de los chilenos?". Les digo: Se hace necesario crear el hábito de una visión real de nuestro país, sin complacencias, verdadera, puesto que la identidad real de un pueblo, debe ser una forma de verdad, la más auténtica «coincidencia de nuestra alma con el pasado que la ha configurado», dice Jaime Valdivieso. «Cuidémonos de decir que la poesía nació en Chile con la llegada de los que trajeron la palabra castellana, porque las palabras y las melodías existían antes», dice Volodia Teitelboim. «Ni el escritor ni el artista ni el sabio ni el estudiante, puede cumplir su misión en ensanchar la frontera del espíritu, si sobre ellos pesa la amenaza de las fuerzas armadas, del estado gendarme que pretende dirigirlos», nos está diciendo Gabriela Mistral.
Este espacio es mínimo, pero es algo y -sobre todo- puede constituirse en un «vaso comunicante». Situados en la misma superficie Azul, cima o sima: Conversemos, les pido. En la Ternura de nuestros Antepasados tenemos toda una sabiduría por ganar.
Región Mapuche, Luna de los Brotes Cenicientos (Otoño de 1999).
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