Chile: Nosotros y la imaginación política
Nosotros/as sabemos que la administración de la llamada Nueva Mayoría del Estado-vanguardia-capitalista en Chile, no es nueva y ni es mayoría. Que su vago programa de reformas es un amortiguador de papel imprenta, un disfraz de fiesta improvisado hecho de retazos de ocasión. Propaganda y lifting.
Osvaldo Andrade (PS) descarta nueva constitución
Hace ya mucho tiempo que el liderazgo de la Concertación ha desechado el único camino viable para establecer una Constitución auténticamente democrática, sin el veto de la derecha minoritaria: la Asamblea Constituyente.
Tiempo de mediocres
Don Nadie, con la única neurona liliputiense que logró en algún remate, y aprovechando su “minuto feliz” gracias a la torpeza de la policía de Maduro, hizo una declaración más o menos así: “Mi abuelo, allá en ‘Chuchunco’, tuvo que irse del país durante Allende porque (léalo bien) lo quería matar… el GAP en el Plan Z”. Seguramente el señor Nadie oyó cantar el gallo en los niveles del pinochetismo trasnochado en los cuales se mueve y sólo se aprendió esas dos siglas: plan Z y GAP.
¿El derrumbe del derrumbe?
El modelo chileno está en problemas de operación (las “acciones del país” van a la baja) y en problemas de legitimidad (las acciones del modelo están volátiles, cuando menos). La forma del derrumbe puede modificarse, pero no el hecho en sí. La Nueva Mayoría apostó por el gatopardismo y en ese juego terminó por elegir una decadencia lenta y penosa para el modelo. La misma elección tomó Jorge Alessandri con la pequeñísima Reforma Agraria, irónicamente llamada del ‘macetero’. Ya sabemos que después hubo que profundizarla dos veces.
Cuando gobernar es maleducar
Tal como el gobierno de Sebastián Piñera, el actual de la “Nueva Mayoría” toma el rumbo de los cuatro primeros de la Concertación en su complacencia con todo el orden heredado del Régimen Militar, su displicencia con lo demandado por el pueblo y su temor reverencial en relación con los intereses y presiones de los llamados grupos fácticos que ahora han llegado a destacar a sus propias cúpulas en el lobby, como en las más destempladas críticas y amenazas por los medios de comunicación.
Espejismos de “la Transición” y una cruel ironía del destino
El sociólogo y analista político Felipe Portales, formula recientemente -una vez más- en su artículo titulado ¡Hace 25 años que su voto no vale nada!, una muy buena síntesis de los efectos de la derechización de la exConcertación, hoy devenida en Nueva Mayoría que, como hemos podido comprobar durante estos últimos meses, no tiene nada de lo uno ni de lo otro.
Pinochet en el corazón
La ominosa opinión del senador Andrés Zaldívar, en cuanto a la necesidad de que sean solo los “cocineros” de la política los que definan y acuerden los cambios, expresa con claridad que el espíritu democrático no ha logrado posicionarse en los dirigentes ni en los partidos políticos que, según a veces manifiestan, buscan mayor participación y equidad social. Pero la desafortunada expresión del parlamentario falangista solo sinceran los procedimientos habituales de la llamada política cupular.
El “te-Fontaine” se parece al cuento del tío
Ricardo Lagos Weber y el pequeñín Andrés Zaldívar se ven conminados a realizar ingentes esfuerzos para convencernos de que en esta reunión de té y galletas no ha ganado la derecha, como lo pronosticara el gran Radomiro Tomic, sino que habría que cambiar la frase de este ilustre república, por la expresión: “cuando se negocia con la derecha, es siempre la izquierda la que gana”. Estos caballeros de la política creen que somos aún tan ingenuos como para creer que salieron derrotados los Monckeberg y los Coloma.
“Cuando se pacta con la derecha es la derecha la que gana” (Radomiro Tomic)
Radomiro Tomic era un verdadero estadista y un eximio orador – nada que ver con los polichinelas de los dirigentes democratacristianos actuales que, moralmente, pesan menos que un paquete de cabritas -, pues Tomic funcionaba sobre la base de la ética de la convicción y no del oportunismo y de la frivolidad de que hace gala la clique de los Walker, los Martínez Alvear, y otros tantos.
De nuevo tomados de las manos
Todos los proyectos de ley, verdaderamente importantes en la vida del país, se resuelven al calor de un generoso te, en casa de un plutócrata – los príncipes de Venecia quedan chicos al lado los del Mapocho – razón por la cual a nadie debería extrañarle que el acuerdo sobre reforma tributaria hubiera tenido lugar en casa de Juan Andrés Fontaine, y que se hubiera mantenido en secreto hasta la firma del protocolo, el 11 de julio, pues así funciona nuestra plutocracia – algunos ingenuos la llaman democracia -.