La justicia da la espalda a las comunidades de Quintero y Puchuncaví
por Medios
6 años atrás 8 min lectura
Miércoles 20 de febrero 2019 16:51 hrs.
Pilar León
La Corte de Apelaciones de Valparaíso rechazó los doce recursos de protección presentados contra el cordón industrial de Quintero y Puchuncaví y autoridades del Estado por los episodios de contaminación e intoxicación que se produjeron en la zona de sacrificio durante 2018.
Las acciones fueron presentadas por organizaciones de la comunidad, el Instituto Nacional de Derechos Humanos (DD.HH.), la Defensoría de la Niñez, sindicatos de pescadores, trabajadores de las empresas implicadas, la municipalidad de Quintero y el senador de Renovación Nacional (RN), Francisco Chahuán.
La fundadora de Mujeres en Zona de Sacrificio Quintero y Puchuncaví, Katta Alonso, afirmó respecto del fallo que “no teníamos mucha esperanza. Creemos que los jueces que están en la Corte de Apelaciones de Valparaíso no están bien asesorados en el tema medioambiental, no tienen conocimientos”.
“Es impresentable que no cuiden nuestra salud. En el fondo, nuestro recurso de protección iba a eso. Por tanto, siempre priman los intereses económicos frente a los DD.HH. y la salud de la población en todas las comunas afectadas”, añadió.
Por su parte, el abogado del INDH de Valparaíso, Fernando Martínez, aseguró que la decisión de la justicia “no se condice con las circunstancias de contaminación que han existido en la zona de Quintero y Puchuncaví, no sólo históricamente, sino que en los episodios de contaminación que ocurrieron en agosto y septiembre del año pasado”.
En el recurso de protección, el organismo solicitó que “se realicen exámenes toxicológicos a las personas afectadas y que se implemente cuanto antes el sistema de medición de contaminantes con carácter público y permanente,”, afirmó el abogado Fernando Martínez.
Para el senador RN Francisco Chahuán, “debe hacerse justicia y vamos a llegar hasta la Corte Suprema para que se reestablezca el imperio del derecho y los quinteranos y puchuncavinos no sigan observando un Estado completamente fallido”.
El principal argumento de la tercera sala de la Corte de Apelaciones de Valparaíso para desestimar todos los recursos de protección fue que aún no se puede determinar una empresa como responsable de la contaminación, como tampoco se puede establecer la culpabilidad del ministerio de Salud ni de la superintendencia o ministerio de Medio Ambiente.
Además, el tribunal señaló que “la acción de protección ambiental sólo puede abarcar las situaciones de emergencia ambiental y no el contexto general de la contaminación de Quintero y Puchuncaví, y respecto de la crisis ocurrida en agosto y septiembre de 2018 no pueden acogerse los recursos respecto de ninguna empresa industrial, porque ni consta como indubitada la acción de ninguna de ellas en especifico como agente generador del daño”.
Sin embargo, en el dictamen se estableció que existió una “omisión reprochable” del ministerio de Medio Ambiente por no tener una red de monitoreo de gases tóxicos en la bahía.
Para la dirigenta de Mujeres en Zona de sacrificio, Katta Alonso, “la responsabilidad está clarísima: es del Estado y las empresas. Y eso era lo que nosotros esperábamos de este fallo”.
Desde el INDH y organizaciones sociales valoraron el voto disidente de la ministra Silvana Donoso y adelantaron que apelarán el fallo ante la Corte Suprema. Sin embargo, desde la comunidad recalcaron que no tienen mucha esperanza en lo que determine la justicia y que por eso han acudido a organismos internacionales, para denunciar la histórica contaminación de la llamada zona de sacrificio.
Autora: Pilar León
*Fuente: Diario UdeChile
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«No nos queremos morir, mamá»: víctimas de una agresión invisible en Chile que no perdona a nadie
Para los habitantes de Quintero y Puchuncaví, en Chile, la crisis medioambiental que sufre su país está lejos de ser una vaga amenaza o un motivo de debate político. La industria de la zona les ha llevado hasta la misma puerta de sus casas toda una legión de asesinos silenciosos: plomo, aluminio, arsénico… No se ven, pero ahí están, cobrándose un doloroso peaje en enfermedades, familias desbaratadas y gastos médicos en nombre de un supuesto desarrollo del que ellos no se beneficiarán.
El apacible paisaje de Quintero y Puchuncaví oculta una amenaza que solo se manifiesta cuando la salud de sus habitantes se deteriora gravemente. Los ciudadanos señalan a un polígono industrial como el responsable de miles de intoxicaciones que afectan a todos, y aunque es difícil determinar qué causa las enfermedades, hay nombres que pasan de boca en boca con un eco temible: plomo, cobre, arsénico.
Esa agresión invisible no perdona a nadie, ni siquiera a los niños. Nancy, una madre joven de Pucalá (Puchuncaví), cuenta que la contaminación afectó a su hija y confiesa que es difícil «verla sufrir». «Yo traje a mi hija al mundo para que ella sea feliz, no para que ella me hiciera feliz a mí. Nos ha tocado duro«, dice Nancy.
«Te están matando silenciosamente»
Los vecinos de la zona saben que el aire que respiran está contaminado y que las responsables son las sustancias emitidas por las empresas del parque industrial con el que conviven. Una zona con un dilema nacional para Chile: empresas importantes para el motor de la economía versus contaminación, una especie de monstruo invisible que invade el cuerpo de los ciudadanos.
Al menos 54 familias tuvieron que sacar a sus hijos de las comunas por las consecuencias de la intoxicación. Entre ellas, Nancy, que planea mudarse con su hija Ángela a casa de sus padres en otro pueblo, precisamente porque la niña ya no tolera el aire contaminado.
«No ves la contaminación que hay. No ves que te estás envenenando de a poquito, que te están matando silenciosamente. No ves que vas a consumir mariscos que están contaminados, pasada la normativa 30 veces. No ves que el agua que vas a tomar, si es que tomas agua de pozo, tiene aluminio, arsénico y plomo. (…) Eso con los años va entrando a tu organismo y lo va minando, te va produciendo diferentes enfermedades», comenta Katta Alonso, fundadora del grupo Mujeres de Zona en Sacrificio en Resistencia, que luchan contra la contaminación del lugar. ‘Zonas en sacrificio’ es como ellas llaman a los lugares con problemáticas ambientales.
«Eso es una zona de sacrificio. Cuando te mataron todo el medioambiente. Y además, te están matando a la gente. Eso es una zona de sacrificio en nosotros», lamenta Katta.
«No nos queremos morir, mamá»
A uno de los hijos de Cecilia Huencho, de Quintero, los problemas hematológicos por la contaminación «no le permiten hacer una vida normal». Sus hijos, de 10 y 6 años, tuvieron que mudarse a Santiago de Chile para vivir con sus abuelos y sus hermanas universitarias. Hay cosas que ya no pueden hacer como otros de sus compañeros, como correr o saltar. Cecilia y su marido tuvieron que quedarse en la comuna para poder trabajar.
«[Me dicen] que no se quieren morir. Es fuerte. Es fuerte para una mamá escuchar que tus hijos te digan ‘no nos queremos morir, mamá. No te queremos dejar sola‘», relata Cecilia.
Otro de los niños afectados es Exequiel, de la localidad de Ventanas. A sus 12 años, la contaminación e intoxicaciones repetidas le han generado una dermatitis aguda y le han dañado el sistema inmunológico.
«Hay veces que mi hijo me dice ‘mamá, yo me quiero morir, porque no doy más, no quiero seguir luchando‘», cuenta su madre, Magalí Miranda. A pesar de sufrir por su enfermedad, Exequiel conoce la realidad que está viviendo la familia y la necesidad que hay. No deja de ir al colegio y también ayuda con trabajos en la casa.
Economía vs. contaminación
Chile es el país más contaminado de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico. Incluso el actual presidente, Sebastián Piñera, hizo alusión a la crisis medioambiental en su último discurso ante Naciones Unidas. Desde el ministerio pertinente tampoco niegan la situación.
«Evidentemente es una realidad y como país no la vamos a esconder, sino que lo queremos enfrentar, creemos que es lo que corresponde», afirma Felipe Riesco, subsecretario de Medio Ambiente de Chile.
Las empresas comenzaron a instalarse en la zona de Quintero y Puchuncaví en 1954. Primero una, después otra, y así se formó el polo industrial. Petroleras, termoeléctricas, fundición de cobre… empresas que se instalaron hace años sin regulación y sin reparos.
Hay sustancias tóxicas y contaminantes que en Chile no tienen normativa. Entre otras, el mercurio y el arsénico. Tampoco está sujeta a la normativa la fundición de cobre, un importante ingreso para la economía del país. Pese a que la población de Quintero y Puchuncaví tiene dañada la salud por la contaminación, la decisión de mudar esas compañías no entra dentro de las posibilidades de las políticas de Estado.
«Yo creo que es difícil, yo creo que de partida lo vería como un fracaso de gestión ambiental, creemos que las industrias tienen que establecerse y desarrollar sus actividades económicas, tienen que ser capaces de desarrollar esa actividad en armonía con el medioambiente y con las comunidades que la rodean», comenta Riesco.
*Fuente: Actualidad RT
Alejandro Castro, jovén dirigente de los Pescadores de Quinteros, luchador por la preservación del mar y el borde costero, apareció muerto, pocas horas despues de participar en una Demostración en Valparaíso. La PDI dijo primero que era un caso de suicidio. Hoy se exigimos la investigación de su extraña muerte, pues todo apunta a que se trató de un asesinato, tal como ocurrió con Macarena Valdés, joven madre mapuche que luchaba contra la instalación de una planta hidroeléctrica en Panguipulli.
Vea aquí el reportaje sobre el «infierno» chileno, donde la gente no tiene acceso al agua.
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