El líder mapuche Héctor Llaitul escribe desde la cárcel: «Cómo entendemos esta condena»
por Héctor Llaitul (Chile)
14 años atrás 12 min lectura
En primer lugar, haremos un repaso muy sucinto de la
historia, cuestión esencial para poder entender el conflicto histórico que
tenemos como Pueblo-Nación Mapuche con el Estado chileno.
A la llegada de los españoles, el territorio mapuche
ancestral era de aproximadamente 30 millones de hectáreas, que abarcaba desde
la zona central de lo que hoy es Chile, hasta la Patagonia por el sur y
desde el Océano Pacífico hasta casi el Atlántico por el este. Posteriormente
sobre ese territorio se constituyeron las repúblicas de Chile y Argentina.
A partir de 1542 con la fundación de ciudades y fuertes, los
españoles comienzan a ocupar militarmente el territorio mapuche, situación que
generó una fuerte resistencia de un cohesionado pueblo mapuche. Es en este
contexto que surgen los grandes líderes reconocidos como Calfulikam,
Peleftraru, Lientur y nuestro gran adalid mapuche, Leftraru. Durante todo este
período de resistencia nuestro pueblo no fue derrotado, llegando incluso la Corona española a reconocer
la independencia de la nación mapuche, como quedó establecido en tratados
conocidos como Parlamentos, siendo el más importante el de Quilín, en 1641, que
reconoció oficialmente como frontera el río Bío Bío entre ambas soberanías, lo
cual fue nuevamente reafirmado con el Parlamento de Negrete en 1803, contexto
en que se empieza a constituir la
República de Chile, continuando la independencia de la Nación Mapuche
hasta el año 1881 en una territorialidad aproximada de diez millones de
hectáreas.
Posteriormente, y como fue una constante en gran parte de América
Latina, una vez que se consolidan los nacientes Estados nacionales, se comienza
a ocupar progresivamente los territorios de los pueblos originarios dando lugar
nuevamente a guerras de exterminio, situación que se entiende por la expansión
del capitalismo primario en la región y que obligó a las nuevas repúblicas a
consolidar sus estructuras independentistas de la metrópoli bajo una concepción
económica de no dependencia. Esto explica en gran parte porqué las repúblicas
de Chile y Argentina definieron y llevaron a cabo una ocupación militar de
exterminio en La Araucanía,
que a la postre culminó con la derrota militar de nuestro pueblo hacia el año
1881-83, quedando nuestro pueblo expoliado de su territorio ancestral en una
cifra aproximada de 500 mil hectáreas.
Somos un pueblo
ocupado
En definitiva, nuestro Pueblo-Nación es un pueblo ocupado,
bajo dominación y dependencia del Estado chileno hasta la actualidad, expoliado
territorialmente y que aún se sostiene, sobrevive y resiste en alrededor de las
mismas 500 mil hectáreas. Es decir, sobre nuestros derechos territoriales y
políticos los hechos y cifras hablan por sí solos, lo que justifica la vigencia
de las demandas de territorio y autonomía para la Nación Mapuche.
En las últimas décadas, más aún en la actualidad, nuestro
pueblo sigue resistiendo, a pesar de toda la situación, destacándose el éxodo
masivo desde las comunidades producto de la pobreza asociada a la falta de
tierras y a la pérdida de identidad; en las comunidades se sobrevive dignamente
a pesar de vivir "arreduccionados" todavía y de estar permanentemente
amenazados frente a las arremetidas de los intereses de un Estado capitalista
que a través de sus políticas de dominio territorial sólo han tenido como
consecuencia pobreza, miseria, exclusión y exterminio paulatino de nuestras
comunidades. No está demás decir que el Estado chileno, a la par de favorecer a
la oligarquía criolla, siempre ha aplicado políticas de orden colonialista y
dominante que tienen como objetivo sostener el estado de opresión, permitiendo
sólo la integración forzada, así se entiende que ya llevamos prácticamente un
siglo en que a las demandas mapuches se les aplican medidas de orden
cortoplacista y asistenciales, nunca soluciones de fondo que permitan al menos viabilizar
la reconstrucción territorial y política para nuestro pueblo.
El capitalismo
depredador
En la actualidad el Estado chileno es capitalista porque ha
asumido a ultranza el modelo económico neoliberal que se sustenta en las
actividades productivas, las que se explotan indiscriminadamente, como son los
sectores agropecuarios, cupríferos, pesquero y forestal. Es en el caso
específico forestal y su avasallador desarrollo en el sur de Chile, en donde
encontramos muchas de las razones de fondo del conflicto entre nuestro pueblo y
el Estado chileno, ya que son las políticas del Estado las que siempre han
beneficiado a la oligarquía criolla y ahora transnacional expresada en los
poderosos grupos económicos que siguen explotando nuestro territorio ancestral,
lo que ha traído como consecuencia graves costos para nuestro pueblo. A su vez,
la usurpación territorial no ha cesado, ya en dictadura y con la Concertación se dio
continuidad a la usurpación violenta de buena parte de las tierras mapuches que
aún quedaban en manos de nuestro pueblo.
En definitiva, lo que hoy se llama Araucanía ha pasado a ser
controlado por los grandes grupos económicos que no sólo explotan
indiscriminadamente nuestro territorio ancestral y sus recursos, sino que son
los verdaderos dueños del poder de dominación sobre nuestro Pueblo Mapuche y
del pueblo pobre chileno. Por lo tanto, decimos abiertamente que detrás del
conflicto mapuche están los grupos Angelini, dueño de la Forestal Arauco,
los Matte, dueños de CMPC y Mininco, el grupo Mitsubishi, Endesa Chile, el
grupo Shell, los latifundistas asociados en la SNA y últimamente inversionistas mineros como el
grupo Santa Bárbara y Farkas.
El Pueblo-Nación
Mapuche
La realidad anterior, graficada someramente, es lo que dio
lugar a que a mediados de los 90 nuestro pueblo retomara con fuerza el proceso
de resistencia. Es en este contexto que surge la Coordinadora de
Comunidades en Conflicto Arauco Malleco (CAM), organización mapuche territorial
que inicialmente planteaba recomponer el histórico Butalmapu de esta zona. Es
con la CAM que se
da una expresión más avanzada en el movimiento mapuche en lucha. De hecho, la CAM plantea resueltamente la
reconstrucción del Pueblo-Nación Mapuche y lo que sería el salto cualitativo
más importante, se define desarrollar un gran proceso de liberación nacional
mapuche, cuestión que obviamente pone en alerta al sistema y al capital criollo
y transnacional. Es el desarrollo de una estrategia y la consecuente práctica
política, consistente en ir motivando el control territorial mapuche en las
zonas en conflicto, principalmente a través de las recuperaciones de tierras de
carácter productivo y la defensa territorial. Es lo que da el salto cualitativo
a la lucha mapuche, volviéndola aún más anticapitalista y antioligárquica,
subsumida en un fuerte planteamiento anticolonial y por la autonomía
definitiva.
Para mayor comprensión, es necesario decir que la estrategia
CAM se materializa a través de dos grandes elementos. Por un lado está la
resistencia mapuche, definición hecha de acuerdo a las características del
sistema capitalista que opera en el territorio ancestral en base a los procesos
de inversión destructivos asociados, concluyéndose que el no luchar y resistir
al sistema por parte de las comunidades significaría el exterminio de muchas
comunidades. La resistencia mapuche, entendida de forma integral, amplia, en
donde participa mayoritariamente la masa mapuche y en donde los objetivos centrales
son la defensa de la cultura y las formas de vida más dignas en las
comunidades. Por otro lado se plantea la reconstrucción del Pueblo-Nación
Mapuche, partiendo por un proyecto de rearticulación de comunidades y el
desarrollo paulatino de un control territorial y político mapuche que permita
reposicionar con más fuerza todos los aspectos que nos son propios como
mapuche. De estos elementos fundamentales se crean las condiciones para la
creación de las bases de una propuesta de liberación nacional, lo que justifica
todas aquellas acciones que desarrollen las comunidades así como sus militantes
más comprometidos, los weichafe. A su vez estos elementos permitirían ir
desarrollando un pensamiento mayor doctrinario, ideológica y políticamente
mapuche para la liberación.
La contrainsurgencia en
La Araucanía
Es este planteamiento y su práctica concreta lo que alerta
al poder de dominación, tanto a nivel regional como a nivel central, obligando
al Estado chileno a desarrollar estrategias represivas en el marco de la
contrainsurgencia clásica que ha operado en Chile para frenar las justas luchas
de los oprimidos en general y de nuestro pueblo en particular.
Para lograr la estabilidad político-social necesaria y así
asegurar el funcionamiento de la economía capitalista que se desarrolla en base
al control territorial del Estado en el Wallmapuche, el poder de dominación se
ha visto obligado a desarrollar una política de represión y persecución hacia
las comunidades mapuches en conflicto y hacia los sectores más comprometidos y
consecuentes en la lucha. El Estado chileno ha asumido claramente los elementos
centrales de la contrainsurgencia para hacer frente a la lucha mapuche,
teniendo como objetivo central en su política represiva a la CAM así como a las comunidades
más combativas y autónomas del movimiento mapuche. Esta política represiva del
Estado tiene dos grandes aristas, por un lado se observa a las fuerzas
policiales que prestan protección directa a los intereses capitalistas en la
zona, principalmente a las empresas forestales, lo que ha significado
derechamente la militarización de las zonas en conflicto expresada en la
instalación de sendos campamentos al interior de predios forestales y el
resguardo de las faenas productivas y su traslado de madera, lo que incluye
además puestos de punto fijo, rondas e incursiones a comunidades, así como un
grueso trabajo de inteligencia e infiltración policial. Por otro lado están las
líneas de represión directa, que incluyen allanamientos, asesinato de militantes
mapuches, persecución y encarcelamiento a los dirigentes más consecuentes y
comprometidos. Cuestión fundamental en esta estrategia represiva ha sido la
manipulación mediática, que en el último tiempo ha sido con verdaderas campañas
en contra de la causa mapuche que han sostenido los medios de comunicación al
servicio de la derecha económica y política de este país, situación que se ha
profundizado con el actual gobierno de derecha. Es en este contexto
socio-político que se da lugar a la reemergencia del terrorismo de Estado en
territorio mapuche, expresado concretamente en la militarización, los
permanentes allanamientos, el cerco policial en las comunidades movilizadas y
la presencia de grupos paramilitares de derecha, quienes como guardias blancas
actúan impunemente resguardando los intereses de los latifundistas y de las
empresas forestales.
Manipulación
mediática
La manipulación de los medios de comunicación ha
distorsionado intencionalmente los hechos, cuestión fundamental para los grupos
de poder ya que el objetivo es rebajar la lucha mapuche a actos delictuales y
terroristas para así poder perseguir y reprimir indiscriminadamente. En este
contexto, el Estado ha apostado por llevar adelante una política de
criminalización de la causa mapuche, lo que se ha traducido últimamente en una
serie de detenciones a comuneros y dirigentes de la causa mapuche, sobre todo
de aquellos que con más fuerza encarnan los planteamientos ideológicos y
políticos de la resistencia y la liberación. Ahora bien, se entiende que detrás
de estas políticas represivas está el gran empresariado nacional y
transnacional, quienes son los verdaderos sustentadores de la violencia oficial
contra los mapuches y los responsables últimos de utilizar al Estado y sus
instituciones para reprimir y perseguir la justa lucha del Pueblo-Nación
Mapuche.
La criminalización de las demandas mapuches se explica por
sí sola en la aplicación de una legislación aberrante como son la Ley Antiterrorista
y de Seguridad Interior del Estado, así como la justicia militar, que deja
impune a sus miembros. La aplicación intencional de estas aberraciones
judiciales tiene como objetivo concreto buscar condenas arbitrariamente en el
entendido de que todos los juicios son políticos, de persecución a nuestras ideas
y planteamientos, dándose curso a espúreos procesos judiciales con indebidos
procedimientos y la imposibilidad de juicios justos.
Terrorismo de Estado
La
Ley Antiterrorista con la figura de los testigos sin rostro
incluida, los doble procesamientos, el indebido proceso, los grotescos
encubrimientos en el juicio producto de montajes político-policiales sostenidos
por fiscales anti mapuche, tienen como objetivo llevar a la cárcel a los más
comprometidos weichafe de nuestro pueblo. Así se entiende nuestra situación
actual; sufrimos persecución política, fuimos apresados y llevados a juicio, el
que carecía de todos los elementos que sustancian los aspectos jurídicos,
fuimos condenados políticamente por un tribunal bajo presión de los intereses
empresariales, la condena era ya un secreto a voces antes del juicio, incluso
ya era vociferado por la prensa fascista (El Mercurio) un veredicto. Es decir,
la resolución judicial pareció más ser parte de la definición del poder
político central.
Las razones de esta condena (20 y 25 años de cárcel) hay que
buscarlas en la realidad descrita, más aún comprendiendo que estamos en un
contexto sociopolítico de derecha, un escenario que permite mayor tipo de
injusticias no sólo para nuestro pueblo sino para todos aquellos que luchan por
sus derechos.
La condena es esencialmente política y fue por nuestra
pertenencia a la CAM,
por ser dirigentes mapuches y por asumir con fuerza y compromiso la lucha de
nuestro pueblo. Fue una condena a nuestra postura autonomista, a nuestras
definiciones, las que son de millares de pu peñi ka pu lamnien de nuestro
pueblo. Es exacto: no tuvimos un juicio justo, la condena fue sólo en base a
los testimonios de un testigo secreto o sin rostro, no hubo pruebas ni
científicas ni de ningún tipo, la
Fiscalía no presentó coherencia de los hechos, no hubo
relación lógica de los mismos y nada que pruebe una sola participación en los
hechos.
La condena fue política por pertenecer y estar presentes en
los procesos de recuperación territorial y política de las comunidades en la
zona de Lleu Lleu. La condena es parte de una estrategia mayor de represión al
movimiento mapuche que opera en Lleu Lleu, para así garantizar las inversiones
forestales y mineras en esta zona.
La condena pretende buscar freno a la propuesta que
encarnamos, que va desde la actitud mapuche más digna hasta luchar por la
cultura y la identidad nacional mapuche, bases fundamentales para soñar y
lograr nuestra tan anhelada libertad, la Liberación Nacional
Mapuche.
Por Territorio y Autonomía para la Nación Mapuche.
Weuwain – Marrichiweu
Petu mongolein, Petu mapucheñelein
H. LLAITUL
CARRILLANCA
Weichafe de la Nación Mapuche
Nota: A la fecha
en que aparece esta edición de PF, Héctor Llaitul, Ramón Llanquileo, José
Huenuche y Jonathan Huillical -condenados a 25 años de prisión el primero y a
20 años los demás- cumplen 30 días en huelga de hambre en la cárcel de Angol.
(Publicado en "Punto Final", edición Nº 731, 15 de abril,
2011)
punto@tutopia.com
www.puntofinal.cl
www.pf-memoriahistorica.org
*Fuente: Rebelión
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