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11 de septiembre de 2005

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Palabras leídas en el acto frente al árbol de la memoria, Montreal 2005
 
Compañeras y compañeros
Estamos aquí reunidos ante el árbol de la memoria por cuatro razones.
La primera es conmemorar el 32 aniversario del nefasto golpe de estado que en Chile depuso al Gobierno popular encabezado por Salvador Allende e inauguró 17 años de terror y que cambiaron definitivamente, para peor, el alma de Chile.
La segunda es rendir un homenaje a las victimas del terrorismo, terrorismo, que para diferenciar nuestro discurso del discurso oficial dominante, llamamos de estado.
La tercera es hacer un recorrido por algunas de las luchas actuales, luchas que tienen el sello inconfundible de la diversidad y responden a la impostergable urgencia de avanzar en la implementación de cambios.
Y la cuarta es proyectarnos hacia mañana. Mañana ese futuro posible que está ligado a nuestros actos de hoy. Lo desafortunado es que no siempre tenemos conciencia de que estos actos deben acercar ese futuro posible.

Se habla desde el discurso dominante de terrorismo, al no existir una definición vamos a un diccionario cualquiera, que no es cualquier diccionario, sino el de la Universidad de Oviedo y nos encontramos con la siguiente definición:
Forma violenta de lucha política, mediante la cual se persigue la destrucción del orden establecido o la creación de un clima de temor e inseguridad: el terrorismo es una lacra de la sociedad actual.

Quienes redactaron esta definición miran hacia un solo lado y no van a la esencia del problema. En esta definición todas las luchas armadas contra gobiernos pasarían a ser consideradas terroristas. Hasta una huelga podría ser considerada un acto terrorista. Esta definición responde exactamente a la ideología dominante y tiende a perpetuar el poder actual. Habrá que entender temor e inseguridad, el temor y la inseguridad que los distintos estamentos del poder capitalista sienten cuando las mayorías se expresan o cuando las organizaciones que van adelante, logran avanzar. En esta definición las acciones terroristas organizadas desde el poder no son tales.

Si vemos que la esencia de todo es el movimiento, el cambio permanente, tendremos que concluir que esta definición no logra su objetivo de enunciar el verdadero significado de la palabra terrorismo, pero en cambio logra mostrar una expresión de uno de los tantos conductos por los cuales el poder se reafirma y valida a si mismo. Nuestra tarea sería definir el terrorismo, el que ejercen las multinacionales, los banqueros, los gobiernos, los funcionarios cuando toman inocentes medidas como aumentar el precio de la gasolina, aumentan las tasas bajo cualquier pretexto, despiden miles de trabajadores, mueven sus manufacturas a lugares “más rentables” o en el peor de los casos sus delincuentes armados, conocidos como policías,  reprimen a palos y descargas todo intento de alzar la voz. ¿Qué otra cosa que no sea temor e inseguridad están creando?

La realidad indica que se trata únicamente de sus intereses los que ven y defienden. No hay otra explicación para entender la negligencia y lentitud con que ha actuado el gobierno del imperio frente a las necesidades de los pobres de Nueva Orleáns azotada por el huracán Katerina.
Hoy es más claro que nunca el llamado revolucionario: “o nos unimos todos o nos hundimos”
Hace muchos años ente el avance de las fuerzas progresistas en Indonesia, el imperio organizó un sangriento golpe, en una noche fueron asesinados más de treinta mil personas. Antes de eso estuvo la CIA y su larga historia de intrigas, terrorismo, asesinatos, campañas desestabilizadoras, etc., etc. ¿Cuántas han sido las intervenciones armadas de Estados Unidos contra los países de América latina?

En Brasil se eligió un gobierno progresista, allí los más grandes terroristas de toda la historia orquestaron un golpe, pero antes hubo una Guatemala, un El Salvador.
Luego vino Chile, pero el plan lo habían estrenado en Indonesia. Los fascistas chilenos escribían en las paredes de Santiago: “Yakarta” o “Yakarta ya viene”, propiciando un clima de aceptación de lo que sería la dictadura militar. Una de las paradojas es que los militares chilenos actuaron auto convencidos que defendían la constitución chilena contra una intervención foránea. La verdad histórica demuestra que eran simples criminales a sueldo del imperio, cuyo objetivo era impedir los cambios que pongan en duda su poder y seguir en el negocio.

Hoy el cobre chileno, nacionalizado por el Gobierno de Allende, está de nuevo en manos de las transnacionales que ahora actúan desde Canadá. Los supuestos defensores de la constitución nos legaron la peor constitución que haya tenido Chile, ahora un presidente de dedo de mantequilla ha podido introducir algunas pequeñas reformas a cambio de dulcificar el trato contra los victimarios de ayer. En lo fundamental la democracia en Chile no será nunca democracia, mientras siga basada en la constitución de Pinochet.

32 años de un 11 de septiembre, expresión sanguinaria del imperio ejecutada bajo mano militar chilena. En estos 32 años hemos tenido todas las expresiones de lo sublime y lo ridículo en la lucha contra el flagelo del terrorismo de estado. De un lado están los que murieron siendo consecuentes con una idea de cambio y también quienes arguyendo que los tiempos son otros, han cambiado su discurso para convertirse en testaferros del imperio. A los primeros les rendimos homenaje hoy en este modesto acto y cada día con nuestros actos de lucha por los cambios, a los segundos les entregamos nuestro desprecio.

Decir 11 de septiembre, es decir terrorismo de estado. Ha ocurrido este en Chile, con un palacio presidencial en llamas y un presidente elegido democráticamente muerto bajo las balas de militares, que tenían el deber de defender lo que atacaban. Ese 11 de septiembre comenzó el cambio para convertir a Chile en una neocolonia de Estados Unidos. Hoy sabemos la cantidad de muertos, de desaparecidos, de violaciones, de robos, de privatizaciones, de comisiones, de traiciones, de renovaciones y desdecirse de verdades ayer esgrimidas con afán. Chile ya no es Chile, gracias a sus militares, gracias a muchos de sus políticos, pero también es cierto que no todo está perdido, pues el gesto valiente de Allende, los miles de gestos de sus mejores luchadores nos alumbran el camino.

Hoy podemos mirar con  mayor esperanza el futuro de Chile. Hoy podemos decir con mayor razón que nada bueno ha surgido nunca del imperio, hoy podemos decir con mayor certeza que ha comenzado el fin del imperio. En este tiempo, de no tiempo para la duda, es imprescindible sacar las lecciones que a diario nos dan las luchas de los pueblos de América y desde allí, y con ellos, avanzar.

Decir 11 de septiembre es decir terrorismo de estado que también se ha expresado en las torres gemelas de Nueva York. Hoy esgrimimos la duda, mañana tendremos la certeza de que eso fue un auto atentado, urdido por el poder tras el poder para aumentar sus ganancias, para tener recursos que permitan mantener su poder, para eliminar toda resistencia.
Llamamos desde aquí a todos a la unidad de objetivos y diversidad de acción, llamamos a asumirnos como algo más que simples entes solidarios, debemos y podemos jugar un papel político en la realidad en que actuamos, el camino es la organización, la coordinación de voluntades.

Llamamos a los demócratas chilenos a sumar sus fuerzas en un comité del Juntos Podemos Más en Montreal.

Llamamos a darle proyecciones locales a los avances del proceso de la revolución Bolivariana. Québec, Montreal un pueblo dominado por políticas neoliberales,&nbsp
; La respuesta es la Misión Bolivar, la misión ideología. El establecimiento de sucursales de Petro Caribe para abaratar el costo de la gasolina. Llamamos a implementar la revolución bolivariana aquí en esta realidad no como una denuncia sino como una alternativa a las políticas neoliberales.

Llamamos a nuestros artistas a ocupar un papel más activo, para ser más arte y parte de este amplio río que comienza a ensancharse.

Llamamos a erradicar prejuicios y recurrir como nuestra mejor arma a la imaginación que o nos unimos todos o nos hundimos juntos.
Las últimas palabras de Allende

"Trabajadores de mi Patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor."

nos las dejó como un legado, las pronunciamos hoy como un ayuda memoria, que la sociedad mejor la construiremos con los aportes de todos, que la tarea necesita del aporte de todos
Gloria y honor a los luchan, Gloria y honor a nuestros muertos.

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