“Deberíamos ser los reyes del montañismo”
por Francisca Collao Kehr (Chile)
8 años atrás 16 min lectura
En conversación con Radio y Diario Universidad de Chile, el destacado montañista se refirió al desarrollo de su carrera deportiva, que incluye el haber alcanzado la cima del Everest en 1992. Además, planteó las precauciones que se deben tomar las personas que deseen realizar actividades recreativas en la montaña.
Cuando ya se encontraba cursando su carrera, descubrió el montañismo y, con eso, una conexión con su infancia. Desde ese momento, nunca abandonó los cerros.
En la siguiente entrevista habla sobre su actividad y la seguridad que se debe tener a la hora de hacer ascensiones pero, también, de su forma de ver la vida, del por qué dejó Santiago y de lo que le dio la fuerza para llegar a la cumbre.
¿Cuáles cree que son las medidas que se deben tomar a la hora de hacer montañismo? También pensando en los accidentes que han ocurrido por no tener una preparación suficiente.
Yo creo que el tema de fondo es que tenemos una tremenda contradicción. Somos uno de los países que tiene más cordillera en el mundo y uno de los que tiene menos montañistas. No se ha cultivado, a pesar de que tenemos un mar gigante o una cordillera gigante, culturas que están en sintonía con su condición natural. Cuando un país no tiene cultura de montaña, la ciudadanía desconoce los riesgos que tiene el introducirse sin las medidas más mínimas de preparación. Ir con short y zapatillas al Provincia en tiempos en el que hay nieve o puede nevar o cambiar la condición, como fue en el último accidente, es algo que en otro país (países desarrollados) no pasaría porque la gente lo sabe.
El deporte no es una actividad recreativa, sino que es un espacio de formación que se desarrolla y que se fomenta con o sin montaña. Entonces al final es un problema educativo. Yo pienso que no se está dando la prioridad, en la formación de los jóvenes, en primer lugar del deporte como un espacio de desarrollo integral de la persona. Y en particular al montañismo. Tenemos montañas por todas partes. Deberíamos ser los reyes del montañismo.
Normalmente los accidentes ocurren por ignorancia: no es que haya gente audaz que se aventura y trata de hacer algo tenaz. Simplemente van sin preparación. Sin los mínimos elementos y les pasan cosas: se entusiasman, suben más alto de lo que deben, se hace tarde, o el lugar se cubre con una nube. Falta que tú no veas para que no puedas bajar. O sea, yo mismo me he perdido con Rodrigo Jordán. Nos perdimos en una práctica subiendo el Cerro Campana, y ese cerro es más chico que el Provincia. Lo básico es hidratación, alimentación, abrigo y conocimiento. Yo diría que el más importante de todos es el conocimiento. Hasta qué hora puedo subir, voy por el día o llevo carpa. Conocer las características del terreno. Y eso es la cultura. Un país con cultura tiene ese conocimiento y toda la gente lo practica.
Fomentar y desarrollar (el deporte) e incluirlo en los planes educativos. Este es un tema de visión estratégica país. Este país ha dicho que la educación es un pilar para el desarrollo pero, ¿qué es la educación? ¿La educación es sólo copiarle a los países desarrollados o también es rescatar lo propio? ¿Cómo podemos capitalizar lo que tenemos por herencia? Nosotros deberíamos ser un país marino y montañés. Sin embargo estamos tratando de ser gringos. Hay un problema de identidad. No somos orgullosos de nuestras cosas, sino admiradores de los demás.
Principalmente para ascender necesito dos cosas: llevar alimentos que me permitan mantener el cuerpo a una temperatura y conservarla con abrigo. Tengo que llevar un cortaviento que ya es una buena barrera.
¿Usted cree que los virales arriesgados de Internet, en los que la gente no usa protección alguna, están afectando en la visión que tienen los jóvenes respecto a la exposición al peligro?
Creo que puede inducir a algunos a creer que es simple y fácil. Me ponen en una pantalla digital algo que no siempre corresponde a mi realidad. Ve las noticias y vas a concluir que el mundo está al borde del holocausto y que en general el ser humano es basura. Hoy en día tenemos una sociedad que le da demasiado tiempo a los medios digitales, y lo digo siendo Ingeniero en Computación. No es que tenga una visión contraria a la tecnología, pero veo que a través de ella se está construyendo una imagen de realidad que no tienen nada que ver con el mundo. Eso mismo pasa con el montañismo. O sea se escogen cosas, como los virales, para mostrar que es fácil escalar. O como la violencia que es la que más vende en un noticiario.
Yo vivo en la mitad de la Araucanía, todos mis vecinos son mapuche y el mundo cree que ellos son conflictivos pero todos los que conozco son absolutamente pacíficos. Lo que falta es ponerse en contacto con la realidad. Poner en contacto a los jóvenes desde chicos con las montañas, y que nos les cuenten qué es escalar, sino que ellos escalen. Deberíamos lanzarnos a nuestra realidad y, posteriormente, escoger algunos medios que me puedan ayudar. Lo digital muchas veces es una selección, muy particular, de una parte de la realidad. Hay una falta de vinculación con los elementos que el mundo tiene: los árboles, los animales, el aire, la montaña, el río, el silencio. La vida está dotada que cosas mucho más maravillosas que lo que se proyecta en estos medios.
Lamentablemente los medios influyen de una manera dramática. Y después te vas acostumbrando a eso, a vivir con la basura al lado. Si los mismos virales mostraran cómo los montañistas con mucho esfuerzo suben montañas más lo que tienen que hacer para aprender, y lo que significa subir una montaña, entonces los niños no irían sin protección. Pero no están esos otros virales. Nos estamos alimentando de lo vende, pero lo que se vende no es lo que hay. A un niño que está formado con conocimientos sobre montaña, no le va a afectar mirar un viral.
¿Cómo ve el montañismo en el sur? ¿Es más fuerte la actividad allá? Porque ahora se encuentra viviendo en la novena región.
No. Acá es mucho menor la actividad. En Santiago se ha popularizado mucho más y el ascenso a las montañas más cercanas es más simple. Está más de moda. Yo me vine al sur cuando me di cuenta de que me demoraba más en auto que en bicicleta para llegar a mi oficina.
Pensé que algo estaba mal. No es que sea tan buen ciclista, lo que pasa es que hay muchos tacos. Y esto va a crecer con los años. Así que para qué quiero entregarme a bocinas, a gente histérica, todos corriendo. Ya en el metro no puedes ni entrar porque hay un bloque de gente. Uno elige lo que quiere.
O sea se habría quedado en Santiago para sufrir…
Claro. Me gustan las montañas de Santiago, que no están en el sur porque son sobre 6.000 metros. La alta montaña tiene su encanto. Pero para esos casos yo voy, armo una expedición, subo y vuelvo. Prefiero hacer mi vida diaria en un lugar más armónico, más pacífico y menos enloquecido. Cuando tenga un proyecto, que puede ser en Santiago o en el Himalaya, lo organizo y lo realizo. Pero el resto de mi vida la paso en el sur. Eso es lo que tiene el sur. Es más sano.
Mis mascotas son chanchos, perros. Tengo un chancho de mascota que se llama Tadeo y es súper inteligente. Tengo como doce mascotas. Cosa que no podría tener en ninguna otra parte. Tengo chinchillas, jerbos, tres perros. La cosa es que eso se puede hacer en el campo y ese contacto, no sólo con los animales sino que con el jardín, con la tierra, es de lo más educativo que yo podría regalarle a mis dos niñas.
¿Y sus hijos viven con usted?
Sí.
¿Se dedican también al montañismo? ¿Lo tienen inculcado?
No. No los he querido sobre inculcar. Hacemos paseos tranquilos, pero prefiero que ellos vayan conociéndose a ellos mismos y eligiendo en ellos sus capacidades: a uno de ellos le gusta la guitarra. El otro es más deportista pero también le gusta el tenis. O sea, no quiero imponerles mi pasión y mis gustos porque creo que lo más interesante en la vida es descubrir quién es el que realmente habita en el cuerpo. O sea, quién soy yo. Qué es lo que hay dentro de este ser. Cada uno viene con un regalo único. Por supuesto, yo feliz que me acompañen.
De hecho con mi hija mayor subimos el Cerro La Paloma cuando ella tenía como trece años y fue una experiencia preciosa. Quiero que ellos descubran cuáles son sus pasiones. Cuáles son sus amores.
Por otra parte, ¿Usted cree que físicamente el chileno tiene condiciones para realizar la actividad que usted practica?
Totalmente. Cuando un pueblo ha vivido cerca de la montaña, genera condiciones especiales. De hecho nosotros tenemos mejor adaptación a la altura que los europeos porque estamos habitando a mayor altura. Y para el montañismo no se necesita el cuerpo que se requiere para correr 100 metros planos. Se necesita un cuerpo ligero que no pese mucho. Ahora, más allá de las condiciones físicas, cuando un pueblo o un grupo se enamora de una actividad, le termina resultando siempre extraordinariamente bien. Cualquier grupo que se organice y se fascine con algo, lo hace bien. Si nosotros tenemos un problema de identidad de fondo. No estamos felices con nosotros y andamos buscando la identidad en otros, en vez de darnos cuenta de que tenemos un mar increíble y una cordillera extraordinaria. Tenemos vinos fantásticos. La capacidad de hacer curtiembre. Podríamos agarrar todos los oficios de todas las regiones y generar una identidad país. Eso genera cultura. Nos falta cultura, orgullo y conocimiento.
¿Qué está haciendo ahora en relación con el montañismo?
Sigo haciendo deporte. Sigo haciendo algunas expediciones. En el verano subimos el Cerro Polleras, que casi no tiene ascensiones porque está muy alejado. Tiene casi 6.000 metros. Y siempre manteniendo el deseo firme de volver a Los Himalayas. En mi caso la montaña a la que me encantaría volver es la Katchenjunga, que es la tercera más alta del mundo.
¿Y al Everest no?
Es que ya fuimos. Repetirse el mismo cerro es como ir dos veces al mismo matrimonio. No tiene gracia. De hecho fui tres veces. Por tres rutas distintas. En la tercera subimos pero…
¿Ya no más?
Ya no. No es que tenga algo contra el Everest, pero prefiero conocer otras montañas. El Katchenjunga es la que más me llama la atención y tiene cinco cumbres sobre 8.000 metros. Es una doña montaña. Es de las pocas que Chile no ha podido subir.
“No es garra, es disfrute”
¿Qué cree usted del concepto de tener garra? En algunas entrevistas le han hablado de eso pero al parecer no se refiere a ella como la fuerza que lo hizo alcanzar la cumbre del Everest. ¿Qué le dio realmente fuerzas?
Mucha gente piensa que por ser el primer sudamericano en la cumbre, y porque subimos por una ruta que es muy compleja (hoy tienen 7.000 ascensiones y tres por la ruta nuestra), que somos como superhéroes. De una condición genética distinta y aquí hay algo que es súper interesante: no tenemos ninguna condición genética distinta. Lo único que aquí pasó es que cuando una persona descubre en sí misma algo que le encanta o cuando alguien se conecta de una manera tal en que desaparece el tiempo, podría hacerlo infinito. Además desaparece el cansancio. Es como si ni siquiera estuvieras tú ahí. Tú mismo desapareces y te haces parte de esa acción. Cuando eso ocurre, tú no estás ocupando la energía celular de tu cuerpo. Te conectas con una energía superior que alimenta al cuerpo mientras esté conectado con su oficio de esa manera.
No necesito ser superhombre para hacer cosas de superhombre. Esto no es garra, sino que la conexión sutil de quién eres tú con qué es lo que estás haciendo. Cuando tu hacer se alinea con tu ser, aparece un congruencia. Como si tu actividad te resonara, como si entraras en sintonía. Es como si fuera la misma frecuencia vibratoria, eso hace que esa actividad la puedas desarrollar indefinidamente. Es fascinación, pasión. Esto es porque estás haciendo algo que te entretiene tanto, que no necesitas tener un estado físico superior. Basta que sea entretenido para que puedas hacerlo indefinidamente.
Hay una energía infinita detrás del disfrute, del pasarlo bien. Esto no es garra, esto es disfrute. Cuando encuentras un hacer que coincide con tu ser, entras en otra dimensión. Eso es lo que hacen los grandes maestros: logran esta conexión y les sale natural.
Imagino que tiene que ver con sus experiencias de vida…
Cuando chico jugaba en el barro con mis hermanos. Esa conexión con la naturaleza, la volví a encontrar en el montañismo. Cuando estoy subiendo un cerro, estoy caminando sobre un cielo, sobre un aire. Mirando un cielo. Es como volver a conectar con la infancia y allí me descubro y digo que esto es lo mío. Cuando haces algo que es parte de tu naturaleza, puedes ser un ser superior. La garra es otra cosa.
¿Usted qué diría a los jóvenes que han dejado el deporte o las cosas que los hacían felices de niños por estar, por ejemplo, todo el día en una oficina con aire acondicionado? Gente que vive estresada y que en realidad se siente infeliz. ¿Cómo dejar de pensar en lo que pueden decir los demás?
Lo que impide que la gente haga lo que le gusta, al final es miedo. Miedo al qué dirán, a perder, a fracasar, a que no vas a tener las condiciones económicas suficientes. ¿Pero por qué tanto miedo? Se instaló el miedo y la insatisfacción producto del miedo. Tengo miedo y así desconfío de la vida. Al final pierdo la confianza en la vida. Les diría que no se pierdan porque de esa forma podemos llegar al cajón sin haber cambiado nada, sin haber vivido nada. Que no hay ningún peligro porque la vida, en vez de ser una jungla donde te pueden matar en cualquier parte, no es así. Nadie se anda muriendo en todas las esquinas. La vida es lo más confiable que existe.
Hay dos tipos de personas: los que están vivos pero felices con lo que están haciendo y los que están vivos pero infelices con lo que hacen. Lo único que les falta es atreverse a ser felices. Si yo naturalmente soy una persona que le gusta tales y cuales cosas ¿por qué no puedo seguir ese camino? ¿Por qué tengo que ajustarme a lo que debiera ser? ¿Cuántos debería ser están habitando? Ese miedo es una apariencia. Hay gente esclavizada con el miedo y hay gente libre.
Hay que ser auténtico con la propia esencia. Seguir lo que dice la intuición, el cuerpo. Si me sigo a mí mismo puedo encontrar la felicidad porque voy a darle espacio a ese mí para que se realice. Si sigo otros modelos, por ejemplo el del oficinista: trabajaba en la Católica. Era jefe de área. De repente se fue mi jefe y me ofrecieron ser Subdirector del Centro de Computación. Acepté altiro. Era como el doble de sueldo. Después me quedé pensando que me equivoqué. Porque en realidad él hacía puras cosas fomes porque pasaba en puras reuniones. Y antes yo estaba a cargo de un grupo multidisciplinario de periodistas, educadores, diseñadores. Hacíamos software. Era entretenido. Se supone que ganar el doble debería ser mejor. Al día siguiente volví y le dije al director ‘¿te enojarías si renunciara y volviera a ser Jefe de Departamento?’ Me preguntó si estaba loco, que cualquiera que pasaba por ahí tenía pavimentado su futuro. Y le respondí que eso era futuro y que yo quería presente. ‘Que tal vez en el futuro me iba a ir pésimo o bien pero no es mi asunto hoy día’. Pero todos hemos sido invitados por el ‘deber ser’. Como cuando dije que quería estudiar Matemáticas y me dijeron que cómo se me ocurría hacer eso. ‘Cuando has visto que a un Matemático le vaya bien en la vida’. Y entré a Ingeniería porque lucía mejor ser Ingeniero que Matemático.
¿Debemos elegir?
Todo el día nos estamos sometiendo a elegir entre el ser y lo que debería ser. Entonces tienes dos ejemplos. En algunos casos retrocedí y en otros pisé el palito. Pero en otros simplemente dije que no. Mi ser dice montaña y voy a hacer montaña. Casi congelé la carrera. Tomaba como un ramo al semestre para darle espacio al montañismo. Tomaba un curso al semestre, subía el cerro y era feliz. Y eso me conectó con una vida entera y también, al final, con que hoy día me dedico a hacer charlas motivacionales porque es lo que más me gusta. A pesar de que soy Ingeniero y me recibí perfectamente bien. Hay que aprender a ser uno mismo, no a copiar a nadie. Ni siquiera a copiar a los grandes. Si hay algunos que son católicos yo les diría que no le copien a Jesús, porque Jesús no le copió a nadie. La mística maravillosa de Jesús es porque fue único. No se ciñó con la norma de nadie. Si quieren ser como Jesús, no le copien. Sean ustedes. Cada uno es un milagro, cada uno es un Jesús distinto. Por lo tanto, la maravilla es descubrir esa divinidad, esa creación. Ese milagro con el que fuimos creados, porque ahí hay un secreto gigantesco que si no lo descubrimos vamos a pasarnos la vida entera tratando de ser otro, siendo infelices y nunca habiendo alcanzado la conexión con un oficio. Cuando te conectas con un oficio alcanzas maestría, la realización y un estado del ser que es extraordinario. Porque te descubriste, te abrazaste y fluiste. Estás flotando, estás por sobre la limitación corriente.
No vinimos a lograr cosas, a nada en particular. Vinimos a ser nosotros. Ahí vamos a alcanzar el cielo. Antes vamos a estar dándole palos en la sombra a un fantasma, tratando de descubrir dónde está la felicidad pero actuando el rol de otro. Uno que jamás va a producir esa emoción a mí. Mírense y vean si son felices y traten de ser lo más fieles al regalo que recibieron. Si estamos agobiados y cansados, es porque nos alejamos del regalo y tenemos que volver a él.
www.cristiangarciahuidobro.cl
*Fuente: Diario UdeChile
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Cristián García-Huidobro Valdivieso es un destacado montañista. Antes de subir el Everest por la pared del Kangschung en 1992 junto a Claudio Lucero, Dagoberto Delgado, Juan Luis Montes, Rodrigo Jordán y Christian Buracchio, trabajó en el Servicio de Computación, Informática y Comunicaciones de la Universidad Católica de Chile. Estudió en la misma Universidad Ingeniería Civil de Industrias con Mención en Computación e ingresó a ella con Puntaje Nacional.