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La actitud ante la guerra

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14,02.2019
En una situación de amenaza real, eso de andar paranoico o con síntomas paranoides es preferible al relax y el desinterés propios de quienes no entendieron nunca que la Revolución no era una fiesta. Quien está amenazando a Venezuela no es un borracho bocón, de esos que cuando les dan el primer grito reculan y se tragan sus palabras. Quien nos amenaza es una entidad que se cansó de financiar a sus súbditos inútiles y ha decidido tomar partido mediante otros procedimientos y unos aliados más activos, aunque con los mismos actores de reparto.

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Tema para pensar antes de dormir, o para discutir en círculos de panas, familiares y militantes: ¿es la guerra una tarea del pueblo o exclusiva potestad de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana?

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Los venezolanos somos esencialmente pacifistas, y eso se nos nota hasta en la forma de insultarnos y de asumir los avances del enemigo: preferimos burlarnos de ellos y de nosotros mismos en lugar de asumir que es preciso darles un parao contundente. Eso no deja de ser una maravilla; a quién no le va a gustar que una situación tensa se resuelva con un chiste (aunque tal vez el chiste la agrave un poco). Pero algo se desajusta y suena raro cuando los pacifistas entienden la paz como negativa total a confrontarse con nadie. Cuando uno está rodeado de enemigos violentos hace mal en seguir funcionando en modo tranquilidad mariguanera. A Bruce Lee se le atribuye una frase o idea esclarecedora: «Es mentira que si eres vegetariano los tiburones no te atacarán en alta mar». Es mentira que al que es bueno y le ofrece una flor a todo el que lo ataca entonces todo el mundo lo quiere y en consecuencia le va bien en la vida. La otra premisa jipi o budista de esa «filosofía» propone que el que ejerce esa vida chévere reencarna en un ser superior, pero eso no lo ha confirmado nadie todavía. Así que es mejor hacerse respetar en esta fea e inferior forma de vida que tenemos; puede que sea la única.

Eso, en lo que respecta a la ciudadanía. Con la actitud del Gobierno hay que mirar el asunto con otros ojos. ¿Por qué? Porque una cosa es arriesgarse a salir personalmente maltrecho y desfigurado cuando uno decide fajarse cuerpo a cuerpo contra un boxeador o asesino serial, y otra cosa es estar en el pellejo de alguien que, si toma una decisión fuera de tono, puede poner en peligro la vida de miles de personas. Nicolás Maduro tiene la obligación de evitar un desborde de violencia armada, a costa de lo que sea. Estirar la no violencia hasta el límite en que tanta tranquilidad promueva la violencia y el abuso del enemigo.

A una banda de delincuentes que se ha aliado con Estados Unidos para robarnos un buen trozo de PDVSA y asumir el control de buena parte de los ingresos de la nación, en condiciones normales el Gobierno va y les pone los ganchos y los mete presos sin fórmula de juicio. Pero las actuales condiciones no son normales. Tenemos cómo meter preso al interino y a sus colaboradores inmediatos pero como no tenemos con qué resistir lo que vendría después, entonces mejor lo trabajamos de otra manera. Personalmente, yo sí creo que al pendejo ese llamado interino lo mandaron a detener apenas salió con la payasada de la autoproclamación. Pero creo que a los pocos minutos el Gobierno recibió una amenaza concreta de destrucción masiva y sangrienta. Hubo que replegarse. Así se juega el ajedrez previo a la fase bélica de la guerra: si no estás preparado para una batalla, no inicies la batalla.

Es probable que no sea el momento de andar dándole paraos a nadie, y si esto es así habrá que aplaudir a nuestros estrategas, por su manejo de la paciencia y de las claves de la tranquilidad. Un día después de haber anunciado los altos jerarcas norteamericanos que a Nicolás lo espera la cárcel de Guantánamo, se anunciaba el lanzamiento de la Misión Venezuela Bella. Esto no debería ser una señal para que todo el mundo baje la guardia y se disponga a dormir. Pero cómo se hace: hacer un simulacro nacional de bombardeo e invasión puede generar más pánico que disposición a la autodefensa.

«ES MENTIRA QUE SI ERES VEGETARIANO LOS TIBURONES NO TE ATACARÁN EN ALTA MAR», DICEN QUE DIJO BRUCE LEE

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Otro tema para pensar. Se refiere al tema llamado humillación. Recordar a Noriega y a Zelaya. Al primero lo capturaron, y en el proceso de captura el invasor roció metralla en los barrios pobres de Panamá, para dejar constancia de quién es el dueño de ese «país» y quiénes los que deben quedarse tranquilos. Al otro lo agarraron en su cama y lo mandaron para otro país sin que a nadie (pueblo, fuerza armada, custodia presidencial: NADIE) le diera tiempo de echar ni un solo coñazo en defensa de la soberanía o de lo que sea. Aquí, a Nicolás Maduro, a su esposa y a toda la alta jerarquía del chavismo le han jurado la prisión y la muerte. Al resto de los chavistas sólo nos han ofreciendo la muerte. Tarea: no sólo imaginarse si este escenario será más Honduras que Panamá o viceversa, y cuál de las dos o tres situaciones implica mayor vejación histórica.

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El vecino del lado oeste es guerrerista porque ha asumido la guerra como un asunto sustancial a su condición de ingrediente activo de la hegemonía estadounidense. Colombia es el único país que tiene salida hacia el Pacífico y el Atlántico, y hacia los Andes y la Amazonía. Estados Unidos no iba a dejar que ese tolete de tierra fuera independiente, autosuficiente y mucho menos autogestionado. Mi amor: si quieres mi protección y mi tutela deja que te mutile. Colombia aceptó con un gustazo y de esa entrega al violador nació Panamá, «país» cuya única misión en la vida es la de esos retornos que hay en las autopistas: Estados Unidos necesita una curvita que les permita a sus barcos transitar por dos océanos sin necesidad de darle la vuelta al puto planeta.

Los 70 años continuos de guerra en que ha vivido Colombia han sido un negocio y un campo de entrenamiento. El Estado criminal en que se convirtió el ente administrativo de esa república pudo haber liquidado a la guerrilla colombiana y a la estructura del comercio de droga en los años 80, pero ha sido más rentable recibir millones y millones de Estados Unidos mientras se simula una dificultad extrema para acabar con esas dos perturbaciones, droga y lucha armada. La guerra sirve para mantener a miles de soldados entrenados en las faenas de persecución y enfrentamiento contra tropas irregulares, en clave de guerra convencional. La guerra es un oficio, un asunto que requiere de entrenamiento permanente. De la fuerza armada venezolana se burlan los colombianos porque mientras ellos reciben adiestramiento real en una guerra real, los nuestros invierten tiempo y energía en distribuir alimentos.

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Mientras resuenan esos ronquidos y amenazas, por diversas vías se despliega otra dimensión de la guerra, esa que llega en modo operación sicológica e industria del rumor. La ayuda humanitaria, esa construcción fantástica que ha sido tan defectuosamente trabajada como materia propagandística, está lejos de ser un clamor nacional, pero hay sectores que en su comprensible desesperación por asuntos tan sensibles como la escasez de medicinas tienden a aferrarse a las esperanzas. Hay personas y familias con la real y urgente necesidad de acceder a antibióticos, antihipertensivos y otros productos, encarecidos hasta el asco o desaparecidos por la industria. El Gobierno Bolivariano suele proveer de estos rubros a instituciones que los distribuyen entre los casos más extremos de necesidad. Al respecto, se han detectado situaciones como la que se describe a continuación.

Ciertos médicos, que saben de esa política de suministro gratuito a familias en condiciones especiales, suelen enviar a las instituciones correspondientes a las personas y «casos» graves. En Trujillo, uno en particular envió a una madre necesitada de un antibiótico para su hija para la oficina de Atención al Soberano de Venvidrio (un ente del Estado), en Valera, porque allí le iban a dar un medicamento en condición de «ayuda humanitaria». No sabemos si fue el uso incorrecto o inoportuno de esa expresión, el caso es que la madre fue al sitio y le entregaron su antibiótico, y salió de allí a propagar por todas partes que había recibido la ayuda de Estados Unidos, que la están repartiendo en Venvidrio.

Tarea: reflexionar y discutir si es importante o no eso de ser invadidos con especies fantásticas, si nos parece relevante o nos importa un carajo que nuestra gente siga creyendo que el enemigo ya casi gobierna y que mientras se deshace de Nicolás viene a hacernos favores.

*Fuente: Misión Verdad

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