Entrevista a João Pedro Stedile: “El imperio pasó a jugar más duro”
por AlaiNet
9 años atrás 14 min lectura
ALAI AMLATINA, 24/11/2015.- Asumiendo que tras la derrota del ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas), el momento político colocaba al centro de las definiciones el tema de la integración popular, un conjunto de organizaciones sociales coincidieron la necesidad de construir un espacio integracionista teniendo como referencia el ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América), en tanto proyecto esencialmente político que se remite al ideal de Patria Grande, promovido desde las guerras de la independencia.
Este proceso arrancó en julio 2008, con la elaboración de la Carta de los Movimientos Sociales de las Américas que, después de diversos debates en los diferentes países y en el Foro Social de las Américas realizado en Guatemala (2008), es aprobada en la Asamblea de los Movimientos Sociales del ALBA, durante el Foro Social Mundial de 2009, en Belém do Pará, Brasil. Como en el impulso de esta iniciativa ha tenido un rol muy activo el Movimiento de los Trabajadores Rurales sin Tierra (MST) de Brasil, establecimos un intercambio con João Pedro Stedile, miembro de la Coordinación Nacional de esta organización, cuyas reflexiones recogemos a continuación.
– ¿Qué factores y actores fueron gravitantes para la derrota del ALCA?
En esencia, con el ALCA se buscó armar un aparato jurídico para proteger las operaciones de las empresas estadounidenses orientadas a tomar el control del mercado de las Américas. Y para eso se necesitaba la libertad total del comercio, anulando cualquiera medida soberana de los gobiernos nacionales. La implantación de la moneda estadounidense, con protección jurídica plena a sus inversiones.
Sin embargo, para que se concrete este proyecto se necesitaba el apoyo de todos los gobiernos de la región. Mas resulta que, a partir de Hugo Chávez, en diversos países fueron electos gobiernos anti-neoliberales, reconfigurando un escenario que terminó por obstaculizar el avance del ALCA.
Por otro lado, el gobierno de Estados Unidos ya estaba fragilizado en sus propuestas neoliberales, al tiempo que perdía terreno con las derrotas político-militares en el Medio Oriente.
Y este cuadro se completa con la resistencia popular en diversos países del continente. En algunos, la resistencia se organiza en forma de campaña explícitamente contra el ALCA. En otros, se presenta como movilizaciones populares, localizadas, contra el neoliberalismo, lo cual significaba estar contra el libre comercio y la subordinación a los Estados Unidos.
Es más, en algunos países es evidente que también gravitó, con peso relativo, la postura de algunos sectores empresariales locales, que no se sentían cómodos con la subordinación total a los intereses de Estados Unidos, ya que implicaba una pérdida de parte de su tasa de ganancia para beneficio de las empresas estadounidenses.
– ¿Cuáles son las principales lecciones que extraes de esas jornadas?
Son muchas lecciones y aprendizajes de este período. Difícil de nombrar a todos o establecer criterios por importancia. Sin embargo, cabe destacar la realización de referendos populares, de consultas al pueblo, y también la realización de asambleas populares masivas, pues contribuyeron a que se implemente una significativa pedagogía de masas, que ayudó a que el pueblo entienda lo que estaba en juego, al politizar el debate, y a que participe, aunque de una manera simple: con el voto en contra.
También fue importante la unidad entre la mayoría de los movimientos populares de cada país contra el ALCA, ya que era la principal bandera de lucha contra el neoliberalismo. Esto ayudó a superar los protagonismos, el sectarismo y otras prácticas comunes entre nuestros movimientos.
– Específicamente, ¿qué significó en ese momento el nacimiento del ALBA?
En ese contexto, resulta gravitante la visión estratégica y continental del presidente Hugo Chávez con la propuesta del ALBA, bajo las premisas de que: a) no es suficiente criticar a los Estados Unidos y la integración del capital, asumiendo que es preciso presentar otra propuesta de integración, alternativa, una integración que precisa ir más allá de los gobiernos para adquirir un carácter popular; b) utilizó toda su experiencia y carisma para articular a gobernantes anti-neoliberales y progresistas en torno a la propuesta del ALBA. Y tan es así que anuncia esta perspectiva en el acto de la derrota del ALCA, en Mar del Plata –Argentina–, durante el famoso mitin popular en un estadio local con miles de militantes argentinos y de las Américas; c) y el siguiente paso, con sentido político, fue que no podía ser sólo una articulación de los Estados o gobiernos, sino que debía involucrar a las fuerzas populares que actúan de manera independiente de los espacios institucionales.
– En el nuevo escenario tras la derrota del ALCA, en la agenda oficial cobra fuerza la perspectiva de una integración soberana que, además del ALBA, se traduce en la conformación de UNASUR y, posteriormente, de la CELAC, a la vez que repercute en una redefinición de otros proyectos de integración, como en Mercosur, en los cuales se abren espacios para la participación de movimientos sociales. ¿Cómo entender que esta apertura prácticamente haya quedado en el plano formal? ¿Cuál la responsabilidad de los propios movimientos para que ello sea así?
En primer lugar, desde un punto de vista institucional después de la derrota del ALCA y el surgimiento del ALBA, no se logró aglutinar a la mayoría de los gobiernos. Así, desde el punto de vista gubernamental, éste se limitó a siete u ocho países, y de economías no muy representativas para el continente. Sabiendo que, en realidad, la economía se mueve con el peso de México, Colombia, Brasil y Argentina.
Ante estas circunstancias, el presidente Chávez acertó al moverse para crear otros espacios que no eran tan populares como alternativas, pero representaban la posibilidad de una unidad del continente contra el gobierno de los Estados Unidos y Canadá. Y de ahí surgió la propuesta de la UNASUR, en América del Sur y la CELAC a nivel continental. Las dos iniciativas tuvieron éxito, aglutinaron a todos los países, sin Estados Unidos, y en la práctica enterraron la hegemonía que Estados Unidos tenía a través de la OEA.
El Mercosur, que nunca fue un mecanismo de integración verdadera, fue solamente un acuerdo comercial entre los países del sur. Y creo que ya tiene sus días contados, ya que necesita con urgencia migrar a un acuerdo de toda la América del Sur, en el marco de la UNASUR. Así como está, ya no sirve para nada.
El problema es que algunos países gobernados por los partidos neoliberales en América del Sur están poniendo resistencias, y preferirían realinearse con Estados Unidos a través de la Alianza del Pacífico, y ahora el TPP, que abarca también parte de Asia.
Desde el punto de vista institucional, la crisis internacional del capitalismo, las dificultades con el precio del petróleo, producto que, para Venezuela, es su principal fuente de financiamiento para los proyectos económicos estratégicos para el continente, tiene una influencia negativa.
En cuanto a los movimientos populares que nos articulamos bajo los parámetros conceptuales del ALBA, nos estamos moviendo lentamente porque elegimos caminar con nuestras propias piernas, teniendo autonomía frente a los gobiernos y Estados, incluso progresistas o de izquierda.
– En ese nuevo escenario, otro aspecto que destaca es que se diluye la articulación alcanzada continentalmente por los movimientos y, es más, prácticamente se produce un reflujo de éstos. ¿Cuál es tu explicación al respecto?
No lo veo como reflujo. Yo lo veo como una lentitud natural, sin embargo pedagógica, que sólo seguiremos adelante si tenemos mayor capacidad de articular fuerzas populares en cada uno de nuestros países.
Y, por desgracia, en la mayoría de los países, aunque todos nos declaramos anti-neoliberales y anti-imperialistas, no logramos construir espacios nacionales unitarios, que sean la base de un movimiento continental del ALBA. Entonces, si las fuerzas populares no tienen la madurez para articularse en sus países, no pueden y no deben salir en las articulaciones internacionales, como portavoces de la unidad. ¿Hablando en nombre de quién?
Por otro lado, se imaginaba que la reciente coyuntura ayudaría a los movimientos populares de todo el continente a que avancen más rápido en un re-ascenso del movimiento de masas. Pero, lamentablemente, eso no ha sucedido. Por ahora, solamente en Bolivia se mantiene en ascenso el movimiento de masas, que aunque se siente participe en el gobierno, también lo presiona, y está en constante movilización.
En Venezuela, hay una vinculación muy grande de los movimientos populares a los procesos electorales, que se realizan cada dos años, y terminan monopolizando los intereses de las fuerzas populares en lucha permanente contra los golpes de la derecha.
Y, por último, el imperio pasó a jugar más duro, desplegando una contraofensiva ante las luchas sociales y las articulaciones en el campo ideológico, avanzando con sus armas que son los medios de comunicación, especialmente la televisión y la Internet. Y en este campo, el capital y los Estados Unidos son absolutamente hegemónicos, y tienen una gran fuerza.
Es decir, los pocos avances no sólo fueron debilidades nuestras, que son muchas, sino que también hubo un repunte de las iniciativas ideológicas impulsadas por Estados Unidos con las fuerzas conservadoras en nuestros países. Y en todos los países estamos asistiendo a una confrontación cada vez mayor de estas fuerzas, con las fuerzas populares.
Y las fuerzas populares con poca posibilidad de actuar en la televisión, en los medios de comunicación masivos y en Internet. Incluso en Internet, que se consideraba que era un espacio más libre y democrático, las revelaciones de Assange y Snowden dejaron en claro, por ejemplo, que Google no pasa de ser una herramienta al servicio y bajo control de los servicios de inteligencia del Gobierno de los Estados Unidos.
– Hoy estamos ante un nuevo escenario, tanto por la dinámica global del capitalismo como por las limitaciones registradas por los gobiernos de cambio, lo cual ha dado pie para que incluso, entre los opositores de izquierda, se hable del fin del ciclo progresista. Desde la perspectiva de los movimientos, ¿cómo encarar esta situación, siendo de que por medio hay intentos desestabilizadores?
No considero que sea el mejor camino permanecer pronosticando el fin del ciclo progresista, o la reanudación de los sectores conservadores. Eso no es dialéctico. La lucha de clases es permanente en cada uno de nuestros países, y muy dinámica. No podemos generalizar como una situación en cada país. E incluso en los países en los que hay una completa hegemonía de la derecha en los gobiernos, como México y Colombia, hay una mayor intensidad de la lucha social, y la disposición de lucha del pueblo.
Creo que nos encontramos en condiciones difíciles, debido a la dependencia económica de nuestro continente en relación al capitalismo internacional. Más que nunca debemos recuperar las teorías de la dependencia (sistematizadas en la década del 70) para explicar la situación de nuestras economías, para no caer en el simplismo de que tan solo porque los gobiernos van mal, o la economía está en crisis, que eso significa el fin de ciclos de gobiernos.
Estamos en medio de la lucha de clases, en cada uno de nuestros países y en el continente. Y ésta, cada día, puede y tiene desdoblamientos diferenciados con diferentes consecuencias.
En este sentido, los movimientos populares y las fuerzas de izquierda precisan estudiar más, conocer mejor sus realidades y tener más claro, en las disputas electorales, ideológicas y políticas, quiénes son nuestros enemigos principales, quiénes son nuestros aliados temporales, y quiénes son las fuerzas realmente populares, que pueden acumular para alcanzar transformaciones estructurales de nuestras sociedades. Y por lo poco que he leído y escuchado de compañeros/as en nuestros encuentros, hay una confusión generalizada en la mayoría de los países sobre esta identificación necesaria, para posicionarse mejor en las tácticas, en la lucha de clases.
– En la actual disputa geopolítica, el imperialismo trata de impedir que se avance hacia el multilateralismo en el ordenamiento internacional. Para el efecto, además de su poderío militar, ha puesto el pie en el acelerador para llegar a acuerdos de libre comercio en diversos frentes. En la región con la Alianza del Pacífico, globalmente con el TPP, el TTIP, TISA, entre otros. Ante esta realidad, ¿qué hacer desde los movimientos sociales?
Tenemos que debatir estos temas con profundidad en cada uno de nuestros países, pues los desafíos pueden presentarse de forma diferenciada. El primer paso es comprender que de hecho el imperialismo del capital de Estados Unidos es nuestro principal enemigo, que se presenta no solo a través de las acciones del gobierno de ese país, sino también y, sobre todo, con las iniciativas de las empresas, corporaciones transnacionales, medios de comunicación y acuerdos internacionales.
Segundo, precisamos seguir con el trabajo de base, para concientizar a nuestras bases, respecto a esa realidad y al contexto de la lucha de clases en nuestros países, que está cada vez más internacionalizado. O sea, la correlación de fuerzas en el plano local no sólo está determinada por el comportamiento de las burguesías locales, cuanto que por el comportamiento de fuerzas del capital internacional.
Tercero, necesitamos reimpulsar el trabajo de formación política de nuestra militancia… y tener, de hecho, una estrategia de unidad política y de disputa del poder político en la sociedad, en el sentido elaborado por Gramsci, de que todos los espacios colectivos de la sociedad, son espacios de lucha política. Creo que la mayoría de los partidos de izquierda se perdió en esquemas puramente electorales y abandonaron la formación política de su militancia. Y luego cayeron en el pragmatismo total, que siempre repercute en el oportunismo personal o de grupos.
Cuarto, poner energías en la construcción de medios de comunicación de masas.
Quinto, estimular las luchas de masas, solamente ellas pueden, de hecho, alterar la correlación de fuerzas, y ser un contrapunto a la fuerza del capital imperialista, a la que me referí anteriormente.
– Entre otros temas gravitantes resaltan los relativos a la crisis ambiental y alimentaria. ¿Qué alternativas se están formulando?
El capital internacional ante la crisis de acumulación cíclica que estamos viviendo, migró con mayor intensidad hacia América Latina, para apoderarse y tornarse propietario privado de nuestras riquezas naturales, particularmente de los minerales (petróleo, hierro, bauxita, etc) y de la energía eléctrica, eólica, y de las commodities agrícolas.
Esta avalancha de capital, explotando/extrayendo los bienes naturales, está causando esa destrucción del medio ambiente en todo el continente, que trae como consecuencias graves el cambio climático, la desaparición de agua, etc.
Este tema no estaba presente en la lucha de clases antes de 1990, tan sólo aparece ahora. Y hay que enfrentarlo con la misma intensidad que ante la contradicción entre capital y trabajo. La destrucción del medio ambiente puede colocar en riesgo a la vida humana en el Planeta.
En este sentido tenemos dos aliados importantes: las contradicciones de la naturaleza, que coloca a cada sociedad ante las consecuencias de su destrucción, y por tanto puede conducir a una concientización de la sociedad respecto a la gravedad, por el cambio climático, de la temperatura, la falta de agua, de las sequías, etc.
Y el segundo aliado es la postura política del Papa Francisco, que más allá de sus pronunciamientos, preparó la Encíclica Laudato Si’, que es un hermoso análisis de las causas, consecuencias, de las agresiones al medio ambiente y de la necesidad de reaccionar.
Así, espero que las fuerzas populares, al menos las que se articulan en el ALBA, abracen con prioridad este tema.
– Siendo que la disputa política y social se ha desplazado al espacio comunicacional mediático, ¿cómo abordar este reto?
De muchas maneras, comenzando con el impulso de una lucha sistemática contra el oligopolio que el capital nos impone, con sus redes mediáticas, en especial la televisión e Internet, la denuncia permanente de su nuevo papel como organizador ideológico de la sociedad en favor de los intereses del capital y de la explotación.
Por otra parte, crear de todas las formas y en todos los espacios que podamos, nuestros propios medios de comunicación de masas, bajo control de las fuerzas populares. Y articularnos a nivel continental, también y sobre todo en este campo de la información, de la lucha ideológica.
Pero además, luchar en nuestros países para que haya leyes que democraticen y regulen los medios de comunicación, en función del interés público.
* Artículo publicado en la Revista América Latina en Movimiento No. 509 (noviembre 2015), con el título «A 10 años de la derrota del ALCA» – http://www.alainet.org/es/revistas/509
*Fuente: AlaiNet
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¿Puede gestarse un movimiento social a partir de ciudadanos/as dispuestos a sentarse en las calles, ser apaleados, encarcelados, denostados mediáticamente o eliminados?
Negar votos?
Creo que hay que inventar nuevos recursos de participación mas que de lucha abierta., sobre la base que este minuciosos análisis de Stedile.