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El libro sobre las mujeres que estuvieron detenidas en el Estadio Nacional

El libro sobre las mujeres que estuvieron detenidas en el Estadio Nacional
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2 agosto, 2009

El libro sobre las mujeres que estuvieron detenidas en el Estadio Nacional

Camarines de Mujeres: memorias de prisioneras políticas del Estadio Nacional” comprende el relato de siete mujeres torturadas en el Estadio Nacional, entre ellas trabajadoras, estudiantes, dueñas de casa, mujeres de distintas edades y clases sociales, cuyas vidas junto a la de sus familias fueron trastocadas para siempre. «Han pasado 47 años del golpe y aún se ha hablado poco de ellas. En este sentido, el libro busca recuperar sus relatos», señala en esta entrevista una de las autoras del libro, Andrea Pequeño.

Un libro sobre las mujeres que estuvieron detenidas en el Estadio Nacional tras el golpe militar de 1973 presentó recientemente la Fundación Instituto de la Mujer.

Camarines de Mujeres: memorias de prisioneras políticas del Estadio Nacional” comprende el relato de siete mujeres torturadas en el Estadio Nacional, entre ellas trabajadoras, estudiantes, dueñas de casa, mujeres de distintas edades y clases sociales, cuyas vidas junto a la de sus familias fueron trastocadas para siempre.

La publicación evidencia por primera vez, luego de cuarenta y seis años, la experiencia de mujeres detenidas por la dictadura. Fue lanzado recientemente en el Museo de la Memoria y lo puede bajar haciendo clic aquí: Libro-Camarines-de-Mujeres

Visibilización

“Esta es una investigación ubica a quienes dan su testimonio no solo en el lugar de víctimas, sino que les devuelve su protagonismo en términos de sujeto histórico y releva sus capacidades de resistencia”, indicó en la ocasión la directora ejecutiva de la fundación, Gloria Leal, además de contribuir a visibilizar y comprender el periodo histórico de la dictadura con una perspectiva de género.

“Este ha sido un tema muy sensible de tratar, sabemos que no es fácil hablar sobre las vivencias y ha sido un proceso delicado tanto para las testimoniantes como para las investigadoras. En ese sentido agradezco a las entrevistadas por entregarnos sus historias, junto al trabajo de quienes realizaron las entrevistas en nombre de nuestra Fundación, comprometida en el trabajo por los derechos humanos de las mujeres”, agregó Leal.

La investigación contó con el financiamiento del Fondo Nacional de Desarrollo Cultural y las Artes, Fondart Regional (2018) del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio. Entre las investigadoras figuran Andrea Pequeño, Isidora Salinas y Tamara Vidaurrazaga.

Un lugar «de hombres»

Pequeño explica que el texto nació de la necesidad de visibilizar a las mujeres detenidas en ese campo deportivo al inicio de la dictadura militar de Augusto Pinochet.

«En el imaginario social, este recinto aparecía asociado más que nada a hombres allí retenidos. Han pasado 47 años del Golpe y aún se ha hablado poco de ellas. En este sentido, el libro busca recuperar sus relatos y, con ello, aportar a la construcción de la memoria del país, evidenciándolas como sujetos colectivos, agentes políticos que sufrieron la represión, la reclusión y que también resistieron», explica.

La idea inicial fue estimulada por Nuria Núñez, presidenta del Directorio de la Fundación Instituto de la Mujer y una de las testimoniantes en la investigación. Su inquietud confluyó con la de Vidaurrázaga, quien formuló y coordinó el proyecto, el que contó con el apoyo del FONDART.

Más allá de la víctima

Las especialistas pensaron la investigación y el libro, con la idea de escapar a la imagen de las mujeres únicamente como víctimas del feroz sistema represivo instalado por Pinochet.

«Tampoco queríamos congelar sus existencias en este puro y cruento hecho. Por esta razón, las entrevistas y los relatos nacidos de éstas, dan cuenta resumidamente de sus vidas antes, durante y después de la reclusión», señala.

«En términos prácticos, nos encontramos con que muchas de las mujeres habían muerto, otras, dada su edad avanzada, tenían dificultad para hilar los recuerdos. Hubo también quienes no quisieron ser entrevistadas, quizás en un intento de no volver a vivir aquellas experiencias. Y es que recordar supone revivir y no siempre esto es tarea fácil».

Cifras de detenidas

Según Pequeño, hasta la fecha no existe una clara cifra de las mujeres detenidas en el Estadio Nacional. Se habla de alrededor de 1.200 mujeres. Paradojalmente, el listado con el que se opera es de Manuel Contreras, que igualmente es dudoso, dice.

Añade que las mujeres detenidas eran de características variadas en nivel de educación formal, procedencia social, edad y nivel de compromiso político.

Sin embargo, en su mayoría se trataba de mujeres jóvenes y de nacionalidad chilena. No obstante, hubo también extranjeras (de Brasil, Uruguay, Argentina, Colombia, entre otros países de procedencia).

Maltratos

Una de las cosas que refleja el libro es la violencia y maltrato que ellas experimentaron parte con el hecho mismo de ser detenidas.

«Como muestran los relatos, muchas fueron apresadas sin ser informadas de dónde se las llevaba y las razones de ello. A ello se sumaba el no saber cuánto tiempo duraría la detención y  cuál sería su destino. Esto ya suponía un nivel enorme de tensión y de angustia».

Hay que considerar, además, que tampoco el Estadio tenía condiciones apropiadas para la reclusión, expresa.

«Muchas de las mujeres fueron golpeadas, torturadas con corriente, apuntadas bajo la amenaza de ser acribilladas a tiros», dice. Asimismo, «la violencia sexual fue una amenaza constante que atravesó las experiencias de las presas políticas, en algunos casos concretada en toqueteos, desnudamientos y la violación».

Lugares de reclusión

En el Estadio, luego del paso por las graderías y/o los camarines bajo estas, rodeando la cancha de fútbol, las mujeres eran trasladadas a los dos Camarines (norte y sur) ubicados en los extremos de la piscina.

Allí, se vivía hacinamiento, humedad y frío, y en un inicio (hasta que actuó la Cruz Roja), escasez de jabón y de toallas higiénicas, entre otras cosas, según la investigación.

Para ser interrogadas y, en muchos de los casos, torturadas, se las trasladaba a la zona de la marquesina, reservada – en origen- para los medios de prensa que cubrían los eventos deportivos.

Consecuencias de tortura

En cuanto a la consecuencia de la reclusión en el lugar, la investigación concluye que sin duda marcó la vida de las mujeres.

«Algunas, de hecho, experimentan hasta hoy el miedo», a casi medio siglo de los hechos.

Sin embargo, un aspecto que muestran sus relatos es cómo también en los espacios de reclusión ellas dieron curso a expresiones de solidaridad y cuidado, desplegaron estrategias para resistir lo que vivían, mediante, por ejemplo, la realización de actividades que las alentaban y les daban otros focos en que poner la atención (como planear y ejecutar una obra de teatro, por ejemplo). Se trata de actos que permitieron hacer frente al encierro, a la incertidumbre, a la tortura, y, en definitiva, sobrevivir, destaca Pequeño.

«Muchas han transformado lo vivido en un gatillante, en la convicción de que esto no puede ni debe volver a ocurrir en Chile. Desde aquí la decisión de narrar, de contar, de construir memoria especialmente para las nuevas generaciones más alejadas en el tiempo del horror de este momento de la historia del país», señala.

Lamenta, sin embargo, que que no siempre ellas encontraron espacios de escucha.

«En este sentido, también en este acto de compartir lo vivido y de ser oídas y leídas hay una señal de respeto, de reconocer la importancia que tienen sus historias para ellas, sus familias y para el conjunto de la sociedad», dice.

El Estadio hoy

Frente a la pregunta de que si es sano que el Estadio, dada su historia, se siga usando como recinto donde juega la Selección, Pequeño responde que a nivel personal cree que no debiera dejar su naturaleza de campo deportivo.

«Valoro su reconocimiento como sitio de memoria y el trabajo que se ha hecho sobre el tema. Aún quedan lugares allí por rescatar en su valor testimonial de esa amarga historia reciente. Me parece que esta, entre otras, es una tarea impostergable».

El lugar de las graderías reservado como sitio de memoria e iluminado en cada evento tiene un gran impacto, en sus palabras.

«Que sea mostrado, tiene una importante dimensión simbólica: un mensaje explícito de lo allí ocurrió, la reiteración del horror que sacudió al país y que no podemos olvidar. El olvido entraña el peligro de la reiteración, por eso hay que seguir trabajando», concluye.

*Fuente: El Mostrador

 

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