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El quiebre del “excepcionalismo” de los Estados Unidos

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En los inicios del siglo XX, las tropas norteamericanas invaden México, Guatemala, Nicaragua, Colombia, y Ecuador bajo el concepto de una supuesta autoridad moral, que la expresa el presidente Willian Taft, con estas palabras,  “El hemisferio todo nos pertenecerá, como de hecho, ya nos pertenece moralmente, por la virtud de la superioridad de nuestra raza”. Este ejemplo y los numerosos países que han caído bajo la fuerza militar de los Estados Unidos es producto de una cultural que se fue formando desde los inicios, con la llegada de los primero colonos, hasta que se creó en la mente  del norteamericano  el concepto del excepcionalismo, que promueve a los Estados Unidos, como cualitativamente superior y diferente a otras naciones, cuyas reglas se pueden aplicar a otros países, pero no a Estados Unidos.

Joseph Nye en su estudio, “Do Morals Matter?”, define a los estadounidenses bajo  la creencia  que su país es “excepcional” porque “definimos nuestra identidad no por la etnicidad, sino más bien por una visión liberal de la sociedad y un estilo de vida basado en la libertad política, económica y cultural”. Así que este excepcionalismo es un concepto bajo el cual se esgrime la excusa para ignorar el derecho internacional, invadir otros países e imponer gobiernos a sus pueblos, como ocurrió con nuestro país.

El propio John F. Kennedy, demócrata  instaba a los estadounidenses a favorecer la diversidad en el mundo, pero durante su mandato envió 16.000 soldados a Vietnam, cantidad que  creció a 565.000 cuando llegó a la presidencia su sucesor, Lyndon B. Johnson, también demócrata. De la misma manera, George W. Bush, republicano, justificó la invasión y la ocupación de Irak por parte de Estados Unidos, con la estrategia de Seguridad Nacional que promovía la libertad y la democracia.  Estas intervenciones son conocidas, y tienen mayor énfasis  a partir de la década de 1890, principalmente por iniciativa de los Republicanos. Esta transversalidad en política, muestra un núcleo duro asentado en la cultural de una sociedad dispuesta a usar la fuerza.

La excepción a la política señalada la impuso Donald Trump, tal vez porque no vio la necesidad de usar esa especie de tradición de los gobiernos anteriores para atacar otros países, debido a que existía la urgencia en priorizar las relaciones de negocios, conociendo que la economía  venía arrastrando profundos desequilibrios económicos y financieros por décadas.  A eso se debe que en su discurso inaugural Trump declaró: “Estados Unidos primero… Buscaremos la amistad y la buena voluntad de las naciones del mundo, pero lo hacemos con la conciencia de que todas las naciones tienen el derecho de anteponer sus propios intereses”. Por supuesto, que lo dicho no calza con la realidad de lo actuado, en especial cuando es sorprendido reiteradamente mintiendo con falsedades en un  juego en que parece estar gobernando para su ego. Si no gano, las elecciones son un fraude, ha señalado.

A la pregunta de qué está pasando con la economía en tiempos de crisis por la pandemia, se puede considerar que están operando dos dimensiones, una encabezada por Wall Street, que presenta aumentos del mercado, apoyado por las políticas fiscales y monetarias que han sido masivas y extraordinarias. En efecto, el S&P 500 cotiza a la mayor desviación de su tendencia con un crecimiento histórico, casi exponencial. Es en el sector financiero donde se notan los contrasentidos, las empresas fuertes  con ingresos reales y con un historial de éxito para los inversores, están enfrentando un desempeño inferior. Esto es consecuencia de las perspectivas que han preferido los inversionistas  para lograr extraordinarias ganancias, respecto de entidades con pocos ingresos y deudas masivas, que han tomado el liderazgo de las ganancias poco confiables del camino especulativo.

La especulación, como señala Michael Lebowitz, al relacionar la actual situación con lo ocurrido en 1999, es cuando empresas sin ganancias ni ingresos respecto de la economía real, explotaron al alza con gran fuerza, lo que finalmente resultó en la explosión de la burbuja de las “PuntoCom”. Todo esto es consecuencia de la política monetaria de la FED, que ha inyectado cuantiosos recursos que se estacionaron en el sector más rico, dueñas de las grandes corporaciones y empresas que dominan el mercado mundial.

La otra dimensión la conforma la economía real, (Main Street), los miles de millones de trabajadores que ganan salarios de pobreza, la gente apta para trabajar pero que ha sido desplazada del trabajo y se le niega el crédito, los que apenan consumen un mínimo para su supervivencia y los millones de cesantes.  No obstante lo señalado, lo transcendental va mucho más allá del divorcio entre lo real y la especulación, que funcionan en estancos separados. Lo que se observa  es la trizadura de esa especie de núcleo fundacional de los Estados Unidos, que se recoge de las críticas internas, en relación con el desgajamiento del “excepcionalismo” en los Estados Unidos.

En una publicación del 18 de agosto de 2020, en la revista “Rolling Stone”, el  antropólogo, etnobotánico canadiense, Wade Davis, de la Universidad de Columbia Británica señala lo siguiente, “En una temporada oscura de pestilencia, COVID ha reducido a jirones la ilusión del excepcionalismo estadounidense. En el punto más álgido de la crisis, con más de 2.000 muertos cada día, los estadounidenses se encontraron miembros de un estado fallido, gobernado por un gobierno disfuncional e incompetente en gran parte responsable de las tasas de mortalidad que añadió una coda (final) trágica al reclamo de Estados Unidos de supremacía en el mundo. »

Davis hace comparaciones con un artículo escrito por Matt Taibbi en 2010 titulado «La gran máquina de burbujas estadounidense» centrado en Goldman Sachs como un «calamar vampiro envuelto alrededor del rostro de la humanidad». Davis, llega a sugerir que los días de dominio de EE. UU., pueden deshacerse con la pandemia de COVID-19. Debido a la gravedad de la situación que vive el mundo, debemos estar  preparados para reconocer la “guerra del miedo”, que nos infundirán para cubrir la desmoralización que puede producir el quiebre del modelo económico, que vendrá acompañado con la secuela financiera.

A principios de este verano, Stephen Roach, investigador principal de la Universidad de Yale y ex presidente de Morgan Stanley Asia, advirtió “el dólar estadounidense puede enfrentar un desafío a su lugar como la moneda de reserva del mundo. El destacado economista dijo a en una entrevista a MarketWatch que, la caída del dólar podría ocurrir a «velocidad vertiginosa » y que la era de la hegemonía estadounidense podría estar llegando a su fin, citando aumentos en el déficit fiscal de la nación y por la reducción de los ahorros”.

La élite norteamericana del 1%, más rico, ha logrado posesionarse de US$ 30 billones de dólares en activos, mientras el resto de los estadounidenses tienen deudas que sobrepasan a sus activos. Lo señalado está mostrando que los nuevos máximos operados en Wall Street, como el índice de referencia bursátil del mercado amplio, están acelerando la riqueza de los más ricos y sintetizan que la economía de EE. UU., y de gran parte de la economía del mundo desarrollado, y también la nuestra, están hechas trizas, en medio de la pandemia de covid-19.

Se manipula cuando se habla de mejoría para la economía, con el regreso a la “normalidad”. Si examinamos  lo que está ocurriendo en gran parte del mundo y alrededor nuestro, vemos que no existe relación, no hay coherencia  entre las dos dimensiones mencionadas, los aumentos del valor de las acciones de Wall Street y la economía real (ó Main Street, como es  mencionada por los analistas). La economía real está paralizada con millones de trabajadores cesantes en todas las actividades. Lo dice también Michael Lebowitz, profesor de Economía estadounidense, “Las compañías más fuertes con una generación de ingresos predecible y balances sólidos tienen un desempeño muy inferior al de las ganancias poco confiables y los balances sobrecargados. La perspectiva de un crecimiento futuro majestuoso ha superado el crecimiento confiable”.

El fenómeno que domina  la actividad financiera actual, se llama especulación, con mayor riesgo de aumentar y escalar a montos nunca visto, dejando “grandes ganancias” a los inversionistas y entidades financieras relacionadas estrechamente con los dueños de los bancos del  1% más rico, hasta que si dichas ganancias se transparenten con la economía real. Recordaremos que en el 2007, la estrategia de valor para comprar se radicó en las hipotecas. Grandes inversionistas y enormes entidades financieras bancarias, desarrollaron el juego de especular con las hipotecas, comprando instrumentos financieros con un alto precio respaldado por hipotecas, esperando poder vender más caro, hasta que se ingresa a una espiral de la que no se puede salir, excepto cuando ingresa más liquidez (Dinero de la FED), y/o colapsan las burbujas, que es cuando se transparentó con la realidad de las personas, constatándose que no tenían como pagar las hipotecas, la mayoría estaban cesantes.

Junto con David Dodd, Benjamin Graham intentó una definición precisa de inversión y especulación en su trabajo fundamental, “Security Analysis”, “Una operación de inversión es aquella que, tras un análisis exhaustivo, promete seguridad del capital y un rendimiento satisfactorio. Las operaciones que no cumplen con estos requisitos son especulativas”. Lo que vivimos en la actualidad, es un frenesí especulativo de avaricia a nivel desconocido por una clase de individuos, que no tienen capacidad (porque nunca se les desarrollo), para entender lo que ocurre. No es una cuestión de si ocurrirá o no, sino de cuando.

Las nebulosas apuestas sobre seguros, sobre las deudas colateralizadas conocidas como “derivados” que ni siquiera existían hace unas décadas, ya hicieron el daño y no importa lo que la FED y el Banco Central Europeo y otros bancos hayan intentado hacer para detener una nueva ruptura de las burbujas en los últimos meses, nada ha funcionado. Las tasas de interés de cero a negativas no han funcionado, la apertura de préstamos de recompra durante la noche de miles de millones de dólares a bancos en quiebra no ha funcionado, tampoco el retorno de la flexibilización cuantitativa que se reinició en Octubre, ya no importa, la situación siguen empeorando.

El fallecido economista Lyndon LaRouche, dijo, “…Hace veinte o veinticinco años, teníamos la base, de manera normal, para llegar a 25 mil millones de personas, sin ningún gran problema. En los últimos 30 años, hemos destruido gran parte de la tecnología productiva y la capacidad productiva del planeta, y estamos en un desastre». El valor de los activos financieros estadounidenses en la actualidad tienen un tamaño máximo histórico de 6.2 veces el PIB. Se han creado nuevas burbujas «Subprime» en el sector de la deuda corporativa, que ha aumentado más de US$ 13.8 billones, 16% mayor que el año anterior, de la cual, un 25% se considera basura. La Sociedad Estadounidense de Ingenieros Civiles concluyó que Estados Unidos necesita gastar desesperadamente US$ 4.5 billones solo para reparar su infraestructura deteriorada para resolver niveles de inseguridad.

Uniendo todo, según los estrategas del Bank of America, apuntan a una cifra de US$ 20 billones para estimulo que se asigna en US$ 8.5 billones en dinero y de US$ 11,4 billones de estimulo fiscal. El plan en discusión en el Congreso de EE UU va de US$ 1,5 billones de los republicanos, hasta US$ 3.5 billones de los demócratas. ¿De dónde vendrá el dinero?, ¿quién está comprando los bonos del Tesoro de los Estados Unidos?  La FED US$ 6,2 billones, Bancos Comerciales de EE UU., US$  3,4 billones, Otros Bancos Centrales, US$  3,3 billones. El financiamiento  proviene en un 74.5 % de la FED que imprime dólares y de la banca comercial interna respaldada por la FED, que financia el gasto federal  y los déficits que vendrán.

La FED de la era Greenspan enfrentó la crisis de 1987 con la varita de un mago, y en lugar de volver a conectar la economía con la realidad física y reconstruir la base industrial en decadencia,  eligió en cambio “normalizar” la economía  con  «instrumentos financieros creativos». La FED hace todo lo posible para ampliar la disparidad de la riqueza en la mayor medida posible, porque está ligada al sector de los más ricos. Ese ha sido su principio rector, y seguirá siéndolo.

Está de regreso el rebrote del virus en los Estados Unidos, Europa y también ocurrirá en Chile. No espere nada de Donald Trump, no espere nada de Piñera, no conocen, porque no está en su ADN conocerlo, lo que está ocurriendo en el mundo real. A  medida que el mercado sigue atascado en grandes burbujas, (Wall Street),  la economía real (Main Street), la de hoy, sigue desintegrándose. Con el regreso del coronavirus, deberán gastar enormes sumas adicionales para la supervivencia humana, obligados a cerrar las actividades por el rebrote del virus. Se puede producir el colapso del dólar. Si insisten en abrir, ocultarán los datos reales y sacrificarán la vida de la gente de trabajo, porque los ricos no pueden dejar de ganar.

 

Mario Briones R.

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