Bolivia en el corazón
por Rafael Luis Gumucio Rivas, El Viejo (Chile)
4 años atrás 5 min lectura
21/11/2019
Ninguna persona, que no sea un fanático recalcitrante, puede negar que el golpe de Estado contra Evo Morales fue preparado por Estados Unidos, y el tiro de gracia fue encomendado a la OEA, (institución que ni siquiera es un ministerio de colonias del imperio norteamericano, sino la reunión de un conjunto de gobiernos que ejecutan las políticas de Donald Trump).
Luis Almagro, secretario general de la OEA, es un personaje siniestro y muy baja estura moral y ética y, lo que es peor, de demócrata no tiene nada: critica, hasta por los codos, a Venezuela, y hoy se ha probado que incitador y cómplice del reciente golpe militar en Bolivia. El gran error del Presidente Evo Morales fue el de haber creído en este organismo, supuestamente concebido para defender el orden constitucional y las libertades en América.
¿Por qué a Estados Unidos le interesa adueñarse de Bolivia? En primer lugar, sus éxitos económicos devienen en un “pésimo ejemplo” para el resto de los países de América Latina: un crecimiento sostenido del 5% en catorce años, una inflación de sólo un dígito, reducción de la pobreza extrema del 70% al 30% e inclusión de los pueblos originarios en el Estado Plurinacional; en segundo lugar, el Estado Plurinacional es dueño del gas natural, el petróleo, el potasio y, sobre todo, el litio; en tercer lugar, Bolivia ha sido el país que, durante el gobierno de Evo Morales, ha tenido más estabilidad política; en cuarto lugar, Bolivia demuestra que el Estado es capaz de administrar la riqueza y que se puede funcionar con un Estado poderoso y un mercado competitivo.
Si comparamos a Bolivia con Chile, el modelo neoliberal impuesto por Augusto Pinochet que aún rige, apenas crece un 2% y, seguramente, en 2020 será negativo; en cuanto a las riquezas naturales, en este país son explotadas por extranjeros que, apenas, pagan un ridículo royalty. En Chile, el coeficiente Gini, (para medir la desigualdad) es de 0,48 y no sufre ninguna modificación después de recaudados los impuestos anuales; en este paraíso neoliberal todo es privado: la educación, la salud, la vivienda, el agua…y sólo falta que se cobre el aire que respiramos.
Por otra parte, en Chile tenemos un Presidente millonario, (después de cuatro décadas aún no ha podido aclarar el affaire del Banco de Talca), que sólo le interesa el enriquecimiento personal y el de su familia y de su mafia de empresarios, algunos de ellos con sentencia a seguir clases de ética en universidades de su propiedad, después de haber estafado a Impuestos Internos. En Bolivia, un Presidente aymara, durante su exitoso gobierno ha logrado repartir la torta, (no como en Chile, en que Piñera, su mujer, sus hijos y nietos, sus hermanos y primos así como su rosca de amigos del Verbo Divino, se la comen entera).
México contrasta con la mafiosa OEA: EL Presidente Lázaro Cárdenas tuvo el valor de acoger a Leon Trotski cuando los demás países, supuestamente democráticos, temían a J. Stalin; México también se constituyó en tierra de asilo de refugiados españoles, quienes contribuyeron a elevar la cultura, la ciencia y las artes del país azteca. El Presidente Luis Echeverría brindó asilo a la familia Allende, y hoy, el mejor Presidente de América Latina, Andrés Manuel López Obrador, acoge a Evo Morales.
En plena guerra civil española Pablo Neruda escribía y publicaba España en el corazón, que contiene aquel poema Venid a ver las sangre por las calles; hoy en Bolivia, con un pueblo tan valiente como el español de los años 30, está resistiendo al fascismo de curas y pastores, de biblias y crucifijos… para justificar las masacres de los pueblos originarios, (es como si retornáramos a los Pizarro y a los Almagro de la conquista, quienes acompañados por curas, leían un pasaje de la Biblia, incomprensible para los indígenas, quienes debían aceptarlo a cambio de la vida).
Jeanine Áñoz, usurpadora del poder, entró al Palacio Quemado con una inmensa biblia, pregonando el reinado de su dios en Bolivia sobre la Pacha Mama. Las religiones monoteístas han sido las culpables de los asesinatos más crueles en la historia de la humanidad, y cierto que, aunque tardíamente, han pedido perdón, pero no han reparado el mal, como el acto de contrición lo exige; (en los colegios católicos se cantaba, con mucha “caridad”, “…que bueno que murió Garibaldi Pum…” – o – “…a Dios queremos en el Estado, en las escuelas y en el hogar…”. Gracias a Morales ya los Presidentes no tienen la obligación de hacer la señal de la cruz y de jurar ante la biblia.
La rubia teñida, usurpadora del poder en Bolivia, viene de publicar un decreto en que exime de toda responsabilidad penal a militares y policías que asesinen al pueblo indígena, (algo similar a la colección penes y senos con se pagaba en Magallanes a los cazadores de onas).
Carlos Mesa y Fernando Camacho, (este último personaje empresario del “gas nazi” en Bolivia), tratan de negar la existencia del reciente golpe de Estado en contra del Presidente Evo Morales, cuando las pruebas son irrefutables para cualquier demócrata, con un mínimo de sentido común, (sólo se tragan esta falsa noticia Iván Duque, Jair Bolsonaro y Sebastián Piñera – este último, más machucado que membrillo (lonchera) de colegial -.
Los para los fanáticos canutos y algunos católicos la vida de los aymara, quechuas, guaraníes y demás indígenas de América, no vale nada, y sólo queda convertirlos a la religión por la razón o la fuerza.
Los casi treinta muertos en recientes redadas por parte del ejército y la policía no nos pueden ser indiferentes y, ahora más que nunca, tenemos a Bolivia en nuestro corazón.
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