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Veintiseis Jota

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En el recinto Ferial de Madrid (IFEMA) donde el Ministerio del Interior había instalado su cuartel general para las elecciones, con una sonrisa roja y embestida absolutamente en azul, la Vicepresidenta Soraya Sánchez de Santa María preguntaba a los medios nacionales e internacionales ahí apostados si tenían alguna pregunta, acababa de dar los resultados de la victoria de su partido el PP. Un silencio frío invadió el salón enorme e imponente, -muchas gracias- alcancé a escuchar, mientras un fotógrafo que pasaba a mis espaldas después de casi perder la perspectiva frontal del anuncio alcanzó a decirme en voz no tan baja -¡Ni una puta pregunta!-.
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Apenas una hora y media antes, todos los medios públicos y privados habían dado unos  muy distintos resultados mediante encuestas de salida: había ganado el PP pero con un margen mucho menor y Unidos Podemos había no sólo superado al PSOE, sino que tenía junto con los socialistas prácticamente la mayoría absoluta que le permitía a la izquierda determinar al próximo presidente de España, justo como se había señalado en todas las encuestas previas. Una ilusión que la rapidez de los resultados oficiales españoles mataron de un solo golpe a las 11 de la noche, los populares crecían (aún sin alcanzar mayoría absoluta), el PSOE bajaba y Unidos Podemos quedaba en el mismo tercer lugar que el 20 de diciembre y con los mismos 71 escaños.
La jornada venía precedida por una sola duda: la de si la alianza entre Izquierda Unida (IU) y Podemos se acercaría al PP con los escaños suficientes para estar en condición de formar gobierno. Después de una campaña donde todos los partidos y casi la totalidad de los medios de comunicación enfilaron sus misiles, contra la que se conoce como la formación morada por el color de su emblema, ésta respondía con un tono sereno y sin polarizar claramente la elección, sin llamar desde el principio al voto útil de los socialistas. Fue justamente el PSOE quien desarrolló quizá la estrategia más virulenta en su contra, mientras Unidos Podemos se dedicó a poner la otra mejilla y a “tenderles la mano”. El periódico El País, uno de los más influyentes en España y el mundo, era desde sus editoriales el órgano privilegiado para embestir al partido de Pablo Iglesias. Aguantar la ventaja era el camino elegido y el que todas las encuestas ratificaban.
Dos eventos aparecieron al final de la campaña: conversaciones grabadas dentro de la oficina del Ministro del Interior, dadas a conocer por el diario digital Público, entre su titular y el responsable de enfrentar la corrupción en Cataluña revelaban cómo, con el conocimiento de Rajoy, buscaban encontrar irregularidades de los políticos independentistas de Cataluña, se trataba nada menos, del uso del poder y las instituciones para enfrentar adversarios políticos. Sí, el mismo Ministro del Interior que se encarga de organizar la elección en España.
El escándalo mereció titulares pero no la renuncia de los involucrados, al día siguiente, el viernes, último día de la campaña la revelación sería eclipsada por el Brexit que desde el Reino Unido generaba una sobrerreacción mundial y en España era traducida como la prueba de que los populistas eran ya una amenaza mundial, –¡Un pueblo engañado! ¡cae la libra! ¡la bolsa está en colapso!– gritaban en las tertulias. -Eso pasa cuando los populistas gobiernan y se somete a referéndum lo que se debe resolver entre partidos responsables- decía muy serio Pedro Sánchez, el candidato del PSOE.
Unidos Podemos es la única fuerza nacional que apoya el derecho a decidir en Cataluña, es decir un referéndum, y son a los que toda la campaña equipararon con el populismo. Los mismos encuestadores que fallaron el día de la jornada explican que el Brexit no influyó en el resultado. Nadie les ha preguntado cómo se puede confiar en sus mediciones si no acertaron siquiera, en el orden en que quedarían los partidos en la elección.
La visita matutina por los centros de votación constataba una afluencia parecida a la del 20D; el Ministerio del Interior informaba a las 6 de la tarde que, en ese segundo corte, se mostraba un descenso muy importante en la participación, -es la votación más baja de la democracia a esta hora – respondieron sus voceros. Es verano, temporada nada común para las elecciones españolas, a partir del descenso a los 38 grados centígrados cerca de las 5 de la tarde y hasta las 8 de la noche, (horario de cierre), los centros de votación volvían a llenarse, casi 70% de votación sería el corte final tal como se había estimado. Quizá en ese periodo de tiempo se dio la voltereta que las encuestas no supieron medir y que provocaría el anuncio fallido de todos los medios de comunicación sólo un minuto después de las soleadas ocho de la noche.
Toda la campaña de Unidos Podemos repitió que el sorpasso (término italiano que significa adelantamiento) que pretendían era al Partido Popular, aunque ellos y el resto sabían que con ser la segunda fuerza habrían vencido. Se habían formado una expectativa enorme, la más grande de toda la elección, su resultado era la gran novedad durante seis meses y el eje de coordenadas de toda España.
El golpe a los herederos del movimiento social del 15M, a los profesores universitarios que hace apenas dos años no existían en la vida política española, a los que han hecho uno de los manejos políticos más interesantes de las redes sociales, los que terminaron con el bipartidismo, los que trajeron la palabra pueblo de regreso, los que se inventaron en una cafetería y fueron capaces de transformar un movimiento en opción política, los nuevos protagonistas de las tertulias de televisión, los que hacen mítines como si fuera una puesta en escena y saludan con la canción de los caza fantasmas, los que jugaron al juego de tronos, lo que desafiaron a la clase política diciéndoles este pleito va de ciudadanos contra la casta y de los de abajo contra los de arriba, los que patearon el tablero, los que invocaron a la memoria histórica y que hoy gobiernan las principales ciudades de España, fue tremendo.
No porque sus resultados sean malos, que no lo son (se quedaron a unos tres o cuatro puntos porcentuales de su objetivo), tampoco como ellos mismos han explicado, porque su expectativa no se cumpliera. Lo tremendo del golpe de este domingo, es que como nunca les había pasado, les tocaron, como el boxeador que parpadea frente a la incredulidad de su propia y posible caída, frente a unos brazos que no responden y unas piernas que flaquean. Esa es la certeza íntima que pude ver en sus ojos y escuchar en su discurso en la televisión y en la Plaza del Museo Reina Sofía.
Leo y escucho a toro pasado las explicaciones de sus “errores”, la prescripción editorial de lo que “deben hacer”, los consejos que no han pedido y que por mi parte no tengo para darles, aún me pierdo en casi cualquier calle de Madrid. Solo sé que cuando te han tocado tienes que elegir entre vivir con miedo o atreverte, con la certeza de tu fragilidad, a vivir sin él.

Gracias a: Aristegui Noticias
Fuente: http://aristeguinoticias.com/2906/mexico/veintiseis-jota-articulo-de-alfredo-figueroa/
Fecha de publicación del artículo original: 29/06/2016
URL de esta página en Tlaxcala: http://www.tlaxcala-int.org/article.asp?reference=18270

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