Ha partido Humberto Duvauchelle
por Redacción piensaChile
6 años atrás 13 min lectura
De antemano, le pedimos disculpas por la estúpida publicidad que aparece cada tanto durante la entrevista. El entrevistador tampoco es una lumbrera, pero es un deleite escuchar a Humberto contando su vida.
Biografía
Sus padres fueron Humberto Duvauchelle Cabezón y Amandina Concha. Sus hermanos Héctor, María Elena y Hugo también siguieron una carrera en la actuación.1
Estudió en el Liceo de Hombres de Concepción. También estudió francés y pintura en la Escuela de Bellas Artes de Concepción. Contrajo matrimonio con la actriz Orietta Escámez,2 con quien tuvo una hija, Orietta Paz, y luego con Gabriela Schanz Fischer, su actual esposa.
Carrera artística
Inicios
A inicios de la década de 1950 fue descubierto, junto a sus hermanos, por Jorge Eliot, académico de la Universidad de Concepción, quien los integró al Teatro Experimental de dicha casa de estudios,1 posteriormente Teatro de la Universidad de Concepción (TUC), donde estuvo entre 1950 y 1953. Su debut fue en noviembre de 1950, en la obra La vida es sueño de Calderón de la Barca, donde interpretó al rey Basilio, cuya función inaugural contó con la presencia del presidente de la República Gabriel González Videla. Otra de las obras que integró fue Asesinato en la catedral de T.S. Elliot.3
Posteriormente la compañía emigró a Santiago de Chile, donde se integran al célebre Teatro Experimental de la Universidad de Chile,1 junto a grandes figuras del teatro nacional de la época. Hasta 1959 es intérprete de tres obras de Shakespeare: Noche de Reyes (Duque Orsino),La fierecilla domada (El cura) y Macbeth (Ross); Largo viaje hacia la noche (Eugene O’Neill); El camino más largo de M.A. Requena (Fernando Santiván), Las brujas de Salem de Arthur Miller (Juez Hodgson); Mamá Rosa de Fernando Debesa (Javier), La carta perdida de Caragiale (Ben), entre otros.
Compañía de Los Cuatro
En 1960 fundó, junto a su hermano Héctor, y a Orietta Escámez, la Compañía de Los Cuatro, un elenco independiente que tuvo una difusión permanente de sus creaciones de norte a sur del país y con un repertorio ecléctico y de contenido social. Fue intérprete con su propio elenco de más de cuarenta obras. La Compañía realizó simultáneamente ciclos de difusión de poetas nacionales y caribeños; 17 giras dentro y fuera de Chile; seis filmes, radioteatros, discos grabados de recitales poéticos y actuaciones en vivo, ciclo del gran teatro en televisión, asesoría artística y técnica, actividad docente, etc. En este período, Humberto también se desarrolló, ocasionalmente, como director teatral.
Integró junto a su hermano Héctor el cuarteto de música chilena Los Cuatro de Chile, célebre por su difusión de la poesía de Óscar Castro a través de los arreglos musicales de Pascual Rojas y la musicalización del inspirado Ariel Arancibia, destacándose con temas que aún se recuerdan como «Romance del hombre nocturno» y «Para que no me olvides». El estilo propio para interpretar poemas musicalizados se le denominó «folclor cultural» y se constituyó en un récord de venta disquera en el país.
Exilio
Desde 1974 a 1984, la Compañía de los Cuatro, se radicó en Venezuela, a consecuencia del golpe de Estado de 1973. En ese lapso, realizaron 12 nuevos montajes, entre los que se cuentan El abrelatas de Lanoux, Hagamos el amor de Villarroel, El cepillo de dientes de Jorge Díaz; Los acreedores de Strindberg, Play Strindberg (reposición); Los payasos de la esperanza (del Instituto de Investigación Teatral de la Universidad Católica), Home de David Storey, entre otras.
En 1977, residiendo en Venezuela y por disposición de la dictadura militar chilena, la Compañía de los Cuatro fue declarada oficialmente en exilio, incluyendo a tres de sus integrantes base. Pero, a pesar de tan duro castigo, la actividad no se detuvo. Además de la actuación, Humberto Duvauchelle dirige nueve obras entre 1977 y 1984: El juego del Gin, de D. Coburn: ¿Conoce usted la vía láctea?, de Wittlinger; El vendedor, de Mariela Romero; El fin de partida de Beckett, Humor a dúo de Foissy; Los payasos de la esperanza, Orquesta de señoritas, de Anouilh, codirección, entre otras.
De 1974 a 1983, el actor junto a su hermano aborda la dirección artística, técnica y promocional de más de 1.200 recitales (Oda a lo nuestro), Neruda en el corazón, El mundo para Bolívar, entre otros. Fue coprotagoniza los filmes venezolanos Eva, Perla, Julia y Morituri de Mauricio Wallenstein. La crítica elogió en grande la actuación de Héctor en País Portátil (elegido el mejor actor de cine, 1977).
Con Los Cuatro, impedidos de regresar a Chile, Duvauchelle realizó giras internacionales ahora desde Venezuela a Canadá, Estados Unidos. Actuó en 16 ciudades de USA, con presentaciones en los teatros La Mamma, de Nueva York y Spanish Theatre Repertory, off Broadway. En 1980 fueron la única compañía latinoamericana invitada al Festival Strindberg en Estocolmo, Suecia. Entre 1980 y 1982 realizaron giras que incluyen actuaciones en Copenhague y Arthus, Dinamarca, Lieja, Bruselas en Bélgica, Stutgart, Essen, Colonia y Frankfurt, Alemania y Holanda, concluyendo, en Paris, presentaciones en la Salle “Richilieu” en la Sorbonee, además de presentaciones en Colombes y Bordeaux.4
Así, la Compañía de los Cuatro permaneció 23 años activa hasta el asesinato de Héctor Duvauchelle en Caracas, la noche de navidad de 1983 a manos de un ciudadano portugués.
Regreso a Chile
Una vez finalizada la actividad de Los Cuatro y luego de 11 años de ausencia, en 1984 Duvauchelle regresó a su país, contratado en Venezuela por el Teatro Nacional de la Universidad de Chile como actor de planta y profesor de Educación Vocal, de la Facultad de Artes de dicha casa de estudios, donde continuó ejerciendo hasta el año 2000.
En este período, Duvauchelle alterna actuación y docencia, participando en diversos montajes del Teatro Nacional Chileno (1984-1994). Entre otros, destacan La señorita de Tacna de Mario Vargas Llosa (Belisario) y El Guerrero de la Paz (Padre Valdivia), El enfermo imaginario (Beraldo) de Molieré; Yerma de García Lorca; Los negros, de Genet y El Herrero y la muerte, de Curi-Rein. Fue designado delegado de actores e integró durante dos períodos (1997-2000), la comisión de evaluación académica de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile.
En 1987, Duvauchelle crea su propio Taller Actoral 88, orientado a la formación y crecimiento personal abierto a quien lo requiera. De allí han surgido elementos teatrales jóvenes, pedagogos y profesionales interesados en el arte nacional.
Paralelamente a su trabajo en la Facultad de Artes, con el actor Mario Lorca y el músico Juan Carlos Leal, crea el espectáculo La noche de los poetas, cumpliendo un ciclo de 1135 recitales musicalizados de prosa y poesía en vivo (1990-2016), incluyendo presentaciones en el exterior. Reencuentro (1987) es otro aporte a la poesía con el pianista nacional Roberto Bravo y la actriz Carla Cristi en el Teatro Oriente de la capital.
Posteriormente, crea su unipersonal Neruda, basado en Confieso que he vivido, con el que representó a Chile en el XVII Festival Iberoamericano de Teatro de Oriente en Venezuela y en Santiago de Compostela, España, 2004, con el famoso guitarrista clásico Eulogio Dávalos.
El 11 de mayo de 2016 recibió el Sello de Excelencia junto a la Compañía Los Cuatro, en el marco del Día Nacional del Teatro, otorgado por el Ministro Presidente del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes de Chile, Ernesto Ottone.
*Tomado de Wikipedia
Humberto Duvauchelle: “Sólo quiero que me quede un poquito más de vida para hacer un poquito más”
En el marco de sus 70 años de actuación ininterrumpida. El actor conversó con La Nación sobre el teatro en Chile y sus futuros proyectos.
Es un placer reunirse con Humberto Duvauchelle y sentir su energía y vitalidad que vibra al hablar de su vida. El encuentro se llevó acabo en el café Orlly, en Providencia, donde el destacado actor conversó y compartió anécdotas de su pasión más grande, que es hacer teatro.
El también director de teatro, actualmente se encuentra trabajando con su ex pareja de labores, Orietta Escámez, en la obra “A la sombra del Quijote” perteneciente a la Compañía de Los Cuatro. Misma compañía de los hermanos Duvauchelle.
“A la sombra del Quijote” es una síntesis libre basada en la obra magna “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha” de Cervantes, que desgrana con humor y encanto las peripecias del Quijote y su analfabeto y fiel escudero Sancho Panza.
El espectáculo pretende despertar el conocimiento e interés por el libro original, la personalidad el autor y su obra capital cuyo interés crece día a día.
La compañía “Los Cuatro” se creó a partir de Orietta, Humberto, Héctor y Hugo Duvauchelle quienes amaban el teatro. Hugo falleció un año antes que la compañía se formara y fue bautizada en su honor porque fue él quien guió a los otros tres a seguir con el proyecto que ya tiene 56 años de trayectoria.
No solo de teatro ha vivido Humberto. El actor se desempeña como profesor de oratoria en la Universidad de Chile. Además de desempeñarse como docente en las Universidades como la USACH y UPLA.
En conversación con La Nación el actor abordó sus proyectos, trayectoria y su mirada frente la época que vive actualmente el teatro chileno.
– ¿Cuál es el sello que tiene la compañía ‘Los Cuatro’?
– Hay dos cosas que nos han distinguido del resto. Una es el elenco y otra es la calidad, el repertorio. Nosotros, hemos hecho todo desde la vanguardia hasta los clásicos. La compañía nunca dispuso de un apoyo estatal o privado. Nunca. Mantuvimos la actividad y trabajamos mucho la poesía, cuarenta años. Leyendo a Neruda, Mistral que nunca faltaron.
– Premiado muchas veces, ¿cuáles son los premios que recuerda con más cariño?
– Yo creo que el premio más importante que he tenido en la vida ha sido ‘El Quijote’. Un premio que nos dieron en Concepción que todavía conservamos. Una estatuilla de bronce que tiene una cantidad de años y que la guardamos con mucho orgullo porque fue nuestro primer premio. El otro premio es Ollantay. Un premio que se da a las compañías extranjeras en Venezuela, un premio muy respetado y que todo el mundo lo quería.
– ¿Cuál es su opinión con respecto al teatro actual?
– Desgraciadamente no tengo una muy buena opinión del teatro actual porque está muy minimizado. De repente, está muy vano y superficial, faltos de contenidos. Se está entreteniendo por entretener, sin contenidos. Sólo para divertir y pasar el rato.
– Sólo con 16 años se inició en el teatro… ¿Por qué?
– Yo me deslumbré con un actor de la época exitosísimo. Un gran actor de comedia, Alejandro Flores, todo el mundo lo seguía. Él tenía muchos seguidores, una de ellas era mi madre. Mi madre lo seguía donde fuera. Yo lo vi a los dieciséis años en el viejo teatro de Concepción, en una obra que estaba prohibida para menores pero me acompañaba un primo mucho mayor que yo. Él logró meterme a la galería del gran concepción en medio de un ‘gentido’ enorme.
Entré y comencé a mirar el escenario, el techo, las pinturas, el palco, las cariátides. Y cuando comenzó el espectáculo, me fascinó. Yo no entendí mucho el espectáculo porque era para no menores, pero la parte moral me la eché al traste y no me importó. Lo que me deslumbró fue la atmósfera en general del teatro. El silencio del público cuando de repente se apagaban las luces lentamente, que había un silencio religioso en el público. Eso me fascinó.
“A la sombra del quijote”
– ¿Cómo surgió la idea de esta obra sobre el personaje de Cervantes?
– Un día se nos ocurrió hacer una adaptación de algunos momentos del ‘El quijote’, unos cuatro. Con una ilación pero como mucha gente teme leer el quijote. Porque le tiene miedo, porque no lo entiende su lenguaje difícil Por esa razón, decidimos acercar cuatro o cinco episodios del quijote al público para que se le quite ‘el miedo’. Hicimos una adaptación muy breve del quijote de una hora. Ahí mostramos algunas cosas que el público recuerda por ejemplo ‘El quijote en los molinos de viento’. Lo hicimos con imágenes filmadas y animación.
– El teatro se ha transformado en algo más comercial, ¿qué pasa con el teatro?
– Yo creo que la televisión tiene mucha culpa de la frivolización del público. La televisión, a través de las teleseries, da soluciones rápidas para que el público se emocione fácilmente con melodramas. Con situaciones bien manieras donde el rating manda. El rating es el que manda a la televisión. Entonces, todo está estructurado en función del gusto del público. Porque el público manda y pasa que el arte nunca se ha regido por el factor público. El público no manda al arte. El arte es el que impone la belleza de llegar al público en toda su magnitud, pero no a través de su contenido, ni de situaciones que no son propias del arte.
– ¿Usted cree que la calidad radica en actual teatro comercial?
– Yo creo que los contenidos casi no existen en teatro. A ver, yo admiro mucho a Tomás Vidiella, Jaime Vadell y Coco Legrand, pero si están haciendo ‘Viejos de mierda’ como obra, usted puede entender que es solamente diversión que de alguna manera, puede entretener. Y, naturalmente buenos actores entretienen al público, lo divierte y entretiene, lo hacen repensar un poquito sobre su problemática diaria. Tres viejos que dialogan sobre problemas domésticos, pero eso no queda, ya en la esquina olvidan la obra. El teatro no trata de cambiar y nunca ha pretendido cambiar el mundo, pero sí paulatinamente inquietar al público respecto a las cosas que estamos viviendo actualmente. Inquietarlo, preocuparlo, el teatro está para hacer repensar sobre el mundo de hoy. Tenemos tantos problemas en Chile, verdad. Lo que importa realmente es un teatro de selección, un gran teatro y chileno. Yo defiendo la calidad, el repertorio y el nivel de interpretación de las obras. Yo creo que al teatro chileno le hace falta una lucha imperiosa de traer directores europeos y extranjeros.
– ¿Qué opina del Teatro a Mil?
– Yo creo que el Teatro a Mil no está restando una cosa muy importante. No garantiza a los elencos una seguridad económica, eso por un lado. Y creo, que hay mucho desmadre de gasto para traer elenco extranjero, carísimo. Es un gasto enorme.
– ¿Cuáles son sus proyectos a futuro?
– Tengo uno muy lindo, ojalá me funcione. Yo quiero hacer ‘Las musas de Neruda’. Las mujeres que estuvieron en la vida de Neruda, que va estar basado en cinco grandes amores de Neruda. El era un gran amante y poeta”.
– ¿Cómo titularía la historia de su vida?
– Hecho lo que yo he querido.
– Siempre en teatro hay finales felices y tristes ¿Qué prefiere?
– ¡Feliz! Sólo quiero que me quede un poquito más de vida para hacer un poquito más.
*Fuente: La Nación
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