Evangelizar a los obispos chilenos: ¡Hacia la Iglesia que soñamos!
por Leonel Reyes Fernández (Iquique, Chile)
6 años atrás 11 min lectura
La des-esperanza aprendida.
Dicen, que lo último que se pierde en la vida, es la esperanza…
El vocero Sr. Jaime Coiro señaló –en un medio de comunicación- que los obispos de la Iglesia chilena han convocado a una Asamblea Plenaria Extraordinaria de obispos por los casos de abusos al interior de la institución. Este evento se realizará entre el 30 de julio hasta el 03 agosto.
Por otra, el obispo Santiago Silva Retamales, Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, CECH, señala –en un comunicado público y oficial en iglesia.cl – previo a la Asamblea que “requerimos una renovación eclesial que nos involucre a todos…las noticias de delitos cometidos por sacerdotes contra un menor de edad, nos estremece y consterna y –de verdad- buscamos la justicia y la reparación” (Las Semilla del Verbo y el Caminar de la Iglesia de Hoy, jueves 26 julio 2018).
En dicha Asamblea –entre otros puntos- el Comité Permanente de la Conferencia junto al Consejo Nacional de Prevención de Abusos presentarán un itinerario para “poder definir propuestas y caminos concretos” sobre los abusos, señala Jaime Coiro.
¿Por qué los obispos -cada vez- llegan atrasados a los acontecimientos?… ¿Por qué la tardía definición de propuestas y caminos concretos?… ¿Por qué esa actitud reactiva (y no preventiva) de los abusos?
¿Evaluarán en qué situación se encuentran las Comisiones de Prevención de Abusos en cada diócesis?… ¿Hay confianza -de las víctimas- para denunciar abusos en una instancia que es juez y parte del abuso y del delito, sobre todo en aquellas diócesis donde aún no han resuelto la crisis local?…
¿Analizarán el rol del Ministerio Público frente a los últimos sucesos, principalmente los allanamientos en Rancagua y Arzobispado de Santiago, luego en Temuco y la Araucanía, lo que representa que 4 diócesis han sido intervenidas de 32 existentes, es decir, el 10% del total ?
¿Analizarán la carta privada (borrador) escrita por el obispo Alejandro Goic donde se involucra al cardenal Ricardo Ezzati?
¿No será que la Asamblea servirá para articularse internamente y definir una postura apologética (de defensa corporativa) contra quienes –según algunos obispos- son los críticos y perseguidores de la institucionalidad eclesial?…
O, en el mejor de los casos, ¿existe la posibilidad de una profunda conversión de los obispos y de un cambio de rumbo pastoral de extrema urgencia, luego de esta Asamblea?…
Quedan las dudas, las incertidumbres y la des-esperanza aprendida.
Volver a las fuentes de la vida y al testimonio ético.
El pronunciamiento oficial y público –en modo reflexión- del Presidente de la CECH está cargado de buenas intenciones y de sólidos argumentos teológicos. Se rescatan algunas ideas fuerzas para la reflexión personal y comunitaria: Presencia de los dones en la Iglesia y en el mundo; Construir una nueva manera de ser Iglesia; Las semillas del Verbo.
Sin embargo, cito textualmente, el énfasis que se pone a dos conceptos claves: la CONVERSIÓN y ENCARNACIÓN (que se repiten dos veces): “Cuando nos disponemos a la conversión en cuanto don de Dios, transformamos nuestro vivir cotidiano y nuestra labor como Iglesia en encarnación de Cristo resucitado. Sólo del acontecimiento de la encarnación y del don de la conversión brota la genuina preocupación por los más débiles, pobres, marginados y víctimas de abuso”, puntualiza insistentemente.
¿De qué tipo de conversión nos está hablando?… ¿la de ellos?… ¿la nuestra?… ¿la de todos los cristianos católicos?
¿Es suficiente un enunciado público para convertirnos y nada más?… ¿Borrón y cuenta nueva?… ¿Pedir perdón…todos felices y a renovar la Iglesia?
¿El texto citado, acaso es manipulación de conciencia –utilizando a Dios de por medio- para acallar los gritos de protestas y pronunciamientos públicos de las distintas agrupaciones de laicos y laicas que han despertado del clericalismo para solicitarles la renuncia –una vez más- a los ya renunciados?
¿Una limpieza de imagen corporativa –después de tanto escándalo público- para proteger la poca honra de los diáconos, presbíteros y obispos cuestionados por delitos, aún en proceso de investigación?
Con el debido respeto humano básico que se merecen –no así como obispos- más que preocuparse de la realización de una Asamblea Plenaria Extraordinaria, los actuales obispos necesitan nuevamente ser evangelizados.
Necesitan convertirse y despojarse de su investidura clerical para liberarse de sus debilidades, complicidades y encubrimientos. Primero, deben realizar una conversión humana: deben abandonar el camino corrupto –todavía no trasparentado- y retomar el camino ético. Segundo, orar por su conversión cristiana: deben volver a las fuentes de la vida evangélica y vivir un testimonio ejemplar a la manera de Jesús.
Sin embargo, para que los frutos de una auténtica conversión tengan efectos de gracia plena, primero presupone un acto de Fe. Sin Fe no hay conversión. Sin Fe, la conversión cristiana no tiene sentido.
¿Tienen realmente Fe los obispos chilenos?… ¿Creen en el temor de Dios?… ¿Cómo se atreven a solicitar conversión, si es eso, lo que precisamente esperamos de ellos?
¿Qué intereses creados existe entre ellos que aún mantienen una postura colegiada, amparando a abusadores, cómplices y encubridores?
¿Por qué no reconocen -en la última reflexión del Presidente de la CECH- que todo este destape mediático se debe, en primer lugar a la valentía y resiliencia de las víctimas y luego al movimiento de laicas y laicos de diversas diócesis que exigen que “Otra Iglesia es posible?
Iglesia Poder y Carisma.
El sabio Agustín de Hipona (354 – 430 d.C.) recordaba lo siguiente: “Para vosotros soy el obispo, con vosotros soy el cristiano. Aquél es el nombre del cargo; éste de la gracia; aquél el del peligro; éste, el de la salvación”.
Algunas comparaciones, según San Agustín con la realidad actual del ministerio eclesial jerárquico chileno:
- El Ser cristiano como don divino vs. el Ser obispo como rol social.
- El Ser cristiano como sacramental que evoca unidad vs. el Ser obispo como confusión que divide y tergiversa la realidad.
- El Ser cristiano como bendición para el mundo vs. el Ser obispo como maldición que abusa y encubre delitos.
- El Ser cristiano como gracia divina vs. El Ser obispo como des-gracia terrenal.
- El Ser cristiano como auténtica liberación vs. el Ser obispo como hipocresía y falta de valentía.
El Ser cristiano constituye un carisma teológico –potente y profundo- y El Ser obispo un poder religioso, hoy muy cuestionado por quienes pensamos y creemos que “Otra Iglesia es posible”.
La Iglesia, Pueblo de Dios, tiene una triple dimensión, que muchas veces cae y se reduce en un dualismo patológico: relación cielo y tierra; relación sagrado y profano. Ambas relaciones constituyen un peligro y distorsionan la realidad de la tríada entre Reino-Iglesia-Mundo.
Una Iglesia exclusivamente dualista se convierte en religión tóxica para la Fe y para las personas que la profesan. Las personas son esclavas de doctrinas y discursos que enferman la mente humana por la relación del “doble vínculo”: “Sí, pero no”; “Yo debo hacerlo, pero no puedo”; “Si no haces eso, te castigaré”; “Quien te quiere, te aporrea”; “Dios te ama, pero castiga”. Esta distorsión comunicacional es aprovechada por ministros eclesiales (y religiosas) autoritarios/as, principalmente por los manipuladores de conciencia y abusadores sexuales.
La Iglesia verdadera es la que está al servicio del Reino (de la utopía y las promesas trascendentes) y del Mundo (de la realización histórica de lo humano y del Reino).
Por tanto, una Iglesia que no considere el Reino y Mundo como parte de su naturaleza mística (realidad invisible) y ecosistémica (realidad visible) tiende a percibirse como una sociedad distinta a las demás, duplicando funciones propias de la sociedad civil y del Estado (ejemplo: Educación religiosa vs. Educación seglar – Derecho civil vs. Derecho canónico –creyente religioso vs. ciudadano cívico, entre otros…). A la vez que, dogmática y doctrinalmente se identifican como sociedad triunfalista, super poderosa, autosuficiente, autoritaria y a-histórica. Los seguidores, fanáticos y fundamentalistas abundan por doquier.
Elementos de conversión para los obispos de Chile.
Algunas ideas pastorales y teológicas para la discusión: sobre la Iglesia que soñamos.
- Los obispos de Chile deben, no sólo pedir perdón –que ya lo han dicho más de alguna vez- sino también tienen que despojarse de su cargo de obispo para que se liberen del peso institucional del dogma y la doctrina que los hace esclavos y co-dependientes. Eso significa presentar una renuncia personal –no colegiada- donde cada uno sea sincero en su intimidad y confiese públicamente su responsabilidad ante los hechos de abusos de poder, abusos de manipulación de conciencia, de ser un abusador, un cómplice o encubridor de abusos sexuales. La ausencia de humildad, arrepentimiento sincero, conversión real y la intención de reparar es lo que se extraña en sus declaraciones.
- Los obispos de Chile tienen que convertirse al verdadero evangelio. Significa conversión a la figura del Jesús histórico, humilde carpintero de Nazareth y no de Cristo Rey (como creación escatológica triunfalista del poder terrenal). Dejar de creerse los “príncipes” de la Iglesia con todas las prerrogativas y privilegios que hasta ahora ostentan. Eso fue en un contexto de la Edad Media y hoy no tiene sentido tanta parafernalia excéntrica. Por tanto, significa convertirse desde una cristología regia a otra de tipo evangélica, más sencilla, más humilde, y encarnarse desde la vida de los pobres y el mundo de los marginados. La opción preferencial por los pobres señala el lugar teológico y nuevo rumbo pastoral que debieran asumir los nuevos obispos por llegar.
- Los obispos de Chile deben comportarse como pastores, amigos y hermanos de la universalidad, ecumenismo, multiculturalidad, pluralidad, fraternidad, verdad y justicia. En las últimas décadas, la institucionalidad eclesial jerárquica chilena se ha des-humanizado bajo la ideología de un clericalismo retrógrado y tradicional. Perdieron la atracción carismática, la moral y la ética cristiana. Y eso, no se recupera con un acto de magia. O con una simple reflexión teológica. Hay que generar un proceso de reconstrucción de las confianzas, pero como pre requisito se requieren actos concretos de verdad, justicia y reparación. Los próximos pastores –sean elegidos como Administradores Apostólicos u obispos- tienen la tarea de convertir la institucionalidad eclesial jerárquica en una facilitadora de la confianza, la fraternidad y del servicio.
- Los obispos de Chile tienen que des-mitificar la sexualidad humana –aún pendiente- hacia una sexualidad más natural, sana y saludable, sin complejos ni prejuicios. Implica aceptar la homosexualidad con los mismos derechos y deberes que los heterosexuales. Implica aceptar la femineidad con las mismas prerrogativas que la masculinidad, promoviendo fundamentalmente la incorporación de las mujeres (religiosas y laicas) a los distintos ministerios jerárquicos hasta ahora negados. Implica renovar profundamente la forma en que los postulantes acceden y se educan en los denominados seminarios de formación sacerdotal y religiosa. Significa abordar profundamente el celibato y dejar en libertad en asumirlo o no: ser célibes o casados/as. Urge debatir acerca de una nueva ética sexual cristiana.
- Los obispos de Chile deben profundizar seriamente la pneumatología: significa que la irrupción o sacramentalidad del Espíritu Santo deje de ser exclusivo en el ámbito de la Fe, los sacramentos, la liturgia y las órdenes jerárquicas ministeriales (diaconado, presbíteros y obispos), sino que su presencia explícita sea reconocida (no sólo en textos y en los discursos retóricos) en el mismo del Pueblo de Dios, que implica a toda la humanidad –no sólo a la catolicidad u otras religiones- sino a todo el que busca incasablemente su relación con la trascendencia, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad.
- Los obispos de Chile deben ser los líderes para recuperar el concepto clásico de “ecclesia”, la misma que en su origen etimológico griego significaba “reunión de ciudadanos que se convocan libremente para discutir democráticamente las cosas de las polis”; paralelismo para el Pueblo de Dios: hacia una comunidad de vida y fe que se convoca libremente para discutir teológica y democráticamente las cosas del Mundo. Significa que en un futuro cercano podamos proponer a los diáconos, párrocos y obispos. Urge la necesidad de una nueva praxis pastoral que incida no sólo en el ámbito intra eclesial, sino sobre todo ante los dilemas sociales y estructurales del mundo contemporáneo. Significa hacernos cargo de un profetismo que aborde los temas económicos, sociales, políticos, culturales, ecológicos, entre otros. La crisis del planeta tierra es debido –en gran parte- a que la población de profesión cristiana vive el día a día de forma pasiva, indiferente y sin compromiso por los cambios y transformaciones globales. Discursos teológicos y filosóficos coherentes, pero falta una presencia movilizadora en las calles, parroquias y templos; en las diócesis, ciudades, países y continentes. El mundo podría estar mucho mejor si nuestro cristianismo fuera más audaz, decidido y militante.
A modo de reflexión final.
Si los obispos al salir de su Asamblea Plenaria Extraordinaria siguen igual o no mejoran su comportamiento personal –y colegial– es que no han entendido nada del Ser cristiano en el mundo de hoy. Y todo lo que hagan como obispos –por mucho énfasis teológico que le pongan a sus declaraciones y pronunciamientos oficiales– será como una campana que repica, pero que no tendrá ningún efecto multiplicador en la propia Iglesia y el Mundo. Es la última oportunidad de convertirse y reivindicarse ante el Pueblo de Dios y ante la sociedad chilena en su conjunto.
Al final… la esperanza es lo último que se pierde!!!.
“Otra Iglesia es posible!!!… pero sin abusadores, ni cómplices ni encubridores!!!
-El autor, Leonel Reyes Fernández, miembro del Movimiento “También Somos Iglesia – Chile”, Regional Iquique.
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