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El circo de  la derecha: el cínico, el mozo y el fanático pechoño

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20-06-2017
La derecha chilena es una de las más ridículas, populistas y reaccionarias del mundo: la Unión Demócrata Independiente (UDI), junto con tener el récord de dirigentes formalizados e investigados por la mezcla entre política y dinero, incluso uno de los ancianos “coroneles” ya condenado por la justicia, Jovino Novoa – hoy dirige el Instituto de Estudios Libertad y Desarrollo – este Partido, sin asco, defiendo aún la cruel tiranía de Augusto Pinochet.

Jacqueline Ryssenberghe, presidenta de la UDI, acude a la cárcel de Punto Peuco para visitar a los peores genocidas de la dictadura, exigiendo medidas de clemencia y el perdón presidencial, bajo el pretexto de estar añosos y padecer enfermedades.

El candidato de los partidos UDi, Renovación Nacional y el PRI es el ex Presidente Sebastián Piñera, quien creyendo que los ciudadanos son tontos y, sobre todo, desmemoriados, aspira, nada menos, que a repetirse el plato.

En 2009, en su primer período, no triunfó  por sus méritos, sino por la incapacidad del candidato de la Concertación de Partidos por la Democracia, sino a causa de la incapacidad del ex Presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle. El financista Piñera y el ingeniero Frei Ruiz-Tagle tienen en común una crasa ignorancia respecto de la cultura humanista: el primero sólo lee las revistas financieras y, el segundo, la mecánica popular, y ambos se desempeñaron deficientemente como Presidentes de la República.

Nadie puede negar que Sebastián Piñera es un humorista muy superior al Bombo Fica y a Stephan Kramer: sus famosas “piñericosas” son de antología, además, es el rey de las metidas de pata, que antes avergonzaban un poco a su mujer, Cecilia Morel, pero ahora los chistecitos machistas no son más que expresión de la falta de respeto del candidato de la derecha, por las mujeres, los inmigrantes, los mapuches y los “rotos”. Al fin y al cabo todos estos “especímenes” son fáciles de convencer haciéndoles creer que si votan por él llegarían a convertirse en millonarios.

Los engaños de Piñera a los ciudadanos arribistas marchaban más o menos bien hasta que se le ocurrió hecha en Linares, durante la  proclamación en esa ciudad: “Me acaban de sugerir un juego muy entretenido.  Todas las mujeres se tiran  al suelo y se hacen las muertas, nosotros, los hombres, nos tiramos encima y nos hacemos los vivos. ¿Qué les parece?”.

Como era evidente, Piñera estaba haciendo una apología a la violación con esta “genial” ocurrencia. Lo mínimo que se puede decir es que cuando abre la boca, la embarra, y que es un tipo bastante desubicado para pretender  ocupar la presidencia de la república.

El prontuario de Sebastián Piñera con relación a la política y los negocios, como también su actuar como empresario ha estado siempre al límite de lo legal, lo que le ha permito zafar en múltiples ocasiones de la justicia que, en Chile, siempre “se inclina por el lado del queso”, como lo diría el poeta Vicente Huidobro, sin embargo, es innegable que su actuar como empresario y como político están reñidos con la ética.

Que haya sido prófugo de la  justicia en el caso del Banco de Talca, durante la dictadura de Pinochet, que haya sido parte del espionaje de la Radio Kioto, que en Argentino esté acusado de soborno, aunque el delito haya prescrito, que haya decidido nombrar a sus nietos en el directorio de sus empresas, que aún no se aclare su participación en Exalmar, como tampoco la utilización del comodato “ciego, sordo, mudo y leproso” durante su primer mandato y que al fin haya  terminado más rico luego de dejar la casa “donde tanto se sufre”, La Moneda, no tiene ninguna importancia, pues los ciudadanos enceguecidos siguen apoyándolo, así sea con encuestadoras pagadas por él mismo.

En una entrevista del periodista Daniel Matamala, de CNN, se negó a reconocer y condenar las actuaciones  de su ministro Pablo Longueira y del subsecretario de Minería, Pablo Wagner, ambos personajes formalizados por los fiscales del caso Penta y de SQM.

En otro orden de cosas, el candidato de Evópoli, Felipe Kast, se presenta a las primarias como el representante de la derecha liberal – como si ésta existiera en Chile -, pero es un liberal tan conservador que condena el aborto por las tres causales – el rector de universidad  Diego Portales, Carlos Peña, lo llama “liberal descafeinado” – a nadie engaña con su paso por Cuba y sus fotos con su mujer cubana, en las gradas de la Universidad de La Habana, y lo único que tiene progre es hablar de los pobres y la pobreza esporádicamente. Felipe Kast no es más que uno de los mozos de Piñera y está ahí para engañar a los tontos que creen que hay derecha liberal.

El otro candidato de la derecha a estas primarias es el ultraconservador Manuel José Ossandón, quien rechaza la píldora del día después, el matrimonio igualitario y el aborto, es decir, como caballero católico, no acepta ninguna legislación progresista, incluso profiere brutalidades como la de “meterle bala a los mapuches”.

El mérito de Ossandón es similar al personaje del “Gran Señor y Rajadiablo”, del escritor Eduardo Barrios: empatiza y comunica a la perfección con los huasos – no en vano fue alcalde de la comuna más populosa de Chile, Puente Alto -; como postulante a la senaduría por Santiago Oriente, venció al siútico relamido de Laurence Golborne. Ossandón le saca el jugo a su título de técnico agrícola  para pregonar por doquier que es el chileno que más conoce a los pobres y los protege y quiere como a sus hijos. Es el viejo hacendado feudal, protector de los desvalidos, y todo en nombre de Dios.

En el programa Tolerancia-0 Ossandón hizo el loco, pero sólo a los entendidos en política les puede importar que ignore el Tratado de París sobre el medio ambiente u8 otros temas nacionales e internacionales.

En las encuestas de opinión no sólo disminuye, sino que aumenta el apoyo ciudadano. Ossandón tiene el valor enfrentar sin ambages al candidato Piñera, a quien le encara recordándole su falta a la ética y la transparencia y la mezcla entre dinero y política.

En el Foro Radial, donde participa también la periodista Pilar Molina, seguidora de Piñera y derechista de tomo y lomo, se atrevió a imputar al candidato Ossandón y a su hermana de haberse beneficiado con boletas ideológicamente falsas, presuntamente expedidas por el empresario, Juan José Gana. De  inmediato, este candidato amenazó a la periodista aludida con una querella por injurias y calumnia con publicidad. Hasta ahora, el director de Impuestos Internos niega la existencia de estas boletas. Los  hermanos Ossandón están abocados a reunir más antecedentes sobre el caso para dar paso a la querella.

El circo de la derecha se hace cada día más miserable, patético y de pésima calidad.

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

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