Cardenal Angelo Sodano en Chile; ¡no podemos callar!
por Jaime Escobar M. (Chile)
17 años atrás 4 min lectura
De nuevo está entre nosotros el Cardenal Angelo Sodano, quién fue Nuncio en Chile durante 10 años (1978-1988). En ese largo tiempo cultivó una estrecha amistad no sólo con Augusto Pinochet, sino también con altos dirigentes de la derecha y del gran empresariado. Algo de razón tiene el ex funcionario del régimen militar, Francisco Javier Cuadra, quién ha dicho que “Chile le debe mucho”. Eso se lo dirán de nuevo en Casapiedra.
Pero sabemos bien quienes le deben mucho a Sodano. Son los que callaron las violaciones a los derechos humanos del régimen militar, los que aplaudían los nombramientos de nuevos obispos de clara tendencia conservadora. También, los mismos personajes defensores del capitalismo neoliberal que se enriquecieron a costa de sueldos miserables a sus trabajadores durante esa larga noche de la dictadura y, de paso, desconocían las orientaciones pastorales del Episcopado, como fue el caso de El renacer de Chile (1982), Reconciliación en la verdad (1985), Iglesia servidora de la vida (1986/89) y muchas otras enseñanzas sociales.
Pero en Chile nos conocemos bien y, felizmente, existe una memoria histórica que ni los poderosos ni las estrategias comunicacionales pueden borrar. Y, ante la llegada de Angelo Sodano de nuevo se recuerda el silencio y obsecuencia frente a la dictadura por los asesinatos y las torturas. Fue él quién se opuso tenazmente a la excomunión de Pinochet y a las denuncias del Movimiento Sebastián Acevedo. Tampoco aceptaba del todo la labor humanitaria de la Vicaría de la Solidaridad, entre otras críticas a la labor de la Iglesia chilena frente a la dictadura y sus acciones violentas. Para graficar este serio acontecimiento, basta recordar que en los momentos que eran expulsados tres sacerdotes de Chile, sí, embarcados en un avión y expulsados! el Nuncio Sodano departía amablemente en un cocktail con el Ministro del Interior de la época. Es decir, fue cómplice de esa persecución a la Iglesia.
Respecto al inolvidable Cardenal Raúl Silva Henríquez, en ambientes de Iglesia era conocida la pena del Pastor al enterarse de los “informes” que el Nuncio enviaba periódicamente a Roma. O, comprobar, que sí existían en la Nunciatura listas de personas que eran gratas y otras listas negras con religiosos que estaban en “desgracia” y nunca serían nombrados obispos. También era desagradable para el Cardenal Silva cuando Sodano se instalaba en las reuniones de la Conferencia Episcopal para enterarse de todo. Una cosa era el saludo protocolar del primer día, y otra bien distinta era tratar de incidir y orientar desde su perspectiva, logrando en cierta forma inhabilitar la libertad de expresión de los obispos.
Ahora que Sodano presidirá la Misa por el Natalicio del Cardenal Silva en la Catedral, es bueno recordar lo que en círculos de personeros de Iglesia y de laicos amigos de don Raúl, bien se sabe; el tenso y tronante encuentro del Cardenal con Sodano cuando este le fue a comunicar el nombramiento de su sucesor en el Arzobispado de Santiago, no por la persona del sucesor sino por el sistema empleado desde la Nunciatura. Esta manera de proceder del Nuncio motivó una dura reacción del Cardenal Silva y la reunión terminó en forma abrupta. Al poco tiempo se supo que Monseñor José Manuel Santos Ascarza, a la fecha Arzobispo de Concepción, no llegó a la sede eclesiástica capitalina como consecuencia de una larga carta enviada desde la Nunciatura al Vaticano con referencias críticas para la organización Opus Dei.
Hace poco falleció Monseñor Santos como religioso Carmelita, alejado de todo poder y boato. Y nunca se quiso referir a este lamentable e intrigante episodio no querido por él. Pero la sombra de Angelo Sodano se mantuvo en Chile una vez que partió a Roma a ejercer el cargo de Secretario de Estado. Desde esa evidente posición de poder, junto a su protegido el Cardenal Jorge Medina, siguió moldeando e intentando restaurar a nuestra Conferencia Episcopal vía nuevos nombramientos de obispos. Escogiendo para las sedes vacantes a sacerdotes “confiables” según su criterio conservador, restaurador y romano. Por esta razón “Sodano se ha convertido en el gran pastor de la Iglesia chilena y lo tendremos que soportar por mucho tiempo”, expresó un conocido obispo al finalizar una de las visitas ad limina.
Cuanta razón tienen los laicos -y no pocos religiosos- que por estos días dicen; no podemos callar! Es el Evangelio que nos llama a la verdad y la justicia para todos y, ante hechos tan evidentes como dolorosos sucedidos durante la gestión como Nuncio de Angelo Sodano, desconcierta que sea este mismo personaje que nada hizo por sus 5 hermanos sacerdotes asesinados – privilegiando la impunidad- quién presida la Misa por ese hombre bueno, sabio y fiel discípulo que fue don Raúl Silva Henríquez. Por cierto nos queda la Esperanza!* Fuente: www.reflexionyliberacion.cl
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