Uruguay en el último tramo de campaña electoral
por Pablo Álvarez (Uruguay)
5 años atrás 15 min lectura
Las dos semanas que restan para la contienda uruguaya irán acelerando la campaña hacia una votación que, junto a la argentina y la boliviana, serán un punto de inflexión en la política regional. En estos días, la campaña electoral hacia la primera vuelta entró en su último tramo. Se comienza a notar más, pues llamaba la atención el poco estado de penetración del “modo campaña”. La vía pública comienza a pintarse de rostros, sonrisas y apellidos. Los medios aceleran su agenda política, empezaron a aparecer los spots de los partidos en la TV y proliferan los programas de entrevistas orientados a la elección.
Las figuras políticas amplían y amplifican sus presentaciones. El sistema electoral condiciona, a través de la confección de listas, el empuje de las organizaciones. Pero en la novedad hay cosas que ya están selladas. La principal de ellas es que en esta elección existen dos opciones: apoyar al actual partido de gobierno, el Frente Amplio (FA), o votar en su contra a través de un arco opositor que se ha derechizado.
Según los diferentes sondeos de opinión habrá un resultado claro el 27 de octubre cuando se realicen las elecciones: ningún partido tendrá mayorías parlamentarias propias, los dos partidos más votados serán el Frente Amplio y el Partido Nacional (en ese orden) y la segunda vuelta entre ambos no está definida claramente (y, obviamente, estará muy condicionada por los apoyos reales de cada partido en esta instancia).
Sin embargo, como dijimos antes, la campaña entra en modo rápido de forma tardía, fundamentalmente el propio Frente Amplio, por lo que no sería descabellado pensar que el FA muestre un comportamiento similar a otras elecciones en las que llega lento y medio tarde, pero se transforma en una estructura electoral enorme día a día, hasta la propia jornada de votación.
Los mensajes
En términos generales, las estrategias discursivas de los candidatos Daniel Martínez, del Frente Amplio, y Luis Lacalle, del Partido Nacional (PN), comparten una clara moderación. No arriesgan grandilocuencias, aún orejean sus cartas.
El 2 de octubre ambos participaron en el primer debate entre candidatos luego de 25 años, que resultó un encuentro “sin grandes asperezas ni momentos de especial tensión pero que, sin lugar a dudas, pasará a la historia del Uruguay por ser extraordinario, aunque no por ser especialmente vibrante”. Allí los dos principales contendientes plasmaron sus ejes y tonos de campaña, Martínez se presenta hacia un nuevo Gobierno, defendiendo las gestiones del FA, a media máquina cuando tiene la iniciativa; pero el FA responde fuertemente en defensa de su gestión ante la crítica de la oposición o ante la presentación de propuestas que vayan en sentido crítico a lo realizado.
Por su parte, Lacalle intenta jugar el juego de primus inter pares dentro de la oposición, papel que se le está complicando día a día, pero en el que no descansa a la hora de presentarse. Si bien no logra ampliar su marco de apoyo fuera de su propio sector partidario -entre otras cosas, por su inocultable condición de clase- está jugando permanentemente a consolidar su figura como articuladora de la oposición.
Más atrás en el podio, Ernesto Talvi, candidato por el Partido Colorado, llegó a amenazar simbólicamente el liderazgo opositor de Lacalle con un aparente crecimiento en las encuestas de agosto, pero se comenzó a resquebrajar desde fines de ese mes. Ello terminó de evidenciarse en sus salidas públicas, principalmente en Twitter, atacando a la militancia del Frente Amplio, y cometiendo errores imperdonables para quien pretende presentarse como un técnico en la política, como veremos más adelante.
Cabildo Abierto, el novel partido que tiene como candidato al excomandante en jefe del Ejército, Guido Manini Ríos, parece no parar de crecer y no termina de consolidar una versión publicada de su proyecto. Inevitablemente se lo asume como un partido de derecha, nacionalista, antiprogresista y militar, aunque no se ha plegado a la reivindicación de sacar militares a la calle, tal como se promueve por la vía de Reforma Constitucional. Debemos considerar que, dentro de las propias Fuerzas Armadas, no se ve con buenos ojos ese instrumento, no por razones que podrían emanar de una política de derechos sino, sobre todo, por razones corporativas.
Cabildo Abierto crece, principalmente, desde los apoyos más de derecha de los partidos tradicionales y el interior del país. Ello también está obligando a esos partidos a cambiar parte de su estrategia, en la que tendrán que asumir -en el marco de la misma- si prefieren luchar en su interna por los pesos relativos del arco opositor o le ceden las derechas a Manini y se enfocan en su batalla con el Frente Amplio. Esto último no debe ser una situación fácil ya que, sin duda, la posibilidad de ganar de la actual oposición implicará, al menos, una alianza entre 3 o 5 partidos para poder gobernar, y una distribución pareja a su interior pondría en apuros al que de ellos gane.
Primero las encuestas, consumo responsable
Los diferentes sondeos de opinión pública muestran una constante de los últimos meses: crece el Frente Amplio, se estanca o decrece el Partido Nacional, el Partido Colorado baja, Cabildo Abierto crece y será el cisne negro de esta elección y, sin duda, una novedad para el sistema político uruguayo desde la restauración democrática de 1985.
El Frente Amplio aún está lejos -según la mayoría de los estudios- de la adhesión que obtenía en el mismo momento político del ciclo electoral anterior. Pero para algunas encuestadoras ya pisó el 40% de apoyo. Recordemos que en Uruguay para vencer en primera vuelta se precisa ganar con el 50% más uno de los votos emitidos y no hay regla de victoria por diferencia con el segundo, como en el caso de Argentina.
Sin embargo, para contabilizar la distribución de las bancas parlamentarias no se hace el cálculo sobre los votos emitidos sino sobre los votos válidos, por lo que las mayorías parlamentarias se pueden obtener sin ganar en primera vuelta (como pasó, efectivamente, en la victoria del FA con Pepe Mujica en 2009 y de Tabaré Vázquez en 2014).
La oposición no crece, en general; redistribuye sus votos en su interior y parece confirmarse un fuerte descenso de los partidos de oposición más pequeños, tal vez por la idea de una competencia fuerte dentro del grupo opositor que motive un “voto útil” dentro de la derecha.
Destaques de cambios hacia el final
Talvi, vencedor en la interna del Partido Colorado, fue una figura en ascenso que aterrizaba en la política después de años de ser referente de un think tank liberal. Su fuerte estaba en su relativa juventud e independencia de la vieja guardia colorada, su supuesto liberalismo y su componente técnico. En las últimas semanas comenzó a derrapar en algunos de sus puntos “fuertes”.
Con respecto a su independencia, lo que hizo luego de vencer en la interna fue ofrecer al último hombre fuerte del coloradismo, Julio María Sanguinetti, la conducción del Partido. En cuanto a su liberalismo político, se fue achicando en una estrategia de atacar u ofender directamente a la militancia frenteamplista y comenzar a abusar de una suerte de “antitupacomunismo” casi “macartista” para atacar a las propuestas más de “centro” del Frente Amplio, con quien pretende presentarse como contendiente.
En este sentido, hizo un esfuerzo importante por plantar la “merictocracia” como factor fundamental del éxito social, con lo que pudo pensarse que estaba llegando a un sector más joven -y probablemente- instruido de la media que acompaña al Partido Colorado. Pero también acá la “pifió”. En un tweet pretendió malograr la dinámica de empleo de los gobiernos del FA planteando la visión de que las cifras de desempleo eran falsas en tanto se tomaban como empleados a quienes habían ingresado a la función pública en estos años.
Sí, sí, leíste bien, eso hizo. Obviamente, le llovieron respuestas por todos lados, pero las más contundentes vinieron de la propia academia y deslegitimaron técnicamente su comentario. Esto, sin duda, tuvo un alto costo para él en su proyección política como experto. Muchos de los “meritocráticos” que vieron en él una esperanza deben haberse sentido defraudados.
Por otra parte, en su intento liberal abrió las puertas traseras del partido para una estampida silenciosa por derecha hacia Cabildo Abierto. El remate de estos días de toda su figura se dio en el marco del debate presidencial entre Martínez y Lacalle, en el que pidió estar y puso quejas públicas, pero fue puesto en su lugar por su propio aliado contra el FA, Lacalle.
Este le dijo que, palabras más palabras menos, Talvi era un socio menor con el que no quería discutir. En un solo tajo lo rebajó y se lo puso debajo, lo que enfureció a Talvi. Este hecho, sin duda, muestra la tensión en la estrategia de la oposición, tal como comentamos antes.
Las dificultades del Partido Nacional
Si bien pareció arrancar tranquilo luego de las internas, el Partido Nacional no puede evitar la disputa del liderazgo. Por un lado, un sector del PN, el que le hiciera de sparring en la interna estos años a Lacalle, presentó y apoya casi en solitario una Reforma Constitucional que va en el sentido de la militarización de la seguridad pública. Lacalle y el resto de actores de primera línea publicitan su disconformidad personal hacia dicha reforma y eso obliga a su promotor, Jorge Larrañaga, a guapear -un tanto molesto- contra todos.
Por otro lado, la alianza interna del PN con sectores evangélicos pentecostales sigue haciendo ruido. Las últimas novedades hablan de intento de “copia ilegítima” de listas a la interna, entre fantasmas que se andaban pisando la sábana, lo que exigió reculadas públicas.
En lo programático aparecen algunas propuestas de gobierno; muchas de ellas ya están siendo o fueron realizadas por el FA, lo que no exime al FA de dicha contradicción, sobre todo en materia de seguridad pública. La más destacada fue la propuesta de Lacalle de habilitar a la policía a pedir documentos a los ciudadanos, cosa que ya está habilitada y que ya realiza.
Así, dos cosas se evidenciaron: el desconocimiento del Partido Nacional (o de su candidato) de lo que plantea, y del lado del FA que salió en masa en redes y a nivel de dirigentes a plantear que eso ya se hacía, con cierto “camiseteo”, pero que evidencia también algunas dificultades al interior del FA en ese aspecto.
Otro elemento de destaque ha sido un conjunto de propuestas de política social orientadas a enfrentar la pobreza: esperanza y yoga. Mantener la esperanza como forma de encontrar empleo y realizar yoga en el hall del edificio del Ministerio de Desarrollo Social para calmar la ansiedad que ha de generar estar en situación de vulnerabilidad social y económica. Una suerte de misticismo neoliberal.
El último elemento relevante ha sido la comunicación de que, en caso de ganar la elección, presentará una Ley de Urgente Consideración con 300 o 500 artículos, entre los que se destacarían: eliminación de la Ley de Inclusión Financiera, revisión de la Negociación Colectiva y los consejos de salarios, libre importación de combustibles y derogación de la participación docente en la conducción educativa, etc. Ante ello hubo respuestas en base a los temas planteados y lo que implicarían; pero también desde el FA, en particular desde un sector (el Partido Socialista), se planteó la eventual inconstitucionalidad de una ley de ese tipo, según el contenido anunciado.
Queda confirmado que la oposición no está teniendo un proyecto claro propio y que, en términos de aprendizaje, prefiere la honestidad del shock en lugar del gradualismo de Mauricio Macri. Es de esperarse, así, que ese tono tendrán las políticas que podrán aparecer y que hoy no aclaran.
El Frente Amplio, defensa y proyección
Las novedades en el FA tienen varias puntas. En lo programático, las novedades no son tales pues surgen de su documento de programa presentado a fines del año pasado. Sí las hay en liderazgos y estrategias. Por una parte, los principales referentes del FA de los últimos años están casi al borde de la campaña.
El presidente Vázquez está inhibido de participar en la campaña por mandato constitucional; Mujica, que tuvo una tranquila exposición en la elección interna, a su estilo dejará el alma en la campaña y apuesta a una fuerte presencia de su bancada y a articular los relevos dentro de su propio sector. Danilo Astori, a quien se le reconoce el éxito de la política económica, pasa por uno de los peores momentos electorales de su sector, no pudiendo consolidar alianzas técnicas relevantes y casi expuesto a un intento de aislamiento político; a veces, las renovaciones pueden ser muy duras.
Por otra parte surgen liderazgos nuevos, en particular el resurgimiento del Partido Comunista de la mano de Oscar Andrade, quien logra plasmar una militancia y oratoria tradicional de izquierda política y social que le permite conectar con militantes más allá de los límites de su partido, algo que no sucedía hace tiempo.
En otro lugar del espectro frenteamplista, hay un gran acuerdo electoral entre varios grupos que se disponen a representar una izquierda actualizada a la luz de la gestión que hereda parte del astorismo y conecta con otros similares. Ello sin dejar de reconocer que hay mucho en ese acuerdo que refleja la confluencia de una generación, la generación 83, que fue protagonista de la reapertura democrática pero que entregó sus armas y bagajes a la dirigencia que retornó del exilio y la cárcel. En general, ese grupo ronda los 55 años y casi que, con esa edad, es la “juventud” del Frente Amplio.
Por último, hay una ventana de oportunidad y expectativa en el frenteamplismo organizado pero no institucionalizado: las bases, las redes y los independientes. Se trata de un espacio enorme en el Frente Amplio que milita más allá de su sector propio y que desde hace dos elecciones son los que terminan dinamizando y empujando las campañas.
Allí hay mucha juventud, mucha energía, y es probable que de allí -una vez más- surja la ola de entusiasmo frenteamplista que, aunque arranca lento, arremete hacia el final, cuando la militancia se siente protagonista. En esto se puede ver cómo, a diferencia de los otros partidos, el Frente Amplio como organización asume el desafío de la campaña, más allá de sus candidatos.
La Reforma no es la forma
Hemos mencionado varias veces la propuesta de Reforma Constitucional pero queda analizar cómo se atraviesa en la campaña. Esta propuesta está a medio camino de una identificación partidaria. Por su parte, el Frente Amplio se expresó en contra de dicha reforma, acompañando al movimiento “No a la Reforma”, una articulación política de personas y colectivos.
En sí, ningún partido político la apoya -ni siquiera el candidato de Cabildo Abierto- aunque sí varios sectores de los partidos tradicionales. No obstante ello, habrá que ver si quienes hoy dicen no apoyar igual “ensobran” la papeleta junto a sus listas.
Según los sondeos, más de la mitad de la población estaría de acuerdo con la Reforma, aunque ha ido bajando bastante en los últimos meses, a medida que aumentan los debates y la información. Ello recuerda mucho a lo que sucedió en la última elección, en que se había planteado una propuesta de disminuir la edad de imputabilidad penal, y en la que en los sondeos previos alcanzaba siempre mayor apoyo pero que, finalmente, no prosperó.
Si bien esta propuesta surge desde la oposición y en el marco de la agenda de “seguridad/inseguridad”, típica de las derechas regionales, ha sido también un motor de militancia de izquierda -no necesariamente del Frente Amplio- que vuelve a poner en el centro de la política a los más jóvenes y que con ello ayudan, en parte, a la politización de un sector importante al que las izquierdas estaban llegando cada vez con menos bríos.
El riesgo de contagio regional
Lo que pasa en la región siempre influye bastante en la política interna del Uruguay. El desastre económico y social del Gobierno de Macri ha puesto incómoda a la derecha uruguaya que festejó y exaltó su victoria. Hoy, los datos que llegan de la vecina orilla impactan en la campaña como un aviso del peligro de la agenda de la derecha neoliberal. Lo mismo sucede del otro lado, con el Gobierno de Jair Bolsonaro. Si bien este no tuvo tanto apoyo público de la derecha nacional, no faltaron quienes saludaron su victoria.
En suma
En esta elección se definen dos grandes proyectos políticos y todo el sistema político lo sabe. Habrá que ver cuán así se asume por parte del electorado y cómo los interpretan. También es una elección clave en la política regional, ya que podría implicar el sostenimiento de uno de los pocos gobiernos progresistas del Cono Sur que, además, tiene elementos fundamentales que llevan a atender seriamente el valor de la organización política y la unidad estratégica de las izquierdas.
La economía uruguaya no ha parado de crecer y se han anunciado nuevas grandes inversiones. Si es cierto aquello de que “es la economía, estúpido”, cabe esperar que las encuestas estén subvalorando este componente central.
Quedan pocas semanas que irán acelerando la campaña hacia unas elecciones que nos harán vivir, junto a las argentinas, un punto de inflexión en la política regional.
El autor, Pablo Álvarez, es Licenciado en Ciencias Políticas (Universidad de la República), cursando la Maestría en Historia Económica (UdelaR). Diputado Nacional por el Frente Amplio (2005-2010), Director general del Ministerio de Educación y Cultura (2010-2015) y coordinador general de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto de la Presidencia de la República (2015-2018). Actualmente es coordinador de la Comisión Sectorial de Población y Desarrollo de la Presidencia. Artículo distribuido por celag.org
*Fuente: SurySur
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