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El ocaso de los líderes: Liderazgo político y social para esta hora de Chile

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Está claro que el acuerdo logrado por el parlamento ha puesto a Chile en otra fase de su crisis. Por cierto no la resuelve ya que esta es una crisis prolongada y lo que se ha logrado es un acuerdo sobre un aspecto de su proceso de abordaje y no sobre su contenido. Como era de esperar se levantan voces que muestran aprobación y desaprobación al acuerdo logrado. Ellas surgen desde espacios de liderazgo político y social, esto es, Partidos y gremios y son, por cierto, muy legítimas.

Lo que importa destacar es que hoy vivimos una crisis que coloca en el centro de su curso de acción el tema de liderazgo. Abordare este aspecto repitiendo lo que señalaba en una reflexión hecha para la Sociedad de Interamericana de Psicología en los inicios de esta crisis.

Señalaba en la ocasión que aparte de su origen, otro factor a tener presente en este proceso es como se conduce. Chile despertó al parecer, y su despertar es una marea horizontal que al igual que en otros países carece de liderazgo. La experiencia histórica muestra que ningún movimiento social que no tenga una conducción y una orgánica triunfa. La pregunta es cómo debe ser el liderazgo que se requiere y como la orgánica que lo sustenta.

La tarea del liderazgo es urgente. En la resolución de esta tarea podría estar el que Chile se trasforme en un modelo de país que se encamina como sociedad hacia la superación del neoliberalismo. El conflicto que vivimos es parte de nuestra realidad social- Para mantener el equilibrio siempre está en juego la capacidad negociadora, porque el poder es siempre una relación de fuerzas.

Esto es como un hecho ontológico en nuestra sociedad. Está presente en la lucha permanente por la libertad e igualdad que emprenden los subordinados y desprovistos de poder ante minorías que gobiernan sobre sus vidas. Siempre ha sido históricamente así, solo que hoy quedo muy claro que la riqueza que se construye con cooperación social, es administradas por un grupo guiado por la emoción propietaria y una sed insaciable de amasar riquezas.

Recientes estudios sobre este tipo de movilizaciones, (Hard y Negri, 2019), nos muestran que a esto sigue una división epistemológica, por un lado, que este estado de cosas se debe considerar un orden fijo, permanente y orgánico, dictado por la naturaleza y, por el otro, es una búsqueda de la verdad desde abajo, ya que ella no está dada y se construye en la práctica.
Creo que el país está parado hoy en este punto. El liderazgo entonces aquí es clave porque se deben abandonar antiguos esquemas en que éste hablaba en tercera persona. Un sujeto que “representaba” a un grupo y que actuaba como un observador individual, contemplativo y externo para dar paso a un liderazgo de un sujeto con enfoque interpretativo y comprensivos más relacional, en que los resultados se producen como consecuencia de una “acción conjunta”, (J.Shotter, 2001), entre todos los participantes y miembros del grupo.

Este liderazgo no puede ofrecer hablar en nombre del grupo ni menos representarlo, sino que es un simple realizador de “ensamblaje” dentro de una multitud que se autoorganiza y coopera en libertad e igualdad para producir las acciones que le permitan lograr lo que desean.

Este liderazgo que se planta como necesario en esta etapa de la crisis social en Chile, es el que permite responder a dos condiciones de los sistemas complejos. El fenómeno de la emergencia y el de la autoorganización. Esta crisis es emergente y la respuesta que está apareciendo es la autoorganización. A eso responden las demandas de un proceso constituyente y las formas espontaneás de organización de cabildos y asambleas locales.

El tipo de coordinación de acciones que se requiere es la emergencia sincrónica de la relación de las partes y el todo, esto es, la relación entre la base social y el Estado, la articulación de los procesos micro y los macro.  En los sistemas sociales no se da un operar autorregulado como en los sistemas biológicos, por lo que se hace necesario proveer las condiciones para que el funcionamiento sincrónico se articule con la emergencia diacrónica propia de la dinámica social. Esto requiera de una gran capacidad de los actores sociales para crear grandes consensos normativos.

Aquí está, según mi parecer, el mayor desafío del liderazgo para estos momentos. Los líderes deben poseer metodologías de acción participativa para poder introducirse en conversaciones instaladas en la cultura de la organización social, que le permitan desarrollar una visión compartida de país, que haga posible diseñar estrategias de cambio. Es una tarea de promover “emprendizaje social” para facilitar la emergencia de un proyecto de país que supere la crisis.

Ha pasado demasiado tiempo de abandono de prácticas sociales participativas y dialógicas y este es un déficit que debe superarse de manera urgente. No sirve mucho a eso la pretensión de liderazgo de actores políticos y sociales que hablan en nombre de la movilización social como si ellos fueran sus propietarios. Este liderazgo es el que se requiere superar. El vanguardismo, el iluminismo y la omnipotencia son malos consejeros para los que hoy tienen responsabilidades de conducción social. Ellos deben ser reemplazado por la humildad, la capacidad dialógica y las prácticas sociales que permitan el surgimiento de los otros como legítimos contradictores y potenciale cooperadores.

Quizá si la escena de la firma del documento de acuerdo marque el inicio del ocaso de estos líderes. Puede que sea de las últimas puestas en escena en su vida pública, para ellos y para los que se auto atribuyen la vocería del mundo social…

En esta hora el mayor servicio a la causa de la movilización social es que todos los líderes dejen los espacios a un nuevo tipo de liderazgo y que se preparen para abandonar la escena social en una hora en que ellos irán siendo cada vez menos necesarios.

Finalmente, esta puede ser una crisis prolongada y requiere mirarla en perspectiva de futuro. Para ello hay que volver la mirada a la educación, para darle la centralidad que debe tener en la construcción de una sociedad distinta. Ha habido demasiada despreocupación y abandono de este factor clave para el futuro de una sociedad. Los intentos de reforma no han pasado de ser ajustes estructurales que más bien han reforzado la cultura neoliberal. Se requiere plantear los procesos educativos a partir de los desarrollos científicos más recientes de las ciencias cognitivas, para reformular estilos de enseñanza y de convivencia y contenidos curriculares que formen sujetos autónomos y socialmente responsables.

El autor, Jorge Leiva Cabanillas, es psicólogo Ph.D.

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