«Diputado Gonzalo de la Carrera, atrévete a decirme a la cara que no fui torturado en dictadura»
En la oscuridad de la fétida capucha apenas respiras, te aprieta la garganta, te abruman el calor, el miedo. De pronto, sientes que te ponen cables en el pene, en las muñecas. Desconoces el motivo, hasta que comienzan a aplicarte corriente con un magneto; poco a poco van subiendo la intensidad.
¿Entienden ustedes algo de lo que pasa? Alicia en el País del Cambalache
Hoy parece que todas las alcantarillas del mundo se hubieran abierto y estamos expuestos al unísono con todos los desechos fétidos de la humanidad, de nuestro propio país, y de nuestro círculo de conocidos, junto con la información hedionda y sin pies ni cabeza que recibimos por los medios, diarios, TV, Internet, de lo que está ocurriendo al instante, en vivo y en directo.