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La izquierda debe proponer nuevas ideas a un mundo que las necesita

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La izquierda debe dejarse de luchas internas y de pleitear por las migajas del poder y proponer nuevas ideas a un mundo que las necesita (Título original de la entrevista)

Antonio Gómez Rufo nació en Madrid, España, en el año 1954, donde reside actualmente. Es autor de una vasta obra literaria que abarca los más diversos géneros. Entre sus novelas, se cuentan: ‘El último goliardo’ (1984), ‘Natalia’ (1988), ‘El carnaval perpetuo’ (1992), ‘Aguas tranquilas, aguas profundas’ (1992), ‘Crónica de nadie’ (1992), ‘El Club de los Osos Traviesos’ (1993), ‘La leyenda del falso traidor’ (1994), ‘Un gato en el desván’ (1995), ‘Las lágrimas de Henan’ (1996), ‘Si tú supieras’ (1997), ‘El desfile de la victoria’ (1999), ‘El alma de los peces’ (2001), ‘Los mares del miedo’ (2002), ‘Adiós a los hombres’ (2004), ‘El secreto del rey cautivo’ (2005), ‘El señor de Cheshire’ (2006), ‘Balada triste en Madrid’ (2006), ‘La noche del tamarindo’ (2008). Entre sus libros de relatos, pueden mencionarse: ‘Opera 5’ (1982), ‘El último verano de la familia Manela’ (1984), ‘El Cazador de Nubes’ (1988), ‘Negro sobre negro, negro’ (1993), ‘Guarda tus labios por si vuelvo’ (2003), ‘Luna de mujer’ (2005). También incursionó en el ensayo: ‘Ecología y Constitución’ (1980), ‘Carta a un amigo sobre Don Enrique Tierno Galván’ (1986), ‘Madrid, bajos fondos’ (1987), ‘Juegos eróticos de salón’ (1993), ‘Escenas madrileñas’ (2000), ‘El hombre asustado’ (2000). Como guionista es autor de los guiones de la serie de televisión ‘Blasco Ibáñez, la novela de su vida’ y de la película ‘París, Tombuctú’, ambas dirigidas por Luis G. Berlanga. Colabora asiduamente en diversos medios de comunicación y ha sido galardonado con varios premios literarios y periodísticos. Su obra ha sido traducida al alemán, holandés, francés, ruso, portugués, griego y búlgaro. Es Licenciado en Derecho; fue asesor de la Filmoteca Española, director del Aula de Cultura del Ayuntamiento de Madrid y director del Centro Cultural de la Villa. Desde 1987 se dedica exclusivamente a la creación literaria. Con ‘El secreto del rey cautivo’, ganó el Premio Fernando Lara de Novela, 2005.

Argenpress dialogó con él por medio de su corresponsal en Venezuela, Marcelo Colussi, acerca de temas directamente vinculados a la comunicación y la llamada ‘industria de la cultura’.

Argenpress: La cultura de masas que se vino gestando durante todo el siglo XX basada en la comunicación masiva (la televisión en muy buena medida) juega un papel día a día más importante en nuestras sociedades; esa tendencia, agigantada cada vez más con las nuevas tecnologías de los medios de comunicación que se revolucionan a velocidad vertiginosa, parece indetenible. Como dijo Umberto Eco hace ya décadas: ‘quien maneje los medios de comunicación tendrá el poder’. ¿Qué puedes decirnos de esta nueva cultura que se ha ido creando? ¿Qué futuro tiene todo esto?
Antonio Gómez Rufo: El futuro de la comunicación está en manos de las nuevas tecnologías. Internet es un nuevo dios. Su función democratizadora y globalizadora será un elemento esencial en la igualdad de los seres humanos, y una maquinaria imprescindible no sólo para el poder sino también para la interrelación humana. El peligro es que estemos más comunicados que nunca pero desde la soledad de nuestra madriguera y que la pérdida de contacto humano nos convierta en asociales e individualistas. Las máquinas son sólo máquinas, hoy y en el futuro. Tendríamos que adaptarnos también a ello. La izquierda en primer lugar.

Argenpress: Esa cultura masificada (‘hamburguerización’ de la cultura, como se dijo por ahí), manejada por muy pocos centros de poder, se ha globalizado, se ha impuesto por todas partes del planeta desbancando formas culturales ancestrales. Desde la izquierda, o lo que podríamos llamar también: desde el campo de las fuerzas progresistas, ¿cómo movernos con respecto a esta nueva cultura que se ha enseñoreado por todos lados? ¿Qué debemos hacer ante esta tendencia?
Antonio Gómez Rufo: Decía Mao que un revolucionario debe moverse como pez en el agua, y que si un agua está estancada hay que cambiar de acuífero. La izquierda no puede tenerle miedo al progreso (la izquierda es, en sí misma, progreso), pero tendrá que hacer esfuerzos para huir de viejos clichés y caminar en la dirección que marquen la ciencia y la tecnología. El futuro del ser humano no lo determinará la tecnología sino el uso que hagamos de ella. La izquierda debe aprender a usarla y a beneficiarse de ella, no puede acobardarse. Contracorriente nunca triunfaron las revoluciones: se quedaron en simples revueltas. Lo que hay que hacer es aprovechar la corriente de la Historia para encauzarla.

Argenpress: La cultura de la imagen (televisión, Internet, videojuegos, hasta incluso la pantalla de los teléfonos celulares) parece haber llegado para quedarse. La tendencia universal indicaría que, aunque hay más libros disponibles -¡de autoayuda en especial!-, proporcionalmente se lee cada vez menos, y la imagen lo dice todo; esto, en principio, pareciera que trae como consecuencia una cultura de la inmediatez, de la rapidez. ¿Estamos ‘condenados’ por esta nueva cultura de la imagen? ¿Esa cultura es solidaria de esta visión ‘light’ del mundo que parece que va imponiéndose?: todo es rápido, todo es superficial, cosmético, en nada se profundiza. ¿Cómo ves tú ese proceso?
Antonio Gómez Rufo: No es cierto que se lea menos que nunca; al contrario: se lee más que nunca, mucho más. Pero es cierto que el imperio de lo audiovisual lo domina todo y va a seguir dominándolo, entre otras cosas porque la imagen se dirige a sujetos pasivos y la lectura requiere a un sujeto activo. En este mundo actual es más cómoda la pasividad que la actividad. Otra cosa es que tengamos que resignarnos. Desde la izquierda no podemos resignarnos. Aunque intuyamos (como es mi caso) que la banalización se está enseñoreando de todo y que casi no quedan pensadores ni puntos de referencia intelectual. Ni siquiera políticos con la solvencia de los existentes hace veinte o treinta años (tanto en la derecha como en la izquierda). ¿Quién es el Willy Brand, el Felipe González, el Allende, el Gorbachov, el Sangor, el Mandela, la Tatcher o el Olof Palme de hoy? Ni siquiera en el mundo emergente africano o latinoamericano hay políticos ni pensadores nuevos brillantes. Desde que murió Norberto Bobbio, no encuentro referencias. Ni en pensamiento, ni en política, ni en literatura o en arte siquiera. ¿Quién es el Picasso de nuestros días? No lo veo.

Argenpress: Desde el campo de los grandes poderes que fijan la marcha del mundo -económica, política y culturalmente- sin ningún tapujo se habla de ‘guerra de cuarta generación’, guerra mediático-psicológica. A veces, en el campo de la izquierda, tratando de hacer una comunicación nueva, pretendidamente revolucionaria, se cae en el panfleto mientras que la cultura masiva que se impone desde la más descarnada ideología de derecha (pensemos en Hollywood por ejemplo, o en la CNN), va ganando cada vez más terreno con un mensaje que penetra con mucha facilidad, agradable, seductor. ¿Cómo dar el combate en esta nueva modalidad de guerra?
Antonio Gómez Rufo: El combate sólo puede darse encontrando nuevos referentes intelectuales. Ya no lo es Jacques Lang, ni Chomsky, ni Poulantzas, ni Savater. Tienen que surgir otros nuevos. Y lo más importante de todo: la izquierda debe dejarse de luchas internas y de pleitear por las migajas del poder y proponer nuevas ideas a un mundo que las necesita. Todo lo que no es derecha, es socialdemocracia: esta es la situación mundial. Hacen falta ideas, muchas ideas. Porque cuando se matan las ideas, nacen los intereses. Hoy la izquierda mundial está jugando el partido de los intereses y así siempre perderá por goleada. Hay que proponer otro partido con otras reglas de juego para tener alguna oportunidad. Pero no hay que desesperarse: hay que ser realistas y saber que la nueva revolución tardará décadas en producirse. Antes asistiremos a décadas de terrorismo (por desgracia) y de revolución tecnológica.

Argenpress: Hoy vivimos tiempos de integración en América Latina. Junto al MERCOSUR -un intento de unión desde las oligarquías vernáculas- surge también una propuesta de unión desde posiciones alternativas, desde los pueblos o desde gobiernos en mayor sintonía con sus pueblos: surge el ALBA, la Alternativa Bolivariana para las Américas. Hay también un ALBA cultural. ¿Qué piensas de ese intento?
Antonio Gómez Rufo: Lo siento, no conozco casi nada de todo ello. Evo Morales, como Chávez y como Lula (en otra medida), incluso como las propuestas indígenas peruanas, me parecen tan bienintencionadas como inútiles. Creo, o al menos no conozco, que haya detrás un soporte intelectual consistente. Si lo hubiera, habría mejores posibilidades. Pero, insisto, no tengo una opinión fundamentada porque me falta mucha información.
Fecha publicación: 18/04/2008

* Fuente: Argenpress

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