La desilusión de la ciencia
por Olga Larrazabal S. (Chile)
10 años atrás 5 min lectura
Las sociedades humanas funcionan sobre la base de una cultura. Esta cultura está formada por creencias que pasan por certezas, y que son más o menos compartidas y que configuran las relaciones de poder que sostenemos individualmente unos con otros.
Las creencias de los seres humanos se han formado a partir de algunos instintos que nos han ayudado a conservar la especie, más la observación reflexionada o no reflexionada, acumulada por generaciones en nuestra memoria individual y colectiva y trasmitida a nuestros retoños por la educación.
Esta circunstancia meditada por los griegos, los llevó a crear un método para pensar correctamente y no mezclar peras con manzanas en nuestros juicios y razonamientos y lo llamaron Filosofía. También los griegos se dedicaron como profesión a la observación de la naturaleza tratando de extraer las leyes ocultas detrás de su comportamiento y lo llamaron Ciencia. Así tenemos Ciencias Naturales, Matemáticas, Física, Química, Medicina, Biología etc.
El comportamiento humano les resultó más difícil de sistematizar y entender, entonces inventaron los Mitos. Los Mitos son narraciones arquetípicas que encierran en forma de drama o comedia, ciertos comportamientos humanos que involucran relaciones entre las personas y su actuación en la vida y un factor desconocido que llamaríamos destino.
De los mitos se desprende uno de los pecados más grandes para los griegos, la Hybris, que es el desafío al poder de los dioses O como diríamos, es la osadía del humano de no reconocer sus límites y creer que es un dios, y que está catalogado como «soberbia» en el ideario cristiano.
Este factor «destino» que sería una incógnita, ellos lo atribuyeron al capricho de los dioses, vistos estos como fuerzas de la Naturaleza que residen como pulsiones en la naturaleza humana. Y una de esas pulsiones es la Hybris, llamada también «desmesura».
Estos pulsiones son las que la Psicología como ciencia ha tratado de entender y sistematizar, y las Religiones morales han tratado de domesticar. Y hablo de religiones morales, porque no todas las religiones tienen códigos morales para normar a la sociedad y el individuo, como tienen las religiones basadas en la enseñanza de un Dios único todopoderoso luchando contra el mal con un adversario personificado. Digamos en orden de aparición, Zoroastrismo, Judaísmo, Cristianismo e Islamismo.
En nuestra historia de Occidente, y digo nos porque fuimos colonizados por Occidente y bien o mal pensamos como Occidente, el Cristianismo en sus diferentes versiones intentó tener el monopolio de la creencia y de la certeza abandonando la reflexión, apoyados por los gobernantes en sociedades piramidales, con reyes en el escalón más alto.
La ciencia, por lo tanto fue descuidada y las certezas en que se basaba la vida de la masa eran dadas por los reyes y la Iglesia. Las personas con buen instinto de conservación sospechaban que las creencias no eran certezas pero no podían afirmarlo ni enseñarlo abiertamente.
El primer socavón a ese paradigma fue cuando un filósofo dijo: «Pienso, por lo tanto existo» trasladando el centro de la reflexión que motiva sus acciones y existencia, a la reflexión de cada humano.
Así se abre de nuevo el campo a la observación de la Naturaleza y la reflexión que permite crear tecnología. La religión ve por un lado socavada su autoridad, pero por otro comienza a recibir los beneficios de la tecnología en forma de comodidad para vivir, lo cual es irresistible.
Así la Ciencia comienza a ganar adeptos y la Religión lo resiente y se convierten en aparentes contrincantes. Las personas que querían librarse de la tiranía de la Religión miran a la Ciencia como salvadora. Ella tiene ahora la verdad sobre lo que pasa en el Universo. Ella va a dirimir lo que es moralmente recomendable de lo que no. Ella…..
Desgraciadamente esa confianza respecto a la ciencia ha probado ser tan falaz como la confianza acerca de las verdades religiosas. Y es que ambas han tendido a formar una casta de súper sacerdotes que hablan en un idioma que el resto no entiende, y que tiene el poder sobre las masas a través del monopolio de las creencias que venden como certezas y a través del poder que da el dinero sobre los estados.
Los comerciantes, que siempre han estado detrás de todos estos sistemas aprovechando su poder sobre las masas, han comprado a la Ciencia y la han hecho su aliada igual que lo hicieron los reyes con la Religión.
Así tenemos ahora que las Transnacionales Químicas, Farmacéuticas y de Bioingeniería, poseen el mundo y son dueñas de la verdad. Ellas tienen los mejores laboratorios, ellas deciden vacunar a millones de personas con las correspondientes ganancias, ellas tienen la cura para enfermedades, incluso inventan los sistemas para determina que esas enfermedades existen o inventan enfermedades nuevas. Ellas son juez y parte en determinar qué elementos son nocivos para la salud y como se determina que son inocuos o dañinos.
Ellas intervienen el corazón de la Naturaleza cambiando genes a troche y moche, y cuando las pruebas de inocuidad salen malitas, las ocultan y sepultan a una generación completa de seres humanos con herbicidas, plaguicidas, talidomidas, transgénicos, o drogas que tienen efectos secundarios que solo se verán en la próxima generación y que enferman lentamente a la población
Ellas han formado un contubernio Ciencia -Poder Político que se ha tomado el mundo con sus patentes y su falta de honestidad.
Y las personas que combatieron el oscurantismo religioso por la verdad científica, están tan chafadas como en el tiempo de los griegos y están obligadas a» Pensar para Existir», para no seguir creyendo en certezas que no son tales.
Se debería entonces comenzar a dar cabida a la duda y al escepticismo en materia de milagros realizados por aquellos culpables de «Hybris», el pecado más grande para nuestros antepasados griegos, pecado de soberbia que la religión no pudo domesticar y que nos lleva a un «destino» oscuro y tortuoso, producto de nuestra falta de reflexión y de decisión de informarnos y combatir por nuestra existencia.
Agosto 2015
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Como bien dice el articulo, no mezclemos peras con manzanas. Una cosa es la ciencia y otra es el uso que hacen de ella la «casta de super sacerdotes» que trabajando a la sombra de leyes, gobiernos, políticos , etc se han apropiado de otro recurso mas que es en si mismo patrimonio de la humanidad: la ciencia.
¿Donde radica la ciencia?…la ciencia, no está en los laboratorios, magníficos edificios, máquinas, ella está fundamentalmente en la mente de los hombres. «Primero es la idea», y ella se forma en la mente del hombre. Sin estas ideas-creación todo lo demás se viene abajo.
Para mi «la ciencia es el arte supremo»…me maravilla, el teorema de Pitágora, las integrales, la capacidad de abstracción de nuestros matemáticos y científicos en general.
Como decía el gran Maradona: «la pelota no se mancha», yo podría emularlo diciendo lo mismo:»la ciencia no se mancha, ella es pura».
Es tarea de la sociedad rescatar a su verdadero lugar a nuestra ciencia.
Las ciencias , son la base para todo el desarrollo tecnológico e industrial , que en los últimos cien años a significado un progreso nunca antes visto por nuestra especie y que a procurado un crecimiento explosivo de la población humana , cubriendo casi todos los ambientes de este planeta .
Otra cosa es , entender quien detenta el poder político y económico , que le permite tener un modelo de desarrollo con objetivos particulares que pueden ser moralmente objetables , en cuanto como desarrolla tecnologías en base a las ciencias , con objetivos comerciales que a la señora Olga Larrazabal , no le gusta y lo critica en este artículo .
Tienes razón Ronel, es deber de nuestra sociedad rescatar instrumentos como la Ciencia, para que su objetivo sea la humanidad y su buena convivencia y desarrollo social a largo plazo, y no la esclavitud de algún grupo de humanos y la destrucción de la biosfera.
Y cuando hablo de nuestra sociedad, hablo de nuestro país, donde la voz de los científicos se debiera escuchar defendiendo nuestra salud, por ejemplo. Y no me refiero a las Isapres, me refiero a las normas que regulan el uso de plaguicidas, herbicidas y pesticidas, a las normas que regulan la composición de los alimentos confeccionados, al fluor venenoso que le echan al agua,
a todos los elementos transgénicos que participan en la alimentación animal y humana provocando alergias, y deterioro de la salud de la población. Si ellos que deberían estar informados no escuchan ni trasmiten lo que dice la Organización Mundial de la Salud a este respecto o lo que dicen las publicaciones científicas validadas, ¿Qué queda para el resto del mundo?
.
Estoy de acuerdo con el artículo de Olga y con los comentarios que preceden al mío.
Solo quiero añadir un par de detalles.
Cuando Arquímedes demostró con experimentos reales, que un objeto sumergido desaloja el mismo volumen de agua que el objeto sumergido, los «sabios» filósofos de su entorno, se negaron a admitir su teoría hasta que pudiese demostrarlo con una fórmula matemática.
Cuando algunos pensadores como Benveniste, sospechaban que los meteoritos son piedras que caen del cielo, los «sabios» de su tiempo, se burlaban de ellos diciendo que eso no puede ser porque en el cielo no hay piedras.
Esto demuestra que la soberbia atrofia la inteligencia de los científicos establecidos.
Las agrupaciones científicas se diferencian de la religión en lo que no admiten dogmas de fe, pero también son intransigentes en admitir algo nuevo que proceda de alguien de fuera.
Se aferran demasiado a los conocimientos que ya tienen y esto les hace vulnerables para los que pueden pagar para manipular a la sociedad con falsedades publicadas por ellos..
Si Humberto Maturana, uno de los pocos científicos que actualmente hay en Chile leyera esta sarta de disparates, se iría de poto! La autora haría bien en leer a Karl Popper, por ejemplo, para que se pegara la cachetada de lo que es ciencia.