Los culpables no son las farmacéuticas, sino la Comisión, el Parlamento y los gobiernos europeos
por
4 años atrás 9 min lectura
29 de enero de 2021
Voy a comenzar este artículo por lo que había pensado que fuese mi conclusión final:
– Un informe de la Cámara Internacional de Comercio (aquí) estima que si los países continúan aplicando un enfoque descoordinado para la distribución de vacunas y los gobiernos no garantizan el acceso de las economías en desarrollo a las vacunas covid-19, el mundo corre el riesgo de pérdidas del PIB mundial solo en 2021 de hasta 9,2 billones de dólares.
– Dicho informe calcula que la financiación que faltaría poner para proporcionar una vacuna a toda la población del mundo que la necesita sería de unos 27.200 millones de dólares. Es decir, 338 veces menos del daño que produciría no hacerlo.
– Por cada uno de los 27.200 millones de dólares necesarios, las economías podrían recibir un retorno de 166 dólares.
– Esos 27.200 millones de dólares representan el 3% de los 750.000 millones de euros que la Unión Europea tiene previsto dedicar a combatir la pandemia y sus efectos económicos.
A la vista de estos datos, que la Comisión Europea se empeñe en mantener la estrategia de mercado que está siguiendo, que el Parlamento Europeo no se levante y reclame sensatez y que los gobiernos sigan poniendo en peligro a su población y arruinando a sus economías a mí no parece que sea insensato sino criminal. Y ahora, explicaré por qué me lo parece.
El proceso de vacunación está siendo un desastre en la Unión Europea y la Comisión se empeña ahora en hacernos creer que la culpa es de un laboratorio que incumple los contratos.
No voy a defender aquí a AstraZeneca, cuya historia está plagada de fraudes, incumplimientos y malas prácticas asociadas a su posición cuasi monopolista en los mercados (aquí información detallada). Solo quiero señalar que, a mi juicio, los responsables del desastre en el que se hallan los países europeos no son los laboratorios sino las instituciones europeas que han planteado mal, desde el principio, la lucha contra una pandemia que va a terminar provocando, como se sabía que iba a ocurrir, la crisis económica más grave de la historia contemporánea.
La Unión Europea en su conjunto no ha sabido o no ha querido asumir que la pandemia de la covid-19 es un problema mundial y que como tal debería haberse enfrentado. Se ha sumado al «sálvese quien pueda» de los países más ricos, en lugar de entender que una emergencia planetaria como la que vivimos requiere medidas de cooperación global y que solo con eficacia, cooperación, solidaridad y equidad se puede combatir realmente a un virus que no entiende de fronteras.
La Unión Europea ha actuado desde el inicio de la pandemia anteponiendo los intereses financieros a los sanitarios y permitiendo que la respuesta viniera de empresas que, legítimamente, se deben a sus accionistas y al cumplimiento de sus objetivos comerciales.
Tratando equivocadamente de ahorrar recursos, la Comisión Europea se hizo cargo del aprovisionamiento de las vacunas y ahí ha cometido también errores garrafales que al final provocarán despilfarro, retraso en la respuesta sanitaria y mayores costes en vidas y en dinero a todas las economías europeas. Aunque, en realidad, ni siquiera se respetó ese principio y se dejó que grandes países, como Alemania, mantuvieran estrategias particulares de compra. No se supo gestionar la adopción de acuerdos con celeridad y eficacia y su burocracia retrasó la aprobación y la compra de las vacunas. Sin llegar a los 450 millones de habitantes, los propios responsables de la Comisión afirman haber confirmado la compra de unas 2.300 millones de dosis y, sin embargo, ahora no hay disponibles para seguir con el proceso, a diferencia de lo que ocurre en otros países.
A la Unión Europea, como a otros pocos países ricos, se le ha llenado el ojo antes que la tripa y ahora resulta que solo diez de ellos disponen del 75% de la producción de las vacunas. Un completo sinsentido que dará lugar a que la pandemia y sus tremendos efectos económicos se sigan extendiendo.
La Unión Europea ha procedido con oscurantismo a la hora de contratar. Salvo en un solo caso, no se han hecho públicos los contratos a pesar de suscribirlos con dinero público; y solo por error o filtraciones se saben los precios de las vacunas o que se ha renunciado a exigir responsabilidad a las empresas. Una auténtica barbaridad cuando, al mismo tiempo, se ha permitido que el proceso de obtención de las vacunas haya sido irregular y en muchas ocasiones dictado por los intereses financieros de los laboratorios.
Se ha tomado el pelo a la ciudadanía, como hizo la comisaria de Salud en el Parlamento Europeo cuando afirmó que «la Comisión está legalmente imposibilitada para desvelar la información que contienen estos contratos debido a la naturaleza altamente competitiva de este mercado» (aquí). Una mentira vergonzosa porque el mercado en el que se producen y distribuyen las vacunas contra la covid-19 es justamente lo contrario, muy poco competitivo. Es, en realidad, oligopolista e incluso monopolista en algunos casos o desde ciertos puntos de vista. Por tanto, lo inteligente, lo razonable, lo más justo, lo incluso menos costoso y, por supuesto, lo más seguro para la vida de las personas, hubiera sido corregir a ese mercado no competitivo, domeñarlo, someter a las fuerzas que no actúan con la auténtica competencia que hace eficientes a los mercados, y no aceptar las condiciones ineficientes y peligrosas para la salud que imponen quienes se están saltando a la torera las leyes que se supone que deben guiar el funcionamiento de los mercados para que estos funcionen adecuadamente.
Las autoridades de la Unión Europea ha dado por bueno que empresas como Pfizer vayan a tener unos márgenes de beneficio de entre el 60% y el 80% con su vacuna (aquí) y, en general, que todas ellas hagan el mayor negocio de su historia gracias a la investigación básica que han realizado instituciones públicas (aquí) y con el dinero de los gobiernos que ahora no les reclaman el valor generado por sus inversiones (aquí). Sencillamente hablando, es una falsedad que las vacunas contra la covid-19 solo hayan sido posibles gracias al esfuerzo inversor de los laboratorios farmacéuticos y al monopolio que les conceden las patentes. Como expliqué hace unos meses (La covid-19 y la propiedad de las vacunas y medicamentos) el régimen de propiedad y las condiciones de los mercados actuales no facilita la innovación, ni mejora la cobertura de la salud en el mundo sino que las empeora, entre otras razones, porque las empresas dedican más recursos a obtener rentabilidad financiera que a innovar: en 2017, 2018 y 2019 dedicaron 28.600 millones de dólares a recompras de acciones y 10.000 millones a I+D (aquí).
Las autoridades de la Unión Europea han renunciado a considerar la solución de la pandemia, las vacunas, como lo que debería ser, un bien público al que debieran acceder de modo gratuito y equitativo todas las personas del mundo, puesto que la Covid-19 es un mal global. Por el contrario, han permitido que se conviertan en una mercancía más, impidiendo así su uso generalizado, eficiente, menos costoso, y seguro.
La Unión Europea, es decir, la Comisión que tomó decisiones ejecutivas erróneas, el Parlamento que no fue capaz de imponer principios morales y medidas políticas alternativas, y los gobiernos de todos los países que no han sabido coordinarse con eficacia, ni anteponer los intereses generales y el cuidado de la salud a los mercantiles de las grandes empresas, son los responsables de lo que está sucediendo en Europa.
La Unión Europea ha renunciado a actuar como un motor de progreso y ha sucumbido una vez más -cuando la enfermedad y la muerte de millones de personas y una gigantesca crisis económica reclaman más que nunca una política para el bien común- a las lógicas del capitalismo financiarizado, especulativo y monopolista de nuestro tiempo. Es una vergüenza y una ignominia que, en lugar de estar preocupadas por adoptar soluciones inmediatas, eficaces, seguras y justas en Europa y de contribuir a que ocurra lo mismo en el resto del mundo, las autoridades europeas no den tregua y estén más dedicadas a recordar los recortes en bienestar, pensiones, cuidados, educación o salud que deberán hacer los gobiernos cuando todo esto concluya.
La Unión Europea es responsable de lo que está sucediendo con la pandemia en Europa y en concreto del fracaso en la estrategia de vacunación porque renunció a lo que podría haber hecho y que está contemplado y asumido por la Organización Mundial de la Salud, la expropiación de las patentes cuyo monopolio afecta a la covid-19. Como vienen solicitando cientos de autoridades, premios Nobel, científicos y organizaciones de todo tipo (aquí), para combatir la pandemia se necesitaba la puesta en común de todas las patentes, datos, conocimientos y tecnologías disponibles en el planeta; un plan de producción y distribución global con transparencia y a precios reales; y la garantía de que la vacuna se proporcionaría gratuitamente a todas las personas y dando prioridad a quienes están más expuestas, a las más vulnerables y a los países con menos capacidad para salvar vidas.
La Unión Europea es responsable y ahora no puede culpabilizar a terceros, porque se sabía de sobra que una estrategia de mercado como la que adoptaron sus dirigentes iba a tener las consecuencias que estamos sufriendo.
Hasta uno de los más grandes defensores del mercado, Milton Friedman, reconocía que «por supuesto, la existencia de un mercado libre no elimina la necesidad de un gobierno. Por el contrario, el gobierno es esencial como foro para determinar las reglas del juego y como árbitro para aplicar las reglas que se decidan». El problema de la Unión Europea es que se empeña en que esas reglas no sean otras que la que desean, precisamente, los oligopolios y monopolios que dominan los mercados, y los convierten en fuentes de ineficiencia, inseguridad, inmoralidad y injusticia que matan a la gente.
-El autor, Juan Torres López, es catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla. Dedicado al análisis y divulgación de la realidad económica, en los últimos años ha publicado alrededor de un millar de artículos de opinión y numerosos libros que se han convertido en éxitos editoriales. Los dos últimos, ‘Economía para no dejarse engañar por los economistas’ y ‘La Renta Básica. ¿Qué es, cuántos tipos hay, cómo se financia y qué efectos tiene?’. En Público.es, 29.01.2021
*Fuente para piensaChile: OtherNews
Artículos Relacionados
Declaración sobre el levantamiento de Baltimore
por Carl Dix (EE.UU.)
10 años atrás 3 min lectura
Nada ni nadie podrá romper la eterna amistad entre Argentina y Venezuela
por Sergio Rodríguez Gelfenstein (Chile)
5 años atrás 4 min lectura
¡Yo SÍ apruebo Nueva Constitución!
por La Calle
5 años atrás 1 min lectura
Terrorismo informativo y manipulación mediática en Ecuador
por Atilio Borón (Argentina)
8 años atrás 2 min lectura
El Paro Nacional y la indignación general
por Yasna Mussa (Chile)
8 años atrás 5 min lectura
Organizaciones demandan al SAG prohibición del cancerígeno herbicida glifosato
por
6 años atrás 9 min lectura
Presidente del Sindicato de Starbucks: «Se hacen millonarios a costa de la precarización laboral»
por Canal Ciudadano (Chile)
3 días atrás
4 de abril de 2025
En entrevista con El Ciudadano, el presidente del sindicato de Starbucks, Antonio Páez, se refirió al acuerdo alcanzado entre los trabajadores y la empresa tras más de tres semanas de movilización.
«Rechazamos ex-CNI (Tejas Verdes) como Director de SECPLA en San Antonio»
por Fundación por la Memoria San Antonio (Chile)
3 días atrás
04 de abril de 2025
«Le exigimos al Sr. Ovalle que entregue los antecedentes (de Tejas Verdes) que sin duda alguna están en su conocimiento en virtud de su rango de oficial mientras fue parte de la CNI, además de exigir su inmediata desvinculación de los organismos municipales.»
El empresario Morstadt debe a CONADI el pago del predio en disputa con Julia Chuñil
por Lucía Sepúlveda Ruiz (Chile)
3 días atrás
04 de abril de 2025
Julia Chuñil es mujer, mapuche, y campesina, y tenía 72 años cuando desapareció. Su vida y su historia hasta el 8 de noviembre de 2024 están marcadas por la violencia racista, de género y la violencia de clase, a la que se sumó en los últimos años la violencia extractivista. Ahora la suerte de la defensora de bosques y aguas de su territorio ancestral, depende de una justicia patriarcal.
Embajadora marroquí en grupo organizador de celebración del Premio Nobel de Gabriela Mistral (!?)
por La Marejada (Chile)
3 días atrás
04 de abril de 2025
En una controvertida decisión que cuestiona su compromiso declarado con los «derechos humanos en cualquier parte del mundo», el Gobierno de Chile encabezado por Gabriel Boric y su Ministra de Cultura, Carolina Arredondo, y su Ministra de la Mujer, Antonia Orellana, han integrado a la Embajadora de Marruecos en Chile, Kenza El Ghali, al grupo organizador de los eventos de conmemoración de los 80 años del Premio Nobel a la poetisa, literata, diplomática y educadora chilena Gabriela Mistral.