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Chilenos han esperado 28 años para conocer su destino

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Pareja de Toronto asociada a régimen de Pinochet
Caso de inmigración que se ha resuelto lentamente

Para ver original en ingles en Toronto Star

Más de un cuarto de siglo, desde que pusiera pie en Canadá por primera vez, y seis años después de la última vez de habérsele negado el permiso para quedarse, un hombre del área de Toronto llamado Fernando Arduengo todavía sigue aquí, aún esperando noticias sobre cuál será su destino en su tierra adoptiva. Su mujer, de la que está separado, Nieves del Carmen Arduengo, se encuentra también aquí, esperando saber si se le permitirá quedarse.

Casi tres décadas desde su llegada, el voluminoso archivo de inmigración de la ex-pareja continúa aumentando en espesor, y juntando polvo, en alguna parte de los secretos corredores de la burocracia federal canadiense, sin ningún signo de que vaya a haber una resolución del caso. 

Estirándose desde el Chile bajo la bota dictatorial a Ontario del Sur de hoy, el largo y lento progreso del caso de la inmigración de los Arduengos podría casi servir de argumento para una novela de Kalfka, y continúa desarrollándose –aunque muy lentamente.

Mientras tanto, en meses recientes, las autoridades de inmigración canadienses han deportado decenas de inmigrantes indocumentados, incluyendo a muchos de nacionalidad portuguesa, lo que ha atraído duras críticas de parte de grupos de defensa de los inmigrantes, quienes han acusado al gobierno federal de actuar con excesiva velocidad y total desconsideración hacia las familias e individuos afectados.

Acusaciones semejantes no ha sido hechas, sin embargo, en conexión con los chilenos Fernando y Nieves del Carmen Arduengo, y con justa razón. Ellos aún están aquí. La pareja arribó en 1978 y han permanecido aquí desde entonces. Su historia es un "caso de estudio" en las complejidades y contradicciones de la burocracia federal canadiense y del sistema legal. "El tiempo de los procesos varía", dice Greg Scott, un portavoz de "Citizenship and Immigration Canada" (Ciudadanía e Inmigración de Canadá), cuando se le pregunta cuánto tiempo más la pareja tendrá que esperar antes de saber si acaso podrán quedarse en el país que han llamado su hogar por más de 28 años. "Muchos, muchos factores podrían causar potenciales retrasos". 

Tanto Fernando como Nieves han estado empleados por mucho tiempo. El en el negocio de ropas, manufacturando uniformes para clientes que han incluído la Real Policía Montada, la OPP y la Policía de Toronto. Nieves ha tenido una variedad de empleos -entre ellos: babysitting, venta de cosméticos y traducciones. Actualmente ella trabaja para una compañía de seguros. Han criado dos hijos, Fernando hijo, y Francisco, o Frankie, que ahora tiene como 20 años; ambos nacieron aquí y son ciudadanos canadienses. Fernando hijo es un soldado en el Ejército Canadiense y ha servido una temporada en Afganistán.

Hoy 59 y 51 años de edad, respectivamente, Fernando y Nieves han recorrido un tortuoso camino durante las pasadas décadas, el que comenzó en Chile durante la dictadura militar del General Augusto Pinochet que duró 18 años. Desde 1974 hasta 1977 Fernado Arduengo trabajó para una de las ramas de la policía secreta durante los más tempranos y sangrientos años de la dictadura. En total, cerca de 3.000 disidentes sospechosos fueron asesinados por la policía antes de que Pinochet abandonara el poder en 1991. Incontables otros fueron encarcelados torturados, o ambas cosas.

En entrevistas pasadas con funcionarios de inmigración canadienses y otros, Arduengo ha admitido haber  participado en atrocidades en los años inmediatamente anteriores a su venida a Canadá. Los horrorosos actos en los que reconoce haber estado involucrado -aunque no cometido- incluyen la tortura y el asesinato.

Arduengo afirma que fue obligado a colaborar con la policía chilena y que temió que se lo castigaría si se negaba a hacerlo. Declinó repetidas veces solicitudes de entrevista hechas por el TORONTO STAR.

Casados en Santiago en diciembre de 1977, los recién casados abandonaron Chile dos meses más tarde, llegando al Aeropuerto Internacional de Toronto el 25 de febrero, en busca de asilo político.

"Ha sido una letanía de permanentes trámites", dice Bárbara Jackman, una abogado de Toronto que ha representado a los Arduengos casi desde su llegada a Canadá. Mientras más grueso es el archivo, más grandes son las dilaciones – y este es un archivo grueso.

Dos veces, la pareja ha postulado al status de refugiado, pero ha sido rechazada en ambas.

Dos veces, han sido autorizados a ser "landed Inmmigrants"(Inmigrantes aceptados), sólo para que posteriormente esa autorización haya sido revocada de modo sumario.  

Varias veces han recibido permiso ministerial especial que les permitía permanecer temporalmente en Canadá, mientras se encontraba una solución permanente de su caso, solución que se ha mantenido porfiadamente elusiva.

Dos veces, se ha ordenado su deportación. Una, en julio de 1989, tuvieron reservados vuelos a Santiago. Casi 7 años después, se les ordenó abandonar el país antes del 13 de febrero de 1996.

Pero cada vez que estaban a punto de partir, la apareja ha apelado a la Corte, y la Corte ha ordenado a las autoridades de inmigración que revisen el status de los Arduengos una vez más.     

La última vez que esto ocurrió fue el 3 de agosto del 2000, cuando el Juez Frederick Gibson de la Corte Federal de Canadá, instruyó al departamento de inmigración a repensar la decisión que negaba a los Arduengos permiso para pedir el status de Landed Inmigrant desde Canadá.  

Casi seis años más tarde, el departamento aún no ha alcanzado una conclusión sobre la materia.

"La cantidad de tiempo que toma varía según el caso", dice Scott, de "Immigration Canada".  Por muchos años, a pesar de la permanente incertidumbre acerca de su futuro, la familia se mantuvo unida, pero en abril del 2000 Nieves dejó a su marido, y ellos han vivido separados desde entonces.

Ninguno de los Arduengos han tenido problemas con la ley aquí en Canadá. Han pagado religiosamente sus impuestos. A lo largo de los años, Fernando y su esposa han sido voluntarios en una variedad de valiosas causas. Parecen ser populares entre sus colegas, vecinos y amigos. En 1994, Fernando fue nominado Ciudadano del Año por el 748 Cuerpo de Cadetes Reales Canadienses, en Markham.

Y sin embargo, en entrevistas pasadas con funcionarios canadienses, Fernando Arduengo ha admitido haber participado en entre 18 y 20 operaciones policiales en Chile, diez de las cuales resultaron en muertes. Más tarde él dijo que sólo estuvo involucrado en dos operaciones letales.

El niega haber tenido ningún rol en el caso más prominente con el cual su nombre ha sido asociado- la muerte en 1976 del dirigente sindical Sergio Verdugo. Aunque él niega haber muerto o torturado a nadie, Arduengo fue por su propia admisión más que un testigo casual. A veces  tomó notas durante sesiones de tortura, dice, y en una ocasión intimidó con armas de fuego a prisione
ros, mientras acompañaba a policías disfrazados en allanamientos a las casas o lugares de trabajo de disidentes políticos sospechosos.      

Arduengo admite haber estado presente cuando un hombre se asfixió con su propia lengua, mientras se le aplicaban shocks eléctricos en los genitales. Más tarde él ayudó a enterrar el cadáver fuera de Santiago.

En otra ocasión, vio como un hombre era torturado en presencia de su propio hijo, táctica utilizada para minar la voluntad del detenido. El niño tenía menos de 10 años de edad.

Como Fernando, Nieves trabajó para la policía secreta chilena antes de venir a Canadá. Ella fue una funcionaria asalariada de tiempo completo, empleada por una agencia conocida como DICAR, acrónimo español por "Dirección de Inteligencia de Carabineros". Esta era la misma organización con la que su marido colaboraba, y fue durante su tiempo en el servicio policial que ambos se conocieron y se comprometieron en matrimonio.  

En entrevistas con autoridades de inmigración canadienses, Nieves niega haber presenciado nunca que alguien haya sido muerto mientras trabajaba con la policía de Inteligencia. Sólo una vez, dice, fue obligada a permanecer en una pieza mientras un individuo era torturado. Nieves declinó repetidas solicitudes de entrevista con el TORONTO STAR.

Los Arduengos son patrocinados en este momento por sus dos hijos, para adquirir la residencia permanente, ninguno de los cuales había nacido cuando la pareja arribó a Toronto en 1978. 

Antes de su partida a Canadá, dice la pareja, sus automóviles fueron saboteados, en lo que ellos creen fueron intentos en contra de sus vidas por parte de la policía chilena.

Posteriormente a su llegada a Canadá, los Arduengos han suministrado información acerca de las prácticas represivas a Amnestía Internacional, y en 1993 se sometieron voluntariamente a interrogatorios por la policía chilena cuando vinieron aquí a investigar el asesinato de Verdugo. En 1994 las autoridades chilenas volvieron para entrevistar a Fernando, quien negó toda participación en el asesinato. En la primera entrevista, Nieves suministró a los investigadores información acerca de manejos internos la DICAR.

Muchos que han conocido a los Arduengos en Canadá sostienen con firmeza que el pasado es pasado y que a ambos debería permitírseles permanecer en este país.

Otros, incluyendo muchos de la sustancial comunidad chilena de Ontario, son de la opinión opuesta. Pero casi 28 años después de que llegaron a Canadá, los Arduengos permanecen en la sombra acerca de su futuro. Mientras tanto, en Chile, los muertos aún se revuelcan en sus tumbas.                  

 Aug. 8, 2006. 05:57 AM
Oakland Ross
Feature writer
Traducción para PiensaChile: HH (Canadá)
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