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Mientras tenga el apoyo del republicano Trump seguirá en el poder

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24/02/2018
A más de un año de gobierno de Donald Trump sigue teniendo el apoyo de los  WAP (Blancos anglosajones protestantes). Si revisamos la geografía electoral de Estados Unidos los Estados, los Estados de las dos costas, Pacífico y Atlántico, apoyaron al Partido Demócrata – tanto es así que California,  de independizarse, sería la quinta potencia mundial, muy superior, por ejemplo, a Cataluña -, por el contrario, la mayoría de los Estados centrales de Estados Unidos, América profunda, siguen apoyando las políticas de Trump.

Como bien dice el geopolítico mexicano Alfredo Jalife, mucho más peligroso que el mismo Presidente son los seguidores de Trump. Según este mismo analista, la política del muro en la  frontera con México, el anti-islamismo,  el rechazo indiscriminado a los inmigrantes y la condenación al limbo jurídico de los “jóvenes sonadores”, tiene una explicación en la demografía: el 61 de los norteamericanos son WAP, es decir, blancos, anglosajones y protestantes; el 17% son hispanos, (80% de ellos, mexicano). El temor de los WAP es que de aquí al año 2050 pase a ser minoría, dominada por hijos de inmigrantes y afroamericanos.

Este último sector de la población norteamericana(los WAP) fueron muy mal tratados durante el dominio de la  casta política  de ese país: los Kennedy, los Clinton, los Bush impusieron una política neoliberal, signada  a través de la globalización y de los Tratados de Libre Comercio, condenándolo a la cesantía, al aislamiento y a la calidad de ciudadanos de segunda categoría.

El discurso y la práctica de Trump devenía de perilla: en primer lugar, por el hecho de no pertenecer a la clase política y a la magia Wall Street; en segundo lugar, por su rechazo a las políticas medioambientales, específicamente contra “el calentamiento global y poner fin al Tratado de París; en tercer lugar, el nacionalismo racista y chauvinista, “América Primero”; en cuarto lugar, la preservación de los empleos en la manufactura, especialmente, las grandes transnacionales automotrices, GM y Ford; en quinto lugar, el favorecimiento de la vuelta a las empresas, atacando la deslocalización; en sexto lugar, el privilegio del empleo  a los blancos norteamericanos sobre la mano de obra inmigrante, más barata y competitiva.

Durante estos trece primeros meses de gobierno Donald Trump ha logrado sortear obstáculos que muy pocos Presidentes han tenido: desde el comienzo, lo persiguió  la grave acusación de haber falseado la elección presidencial debido a la intervención informática del gobierno de Vladimir Putin, el llamado “RusiaGate”; luego vinieron las masacres en distintos Estados norteamericanos, la última en Parkland, al sur de Florida, donde murieron 17 jóvenes, acribillados por Nikolas Cruz, matanzas que ponen en cuestión la Enmienda 2 de la  Constitución norteamericana, que permite la libre venta de armas a los ciudadanos.

La Asociación del Rifle, que posee millones  de dólares y miles de voluntarios afiliados, se puede vanagloriar de haberse comprado al 50% de Representantes e igual número de Senadores, además del aporte de 30 mil millones de dólares a la campaña presidencial de Donald Trump quien el mismo día del triunfo juró defender a muerte la permanencia de la Enmienda 2.

Las manifestaciones estudiantiles sumadas al apoyo de altas personalidades pacifistas, del cine, la radio, la televisión pidiendo el fin de la venta de armas, ha logrado penetrar, incluso en la Casa Blanca y Trump se vio forzado a  reunirse con los estudiantes, pero al poco tiempo, la presión los senadores republicanos de Florida, volvió a endurecer su política, defendiendo a la Asociación de Rifles y proponiendo más bien que los profesores y paradocentes usen armas en los recintos escolares, que los convertiría, en vez de educadores, en asesinos.

Por otro lado, el fiscal sigue enviando colaboradores de la campaña presidencial de Trump  al jurado especial, que debe decidir la validez de los delitos por los cuales se les acusa. A Michel Flyn, Paul Manafort, Rick Gate y George Papadopaulos se acaban de agregar 13 funcionarios rusos y tres empresas de comunicación, entre ellos un íntimo amigo  del “del zar de Rusia”, llamado “el cocinero” de Putin. Dos familiares directos de Trump aparecen en la trama rusa: el yerno, Jared Kushner, y el hijo, Donald Trump Jr.

El fiscal especial; Robert Mueller, está dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias. A Trump le pesa sobremanera el antecedente de Richard Nixon, que precipitó su caída al expulsar al fiscal especial de entonces, Cox, en la famosa “masacre del día sábado”, en que expulsó a todos sus colaboradores y el fiscal especial a la cabeza.

Aun cuando se probaran los delitos de Trump, especialmente el de obstrucción a la justicia, no será posible ganar el juicio político, que exige el voto favorable de los dos tercios del senado, pero hasta ahora hay mayoría republicana tanto en la Cámara de representantes, como en el Senado que,  a pesar de todo, Trump ha sabido mantenerlos unidos en apoyo a su gobierno.

Una de las llaves para entusiasmar a los republicanos ha sido la  reciente aprobación de la rebaja de tributos, por parte del senado, que disminuiría de un 35% a un 20% el impuesto a las empresas, permitiendo una fuerte reactivación del crecimiento, hoy un 2% que, según Trump, podría llegar al 4%. El problema que afrontaría sería el del menor ingreso fiscal y aumento, por lo tanto, del déficit y de la deuda externo y, aún más grave, el aumento de la  inflación, que exigiría a la FED el incremento en las tasas de interés, es decir, el precio del dinero (enfriando la economía).

El destino de Trump  y del Partido Republicano se juega en las elecciones de noviembre de 2018, en que renuevan todos los miembros de la Cámara de Representantes, más un porcentaje del Senado. Lo más posible es exista una alta abstención que, desde luego, favorecería a los republicanos. El Partido Demócrata está en su peor momento, muy dividido, pero en el mejor de los casos, podría obtener la mayoría en una de las dos Cámaras, insuficientes para sacar del poder a Trump.

Trump es, tal vez, menos  reaccionario que su vicepresidente, Mike Pence, un ex católico ahora convertido en un fanático evangélico.

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