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Reflexiones sobre un mismo tema: Los simpáticos inoperantes

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Mafalda, el cáustico personaje de Quino, se refería así a la incapacidad, y por lo tanto a la inutilidad, que la Organización de las Naciones Unidas tiene para cautelar la justicia en el mundo. Esta definición, como nunca, ha quedado de manifiesto en estos días aciagos de la agresión nazi-sionista a Palestina. Lo irónico es que dentro de la fabulosa cantidad de recursos que se invierten en este inútil organismo, una parte importante se la lleva un apéndice de la ONU llamado Departamento de Operaciones de Mantenimiento de la Paz de la Naciones Unidas. Ese es su nombre, aunque usted no lo crea. Ellos se definen así (y no es broma):

“El Departamento de Operaciones de Mantenimiento de la Paz trabaja para crear las condiciones adecuadas para una paz duradera en un país desgarrado por un conflicto”.

En honor a la verdad si de ridículos se trata, la Sociedad de Naciones, SDN, surgida después de la Primera Guerra Mundial se lleva el premio de los papelones. Entre ambas guerras mundiales no hubo nación agresora que atacara a países y regiones indefensas del mundo que fuera detenida en su acción y ni siquiera sancionada con medidas efectivas que sirvieran al menos de lección para el futuro. Ni en la anexión cruenta de Abisinia por parte del fascismo italiano, ni en el de Manchuria por Japón, ni en los abusos territoriales de la Alemania de Hitler, sólo por nombrar algunos, la Sociedad de Naciones tuvo ningún peso específico, salvo balbucear las inútiles declaraciones de siempre. Hasta nuestra América Latina se rió de la SDN cuando Paraguay hizo caso omiso de una resolución que favorecía a Bolivia en la guerra del Chaco.

Naciones Unidas no ha tenido mejor suerte. La última gran perlita de la ONU como organismo inoperante, fue la agresión norteamericana a Irak. No obstante la orden de la ONU de no atacar militarmente a este país, Estados Unidos, apoyado por lo más retrógrado del espectro mundial, incluido Israel, arrasó Irak utilizando todo el poderío militar que ostenta, provocando más de 110.000 muertos, de los cuales 66 mil fueron civiles.

Por eso, no hay que pecar de ingenuidad si esperamos que “los simpáticos inoperantes” paren la nueva agresión nazi-sionista de estos días.

Un arquitecto de la mentira

Por regla general la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales; se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.Joseph Goebbels, ministro de propaganda del régimen nazi.

Esta es sólo una más de las famosas frases de este jerarca nazi. Explica la forma hábil como se puede utilizar un concepto preexistente para convertirlo en argumento de validez universal, como ocurrió en Alemania antes del ascenso del nazismo. Los dos pilares básicos para alcanzar la unanimidad del apoyo del pueblo alemán al partido nacional-socialista, fueron estimular la creencia primitiva en la superioridad genética de la raza aria, y convencer al germano medio que cualquiera que no apoyara esa idea central predicada por el nazismo, era un enemigo de la raza y de la patria.

Hitler y sus secuaces obtuvieron en esto un éxito rotundo. Salvo unas pocas individualidades honrosas, el pueblo alemán entero cayó subyugado por estas ideas, cuyo objetivo superior camufló las atrocidades cometidas por los nazis.

La situación que hoy se vive al interior de Israel y en el pueblo judío diseminado por el mundo, es calcada a la realidad que vivió Alemania de la preguerra. De ahí que resulte sorprendente que no se escuche ni una sola voz destacada, ningún movimiento de envergadura, ni un balbuceo de censura a la barbarie del nazi-sionismo, dentro del propio Israel ni en aquellos judíos viviendo más allá de sus fronteras. Para algunos es más sorprendente aún al recordar el formidable movimiento pacifista desarrollado al interior de EE.UU. durante la agresión a Vietnam, en especial la juventud, que terminó por amarrar las manos del militarismo genocida de la Casa Blanca. ¿Por qué no ocurre lo mismo en Israel?

La habilidad de la propaganda sionista tiene convencida a la inmensa mayoría del judaísmo, y por ende a su pueblo dentro de sus fronteras y en otros lugares del mundo, que cualquiera que ose criticar la política fascista del gobierno de Tel Aviv, es enemigo no sólo de Israel, sino de la esencia de la raza mitológicamente preferida de Dios. De ahí que no resulte sorprendente que cada vez que el sionismo desata sus genocidios y recibe la censura mundial, en todo el planeta el judaísmo corre a cerrar filas en torno al nazi-sionismo, sin ninguna autocensura, sin una reflexión racional y humana, desde figuras barnizadas de izquierdismo hasta los sectores de la ultra derecha sionista en quistados en todas las esferas súper estructurales del mundo.

“No tenemos sólo cuatro columnas avanzando hacia la capital:
la quinta esta dentro de Madrid”

General franquista Emilio Mola, 1936.

Esta famosa frase, a propósito de lo que señalábamos en el párrafo anterior, se le atribuye a Mola o a otro general fascista de Franco, el general Varela, pero no importa el autor. Lo significativo es que desde entonces se les llama “quintacolumnistas” a aquellos que, enquistados en lugares claves de la sociedad, trabajan abierta o solapadamente en pro de un objetivo primordial, que consideran ellos superior, sin importar si este propósito es perjudicial o no para el medio donde se desenvuelven. ¿Son traidores acaso? Objetivamente no, al menos en el caso israelí, ya que están plenamente convencidos que lo que Goebbels llama “el sustrato preexistente”, que en el judaísmo es la mitología de la raza divina hábilmente alimentada por la propaganda del sionismo, se convierte para estos “quintacolumnistas” en el norte absoluto de su razón de existir.

La base de la propaganda goebbeliana del nazi-sionismo para mover a sus agentes es convencer a sus acólitos y ojalá al resto del mundo, que semitismo es sinónimo de sionismo. Quien se vuelve contra el sionismo impregnado de la ideología nazi que gobierna Israel, es antisemita mezclando así la legítima religión judaica, el innegable valor de un pueblo, con los bastardos intereses hegemónicos de la dirigencia política de Tel Aviv. Este adormecimiento sicológico de las masas, como antes hicieran los nazis con el pueblo alemán, le permite al sionismo ser los gendarmes del Medio Oriente, cumpliendo su papel de aplastar la rebelión de cualquier movimiento que amenace al imperio del capitalismo yanqui-europeo del cual son sus leales lacayos.

Es por eso que hay que tener cuidado al momento de repartir las culpas, ya que distorsionar la realidad del fondo de lo que ocurre en Israel, sólo sirve para llevar aguas al molino del nazi-sionismo. Hay algunos que niegan hitos tan estremecedores para el pueblo hebreo y para toda la Humanidad, como fuera el Holocausto de millones de judíos a manos del nazismo. Esta posición extrema tiene su explicación en la incredulidad mundial de ver a un pueblo que padeció tales horrores, aplicarlos hoy con igual ferocidad sobre otras naciones. Tampoco se justifica aplaudir el genocidio nazi como también hacen otros, ni aun a nombre del repudio que provoca el propio genocidio que hoy desatan los sionistas cuya ideología fascista no representa de ninguna manera a todo el pueblo israelí. Sería llevar aguas al molino del sionismo que utiliza estos argumentos equivocados para arraigar más aún la creencia que los enemigos de su política hitleriana son los enemigos de todo Israel.

“Esto no es la paz, la tregua apenas es…”

En momentos que esto escribo, han transcurrido 24 horas del inicio de una tregua pactada en El Cairo que ha detenido temporalmente el genocidio dirigido desde Tel Aviv. No es la paz, como lo dice esta estrofa de la canción “La Tregua” de Patricio Manns. La escribió como tantas de sus hermosas creaciones, a propósito de otro genocidio: el de la guerra de Vietnam. ¿Qué pasará ahora y qué pasará después?

No lo sabemos. Sólo sabemos que hasta este minuto de una frágil tregua, más de 400 niños han sido masacrados en Gaza. Otros 3 mil se encuentran heridos. ¿Recordaran estos flamantes nazis del tercer milenio sus propios niños destrozados en los campos de exterminio del fascismo? Por ahora dejémosles el recuerdo en los dramáticos versos de Oscar Castro y que escribiera propósito de las masacres también indiscriminadas del franquismo en la Guerra Civil en España:

Todos los niños del mundo
han detenido sus rondas.
Todos los niños del mundo,
tienen amargas sus bocas
porque otros niños han muerto
sobre la tierra española.

Los niños muertos no ríen,
los niños muertos no lloran.
Toda la tierra del mundo
llena de voces que lloran,
voces de niños caídos,
con la canción en la boca
¡Sobre quienes los mataron
caigan mil años de sombra!

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