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Rechazo al uso de Mapuches en la parada militar

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Estimados compañeros:

Junto con agradecer la publicación de mi declaración acerca de la presencia de mapuche en la parada 2005 (solo tuve noticia ahora), tengo el agrado de remitirles la declaración de este año, ante el mismo asunto. Les agradezco sea publicada.

Atte., 
José Llancapan C.
Consejero Indígena Urbano

Declaración Pública sobre  la Parada Militar 2006
Lamentamos y desaprobamos nuevamente que un grupo de mapuche se haya tomado el nombre de todo nuestro pueblo para rendir homenaje a las mismas instituciones que ejecutaron sometimiento y genocidio contra nuestros pueblos durante el siglo XIX.

Frente a la reiteración de un acto que dirigentes representativos de nuestros pueblos hemos denunciado continuamente desde 2002, manifestamos una vez más que la actuación de mapuche nos causa vergüenza y el aprovechamiento de esta situación por las fuerzas armadas chilenas nos causa hondo rechazo.

En septiembre de 2003 entregamos una carta a la entonces Ministra de Defensa Nacional, sra. Michelle Bachelet, desaprobando el hecho. Se anunció públicamente que el Ejército chileno no volvería a repetir el desfile de mapuche en las paradas militares, pero nuevamente se ha repetido el hecho.

Al continuar con esta situación, debemos reiterar lo declarado en ocasiones anteriores:

1.        En realidad, esperaba que la situación de años anteriores no se repitiera hoy y que se tomara en cuenta la opinión de los que nos hemos opuesto a esta acción desde ocasiones anteriores.

2.        Es inaceptable e impresentable que un grupo de mapuche rinda honores al mismo Ejército del Estado chileno que mató, violó y robó impunemente al pueblo que aquellos dicen representar.

3.        Las Fuerzas Armadas chilenas no han sido capaces de pedir perdón hasta el día de hoy, de aquellos crímenes que hacen de la mal llamada “Pacificación de la Araucanía” una mancha en la historia de Chile. Estos crímenes sólo fueron una fase del genocidio de larga duración que ha sufrido nuestro pueblo desde 1536.  Su brutalidad fue renovada por las mismas Fuerzas Armadas (más modernizadas) desde agosto de 1973, cuando se reiniciaron los actos de genocidio y etnocidio de antes, durante y después del golpe de estado de 1973. Luego vino la contrarreforma agraria, la entrega de tierras mapuche a latifundistas y transnacionales, y culminó el etnocidio con el Decreto-Ley 2.568, inconstitucional por no existir constitución a la fecha de su dictación, y no derogado hasta el día de hoy en los 16 años de los gobiernos llamados democráticos.

4.        La Concertación por la Democracia (que firmó el llamado Pacto de Nueva Imperial en 1989 junto a la mayor parte de las organizaciones indígenas que hicimos frente a la dictadura), el gobierno de Ricardo Lagos (en el cual se instituyó este desfile de mapuche en homenaje al ejército) y todos los poderes del Estado de Chile siguen en deuda con los pueblos indígenas, al no dar el paso al reconocimiento constitucional de nuestros pueblos originarios. Pero reconocimiento digno y no del modo que se nos quiso dar hace poco tiempo en una fallida reforma constitucional que nosotros mismos rechazamos por ineficaz.

5.        Los mapuche y otros indígenas urbanos que rinden homenaje a las fuerzas armadas chilenas, en Santiago y otras localidades, realizan actos como éste a mero título personal, ya que no representan en forma alguna el sentir de nuestros pueblos. No se ha buscado el parecer de nuestras organizaciones, se ha hecho a espaldas de nuestros dirigentes. Solo podemos suponer que estas acciones buscan compensaciones de tipo personal, conseguir espacios de poder o recursos materiales. No es legítimo argumentar que mediante estos homenajes nuestro pueblo se hace presente en un espacio de honor de la chilenidad. Desde 1810, ese espacio de honor se perdió durante la llamada “Guerra a Muerte”, luego con la “Pacificación” y recientemente, en 1973, por el “Pronunciamiento Militar” con el cual se nos implantó el neoliberalismo a sangre y fuego. No hay honor en rendir homenaje a una institución cuyos crímenes de guerra (condenados por convenciones internacionales y que afectaron a chilenos, mapuche, aymara, etc.) hayan sido cometidos a título personal o en ejercicio de la función institucional, siguen impunes hasta el día de hoy.

6.        Hablo con la verdad, me baso en los informes de las comisiones Rettig, Valech y de Verdad Histórica y Nuevo Trato, y pido cumplimiento de las recomendaciones de esta última, tal como lo hice como comisionado al presentar mis objeciones junto a otros hermanos de mi pueblo.

7.        Como representante de los indígenas residentes en las ciudades de norte a sur del país, y conociendo nuestro sentir como descendientes o deudos de las víctimas de los horrores de las invasiones de los siglos XIX y XX, lamento esta situación que afea el proceder de algunos indígenas, especialmente mapuche. Para nosotros, los indígenas que habitamos el territorio ocupado por el Estado de Chile, no ha habido la misma transición democrática que otros pueden celebrar. Los crímenes contra nuestros pueblos siguen impunes, no ha habido reparación, las Fuerzas Armadas y de Orden no han desarrollado iniciativas de conciliación y reparación, por lo que no es digno que indígenas les rindan homenaje por sus actos bélicos. La Iglesia Católica ha hecho gestos de pedir perdón, el ex-Presidente Lagos al menos al conocer el Informe de Verdad y Nuevo Trato también hizo gestos por restablecer la verdad histórica de la opresión y genocidio contra nuestros pueblos.

Podremos hablar de reconciliación cuando haya habido verdadera reparación a la usurpación de las tierras antiguas, los espacios ancestrales de los que nuestros antepasados fueron arrojados tras el fin de la invasión de 1860-1883. Cuando se hayan esclarecido los crímenes que ensangrentaron las tierras y aguas indígenas entre 1973 y 1990. Cuando los aymara, chilenizados a fuerza de corvo y fuego, hayan sido debidamente reparados y dignificados. Cuando la isla y el pueblo Rapa Nui, anexado por la Marina al Estado en 1888, deje de sufrir vejámenes contra su tierra y su cultura. Cuando quechuas, collas, diaguitas y pewenche puedan ocupar sus tierras cordilleranas sin ser lanzados por los megaproyectos de las transnacionales, en un país que se dice independiente.

Santiago, 19 de septiembre de 2005.
José Llancapan Calfucura
Consejero Indígena Urban
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