Estos cinco años han marcado la continuidad de los objetivos del golpe de junio del 2009: cerrar el paso a cualquier alternativa que significara el acceso al gobierno por los sectores populares. Continuaron las políticas económicas neoliberales, la persecución a los opositores, y la impunidad de los autores de crímenes. En ese lustro, treinta periodistas y decenas de activistas sociales, sindicalistas y dirigentes campesinos fueron asesinados.