¿Qué hay detrás del concepto «Ideología de Género»?
por Olga Larrazabal S. (Chile)
8 años atrás 11 min lectura
Últimamente se escucha hablar muy fuerte y con mucha animosidad acerca de la Ideología de Género. Las iglesias Católicas y Protestantes, las Congregaciones Evangélicas, los parlamentarios, los partidos políticos, todos ellos se han involucrado en esta discusión sin siquiera determinar claramente de qué están hablando ni de que perspectiva están mirando el tema, que no sea la satanización que es obvia.
Cuando hablamos de Ideología apuntamos a un conjunto de postulados, creencias o datos de la realidad, que nos sirven de base a algún modelo de entender la realidad. Y sobre esa perspectiva de entendimiento de la realidad configurada en ideas, digamos nuestra ideología, modelamos nuestras acciones individuales, relacionales o comunitarias.
Dentro de estos postulados hay algunos que son claros a primera vista, y otros que no lo son. Hay algunos que se apoyan en realidades de las cuales existe consenso, y otras que son discutibles, ya sea por el avance de la Ciencia de la cual la mayoría no está al tanto, o porque las diferentes sociedades y culturas del mundo no están de acuerdo.
La ideología de género sería entonces, el conjunto de postulados y creencias que se tiene sobre los géneros humanos, en relación a la morfología dada por el sexo en sus características corporales, genéticas, orgánicas, hormonales, cerebrales; su rol en la sociedad respecto al sexo, a la reproducción, al trabajo, al poder y a los derechos civiles y finalmente a su sentimiento íntimo de pertenencia.
La ideología de género debiera abarcar a ambos sexos y no solo al femenino, si queremos hacer una descripción del tema, ya que solo tenemos definidos dos sexos, y estamos amarrados a clasificar por exclusión. Lo que no es femenino tiene obligatoriamente ser masculino, dejando fuera un ámbito de la realidad que quizás existe y necesita ser trasparentado.
Además las clasificaciones son constructos humanos fabricados con fines pedagógicos y no representan la totalidad de la realidad y sus matices.
Para el mundo primitivo, los seres vivos observados se dividían en 2 grandes grupos: Los que parían hijos y los que no parían hijos. De ahí que en algunos idiomas la palabra mujer está definida por su rol de “productora de creaturas.”
Esta observación deja fuera a muchas categorías de animales hermafroditas, o cuya función productora de creaturas cambia de forma según exista comida o estén pasando una hambruna, ya que la Madre Naturaleza o el Dios Padre, como queramos llamarlo, son pródigos en soluciones diversas que no tienen nada que ver con la moralidad humana.
En los mamíferos y los seres humanos se puede aplicar grosso modo esta visión, que está respaldada en casi todos los casos por la diferente morfología externa masculina y femenina. Macho y Hembra.
En los seres humanos existe un dimorfismo sexual, que le da al macho mayor altura, mayor desarrollo muscular, mamas atrofiadas y órganos sexuales externos.
La mujer es generalmente de menor altura, tiene mayor cantidad de grasa corporal, menos desarrollo muscular, tiene mamas más desarrolladas, y sus órganos sexuales no son visibles externamente y solamente posee una vagina que permite la penetración del órgano sexual masculino con fines de reproducción y de placer, el gran regalo que recibimos y que parece que no es común dentro del Reino Animal.
Ambos sexos son el producto de una unión de un espermatozoide masculino que puede contener dos características: un gene X heredado de su madre que da origen a todas las mitocondrias celulares, o un gene Y que contiene las características que masculinizan al huevo fecundado.
La mujer produce un huevo que contiene XX, definiéndose como femenina tanto por su constitución celular como por su constitución orgánica.
Durante la gestación, las hormonas producidas por la madre hacen blanco en las células del hijo, teniendo esta función un programa en el tiempo que debe ser seguido en un cierto orden. Así las hormonas masculinas de la madre hacen blanco en las células precursoras que producen los órganos sexuales del hijo, y este comenzará a producir testosterona masculinizando su cerebro y todas sus órganos. Del mismo modo las hormonas femeninas de la madre hacen blanco en las células precursoras de los órganos sexuales femeninos, echando a andar la máquina hormonal del feto y las hormonas de éste harán blanco en su propio cerebro en formación.
Todo este juego hormonal que tiene un programa a través del tiempo, sigue después del parto, durante toda la vida.
Durante todo el tiempo que va desde la concepción al nacimiento, la vida extrauterina y la muerte, el organismo estará adaptando su genética a las circunstancias que le toca vivir. Estas circunstancias se verán reflejadas en el cuerpo físico, en el cerebro y sistema nervioso y el sistema hormonal, a través de mecanismos de adaptación genética que posee la célula, prendiendo o apagando ciertas potencialidades según como sea su percepción del medio ambiente, percepción que no pasa necesariamente por el consciente.
Al nacimiento, la determinación del sexo del recién nacido se hace por la visión de los órganos sexuales externos. Si tiene pene es hombre, si no tiene pene, es mujer.
No he visto que se haga examen genético ni que nadie haya recomendado una Ecografía para ver si tiene ovarios.
Esta visión es sumamente parcial, ya que sabemos que existe un sexo genético que no necesariamente es XX mujer e XY hombre, sino que puede tener variaciones como XXY o XYY, o variaciones en la femenización o masculinización del cerebro, ya que el programa de desarrollo no es 100% inalterable.
Esto se ha visto en muchas atletas femeninas, que han sido descartadas porque su sexo genético les producía una ventaja muscular sobre su propio sexo explícito.
Además el sexo externo de una creatura puede estar acompañado de ovarios y/o vagina que a la hora de la pubertad se van a echar a andar feminizando al sujeto que durante 12 o 14 años ha creído ser varón.
También se da el caso de clítoris largos que son clasificados como penes llevando a errores que a veces tardan años en repararse.
Todos estos problemas han sido tradicionalmente ocultados por los sujetos y sus familias, pero ahora están saliendo a la luz. ¿Por qué ahora? Porque se sabe más sobre la naturaleza biológica de los seres vivos. Porque las personas viven en sociedades modernas que tratan de respetar a los individuos en su intimidad personal, ya que no hay cosa más personal que el sexo y el sentimiento de representar en sociedad el papel en el cual me siento bien, y sin hacerle daño a nadie. Por eso hay que dar cabida a estas personas en la situación que les calce mejor a su felicidad.
En cuanto a los roles de sexo, se sabe que dentro de los dos sexos tradicionales, el objeto sexual no es fijo e invariable. Ni tampoco en los mamíferos, que disciernen por olores, se da en todos los casos que el objeto sea el que corresponde.
Pero en el ser humano sabemos que el objeto sexual no está necesariamente fijado ¿Por qué a un hombre le gusta el olor a hombre y no de mujer y viceversa? ¿Variaciones en el programa genético de desarrollo? Lo más probable, ya que el correlato físico de nuestras emociones está asentado en el cerebro. Pero la homosexualidad es tan vieja como el mundo y es la Naturaleza en su variabilidad la que se muestra juguetona y liquída nuestras clasificaciones.
Y el caso más extraño es el de los transexuales, que no tiene que ver con el objeto sexual, sino con el sentimiento de pertenencia a un sexo distinto del que tengo. Lo inquietante es que se suele dar desde muy temprano, desde la primera infancia.
Es el sentimiento del propio yo, ese constructo mental al que le hemos concedido el timón de nuestras vidas. Es ese yo, al que le duele cuando nos pegan, sufrimos cuando nos abandonan, tiene afectos y desafectos, y en este caso no se siente identificado por el cuerpo que lo materializa.
Hace muy poco tiempo que las investigaciones neurológicas descubrieron que el problema radica en la feminización o masculinización de la corteza cerebral. Si les interesa ver:
http://www.tendencias21.net/Hallan-signos-de-la-transexualidad-en-el-cerebro_a14164.html
Y ese es un drama que ha salido a flote este último tiempo, pero que hay ejemplos en el mundo que existe en varias partes.
En India hay una casta de hombres trasvestidos que sus familias echan de la casa, y se tienen que ganar la vida como prostitutas. Forman familia y viven juntos en algún rincón de la ciudad. Nadie condena a los hombres machos que acuden a esas prostitutas. ¿No suena terrible? ¿No sería mejor dejar que los dejen adoptar el sexo femenino, y que sus familias puedan acogerlos?
Ya de hecho su vida es triste y confusa y no veo razón para hacérselas más triste, excepto nuestros malos instintos.
¿Por qué tanto encono con las personas que tienen ese problema? ¿A quién dañan? ¿Qué me importa a mí si andan con melena o rapados? ¿O si se visten de señorita? ¿Por qué voy a sentir que le hacen daño a mis hijos? Si mis hijos no tienen ese problema, dudo que los imiten.
Y tanto escándalo por los baños, cualquiera diría que en un colegio civilizado no hay casillas separadas o ¿lo que realmente temen es la curiosidad insana de los niños y su crueldad para con los que son diferentes?
¿No será que hay que educar a los niños para que vean gente diferente? ¿O no quieren hablar de eso?
Estos son algunos de los ítems que se ven en la famosa “ideología de género” que no pasa de ser un reclamo de los excluidos de la supuesta normalidad humana.
Hay otro tema que lo meten junto con las variaciones de la naturaleza humana en el campo sexual, y es el reclamo femenino por su desigualdad de oportunidades, de roles y de derecho a la dignidad y respeto que debería tener cualquier ser humano y que constituye el Movimiento Feminista. La verdad es que no tienen nada que ver excepto que ambos son reclamos de parte de la población humana, siendo el caso del feminismo el 50% de la población. Además es un reclamo contra algo cultural que es más modificable que la fisiología de las gónadas o del cerebro.
Por muchos siglos e incluso actualmente, la mujer ha sido sujeto de un encasillamiento en roles predeterminados, y de un maltrato en muchos campos permitido y avalado por la costumbre.
La costumbre es la repetición ad infinitum de un modo de ver las cosas y accionar sin pararse a reflexionar si está bien o mal, en el sentido de que estamos haciendo sufrir a alguien. Cuando ese alguien adquiere la libertad para hacer presente su queja, en vez de pararse a reflexionar nos paramos a pontificar y cuestionarla.
Cualquier queja acerca del rol de la mujer o su maltrato, es tachada de “ideología”, como si fuera una doctrina aprendida como loro y que debe ser desechada como un peligro para la sociedad o como inmoral.
Curiosamente los principales detractores de esta queja y solicitud de revisión de los principios en el cual se basa el maltrato consensuado, son las religiones monoteístas.
Nuestro principal referente en Occidente es Jesús de Galilea, y él no fue un maltratador ni de mujeres, ni de homosexuales ni de los niños y toda su doctrina se refiere al buen trato entre personas, y él es el referente ideológico del cristianismo. No me explico, por lo tanto, donde está el famoso cristianismo que postulan para satanizar el movimiento feminista y el movimiento de transexuales y homosexuales.
El avance de la humanidad va por profundizar la tolerancia a las diferencias legítimas, por el ahondamiento de la compasión, no por la capacidad tecnológica para hacer guerras no por la capacidad de esclavizar al prójimo y explotarlo.
Pero los seres humanos solo hace muy poco consensuaron que la esclavitud no era una buena cosa. Sin embargo se siguen esclavizando mujeres en formas más o menos civilizadas, y eso es lo que las mujeres desean, que los hombres visualicen estas acciones y las comprendan.
Igual remuneración para trabajos, iguales responsabilidades en el hogar y en la crianza, sexo consensuado y no impuesto, respeto mutuo.
Esto es ideología de género feminista y se basa en el supuesto de que como seres humanos, hombres y mujeres merecen igual dignidad y respeto, y son aptos para todos los trabajos.
Pienso que la “ideología de género” se convierte en un problema para los abusadores de siempre, que necesitan esclavas gratis en casa, un problema para las mujeres que no estiman a su propio sexo, o la rigidez mental de aquellos que nunca han revisado la veracidad de los postulados que afirman sus propias ideologías sobre el mundo. ¿Por qué si no ampararse en la religión y echarle la culpa a Dios? Porque están tan inseguros de sus propias visiones de mundo que necesitan un patrocinador supra importante y socialmente garantizado. Su frase más célebre es “lo dice la Biblia”, también la biblia dice que hay que hacerse cargo del pobre, el débil, la viuda y el huérfano y no veo a nadie haciéndose cargo de nada.
Quizás es más honesto decir que algo no nos gusta, sin implicar en ese “no gusta” la necesidad de que el otro desaparezca o lo borremos del mapa o no tenga derechos cívicos.
A mí no me gustan las cumbias, y no por eso voy a hacer una cruzada contra su producción y ejecución. Agradecería que no me las pusieran a todo volumen cuando voy a dormir. Y se acabó.
Olga Larrazabal S.
Marzo 2017
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