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Sáhara Occidental: Medio siglo de historia desemboca en un callejón sin salida política

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12 de mayo de 2023

El Frente Polisario cumple 50 años sin vías de negociación con Marruecos, que controla un 80% del territorio de la excolonia

Conmemoración del 50º aniversario del Frente Polisario, el miércoles en los campamentos de refugiados de Tinduf (Argelia).MAHFUD MOHAMED LAMIN BECHRI (EFE)

El Frente Popular de Liberación de Saguía el Hamra y Río de Oro (más conocido por su acrónimo de Polisario) ha cumplido 50 años desde su creación en Mauritania, el 10 de mayo de 1973, como movimiento armado independentista frente al poder colonial español, que entonces consideraba el Sáhara Occidental como su provincia número 53. Poco más de dos años después tuvo que emprender el camino del exilio hacia Argelia junto con decenas de miles de saharauis que no aceptaron la entrega del territorio a Marruecos y Mauritania por parte de España en los estertores de la dictadura. El régimen del general Franco se sentía amenazado ante la Marcha Verde de cientos de miles de marroquíes hacia el desierto impulsada por el rey Hasán II a finales de 1975.

Apoyado por Libia y Argelia, el Polisario desató entonces una guerra que se prolongó durante 16 años. Mauritania ya se había replegado y firmado la paz con el Frente nacionalista cuando Marruecos aceptó un alto el fuego, que entró en vigor en 1991, que implicaba la creación de la Misión de Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental (Minurso). La consulta de autodeterminación nunca se celebró, pero ambas partes siguieron manteniendo contactos directos para buscar una salida política negociada.

Con casi la misma edad que el conflicto, el actual representante ante Naciones Unidas del Frente Polisario, Sidi Mohamed Omar, nacido en Esmara (220 kilómetros al este de El Aaiún, la capital del Sáhara Occidental) hace 52 años, participó en las últimas rondas de diálogo mantenidas en Manhasset (EE UU) (2007-2008) y en Ginebra (2018-2019) entre Marruecos y el Polisario. “No ha vuelto a haber más contactos directos”, precisa en una conversación telefónica desde Nueva York.

“Los actuales interlocutores marroquíes no son personas de diálogo. No vivieron los años de guerra abierta (1975-1991). Prefieren seguir el camino de los hechos consumados y la confrontación, mientras buscan legitimidad internacional sin conseguirlo. Pero el diálogo es el único camino para llegar a una solución duradera”, remacha su posición.

Siendo un niño, Sidi Omar tuvo que exiliarse junto con su familia en los campamentos de refugiados de Tinduf (Argelia), donde nueve de cada diez refugiados sobreviven en la actualidad gracias a la ayuda internacional. Formado en universidades de Siria y en España, este diplomático saharaui —que ha sido también representante del Polisario ante la Unión Africana (de la que también forma parte Marruecos)— admite que el conflicto sigue estancado en Naciones Unidas tras medio siglo de turbulencias.

El secretario general de la ONU, António Guterres, trató el lunes en Madrid la cuestión del Sáhara Occidental con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. En principio, el mandatario español no tiene previsto abordar el asunto este viernes en la agenda de su visita a la Casa Blanca con el presidente Joe Biden, a pesar de que la prensa marroquí evoca su eventual inclusión en el orden del día. Los jefes de las respectivas diplomacias de Madrid y Washington, José Manuel Albares y Antony Blinken, no lo han citado entre los temas que ya han tratado, aunque la agenda de los jefes del Ejecutivo, por definición, está siempre abierta.

España y Estados Unidos forman parte del llamado Grupo de Amigos del Sáhara Occidental, la primera como antigua potencia administradora y el segundo como responsable de la redacción de las resoluciones del Consejo de Seguridad sobre el territorio. Ambos han participado además en las últimas consultas efectuadas entre las partes (Marruecos y el Polisario, además de Argelia y Mauritania) efectuadas por el enviado de la ONU para el Sáhara, el veterano diplomático italosueco Staffan de Mistura, quien actúa como mediador internacional desde finales de 2021.

“No hay cambios significativos”, asegura Sidi Omar tras la ronda de consultas. “Nosotros esperamos que De Mistura cumpla con su misión de lograr una solución pacífica y duradera que contemple la libre determinación del pueblo del Sáhara Occidental. Pero sin la ayuda del Consejo de Seguridad no puede avanzar. Depende de la actitud de miembros permanentes del Consejo, como Francia, que da apoyo incondicional a la otra parte, y hasta cierto punto también de Estados Unidos. Marruecos se niega a seguir el Plan de Arreglo de 1991, único acuerdo aceptado hasta ahora por ambas partes”, argumenta. “La misión de De Mistura no es imposible, pero sigue siendo muy difícil”.

El contencioso del Sáhara Occidental comienza a equipararse a antiguos conflictos internacionales interminables, como los de Cachemira, Chipre o Palestina. No se vislumbra una solución política. Para Marruecos, el Sáhara forma parte integrante de su territorio nacional. Tan solo admite desde 2007 un sistema de autonomía regional bajo soberanía marroquí. Para el Frente Polisario, respaldado por Argelia, se trata de una mera cuestión de descolonización.

“La antigua potencia administradora, España,  se desentendió de su responsabilidad y dejó que dos países vecinos se apoderaran del territorio. España es el primer responsable de todo lo que le ha pasado al pueblo saharaui por no cumplir con sus obligaciones internacionales”, advierte el representante del Polisario ante la ONU, “y sigue siendo, de iure, la potencia administradora”.

El Polisario se aferra al plan de autodeterminación mediante un referéndum que abriría la puerta a la independencia, diseñado hace más de tres décadas por Naciones Unidas y suscrito entonces por las partes. La deriva de los países occidentales en favor del plan de autonomía ofrecido en los últimos años por Marruecos ha relegado, sin embargo, las tesis de los independentistas. Cuando la Minurso ya había organizado los detalles del viaje, De Mistura, de 76 años, exmediador de la ONU en Afganistán, Irak, o Siria, no pudo viajar el año pasado a El Aaiún, ante un aparente veto de Rabat, dentro de la gira regional que emprendió para intentar reactivar el estancado proceso de negociaciones sobre el Sáhara Occidental.

Enrocado en la tesis de la autonomía tras la deriva en su favor de Estados Unidos y varios países occidentales —entre ellos España, que la considera como “la más seria, realista y creíble”— el Gobierno de Rabat juega con el tiempo a su favor. “Ha habido muchos cambios en 50 años, pero lo que pasó en marzo de 2022 fue un giro radical de España que solo ha empeorado las cosas al abandonar la neutralidad activa y pasarse al otro lado”, asegura Sidi Omar.

“Otro episodio de la traición”

“Para los saharauis ha sido un paso atrás. Otro episodio de la traición de España. Los españoles vivieron muchos años con los saharauis antes de la Marcha Verde. Tenemos profundos lazos históricos, y el castellano es nuestro segundo idioma oficial”, sostiene el diplomático saharaui. “En todas partes nos siguen preguntando por las razones del giro radical del Gobierno actual, pero no tenemos respuesta”.

La Administración de Biden no ha culminado el compromiso del presidente Donald Trump a finales de 2020, —tras reconocer la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental a cambio de la normalización de relaciones de Rabat con Israel—, de abrir un consulado estadounidense en el territorio de la excolonia española. También España actúa allí con pies de plomo. “El anuncio de abrir dependencias del Instituto Cervantes en El Aaiún”, matiza Sidi Omar, “puede reforzar la postura marroquí, pero no supondría un cambio jurídico, sino un gesto político”.

La ruptura del alto el fuego entre Marruecos y el Polisario desde finales del 2020, a la que el primero intenta poner sordina y el segundo trata de publicitar, tampoco parece haber alterado la ecuación de fuerza sobre el terreno. En un gesto de “buena fe”, el Frente Polisario ha vuelto a permitir el paso de los convoyes de la Minurso para avituallar a sus efectivos en los puestos de observación avanzados, situados más al este del muro o terraplén de arena erigido por Marruecos en los años ochenta y noventa del siglo pasado que divide el territorio del Sáhara Occidental. Los combates lo habían impedido durante más de dos años. Como una voz que clama en el desierto, la ONU sigue alertando de que los enfrentamientos en el territorio de la excolonia española, amenazan con desembocar en un conflicto abierto a escala regional al sur del Mediterráneo Occidental.

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El autor, Juan Carlos Sanz, es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

*Fuente: El País

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