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Rinocerontes

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Eugenio Ionesco es el padre de la dramaturgia del absurdo, muy de modo hacia los años 60s. Sus obras presentan escenas y situaciones increíbles y sorprendentes: Rinoceronte ocurre en Francia y sus escenas muestran cómo, poco a poco, todos los habitantes de esta ciudad gala se van convirtiendo en rinocerontes, es decir, se acomodan a la tiranía del borreguismo y del lugar común. La verdad, es que sólo una vez intenté ver, de cerca, a estos monstruosos paquidermos: cuando vivía y trabajaba en Maputo, la capital de Mozambique, un muy buen amigo veterinario, Camilo Duque, me invitó a visitar una reserva de animales salvajes; salimos a las tres de la mañana para no asustar a los animales, y pasaban las horas, el calor ardía y sólo habíamos visto gente negra, pallotas – casas tipo Trazan – y gallinas salvajes; ni un animal de la selva mozambicana; es que hasta los cuadrúpedos preferían las reservas de áfrica del Sur. Todo ser irracional es, necesariamente, derechista.

En Tontilandia sí que pude reconocer a un verdadero rey de losa rinocerontes: un tal Daniel López que tenía un poder de mimetismo casi perfecto y le hacía la pata al león, Salvador Allende, y después iba con chismes a la manada de derechistas rinocerontes. Daniel López era ignorante en economía, pero un genio en el asesinato; se rodeó de unos paquidermos adoradores de los neoliberales: Mises, Hayek, Freidman, entre otros, que se transformaron en los evangelistas de la religión de los rinocerontes: para ellos el hombre es sólo un ser económico y la única libertad que puede existir es la de comprar y vender, es decir, el mercado. Los seres no aptos, los perdedores del mercado, son parásitos despreciables, que deben ser apoyados por el Estado y, como el leviatán es una molestia para la libertad el mercado, no hay nada mejor que eliminar a estos parásitos, puede ser de hambre o de exterminio.

Daniel, el jefe de los rinocerontes, llevó a la práctica estas enseñanzas de los apóstoles del mercado con singular maestría, haciendo desaparecer, torturando, encarcelando, exiliando, exonerando a los malditos perdedores del mercado: Así, la granja orweliana funcionaba en orden y paz; el rey Daniel López vendió la mayoría de las empresas del Estado a sus pequeños seguidores paquidérmicos: el hipie Büchi, el empleado de terno azul, Carlos Cáceres, el yernísimo Ponce-Leroux y otros, pasaron de empleados a millonarios.

En la selva los rinocerontes bramaban asustando a los cazadores, frente al peligro del hundimiento de la granja, en manos de estos peligrosos  ex seguidores de Marx. Pero lo mejor es atraerlos, es decir, convertirlos en rinocerontes y de esta manera,  la tarea resultó ser más fácil de lo previsto: a los pocos meses, Edgardo Boeninger alabó el modelo económico de Pinochet, (si el rey de los rinocerontes no hubiera matado tanta gente, pasaría a la historia como un gran monarca). Don Patricio Aylwin encontraba un poco roto, rústico y de malos modales al rinoceronte Daniel, pero poco a poco se fue acostumbrando a tomar té con él; además el paquidermo, de tanto negociar con Enrique Correa, terminó encontrándolo un hombre muy capaz y prudente – hubiera sido un gran ministro durante su dictadura-  (Se cierra el telón).

En el segundo acto aparece el rey de los rinocerontes ya viejo; todos los intentos de los gatitos concertacionistas, para salvarlo de esta cruel ley de la selva, han fracasado: de nada sirvió a los humanistas cristianos votar en contra de la acusación constitucional, cuando el perla rinoceronte quiso ser senador vitalicio; ni los esfuerzos de Lázaro Frei y de Tobi Insulza para traerlo del zoológico inglés a los hogareños y feraces campos de Tontilandia.

Nos habíamos olvidado de Carlos Cáceres, Büchi, Bardón, Lúculo Piñera y Barahona, los fieles y afortunados seguidores del gran rinoceronte. No les había ido mal – el profesor Lagos amaba tanto a los ricos como Daniel López – pero el mundo ha cambiado: ahora, las empresas monopólicas españolas son dirigidas por los socialistas. Ya el hecho de ser amigo y heredero del rey de los rinocerontes constituye una injuria; los ministros de la abeja reina,  Michelle Bachelet  son, en su mayoría, jóvenes de treinta y tantos años, (Velasco, Espejo, y otros), que estudiaron en universidades norteamericanas y que desprecian las retrógradas teorías neoconservadoras de Friedman, no están muy dispuestos a escuchar a los seguidores del paquidermo mayor.

Los “coños”, que no son nada de tontos, tienen la solución en sus manos: hay una serie de ex ministros y otros ex funcionarios públicos que quedaron cesantes al negarse la reina Michelle a repetirles el plato. Como las empresas del Estado son muy pocas y fueron copadas, en su mayoría por los mamócratas cristianos, sólo queda el sector privado: ninguno de estos “nobles” de la corte de Luis XIV Lagos está dispuesto a pasar un solo minuto de cesantía. Qué terrible sería engrosar el ejército de los perdedores del mercado – capaz que los rinocerontes nos coman vivos- . (Cae el telón).

Como los problemas de los tontilandeses, respecto a la Previsión, regentada por las AFPs, eran cada día más catastróficos y el jacobino Marat Girardi acusaba a los gerentes de estas empresas de “ladrones de cuello y corbata”, nada mejor que ofrecer formar parte del directorio de Provida a Lorenzo de Medici Viera-Gallo y a la veneciana Porcia Rincón; así, podemos mostrar una cara más social a los ingenuos animales domésticos, cotizantes obligatorios de estas instituciones de caridad.

La imprevisión del ministro de economía, Rodríguez Grossi, nos tiene ad portas de graves problemas energéticos: se sabe que Endesa gana millones cada vez que nos cortan el gas desde Argentina; como los directores de esta transnacional no tienen un pelo de tontos, ahora quieren anegar las tierras de Aysén y, como Lacónico Frei tiene que disimular, como presidente del Senado, su amor por la extensión de las hidroeléctricas, es necesario nombrar, como miembro del directorio de Endesa al ex ministro de los puentes colapsados y ex director del Banco del Estado, (que sólo presta a los ricos), Jaime Estévez quien estará muy bien acompañado por lobbista Eugenio Tironi, y el beato René Cortázar como director de Gener. ¡Miel sobre hojuelas para las empresas eléctricas!.

Como Michelle Bachelet es doctora, no le gusta nada que la Compañía Chilena de Tabacos distribuya veneno entre las jovencitas y jovencitos, por esta razón acaba de promulgar una ley draconiana en pro de la salud de los chilenos; pero la Compañía, que quiere mejorar su imagen se le ocurrió, nada menos, que nombrar director de la empresa al ministro, de la “orden eléctrica de la Guacolda” a Rodríguez Grossi.

El Tansantiago es un verdadero caos, en la actualidad, y el único que puede solucionarlo es el ex jefe de la Campaña de reina Michelle, Ricardo Solari, actualmente director de Alsacia. El agua es fundamental  para la vida, es un bien tan escaso como el petróleo y, para asegurar su abastecimiento, se necesita un general tan poderoso, como el ex ministro de Defensa, colorín Ravinet.

En Tontilandia no queda ningún noble versallés sin empleo y, de pura felicidad, los rinocerontes, como en la obra de Ionesco, terminan lanzando fuertes rugidos. (Cae el telón, aplausos prolongados).
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