Reseña del Libro «The Poorer Nations: A Possible History of the Global South» de Vijay Prashad
Traducido por Germán Leyens
No es descabellado imaginar al Ángel de la Historia de Walter Benjamin sucumbiendo a la tentación, y recalcando que por fin ha llegado la hora del Sur Global.
Será un camino largo, arduo y peligroso. Pero si la generación de Google/Facebook necesitara solo un libro de texto detallando la materia de los sueños, ensayos y tribulaciones del mundo en desarrollo a principios del Siglo XXI, sería este, el recién publicado libro de Vijay Prashad The Poorer Nations: A Possible History of the Global South [Las naciones más pobres: una posible historia del Sur Global].
Llamémoslo el seguimiento postmoderno, digital, del clásico de Frantz Fanon Los condenados de la tierra (Descargar en formato PDF).
Es un libro absolutamente esencial a leer junto a otro delicioso, escrito por un asiático global, From the Ruins of Empire: The Revolt Against the West and the Remaking of Asia [De las ruinas del imperio: la revuelta contra Occidente y la remodelación de Asia] de Pankaj Mishra, que utiliza personajes clave como Jamal al-Din al-Afghani, Liang Qichao y Rabindranath Tagore para contar una historia extraordinaria.
Prashad, director de estudios internacionales de Trinity College, Connecticut, y autor del espléndido Las naciones oscuras, que debería leerse como un preámbulo de este libro, contextualiza desde el principio –utilizando la necesaria cita de Fanon; en 1961, lo que estaba configurado era una lucha entre el Proyecto Tercer Mundo (“porla paz, el pan y la justicia”) y el Proyecto Atlántico. Actores claves: el Movimiento de No-Alineados (MNA), el secretariado de facto del Proyecto Tercer Mundo y el Grupo de 77 naciones en desarrollo, creado en 1964 para actuar por cuenta del MNA en las Naciones Unidas.
Los fundadores del MNA gozaban de un estatus icónico en el mundo poscolonial: Jawaharlal Nehru en India, Gamal Abdel Nasser en Egipto, Sukarno en Indonesia, Josip Broz Tito en Yugoslavia. Pero sabían que era una batalla difícil. Como señala Prashad, “La ONU había sido secuestrada por los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad. El FMI [Fondo Monetario Internacional] y el Banco Mundial habían sido capturados por las potencias Atlánticas y el GATT [Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio], precursor de la Organización Mundial de Comercio] se estableció para socavar cualquier intento de las nuevas naciones de revisar el orden económico internacional”.
En cuanto al Proyecto Atlántico, bastaría una cita de 1969 de Henry Kissinger, codestructor de Camboya, facilitador del dictador chileno Augusto Pinochet, disgustado aliado saudí (los “más débiles de carácter y cobardes de los árabes”) y elogiador-en-jefe del Shah de Irán (“un tipo duro, malvado”): “Nada importante puede provenir del Sur. El eje de la historia comienza en Moscú, pasa por Bonn, cruza Washington y luego va a Tokio. Lo que sucede en el Sur carece de importancia”.
Los atlantistas se opusieron ferozmente al Proyecto Tercer Mundo “carente de importancia”, pero también a la socialdemocracia y al comunismo. Su Santo Grial era disfrutar de beneficios fáciles suministrados por una nueva geografía global de producción, “cambios tecnológicos que posibilitaron que las empresas aprovecharan tasas de salario diferenciales”, sobre todo esos salarios mínimos pagados en todo el Este de Asia.
De modo que la escena se preparó para la emergencia del neoliberalismo. Aquí Prashad se mueve en paralelo con el indispensable David Harvey, detallando como llegó el Sur Global a la madurez y a la plena (re)explotación; adiós, ideas de bien colectivo de liberación nacional.
¡Fuera los bárbaros!
En circunstancias en las que el FMI forma actualmente parte de la troika que dicta austeridad a la mayor parte de Europa Occidental (junto a la Comisión Europea y el Banco Central Europeo), es fácil olvidar que en 1944 las cosas ya estaban bastante distorsionadas. El mundo en desarrollo no tuvo absolutamente nada que decir en Bretton Woods, por no hablar de algún tipo de control sobre el Consejo de Seguridad de cinco miembros de la ONU. Fue el silencio de los inocentes; los lobos prevalecieron y la desigualdad se grabó en piedra.
Prashad prosigue con los indispensables detalles de como se convirtió el dólar estadounidense en la efectiva divisa mundial, y EE.UU. cambiaba globalmente el precio del dólar sin preocuparse de las consecuencias; la formación del Grupo de Siete fue esencialmente un mecanismo contra el mundo en desarrollo (y no antisoviético); y por cierto la tan temida Comisión Trilateral establecida por David Rockefeller del Chase Manhattan para imponer la voluntad del Norte sobre el Sur.
¿Y quién habrá sido el arquitecto intelectual de la Trilateral? El inefable Zbigniew Brzezinski, posteriormente consiglieri de Jimmy Carter. El doctor Zbig quería “contener la contagiosa amenaza de anarquía global”. Dividir para gobernar, de nuevo; había que poner en su sitio a la periferia.
A propósito, no hay que olvidar jamás que en su epopeya de 1997 El gran tablero mundial, el doctor Zbig, que se convirtió en el consejero de política exterior de Barack Obama en 2008, escribió “Los tres grandes imperativos de la geoestrategia imperial son impedir la colusión y mantener la dependencia de la seguridad entre los vasallos, mantener dóciles y protegidos a los tributarios e impedir que los bárbaros se unan”. Durante mucho tiempo se contuvo a los “vasallos” fácilmente; pero el doctor Zbig, un paso más allá de Kissinger, ya estaba planeando la manera de contener a los dos “bárbaros” principales, las emergentes potencias eurasiáticas Rusia y China.
En todo caso el Grupo de Siete fue un éxito estruendoso, imponiendo su “teoría de gobernanza” por doquier, implementada por –¿quién si no?– la mafia de Bretton Woods. Prashad lo define: “Lo que llamaban neoliberalismo era menos una doctrina económica coherente que una campaña bastante directa de las clases adineradas para mantener y restaurar su posición de dominación”, a través de la “acumulación por desposeimiento” acuñada por David Harvey, conocida también ahora por millones de europeos con el nombre en clave de “austeridad”.
Las cifras lo dicen todo. En 1981, el flujo neto de capital al Tercer Mundo fue de 35.200 millones de dólares. En 1987, 30.700 millones partieron del Tercer Mundo hacia bancos occidentales. ¡Aleluya! y su ley grabada en piedra, también conocida como Ajuste Estructural, basada en “condicionalidad” (privatización salvaje, desregulación, destrucción de servicios sociales, “liberalización” financiera).
Parafraseando a Dylan, cuando no tienes nada todavía tienes nada que perder. Nunca hubo alguna estrategia política del Norte para encarar la crisis de la deuda de los años 80. A los inocentes del Sur Global solo se les permitió marchar en una lamentable procesión para recibir uno a uno la hostia consagrada del ajuste estructural.
Pero eso todavía no fue suficiente. Con la caída de la URSS, Washington quedó libre para desarrollar la Dominación de Espectro Completo. A los que no obedecieron se les calificó de “Estados canallas”, como es el caso de Cuba, Irán, Irak, Libia, Corea del Norte e incluso, durante un período, Malasia (porque no cedía ante el FMI).
Pero entonces, lento pero seguro, el Sur Global comenzó a emerger. Prashad detalla los motivos, el auge de los commodities impulsado por China; los beneficios de los commodities que mejoraron las finanzas latinoamericanas; más inversión directa extranjera en todo el mundo. El Sur Global comenzó a comerciar más consigo mismo.
Entonces, en junio de 2003, al margen de la reunión del Grupo de Ocho en Evian, Francia, emergió algo llamado IBSA (Diálogo India-Brasil-Sudáfrica). El IBSA estaba interesado en “maximizar los beneficios de la globalización” y promover un crecimiento económico sostenible. El ministro de Exteriores brasileño, Celso Amorim, lo definió entonces como “una ideología en el mejor sentido de la palabra, una ideología de democracia, diversidad, tolerancia, búsqueda de cooperación”.
Al mismo tiempo, China estaba en pleno auge. Es esencial recordar al respecto a todos el desventurado viaje de noviembre de 1978 de Deng Xiaoping a Singapur, donde fue recibido por Lee Kuan Yew; Prashad podría haber construido todo un capítulo sobre el tema. Fue el acto decisivo. Deng supo de inmediato que podía aprovechar las guanxi (“conexiones”) de la diáspora china a más no poder. Nunca olvidaré mi primera visita a Shenzhen solo un mes después del legendario Tour del Sur de Deng en enero de 1992. Fue cuando comenzó realmente el boom. En esos días, sentí que estaba principalmente hasta el cuello en China maoísta.
Avancemos rápidamente a la ayuda actual de China al desarrollo de África. Vastas áreas del mundo en desarrollo no considerarían adoptar ciegamente un zhongguo moshi, el Modelo Chino. Es más bien como la introducción de Prashad de esta maravillosa cita de Donald Kaberuka, exministro de finanzas de Ruanda y actual presidente del Banco de Desarrollo Africano: “Podemos aprender [de los chinos] cómo organizar nuestra política comercial para pasar del estatus de bajos a medianos ingresos, cómo educar a nuestros hijos en oficios y áreas que ofrecen resultados en solo un par de años”.
Y llegamos a los BRICS
Lo que nos lleva a los BRICS, creados como grupo en 2009 de la unión BRIC-IBSA, que es ahora la principal locomotora del Sur Global.
Para entonces, inevitablemente, culpar a China ya se había convertido en un arte establecido en Washington; es imperativo que los chinos se conviertan en consumidores. Lo son y lo serán, pero a su propio ritmo y siguiendo su propio modelo político.
Hasta el FMI admite ya que en 2016 EE.UU. puede dejar de ser la mayor economía del mundo. Por lo tanto el gran Fernand Braudel tenía razón cuando escribió La perspectiva mundial, recalcando que sería la “señal del otoño” de la hegemonía atlántica.
Por cierto hay inmensos problemas en el BRICS, como detalla Prashad. Sus políticas interiores ciertamente pueden interpretarse como una especie de “neoliberalismo con características sureñas”. Están lejos de ser una alternativa ideológica al neoliberalismo. No han sido capaces de contrarrestar la abrumadora hegemonía militar de EE.UU. y de la OTAN (véase, por ejemplo, el fiasco libio). Y no constituyen el embrión de un cambio revolucionario del orden mundial.
Pero por lo menos están “permitiendo un poco de aire fresco para oxigenar el mundo estancado del imperialismo neoliberal”.
El aire fresco circulará en forma de un nuevo banco de desarrollo, una versión de los BRICS del Banco del Sur suramericano, fundado en 2009 (esta es la visión crítica de Prashad. China y Brasil han establecido un acuerdo de cambio de moneda de 30.000 millones de dólares para pagar el comercio, sorteando el dólar de EE.UU. Pekín y Moscú están profundizando su sociedad estratégica). (Vea Los BRICS rompen sus cadenas , Rebelión, 28 de marzo de 2013).
Los BRICS tal como aparecen, tres importantes productores de commodities más dos importantes consumidores de commodities que tratan de encontrar la salida al desastre dirigido por Occidente, son solo un comienzo. Ya se están desarrollando como un importante protagonista geopolítico que destaca la multipolaridad. Es posible que se les sumen los próximos BRICS, los MIST (México, Indonesia, Corea del Sur y Turquía). Y no hay que olvidar a Irán. ¿Es hora del BRICS MIIST?
Lo que es gráficamente obvio es que el Sur Global ya está harto de los estragos del casino turbo-capitalista de la OTAN actuando como Robocop desde el Norte de África al Sudoeste Asiático, por no mencionar Eurasia rodeada por esa quimera del Doctor Insólito, un escudo de misiles.
El Sur Global todavía está cargado de absurdos; basta pensar en las petromonarquías del CCG del petróleo y del gas –esos paragones de la “democracia”– configurados ahora como un anexo a la OTAN. Pocos eventos recientes han sido tan abrumadores como la Liga Árabe lamiendo las botas de sus amos de la OTAN, rompiendo el derecho internacional para instalar a los marrulleros “rebeldes” sirios en el escaño de un Estado soberano, uno de sus propios miembros fundadores.
Escenas extrañas dentro de la mina de oro
La caída del neoliberalismo será sangrienta y tomará tiempo. Prashad intenta un análisis objetivo en términos de la unidad del Sur Global, basándose en el trabajo del marxista indio Prabhat Patnaik.
Patnaik es un colega acertado. Sabe que “no se vislumbra en el horizonte una resistencia global coordinada”. En su lugar, “destaca la centralidad de la construcción de la resistencia dentro del Estado-nación y su análisis se puede ampliar fácilmente a las regiones (escribe principalmente sobre India, pero su análisis es igualmente aplicable a los experimentos bolivarianos en Latinoamérica)”.
Por lo tanto la hoja de ruta significa encarar la “cuestión campesina”, que tiene que ver esencialmente con tierra y derechos; y concentrarse en las luchas inmediatas por la mejora de las condiciones de vida y trabajo de la gente. Inevitablemente, Prashad se tiene que referirse al vicepresidente boliviano Álvaro García Linera, uno de los máximos intelectuales contemporáneos de Latinoamérica.
En muchos aspectos, la emancipación del Sur Global está más avanzada en algunas partes de Suramérica; me impresioné inmensamente cuando estuve en Bolivia a principios de 2008. Prashad resume nítidamente el análisis de Linera de cómo se desarrolla el proceso:
Comienza con una crisis del Estado que posibilita que un “bloque social disidente” movilice a la gente hacia un proyecto político. Se desarrolla un “catastrófico punto muerto” entre el bloque del poder y el bloque del pueblo, que en el caso de Latinoamérica pudo ser resuelto por el momento por el lado del pueblo. Entonces el nuevo gobierno tiene que convertir las demandas de la oposición en actos de Estado” y construir una hegemonía más profunda y más amplia “combinando las ideas de la sociedad movilizada con recursos materiales suministrados por el Estado o por medio de él”. El punto de bifurcación, para García Linera, ocurre mediante una “serie de enfrentamientos” entre los bloques que se resuelven de maneras inesperadas, a través de la consolidación de la nueva situación o la reconstitución de la antigua. Nos encontramos cerca o en el punto de bifurcación. Es imposible predecir qué será lo próximo.
Lo que definitivamente saben ahora las mejores mentes de Asia, África y Latinoamérica, es que nunca existió el «fin de la historia» que repetían como papagayos los patéticos huérfanos de Hegel; y que nunca existió el «fin de la geografía» que repetían como papagayos los imbéciles del “mundo es plano” de la globalización. Por fin tiene lugar la liberación intelectual del Sur Global respecto al Norte. Y es irreversible. No hay retorno al antiguo orden. Si esto fuera una película, sería 1968 reproducido enteramente, a tiempo completo, todo el tiempo; seamos realistas y exijamos, e implementemos, lo imposible.
The Poorer Nations: A Possible History of the Global South de Vijay Prashad. Verso, marzo de 2013. ISBN-10: 1844679527. Precio £12.91 US$26 21,30 €. 300 páginas.
Gracias a: Rebelión
Fuente: http://www.atimes.com/atimes/World/WOR-01-050413.html
Fecha de publicación del artículo original: 05/04/2013
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