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Venezuela desarma una red golpista creada por la CIA

Venezuela desarma una red golpista creada por la CIA
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Esta imágen -capturada en Vietnam- anticipa lo que le espera a EE.UU. en su intento de agresión a Venezuela.

8 de febrero de 2019

Durante una rueda de prensa, el pasado jueves 7 de febrero el vicepresidente de Comunicación, Cultura y Turismo, Jorge Rodríguez, destacó la publicación de mensajes intimidatorios y noticias falsas por parte de actores del antichavismo quienes delineaban el marco de una serie de acciones golpistas.

El ex militar Oswaldo Valentín García Palomo confesó a Bloomberg a fines de 2018 que preparaba una golpe contra el presidente Maduro (Foto: Bloomberg)

 

 

 

Se trataba del preludio a un golpe de Estado planificado para el pasado fin de semana y que fue desactivado por los cuerpos de inteligencia venezolanos cuando detuvieron al operador del plan: Oswaldo Valentín García Palomo.

NAUFRAGIO DE UN PLAN DE LA CIA

Este ex coronel de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) ha contado desde hace tiempo con el apoyo, no sólo de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés), sino de los gobiernos de Colombia, Chile y Brasil. En el caso de Colombia, el militar retirado detalló el apoyo de alias “Alejandro”, un general en la Policía Nacional de Colombia, quien era el enlace con el gobierno de Juan Manuel Santos.

En su confesión declaró, además, que la agencia estadounidense lo contactó mediante el general retirado Antonio Rivero, activista del partido Voluntad Popular y agente de la CIA, según Rodríguez.


Parte del plan de la CIA era activar un golpe de Estado con supuesta colaboración desde el ámbito militar en el que García Palomo era una pieza clave. Como preludio al hecho fluyeron declaraciones de actores como el presidente de Colombia Iván Duque, María Corina Machado o Fernando del Rincón.

Sin embargo, a García Palomo se le hizo creer que una unidad militar en Caracas se alzaría, pero en realidad la operación de penetración en Venezuela fue seguida por la inteligencia del gobierno nacional y fue neutralizado con una cantidad importante de equipamiento para el golpe.

NEUTRALIZADO EL GOLPE, DEVELADOS LOS NEXOS

La agenda de golpe militar tenía un año preparándose: en la confesión de García Palomo es nombrado Julio Borges, diputado a la Asamblea Nacional en desacato, como organizador de la agenda conspirativa en varias de sus fases, incluso durante las mesas de diálogo en República Dominicana que involucraron a personajes como el ex presidente español Rodríguez Zapatero y otros gobiernos de América Latina.

Otro de los involucrados, junto a Borges, es el empresario Parsifal de Sola, ambos fueron denunciados por la periodista antichavista Patricia Poleo de delatar a los militares involucrados en la Operación Jericó (o Golpe Azul) en 2015. De Sola sirvió como anfitrión de las reuniones de planificación del ataque aéreo que se pretendía realizar contra instalaciones del Estado, y Borges posteriormente juró al mismo Jorge Rodríguez no haber participado en tal operación.

En mayo de 2018, previo a las elecciones presidenciales, se reactivó el plan golpista con la asesoría de alias «Indiana» y el «coronel Lee» por parte de la CIA y de «Alejandro» por parte del gobierno colombiano. Los oficiales relataron a García Palomo el plan de ataque a Venezuela durante el primer trimestre de 2019, lo que desmonta el relato de la «crisis humanitaria» para mostrarlo como lo que realmente es: un pretexto para invadir Venezuela.

García Palomo relata en su confesión que ex funcionarios del Estado venezolano como Luisa Ortega, Rafael Ramírez, Hebert García Plaza y Germán Ferrer (esposo de Ortega) intentaron contactarle ya que «están en un mismo equipo (…) en un mismo camino». También confesó contactos con ex militares como Hugo «Pollo» Carvajal, Clíver Alcalá o Miguel Rodríguez Torres, que en el caso de los dos primeros, lo contactaron para reunirse.

El nombre de Fernando Albán, concejal del partido Primero Justicia que se suicidó en las instalaciones del Servicio Bolivariano de Investigación (Sebin) en octubre de 2018, salió a relucir en la confesión del ex militar, también el de Osman Delgado Tabosky, quien financió el intento frustrado de magnicidio contra el presidente Nicolás Maduro y vive en Estados Unidos.

Mercenariato al estilo Bolton

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A decir de García Palomo, la operación contemplada para días recientes había excluido al Palacio de Miraflores debido a que esa sede presidencial «era muy fuerte».

Su enlace infiltrado en el entorno presidencial era el ex coronel Ovidio Carrasco Mosqueda, quien fungió como director de comunicaciones de la Guardia de Honor Presidencial; fue detenido y acusado de traición a la Patria. Esta persona fue contactada por Borges para que filtrara información clave respecto a la dinámica presidencial a través de Fernando Albán, según su declaración.

La confesión de Carrasco Mosqueda también fue transmitida durante la rueda de prensa, y en ella evidencia la conformación de una célula terrorista por parte de Albán (su socio), Borges (organizador de la agenda magnicida y golpista), el empresario Carlos Termini y «Mejías Laya». Por este motivo, el ministro Jorge Rodríguez pidió reabrir la investigación de Albán, dejando entrever que podría haber sido consecuencia de un intento de silenciarlo para evitar revelar el papel de Carrasco Mosqueda como «topo».

Por otro lado, el estilo mercenario impuesto en el Medio Oriente por parte de las potencias de la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN), se evidencia en los detalles que presenta Carrasco respecto al magnicidio frustrado en la avenida Bolívar de Caracas el pasado 4 de agosto de 2018 con el uso de drones y explosivos.

El rastro de líderes neocons como John Bolton es evidente, su dogma del «bombardeemos hoy y preguntemos mañana» es harto conocido y más cuando la solución ejecutada fue bombardear con drones a un presidente en funciones de una forma similar a como asesinaron recientemente a un líder en Yemen.

El grupo en torno a Borges y Carrasco asumió una labor mercenaria que obedece a la postura «dura», como la que ese arquitecto de guerras planteó luego en noviembre de 2018 a la derecha mayamera.

La profundidad de la red desarmada por los servicios de inteligencia se observa cuando se traza el derrotero de Julio Borges como instigador de la Operación Jérico en 2015, el fallido magnicidio de 2018, y el papel de García Palomo, junto con Carrasco Mosqueda, en la fallida Operación Constitución que planeaba dar un golpe en 2018 antes de las elecciones presidenciales.

Todo eso sin hablar de los contactos que García Palomo desarrolló con los ex militares, como Juan Carlos Caguaripano,  sobre la toma del Fuerte Paramacay en 2017, y la célula terrorista de Óscar Pérez. Eso sin nombrar que a fines de 2018, García Palomo realizó una convocatoria pública a los militares a sumarse a su inminente plan golpista luego de informar de su gira por países como Chile, Brasil, Estados Unidos y Colombia en pos de granjearse su ayuda en el mencionado y truncado plan.

¿Se desinfla la intervención militar?

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Un escenario como la intervención militar no es descartable, sin embargo, operaciones como la develada ayer por el gobierno venezolano ponen en juego dicha alternativa. Aunque el pasado martes el presidente estadounidense Donald Trump repitió que la opción militar no está descartada, la realidad es que un detonante como un alzamiento desde dentro de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) ya se encuentra visiblemente comprometido.

Necesario para ellos es resaltar la operación psicológica que se viene realizando desde distintas fuentes y que intentan profundizar la crisis social, junto al asedio, bloqueo y hostigamiento, para que desde la misma población se desencadene la violencia.

De allí que el relato de la «crisis humanitaria» y el montaje de algún falso positivo en las fronteras son la alternativa que están en pleno montaje por parte de el eje Panamá-Bogotá-Miami-Madrid.

En este contexto, bien viene recordar que el pasado 12 de diciembre, el presidente Maduro denunció que el director del Consejo de Seguridad Nacional, John Bolton, preparaba un complot para dar un golpe, asesinarlo, imponer un gobierno de transición, y de no darse estas hipótesis, buscar una escalada armada, a través de mercenarios formados en Colombia para justificar una intervención militar.

Entre los muchos elementos que denunció en esa rueda de prensa, el Presidente reveló que Estados Unidos entrenaba una importante fuerza comando de Operaciones Especiales en la base de Eglin de la Fuerza Aérea estadounidense, ubicada en el estado de Florida. Según su denuncia, el objetivo de esta fuerza es desembarcar, tomar y neutralizar la base áerea Libertador de Palo Negro, la base naval de Puerto Cabello y la base aérea de Barcelona, mientras García Palomo se lanzaba a comprar militares venezolanos por una cifra de entre 40 y 120 millones de dólares.

Sobre esto, sin lugar a duda sobrevuela el interrogante de si la insurrección de García Palomo iba a ser apoyada por la acción de esta fuerza comando estadounidense, o si solo ella se prepara para actuar en Venezuela una vez que se dé algún tipo de escalada armada en la frontera con Brasil y Colombia, tal como denunció Maduro. Por eso, la detención de García Palomo, junto a Carrasco Mosqueda, representa un obstáculo más para una intervención armada que cada vez está siendo más expuesta en la opinión pública.

Fuente: Misión Verdad

 

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