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Carta de las Responsabilidades Humanas

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Naturaleza de las responsabilidades

La interdependencia creciente entre las personas, entre las sociedades, y entre los seres humanos y la naturaleza, refuerza los efectos del comportamiento de las personas y de los grupos humanos sobre el entorno social y natural, ya sea próximo o lejano.

Con esta situación, a cada quien de nosotros se nos abren posibilidades nuevas de desempeñar un papel en los nuevos retos a los que se enfrenta la humanidad: todo ser humano tiene la capacidad de asumir responsabilidades; incluso cuando se sienten impotentes, a las personas les queda la posibilidad de aliarse con otras, para crear una fuerza colectiva.

Mientras que todos los seres humanos pueden aspirar a los derechos humanos siguiendo un principio de igualdad, sus responsabilidades son proporcionales a las posibilidades de que disponen. Cuanto mayores son la libertad, el acceso a la información, los conocimientos, la riqueza y el poder de que dispone una persona, mayor es la capacidad de ésta para ejercer responsabilidades y la obligación de responder de sus actos.

Las responsabilidades se aplican no sólo a las acciones presentes y futuras, sino también a las acciones pasadas. Los daños pasados causados de manera colectiva deben ser asumidos moralmente por la colectividad en cuestión, y reparados de manera concreta hasta donde sea posible.

En la medida en que solamente conocemos parcialmente las consecuencias de nuestros actos ahora y en el futuro, nuestra responsabilidad exige, asimismo, actuar con una gran humildad, y dar muestras de prudencia y precaución.

Ejercicio de las responsabilidades
A través de la historia de la humanidad, la sabiduría tradicional, ya sea de origen religioso o no, ha enseñado valores destinados a guiar el comportamiento humano hacia una actitud responsable y para ello, se ha basado en una idea que sigue estando de actualidad: la transformación de la sociedad no es posible sin la transformación del individuo.

Estos valores engloban el respeto de toda forma de vida y el derecho a una vida digna, la preferencia por el diálogo más que por la violencia, la compasión y la atención a los demás, la solidaridad y la hospitalidad, la veracidad y la sinceridad, la paz y la armonía, la justicia y la equidad, la preferencia por el bien común antes que por el interés particular.

Sin embargo, a veces sucede que estos valores se deben sopesar entre sí cuando un individuo o una sociedad se ven confrontados a dilemas como la necesidad de favorecer el desarrollo económico a la vez que se procura proteger el medio ambiente y respetar los derechos humanos.

En tales casos, la responsabilidad humana implica que ninguno de estos imperativos se sacrifique con respecto a los otros. De hecho, sería inútil creer que los problemas de injusticia económica, de no respeto de los derechos humanos y de medio ambiente podrían resolverse de manera duradera sin tener en cuenta cada uno de ellos. Todos los pueblos deben darse cuenta de esta interdependencia; e incluso si sus prioridades varían según su propia historia y el contexto actual, dichas prioridades no justifican la indiferencia con respecto a los otros factores en juego.

Esta es la filosofía según la cual se han concebido los principios siguientes:
Principios que deben guiar el ejercicio de las responsabilidades humanas

1.   Todos tenemos la responsabilidad de hacer que los Derechos Humanos vivan en   nuestra manera de pensar y en nuestros actos.

2.   Para garantizar la realización del ser humano debemos responder tanto a sus aspiraciones inmateriales como a sus necesidades materiales.

3.   La dignidad de cada uno implica que está contribuyendo con la libertad y la dignidad de los otros.  No puede establecerse una paz duradera sin una justicia que respete la dignidad humana.

4.   El ejercicio del poder sólo es legítimo cuando está puesto al servicio del bien común y es controlado por aquéllos sobre quienes dicho poder se ejerce.

5.   En las decisiones referentes a prioridades a corto plazo, hay que esforzarse por evaluar las consecuencias a largo plazo y adoptar una actitud de prudencia.

6.   El consumo de los recursos naturales para responder a las necesidades humanas debe verse acompañado por una activa protección del medio ambiente.

7.   La búsqueda de la prosperidad económica a través de los mecanismos del mercado debe incluir la preocupación por un reparto justo de la riqueza.

8.   La libertad de la investigación científica implica una aceptación de sus propios límites a partir de criterios éticos.

9.   La educación que apunta a la excelencia y se basa en la competencia debe ser reequilibrada por la educación para la solidaridad y la cultura de la paz.

10. Para enfrentar los desafíos presentes y futuros es tan importante unirse en la acción como proteger la diversidad cultural y sacar provecho de su riqueza.

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