Escotilla 8 del Estadio Nacional: develando la huella de la prisión política
por Abril Becerra (Chile)
6 años atrás 6 min lectura
No todos se conocen, pero, por su puesto, han coincidido en más de una ocasión durante los últimos años, sobre todo, desde que la Corporación Estadio Nacional Memoria Nacional comenzó a recuperar los espacios que fueron utilizados como centro de detención y tortura. Es martes y la Escotilla 8 está ahí, intacta. No obstante, esta vez hay un detalle: todas las huellas que dejaron los prisioneros están a la vista.
El candado está enmohecido. Asegura el acceso a la “famosa” Escotilla 8. Desde abril de 2018 que el sitio está cerrado, a la espera. Pero hoy el lugar está repleto de visitantes: los compañeros y compañeras, los nietos y nietas, las autoridades y curiosos han llegado hasta el Estadio Nacional para presenciar la reapertura del espacio de memoria.
Un grupo de mujeres vestidas de blanco son las primeras en ingresar: con su presencia quieren purificar ese lugar que luego del 11 de septiembre de 1973 funcionó como celda colectiva. Pero esta vez la actividad es diferente. No se trata solo de colocar un memorial, sino más bien de dejar al descubierto las huellas de la prisión y la tortura.
“La Escotilla 8 es diferente”, comenta Cristián Bravo, gestor cultural de la Corporación Estadio Nacional Memoria Nacional Ex Prisioneros Políticos. “Respecto de las otras escotillas, tiene un lazo más emocional con los ex prisioneros, porque a través de esta Escotilla se tenía la conexión visual con el acceso de Avenida Grecia, donde los familiares se agolpaban queriendo saber noticias de su familia”, dice.
Y así es. La Escotilla da directamente a la calle, pero la visión ya no es la misma: no hay nadie a la espera del otro lado. Los transeúntes sólo avanzan sin siquiera percibir la reunión que se vive al interior del coliseo.
Quitar la pintura, abrir la huella
En abril de 2018 un grupo de restauradores llegó hasta el Estadio Nacional para comenzar a trabajar en la Escotilla 8. Así, iniciaron la remoción de la pintura de las paredes. El resultado fue una serie de inscripciones y dibujos tatuados en las paredes de la escotilla.
Una insignia de la Universidad Técnica del Estado, una frase de los Beatles y hasta un dibujo de una mujer desnuda fueron algunos de los hallazgos.
Javier Latorre, gerente de Kalam, empresa que estuvo a cargo de la restauración, advierte que este trabajo fue “delicado”, pero que dentro de todo, existió una ventaja respecto de otros proyectos. “El 100 por ciento de los escritos o figuras que se encontraron, se realizaron mediante incisiones en los muros, lo que facilitó la remoción y la identificación. Si estos se hubieran hecho con grafito o con cualquier otro tipo de instrumental de tinta, hubiera sido mucho más complejo”, dice.
¿Han trabajado en algún proyecto similar? “Es curioso, pero trabajamos hace bastante tiempo, en España en la recuperación de unos escritos en un aljibe árabe que fue utilizado como lugar de internamiento y prisión, primero de prisioneros cristianos y luego, de prisioneros musulmanes en el tiempo del medioevo”, responde.
Tiempo de memorias
Las puertas de la Escotilla se abren y todos quieren ser los primeros en ingresar, pero no falta quien bromee: “¿Te acuerdas de las tonteras que se les ocurrían durante los traslados?” Pero, también hay molestia por las autoridades que asisten. Las emociones están a flor de piel.
Al interior también hay imágenes de los presos que pasaron por el Estadio Nacional. Como siempre, son rostros en blanco y negro, y los ex prisioneros se buscan entre las imágenes hasta dar con su fotografía. Se miran en el espejo. Cuentan los años transcurridos. Lamentan la transición pactada.
Dos niños juegan en el sector. Parecen desconocer todo detalle de la actividad, sin embargo, tienen claro por qué asistieron. “El papá del tata estuvo detenido acá cuando Pinochet se hizo presidente. Me da pena, porque el tata quería mucho a su papá”, dicen.
Luego, es el turno de los discursos. La primera en tomar la palabra es Wally Kunstmann, presidenta de la Corporación Estadio Nacional Memoria Nacional Ex Prisioneros Políticos. Con la voz quebrada confiesa: “No es fácil hablar acá. No se me ocurrió ni siquiera escribirlo”. Pero ella no necesita preparar nada: sabe transmitir el mensaje que todos quieren escuchar.
“Tenemos que lograr que se muestre lo que sucedió en cada sitio del Estadio. Ese es el legado que queremos dejarle a la juventud, para que nunca más Chile vuelva a tener un prisionero y para que nunca más un soldado chileno asesine o haga desaparecer. Para lograrlo tenemos que mostrar estos sitios. Tenemos que mostrar y decir que no son cosas que se nos ocurren a nosotros, los ‘upelientos de entonces’. Mostremos los nombres de nuestros prisioneros, hagámoslos visibles ante nuestra juventud”, proclama.
La tarde avanza y en la Escotilla 8 también se va llenando de nuevas caras. José Núñez Quevedo, ex dirigente estudiantil detenido tras el golpe de Estado, es invitado a compartir su visión. Reconoce que la situación le es incómoda, porque cualquiera de sus compañeros podría transmitir un mensaje a la altura de las circunstancias. Por ende, opta por un gesto mucho más valioso: insta a que cada persona que fue torturada en el Estadio Nacional o en cualquier centro de detención, se ponga de pie y, de pronto, hay más de 20 personas erigidas.
“Después de vivir lo vivido, llegué a la conclusión de que hay algo que es todavía más valioso: aquellas prisioneras y prisioneros que no se niegan a vivir. Que se niegan a renunciar a sus valores. Eso es lo que están representando cada uno de ustedes. La consecuencia, la continuidad de los valores que nos inspiraron. Aquello que nos condujo a la lucha. Nosotros estuvimos conjugando otro verbo, queríamos ver a todo un pueblo con la posibilidad de ser feliz y eso es lo que estábamos construyendo”, afirma.
¿Lo pendiente?
Durante dictadura, el Estadio Nacional recibió cerca de 20 mil personas, entre hombres, mujeres y extranjeros, y cada una de sus ocho escotillas fue usada como celda.
Actualmente, existen diez estaciones de memoria en el coliseo, no obstante, aún faltan proyectos por concretar como el caracol sur y el túnel sur poniente del Velódromo.
“Ese es un trabajo al que tenemos que meterle mucha cabeza, porque corresponden a lugares donde se hacían los simulacros de fusilamiento y donde se tomaban los testimonios con las más duras torturas, entonces, ahí tenemos que encontrar un guión y trabajar con las personas que nos puedan aportar en cómo educamos en memoria histórica sin echar mano al morbo”, dice Cristián Bravo.
La tarde avanza. No falta quien bromee. El candado oxidado sigue donde mismo, pero hoy el lugar está repleto de visitantes. “No hay que olvidar que la memoria también es parte de nuestro patrimonio. Estamos frente a un espacio de educación, de esperanza y de futuro, por eso este trabajo es valioso”, concluye la ministra de las Culturas, Consuelo Valdés.
*Fuente: Diario UdeChile
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