Nosotros los jóvenes muchas veces despreciamos a los mayores, los culpamos de las derrotas pasadas y no nos detenemos a pensar siquiera que sin ellos nuestro país seria mucho peor. Ellos que dieron su vida, algunos torturados que cargan en sus viejos pasos quizás el dolor mas grande de sus vidas y es el no haber podido darnos un país mas justo, con todo, ellos mismos no saben o no dimensionan el tremendo aporte histórico, fueron parte de una lucha que ningún poder podrá borrar, son anónimos de una historia que no se podrá ocultar jamás por que la conciencia colectiva aun sigue viva y con ella la memoria histórica en la que cada uno de nuestros revolucionarios fueron parte y constructores.
La vida pasa monótona por nuestros ojos, damos pasos sin darnos cuenta siquiera que con ellos avanzamos un escalón mas a nuestra vejez, que triste ha de ser sentirse parte de esa generación olvidada, esa gran generación que no midió riesgos…solo lucha… cuya única arma era la convicción de estar haciendo lo correcto, dejando atrás una vida, esposas, madres, hijos, a sus familias. No es cosa simple ni decisión fácil la que ellos tomaron y es que su convicción era tal que muchos ni siquiera se detuvieron a pensarlo, solo partieron llevando a cuesta la ultima imagen de sus seres queridos.
Algunos con el tiempo se volvieron a reencontrar con ellos, para otros sin embargo, fue un viaje sin retorno…Que triste ha de ser para algunos ver el desprecio de los mas jóvenes sin reconocer su lucha, por que entiendo que muchos de los que estuvieron allí hoy marchan en la otra vereda, pero hay otros cientos o miles, que aun siguen insistentemente el camino revolucionario, desistiendo dejarnos en el abandono como lo hicieron otros, pagando incluso hasta el día de hoy su consecuencia revolucionaria, tanto la del pasado como la presente.
El olvido no es justo, claro que no lo es, pero también sabemos que la lucha de nuestros queridos viejos no busca reconocimiento, sino resultados, resultados que nunca veremos si los jóvenes no aprendemos a respetar las historias de lucha y de vida de nuestros antecesores.
Equivocados o no, triunfantes o no, hay algo que no se puede dejar pasar y es que el luchador integro no necesita que le den las gracias y el joven integro no necesita que le exijan las gracias para darlas.
Solo con el reconocimiento entre nosotros, con la humildad como personas que nos exige la lucha, con la rebeldía que se apropian los jóvenes y que ofrendan los mas viejos, con la conciencia del ser, de estar y sentirnos parte de una clase explota y con amor…mucho amor revolucionario, podremos hacernos de ese hombre nuevo, ese hombre capaz de cambiar la historia y sentir en la acción que otro mundo si es posible.
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