La urgencia de detener el fascismo
por Mesa Nacional Unitaria (Chile)
3 semanas atrás 16 min lectura
26 de noviembre de 2025
La Mesa Nacional Unitaria se ve en la obligación de expresar algunas apreciaciones sobre lo ocurrido en las elecciones del 16 de noviembre de 2025 que dejaron al oficialismo frente a un resultado contundente: la votación de Jeannette Jara, cuya candidatura -aunque con trayectoria, visibilidad y respaldo gubernamental- fue menor de lo esperado y no logró movilizar plenamente ni a su electorado natural ni a los sectores independientes ni a los sectores desideologizados e independientes. Bajo este escenario, y si no ocurre algo extraordinario, el sillón presidencial tiene una alta probabilidad de ser alcanzado por José Antonio Kast, un hecho que representa una profunda contradicción histórica: permitir que un político abiertamente pinochetista llegue al poder a través de las urnas. Un corolario que, ni en las más siniestras pesadillas, habríamos imaginado en Chile.
El resultado exhibe una crisis social más profunda que una simple derrota electoral.
Refleja transformaciones sociales, fracturas políticas y cambios culturales que la candidatura,
los partidos que la apoyan y sus asesores no supieron leer ni enfrentar.
Siete factores permiten entender esta situación.
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PRIMERA PARTE: ANALISIS POLITICO
La Mesa Nacional Unitaria se ve en la obligación de expresar algunas apreciaciones sobre lo ocurrido en las elecciones del 16 de noviembre de 2025 que dejaron al oficialismo frente a un resultado contundente: la votación de Jeannette Jara, cuya candidatura -aunque con trayectoria, visibilidad y respaldo gubernamental- fue menor de lo esperado y no logró movilizar plenamente ni a su electorado natural ni a los sectores independientes ni a los sectores desideologizados e independientes. Bajo este escenario, y si no ocurre algo extraordinario, el sillón presidencial tiene una alta probabilidad de ser alcanzado por José Antonio Kast, un hecho que representa una profunda contradicción histórica: permitir que un político abiertamente pinochetista llegue al poder a través de las urnas. Un corolario que, ni en las más siniestras pesadillas, habríamos imaginado en Chile.
El resultado exhibe una crisis social más profunda que una simple derrota electoral.
Refleja transformaciones sociales, fracturas políticas y cambios culturales que la candidatura, los partidos que la apoyan y sus asesores no supieron leer ni enfrentar.
Siete factores permiten entender esta situación.
1. DEBILITAMIENTO DE LA CONCIENCIA DE CLASE
La conciencia de clase es la capacidad de las personas para comprender qué lugar ocupan en la sociedad, cuáles son sus intereses, y reconocer que otros se encuentran en una posición similar, lo que permite: organizarse, exigir cambios, defender sus condiciones de vida y actuar colectivamente.
En la teoría clásica (Marx)
Para Marx, la conciencia de clase emerge cuando los trabajadores dejan de verse como individuos aislados y comienzan a percibirse como parte de una clase con intereses comunes frente a los dueños del capital.
Importancia de la conciencia de clase
Permite que los sectores populares: se reconozcan como iguales, comprendan las injusticias que viven, identifiquen quién toma decisiones que los afectan y exijan cambios estructurales.
Sin conciencia de clase, los trabajadores quedan aislados, se culpan individualmente por problemas que son estructurales y pierden fuerza colectiva.
¿Por qué se ha debilitado?
En Chile y muchos países, debido al neoliberalismo, se ha erosionado por: individualismo y meritocracia, endeudamiento masivo, precarización del trabajo, informalidad, redes sociales fragmentadas, debilitamiento sindical, narrativa de «clase media aspiracional».
Esto produce trabajadores que no se identifican como tales, aunque vivan condiciones materiales de clase trabajadora.
Ejemplos concretos
Una persona puede ser trabajadora, aunque no se identifique como tal:
- Un repartidor de aplicaciones que se ve como «emprendedor».
- Una secretaria que cree ser «clase media profesional».
- Un técnico endeudado que piensa que está a un paso de ser «clase alta».
Esto dificulta la construcción de una identidad colectiva.
En política contemporánea sin conciencia de clase: el voto popular se dispersa, no hay lealtades estables, las organizaciones pierden fuerza, y outsiders o candidaturas populistas capturan ese electorado.
Ni la izquierda ni el progresismo chileno han logrado leer en profundidad esta transformación.
Cuando hablamos de progresismo, nos referimos a aquellos sectores que buscan embellecer y humanizar el sistema capitalista, introduciendo reformas y correcciones, pero sin cuestionar sus bases de fondo. En cambio, cuando hablamos de izquierda, nos referimos a quienes aspiran a impulsar cambios estructurales profundos en el actual sistema económico y reemplazarlo por otro en el que la riqueza y las ganancias se distribuyan de manera realmente equitativa entre toda la población..
Aunque Jara proviene del mundo popular, su campaña no conecta con los trabajadores, hoy dispersos, inseguros y despolitizados.
Sin una conciencia de clase activa, la base histórica del progresismo y la izquierda simplemente no se moviliza.
2. EL DESPLAZAMIENTO DE LA CLASE MEDIA Y EL COLAPSO DEL ESQUEMA DE LOS TRES TERCIOS
El segundo factor es la desaparición de la clase media como sujeto político cohesionado.
La antigua «clase media chilena», definida por su aspiración de estabilidad y movilidad, hoy aparece golpeada, endeudada, vulnerable y sin identidad propia.
Muchos sectores que antes se consideraban clase media hoy se sienten: estancados, precarizados, sobreendeudados o simplemente «sobreviviendo».
Esto ha generado un reordenamiento político profundo:
los tres tercios -izquierda, centro y derecha- ya no explican el comportamiento electoral chileno.
El histórico bloque izquierda+ centro, que dominó durante décadas, está hoy reducido a solo el 27% del electorado, incapaz de condicionar la agenda pública.
Esto implica: que la disputa ya no es entre tercios ideológicos, que el centro político dejó de ser un espacio movilizado y que las antiguas alianzas progresistas perdieron su capacidad histórica de mayorías.
La candidatura de Jara apostó a una base electoral que ya no existe.
3. FALTA DE UN PROYECTO POLÍTICO
Antiguamente, los partidos políticos se caracterizaban por tener un proyecto de desarrollo:
- El PS y PC expresaron su proyecto en el gobierno de Allende y la Unidad Popular
- La Democracia Cristiana lo hizo con Frei Montalva y su «Revolución en Libertad». Hoy esa capacidad histórica se perdió.
No existe un proyecto político sólido, distintivo y reconocible.
Las propuestas del oficialismo aparecieron como mera continuidad del gobierno, sin narrativa propia ni prioridades claras.
La ciudadanía no encontró respuesta a preguntas básicas: ¿Qué cambios propone Jara?. ¿Cómo los implementará? ¿Qué la distingue del resto del oficialismo?
Sin claridad estratégica y sin horizonte, la candidatura no trascendió al voto duro -ya minoritario- ni sedujo a los sectores independientes.
4. UNA IZQUIERDA DÉBIL, QUE NO INSPIRA
La coalición oficialista llegó a la elección sin un discurso aglutinador ni un relato de cambios reales. El progresismo aparece desdibujado, sin personalidad, atrapado entre la moderación excesiva y el temor a incomodar.
Es una izquierda que pide permiso para existir, que renunció a su histórica capacidad de:
- inspirar,
- educar,
- dirigir políticamente
Un ejemplo internacional ilustra lo contrario: el triunfo de Zohran Mamdani en Nueva York, cuya campaña desafió directamente al establishment politice y económico. Mamdani es una ruptura con esa tónica del progresismo acomplejado y demuestra que esta ruptura es la vía para frenar el fascismo.
Mientras los poderosos lo atacaban -incluso Donald Trump lo acusó de ser «un lunático comunista»-Mamdani habló con claridad sobre:
- impuestos a los más ricos,
- transporte gratuito,
- vivienda asequible
- congelamiento precios de los alquileres
- justicia social,
- regulación precios en los supermercados y una canasta básica
- defensa del pueblo palestino.
Su coherencia y valentía movilizaron a sectores populares cansados de discursos tibios. Mamdani no se ha blanqueado para nada. No ha renunciado a lo que es ni se ha mimetizado con el sistema político clasista de los EEUU. Mamdani no ha buscado esconder ni su origen, ni su religión, ni su raza, ni su ideología política. Mamdani ha hecho de su condición de inmigrante, socialista y de musulmán un valor en la disputa ideológica.
En contraste, Jeannette Jara llegó al extremo de sugerir que podría renunciar a su militancia en el Partido Comunista, un gesto incomprensible para muchos simpatizantes y que, en vez de sumar votos, los ha disminuido. Esa falta de coraje político debilitó aún más su candidatura.
Frente a la desesperanza, la ultraderecha cambia el conjunto de ideas y argumentos políticamente aceptables a su antojo, avanza con un discurso simple, ordenado y emocionalmente potente, capaz de canalizar la rabia popular. Tiene estrategia, mientras Kaiser expresa abiertamente lo mismo que decía Kast en la elección pasada de 2021, hoy Kast se escuda renunciando a los foros y a no responder esas mismas preguntas incomodas que aún no son aceptables (ej. genero) a la mayoría de las mujeres y la población. Lo cual lo hace crecer hacia la centroderecha y, en el mundo popular, lo ha hecho hacia segmentos desideologizados.
Si la ultraderecha llega al poder, será también responsabilidad de quienes levantaron una candidatura sin audacia, más preocupada de no incomodar al sistema que de transformarlo.
5. FALTA DE SENTIDO DE FUTURO
Otro déficit central fue la imposibilidad de ofrecer un horizonte claro y movilizador. La campaña no logró inspirar ni orientar sobre el rumbo del país.
La falta de sentido de futuro no es solo un problema individual, sino un fenómeno con profundas consecuencias sociológicas y psicológicas. A nivel social, alimenta la desafección política, debilita el tejido organizativo, normaliza la precariedad y empuja a muchos jóvenes a emigrar, profundizando el envejecimiento de la población y debilitando la base juvenil que el país necesita para sostener su desarrollo. En los sectores más desposeídos, este vacío de horizonte abre además la puerta a la delincuencia y a la drogadicción como vías de escape y sobrevivencia, debilitando aún más los lazos comunitarios y dejando a amplios sectores juveniles atrapados en economías ilegales y redes de violencia.
Así, la falta de futuro se traduce también en apoliticismo, en la ruptura del vínculo con las organizaciones sociales y en una pérdida progresiva de identificación con la sociedad en la que viven, dejando el terreno abonado para que demagogos y candidatos populistas capturen ese descontento con discursos engañosos que, en los hechos, solo buscan mantener el sistema neoliberal y proteger sus propios privilegios.
En la vida cotidiana, este vacío de horizonte se expresa en ansiedad, desánimo, sensación de indefensión-la idea de que «nada va a cambiar»- y en la pérdida de un proyecto vital, donde estudiar, trabajar o formar una familia deja de percibirse como un camino posible para construir una vida digna en nuestro propio país.
Sin una visión de futuro coherente y convincente, la candidatura no logró atraer a los trabajadores apolíticos, sectores con poca educación política, dueñas de casa, retener a los indecisos ni movilizar nuevos apoyos, particularmente entre las y los jóvenes, cuyo respaldo es decisivo para cualquier proyecto transformador.
6. EL FENÓMENO «PARISI»
Franco Parisi, aunque ya había sido candidato en elecciones anteriores, apareció como si fuera «de la nada» para mucha gente y volvió a cambiar el panorama político. No venía de los partidos tradicionales, hablaba por internet y decía cosas que muchas personas querían escuchar.
Su crecimiento se debe, sobre todo, a que muchas personas sienten:
- Rechazo a lo institucional:
No confían en el Congreso, en los partidos ni en las instituciones del Estado. Sienten que «todo está arreglado» y que nadie los escucha.
- Rechazo a la clase política:
Ven a los políticos como personas alejadas del pueblo, con buenos sueldos, que prometen en campaña y después se olvidan.
- Rechazo a la política en general:
Mucha gente terminó diciendo «yo no soy ni de izquierda ni de derecha, estoy contra todos», y Parisi supo aprovechar ese enojo.
A esto se suma que:
- Usó mensajes económicos muy simples y directos: hablaba de plata, de sueldos, de deudas, de forma fácil de entender
- Tenía gran presencia en redes sociales y en internet, donde mucha gente joven pasa buena parte del día
- Logró capturar el voto anti-oficialísta, es decir, de quienes querían castigar al gobierno y a los partidos de siempre.
Todo esto hizo que Parisi le quitara votos al mundo progresista (a los que se presentan como opción de cambio), llevándolos a un espacio que no es ni de izquierda ni de centro. Él logró conectar mejor que nuestra candidatura con casi un 20 o/o de la población, sobre todo:
- en los barrios más pobres,
- entre jóvenes con trabajos inestables,
- entre personas muy endeudadas y cansadas de promesas que no se cumplen
Cuando las necesidades de la gente más vulnerable no tienen respuesta ni del gobierno ni de la oposición, muchos terminan mirando a candidatos «fuera del sistema». Lo hicieron antes con Boric y ahora también con Parisi: se aferran a la esperanza de que, dándole una oportunidad a alguien nuevo y distinto, por fin ellos también puedan recibir una parte de los beneficios que el sistema siempre les ha negado.
En ese vacío -cuando nadie representa de verdad sus problemas y se sienten fatigados y frustrados- el fenómeno Parisi se transformó en una válvula de escape: una forma de expresar rabia, cansancio y desilusión. Ese malestar, que la izquierda y el progresismo no supieron escuchar ni canalizar, fue tomado por Parsi con un discurso sencillo, directo y hecho a la medida del descontento popular.
7. INFLUENCIA DEL GOBIERNO ACTUAL
Uno de los principales obstáculos para el avance de la candidatura de Jeannette fue que el actual gobierno de Boric cuenta solo con un 30 % de aprobación de la ciudadanía. Lo mínimo esperable era que la votación de nuestra candidatura alcanzara, al menos, ese piso. Sin embargo, a pesar de grandes avances en lo social, la distancia entre las expectativas de cambio y la realidad de las políticas implementadas -marcadas por concesiones permanentes al gran empresariado y a la derecha- terminó profundizando la frustración y el desencanto entre trabajadores, juventudes y sectores populares. El gobierno actual fue percibido por amplios sectores populares como un gobierno que administró el orden neoliberal en lugar de enfrentarlo de manera más decidida.
La experiencia demuestra que, cuando un gobierno que se presenta como progresista o socialdemócrata no cumple las expectativas de quienes confiaron en él para transformar el modelo, no solo debilita a la izquierda, sino que abre de par en par la puerta a la restauración conservadora. No se trata solo de la alternancia entre progresismo y derecha en el poder, sino del avance de proyectos abiertamente ultraderechistas, que aprovechan el descontento social para ofrecer salidas autoritarias y represivas.
El peligro es real: que el fascismo vuelva a instalarse en Chile utilizando las herramientas de una democracia conquistada con décadas de lucha y sacrificio de la clase trabajadora y de los sectores más humildes, y que hoy corre el riesgo de ser manipulada y vaciada de contenido por quienes solo buscan defender sus privilegios de clase.
Para concluir, la enseñanza es clara: sin base social, sin claridad política y sin horizonte estratégico; ni la izquierda ni el progresismo lograrán recuperar las mayorías para hacer cambios verdaderos en Chile.
SEGUNDA PARTE: JEANNETTE JARA Y LA URGENCIA DE DETENER El FASCISMO
El Comando Nacional Unitario sabe que Chile está viviendo un momento decisivo y que un análisis politice es para convertirlo en acción. Un momento en que las palabras ya no bastan y en que las mayorias tienen que levantarse con fuerza, con humildad y con esperanza para construir un futuro distinto.
Precisamente porque reconocemos los errores y limites de la campaña y del gobierno, hoy tenemos la convicción profunda de que Jeannette Jara es la opción concreta para abrir un camino de cambios reales y, al mismo tiempo, cerrar el paso a la ultraderecha.
En el candidato de la ultraderecha vemos exactamente lo contrario: alguien que dice sin tapujos que va a desarmar nuestra institucionalidad, desmantelar el Estado y bajar los impuestos, pero sin decir abiertamente que los principales beneficiados serán el 3 o/o más rico de la población. Se presenta como un hombre sobrio y tranquilo, pero dentro de ese camuflaje se esconde un proyecto que busca reducir derechos, debilitar lo público y fortalecer aún más los privilegios de una minoría.
Pero también sabemos que para ganar no basta con nuestros votos. Tenemos que ir más allá. Tenemos que ir a buscar a quienes, en primera vuelta, expresaron su cansancio, su desilusión, su frustración, su rabia y su desconfianza votando por la derecha extrema o por Franco Parisi.
A ellas y a ellos no los miramos desde arriba. Los miramos de frente. Porque su malestar es real. Porque su indignación es legitima. Porque muchas de esas heridas también las hemos vivido nosotros.
La mujer, el trabajador o joven desilusionado no es un adversario. Es un compatriota que está
diciendo: «Quiero un país donde me respeten. Quiero un país donde mi esfuerzo sea valorado. Quiero un país donde la política deje de hablar sola en las alturas y empiece a escucharme.»
Y tienen razón. Por años, la política les dio la espalda. Por años, los abusos se multiplicaron. Por años, la vida se hizo más cara, más insegura, más dura. Y miles de familias sintieron que nadie -nadie- hablaba por ellas.
Hoy, nosotros tenemos la oportunidad de tender un puente. No de imponer, sino de escuchar. No de convencer a la fuerza, sino de conversar desde la verdad.
Porque Jeannette Jara viene del mismo Chile que la mayoria de ustedes. Del Chile que viaja en micro, que lucha por llegar a fin de mes, que sabe lo que cuesta cada peso. Del Chile que se levanta todos los dias con la esperanza de que este país sea un poco más justo, un poco más digno, un poco más humano.
A ese Chile hay que hablarle con el corazón, con claridad y sin miedo. Hay que decirle: «Queremos que exijas resultados. Chile no puede retroceder. Chile necesita un gobierno que se haga cargo del costo de la vida, de la seguridad, del empleo, de los abusos. Queremos que seas parte de un proyecto que no excluye, que no divide, que no abandona. Y Jeannette está lista para hacerlo.
Pero este mensaje no lo llevará una cadena de televisión. Este mensaje lo llevamos nosotros. En la feria. En el «casa a casa». En el trabajo. En la familia. En el chat de vecinos. En la micro. En la plaza. En cada conversación que demos con respeto, con convicción y con esperanza.
Compañeras y compañeros:
Este es una urgencia. Todo lo que hemos logrado obtener, está en grave peligro hoy. Es el momento de hablar, de escuchar, de convencer. De mirar más allá de nuestras diferencias y construir una mayoría grande, valiente, generosa. Es el momento de decirle al país que no tenemos miedo, que no nos resignamos, que no dejaremos el futuro en manos de los que quieren quitarte tus derechos.
Es el momento de conquistar el voto de los que no votaron por nosotros, no con soberbia, sino con verdad. No con promesas vacías, sino con compromisos firmes. No con división, sino con esperanza.
Cuando Chile se une, Chile avanza.
Cuando Chile se escucha, Chile crece.
Cuando Chile se organiza, Chile cambia.
Te invitamos a cambiarlo juntos.
MESA NACIONAL UNITARIA
25 noviembre 2025
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