Confirmado: la OMS ratificó que el glifosato de las fumigaciones puede provocar cáncer
por Darío Aranda (Argentina)
10 años atrás 11 min lectura
“Hay pruebas convincentes de que el glifosato puede causar cáncer en animales de laboratorio y hay pruebas limitadas de carcinogenicidad en humanos (linfoma no Hodgkin)” y por otra parte el herbicida “también causó daño del ADN y los cromosomas en las células humanas”. De ese modo, la Organización Mundial de la Salud confirmó lo que hace más de una década afirman pueblos fumigados, vecinos en lucha, organizaciones sociales y académicos que no responden al sector empresario.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), máximo espacio internacional en materia sanitaria, acaba de alertar sobre la vinculación del herbicida glifosato (el más utilizado en el mundo) y el cáncer. Confirmó que existen “pruebas” de que el herbicida puede producir cáncer en humanos y en animales de laboratorio. “También causó daño del ADN y en los cromosomas en las células humanas”, alerta el trabajo científico y detalla que se detectó glifosato en agua, alimentos, y en sangre y orina de humanos. El glifosato se utiliza de manera masiva en soja y maíz transgénicos (entre otros cultivos) y desde hace más de diez años es denunciado por organizaciones sociales, campesinas, médicos y científicos independientes de las empresas.
300 millones de litros
En Argentina se aplica glifosato en más de 28 millones de hectáreas, volcando a los suelos más de 300 millones de litros de glifosato cada año. Los campos de soja transgénica, maíz y algodón son rociados con el herbicida para que nada crezca, salvo los transgénicos. También está permitido su uso en cítricos, frutales de pepita (manzana, pera, membrillo), vid, yerba mate, girasol, pasturas, pinos y trigo. A partir del avance transgénico, aumentó geométricamente el uso del glifosato, desarrollado y comercializado inicialmente por Monsanto desde la década del ’70, aunque en el 2000 se venció la licencia y en la actualidad lo producen un centenar de empresas.
A medida que crecía la siembra de transgénicos, y mayor era el uso de agrotóxicos, se sumaban las denuncias por daños a la salud la salud. Caso emblemático de Argentina es el de las Madres del Barrio Ituzaingó Anexo en Córdoba, que incluso llegó a juicio penal con condenas para el productor y el fumigador. Y también se sumaron los estudios científicos que daban cuenta de abortos espontáneos, cáncer, malformaciones y afecciones agudas, entre otras consecuencias.
OMS
La Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC) es un ámbito especializado de la Organizaciones Mundial de la Salud (OMS). Luego de un año de trabajo de 17 expertos de once países, el 20 de marzo emitió un documento inédito: “Hay pruebas convincentes de que el glifosato puede causar cáncer en animales de laboratorio y hay pruebas limitadas de carcinogenicidad en humanos (linfoma no Hodgkin)”. Detalla que la evidencia en humanos corresponde a la exposición de agricultores de Estados Unidos, Canadá y Suecia, con publicaciones científicas desde 2001. Y destaca que el herbicida “también causó daño del ADN y los cromosomas en las células humanas” (situación que tiene relación directa con el cáncer).
El IARC-OMS recuerda que, en estudios con ratones, la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de Estados Unidos había clasificado al glifosato como posible cancerígeno en 1985 pero luego (1991) modificó la calificación. Los científicos del IARC consideran que, desde la reevaluación de la EPA hasta la fecha, hubo “hallazgos significativos y resultados positivos para llegar a la conclusión de que existen pruebas suficientes de carcinogenicidad en animales de experimentación” y afirman que estudios en personas reportaron “incrementos en los marcadores sanguíneos de daño cromosómico” después de fumigaciones con glifosato.
El documento se llama “Evaluación de cinco insecticidas organofosforados y herbicidas”. Fue publicado en la sede del IARC en Lyon (Francia) y remarca que las evaluaciones son realizadas por grupos de “expertos internacionales” seleccionados sobre la base de sus conocimientos y sin conflictos de interés (no puede tener vinculación con las empresas). Publicaron un resumen de dos carillas y en breve estará el detalle en el denominado “Volumen 112 de las Monografías del IARC”.
En sangre y orina
La organización internacional recuerda que el glifosato es el herbicida de mayor uso mundial. Se utiliza en más de 750 productos diferentes para aplicaciones agrícolas, forestales, urbanos y en el hogar. Su uso se ha incrementado notablemente con el desarrollo de variedades de cultivos transgénicos y precisa que el agroquímico “ha sido detectado en el aire durante la pulverización, en agua y en los alimentos”. Y reconoce que la población “está expuesta principalmente a través de la residencia cerca de las zonas fumigadas”. Precisa que el glifosato se detectó en la sangre y la orina de los trabajadores agrícolas.
Con la nueva evaluación, el glifosato fue categorizado en el “Grupo 2A”, que significa en parámetros de la Organización Mundial de la Salud: “Probablemente cancerígeno para los seres humanos”. Esta categoría se utiliza cuando hay “pruebas limitadas” de carcinogenicidad en humanos y “suficiente evidencia” en animales de experimentación. La evidencia “limitada” significa que existe una “asociación positiva entre la exposición al químico y el cáncer” pero que no se pueden descartar “otras explicaciones”.
El IARC-OMS trabaja sobre cinco categorías de sustancias que tienen relación con el cáncer. El “Grupo 2A” es la segunda categoría en peligrosidad, sólo superada por “Grupo 1”, donde se ubican, por ejemplo, el asbesto y la radiación ionizante. “Por la nueva clasificación, el glifosato es tan cancerígeno como el PCB (compuesto químico que se usaba en los transformadores eléctricos) y el formaldehido, ambos miembros del Grupo 2A en cuanto su capacidad de generar cáncer en humanos”, explicó Medardo Avila Vazquez, de la Red de Médicos de Pueblos Fumigados.
“Se debe prohibir”
La publicación de la Organización Mundial de la Salud fue bien recibida por las organizaciones sociales y científicos independientes (no vinculados a las empresas). Aunque también coincidieron en que la OMS tardó demasiado en reconocer los efectos del glifosato. “Es necesario saludar al IARC y a la OMS por ponerse al día con las investigaciones científicas. Es muy importante esta publicación, habrá un antes y un después, ya que fortalece la posición de los que venimos reclamando a las academias y a los responsables políticos la aplicación y plena vigencia del principio precautorio (tomar medidas urgentes para proteger a la población”, reclamó Damián Verzeñassi, de la Cátedra de Salud Socioambiental de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Rosario. “La OMS lo admitió, ya no pueden quedar dudas, el problema es mucho mayor de lo que se dice. El glifosato ha seguido el mismo camino que el endosulfan, el DDT, el cigarrillo y el Tamiflu”, explicó el investigador de la UNR.
Raúl Horacio Lucero, biólogo molecular e investigador de la Universidad del Nordeste, llamó a aplicar de manera urgente el principio precautorio vigente en la ley: “Se debe prohibir ya la comercialización y aplicación de este veneno”. También lamentó la demora de la OMS: “Si nos hubieran escuchado hace diez años se hubieran salvado muchas vidas”.
Otros agrotóxicos
El IARC-OMS también evaluó al malatión (herbicida) y al diazinón (insecticidas) como probable cancerígeno para los humanos (Grupo 2A, al igual que el glifosato). Los insecticidas tetraclorvinfos y paratión fueron clasificados como posiblemente cancerígeno para los seres humanos (Grupo 2B, con pruebas convincentes de que estos agentes causantes de cáncer en animales de laboratorio). Para el Malathion determinaron la vinculación con daño en el ADNI humano y tumores en roedores.
Monsanto
La empresa Monsanto, creadora del glifosato (bajo la marca Roundup) y principal señalada por la denuncias de perjuicios a la salud, siempre defendió su agroquímico en base a la clasificación de la OMS. La gacetilla institucional, que aún está en el sitio de Internet, llamado “Acerca del glifosato”, resalta que la OMS lo ubica como “producto que normalmente no ofrece peligro” y remarca en negrita un trabajo de 2004 en el que la OMS lo calificaba como “no cancerígeno”.
Monsanto siempre utilizó los argumentos de la OMS. Pero ayer cambió de opinión: “La IARC ha estado bajo críticas tanto por su proceso como el sesgo que ha demostrado”. La compañía acusó a la agencia de la OMS de que su conclusión no es exhaustiva, la considera “sesgada” y la acusa de no basarse en “ciencia de calidad”. Advirtió que ya entró en contacto con la OMS para solicitar una revisión del trabajo.
El comunicado de la mayor corporación del agro mundial sostiene que la clasificación de la IARC-OMS “no se apoya en datos científicos”. Alcanza con ver el documento oficial de la Agencia Internacional para la Investigación contra el Cáncer (IARC) para contabilizar al menos 16 trabajos científicos que confirman los efectos de los agroquímicos. Se citan investigaciones de 1985 hasta de 2015. No figuran los trabajos de David Saltamiras ni de Gary Williams, dos científicos que suelen atacar todo argumento académico contrario a los transgénicos y a los agroquímicos. No es casual: Saltamiras y Williams son empleados de Monsanto y por eso sus trabajos no figuran en la evaluación de la OMS.
Monsanto fue la creadora y mayor comercializadora de glifosato. En el 2000 venció su licencia, lo que abrió pasó a que otras empresas lo produzcan. En Argentina producen el herbicida las compañías Syngenta, Basf, Bayer, Dupont, Dow Agrosciences, Atanor, YPF, Nidera, Nufarm, Red Surcos, Vicentín y Sigma Agro, entre otras.
Carrasco tenía razón
Según estadística de la Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (Casafe), que reúne a todas las grandes empresas de agroquímicos, en 1996 (cuando se aprobó la primera soja transgénica) se usaban en Argentina once millones de litros de glifosato. En 2012 se vendieron 182 millones de litros de glifosato. Desde hace tres años que Casafe no hace públicas las estadísticas de uso. Sí lo actualizó la Red de Médicos de Pueblos Fumigados. Afirma que en los campos argentinos se arrojan 320 millones de litros de glifosato por año y trece millones de personas en riesgo de ser afectadas por el químico.
Andrés Carrasco, jefe del Laboratorio de Embriología Molecular de la Facultad de Medicina de la UBA e investigador principal del Conicet, confirmó en 2009 que el glifosato producía malformaciones en embriones anfibios, incluso en dosis hasta muy inferiores a las utilizadas en el campo. En 2010 publicó su trabajo en la revista científica estadounidense Chemical Research in Toxicology (Investigación Química en Toxicología). Debió enfrentar una campaña de desprestigio por parte de las empresas, de sectores de la academia y de funcionarios políticos, como el ministro de Ciencia, Lino Barañao. “Los transgénicos y los agrotóxicos en Argentina son un experimento masivo a cielo abierto”, solía advertir en disertaciones y entrevistas. Carrasco, fallecido en mayo de 2014, afirmaba que la mayor prueba de los efectos de los agrotóxicos no había que buscarlas en los laboratorios, sino ir a las comunidades fumigadas.
Raúl Horacio Lucero, investigador chaqueño, le escribió ayer un correo a este periodista: “¿De qué se disfrazarán ahora los expertos del Conicet que tanto atacaron a Andrés Carrasco?”.
Viviana Peralta de San Jorge (Santa Fe), Laura Mazzitelli y Elio Servín de La Leonesa (Chaco), Fabián Tomasi y Don Julio Ariza (Entre Ríos), Miriam Samudio de Puerto Piray (Misiones), Sofía Gatica y María Godoy del Barrio Ituzaingó (Córdoba), María Cristina Monsalvo y Víctor Fernández (de Alberti, Buenos Aires). Una mínima muestra de quiénes denuncian desde hace años los efectos de los agroquímicos. Fueron, la mayoría de las veces, desoídos y maltratados por el poder político, judicial y mediático.
La Organización Mundial de la Salud comenzó a reconocer que los vecinos de a pie tenían razón.
Fuente: lavaca.org
https://www.youtube.com/watch?v=LdIkq6ecQGw
Agroquímicos y Salud
CHILE: El “MINISTERIO DE AGRICULTURA; SERVICIO AGRICOLA Y GANADERO; DIRECCIÓN NACIONAL” Resolvió ya en 1997 lo siguiente:
ESTABLECE AUTORIZACION PARA CONSUMO ANIMAL DE MAIZ TRANSGENICO CON MODIFICACION (BT) Y RESISTENTE A GLUFOSINATO
Santiago, 30 de diciembre de 1997.- Hoy se resolvió lo que sigue:
Núm. 3.970 exenta.- Visto: Lo dispuesto en la Ley Nº 18.755 Orgánica del Servicio Agrícola y Ganadero de 1989, modificada por Ley Nº 19.283 de 1994.
Considerando:
Que el Servicio Agrícola y Ganadero tiene por objeto contribuir al desarrollo agropecuario del país, mediante el control de insumos y productos agropecuarios.
Que es responsabilidad del Servicio aplicar y fiscalizar el cumplimiento de las normas legales y reglamentarias sobre alimentos para animales.
R e s u e l v o:
Se autoriza el uso para consumo en alimentación animal, de grano de maíz transgénico con modificación genética, que le otorgan las características siguientes:
– Resistencia a los herbicidas Roundup (Glifosato) y Basta (Glufosinato de Amonio).
– Resistencia a ciertos Lepidópteros (B.T.).
– Macho Esterilidad.
Anótese, comuníquese y publíquese.- Antonio Yaksic Soule, Director Nacional.
* * * * 0 * * * * *
Esto es lo que ofrece Sodimac Chile para que Usted lleve cómodamente el Glifosato hasta la puerta de su casa, hasta el jardín en que juegan sus niños:
Herbicida Roundup
Jardines y áreas verdes libres de todo tipo de malezas con este Herbicida no selectivo, elimina todo tipo de malezas post emergentes (que estén sobre la tierra). No tiene efecto residual, se puede sembrar después de 24 horas de aplicado el producto. Se absorbe por las hojas y tallos tiernos y luego traslocado hacia las raíces y órganos vegetativos subterráneos, ocasionando la muerte de la maleza. Evitar aplicarlo en horas de viento
Glifosato en la frontera de Ecuador y Colombia
GRR: Efectos del Glifosato (Plan Colombia) I
En Chile también tenemos profesionales dignos y humanistas: Miguel Altieri
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La politización de los trabajadores es cada vez mayor. Esto se produce no solo por las irracionalidades del neoliberalismo, por sus fracasos, por su libertinaje del mercado, por sus inconsistencias o por creerse el cénit de la civilización a pesar de que nos conduce a una catástrofe ecológica, politica y económica global y de gran envergadura, sino también porque en estos años hemos entendido que las grandes empresas tienen la capacidad de intervenir en la voluntad de nuestras comunidades a través de prebendas monetarias o de fuertes presiones.
Nos politizamos porque tomamos conciencia que el derecho al agua es vital para la calidad de vida de todos, porque nos damos cuenta que el daño que se genera en el medioambiente tiene que ver con la misma lógica del modo capitalista de producir, de circular y de distribuir las mercancías y porque sin una transformación real de éste, sin un proyecto de país sustentable a largo plazo digo, Chile es un espacio inviable. Por último, nos politizamos porque sabemos que los intereses de la patronal son contradictorios con nuestras demandas.
Después
de 10 años de estar produciendo pruebas en contra del Glifosato, negadas por la
Monsanto, la Organización Mundial de la Salud reconoce que este pesticida
amarrado a la producción de organismos vegetales transgénicos tiene efectos
mutágenos en las células que llevan a cánceres, malformaciones congénitas, y
debilitamiento del sistema inmune de las poblaciones. Esto no solo sucede
con la aplicación de grandes cantidades, sino también con la aplicación
constante de pequeñas cantidades, ya sea en jardines y huertas, o en
supermercados.
Chile,
que ha sido muy permisivo y solapado en este tipo de cultivos, permitiendo que
los agricultores cultiven semillas transgénicas para exportación, permitiendo
la importación de maíz y otras especies transgénicas, y resistiendo las
presiones para prohibir estos pesticidas.
La
población de Chile tiene que tomar conciencia de que la corrupción
política no es solo financiera, sino se puede ver en la desprotección de la
población ante el envenenamiento masivo de la población obedeciendo a la
presión de ciertos grupos de interés.
La
Comisión de Agricultura de la Cámara Alta ha hecho un notable abandono de sus
deberes en este tema, evitando pronunciarse cuando ha sido requerida,
transfiriendo toda la responsabilidad al SAG, organismo que no tiene la
capacidad ni la dotación necesaria para enfrentar estos problemas o dejando a
la conciencia de los agricultores el uso de pesticidas que están prohibidos en
todas partes del mundo.
Los
que hemos convivido con la Agricultura sabemos que los agricultores no son
precisamente reflexivos sobre el tema, sino que reaccionan solamente a
presiones externas usando generalmente lo que tienen a mano en los centros
comerciales del rubro, cuando se ven apremiados por una plaga repentina de
hongos, masticadores, o cualquier otro depredador.
Y
lo que ofrecen estos proveedores en Chile es una gama de pesticidas que están
prohibidos en muchos países, y así se contaminan los canales de riego de la
Zona Central y las napas profundas de donde se saca el agua potable.
El
notable aumento de la obesidad mórbida en nuestro país, no solo se debe a los
cambios de dieta, sino a que estas dietas contienen hormonas que afectan al
sistema endocrino de los organismos humanos, y pesticidas que debilitan y
desconciertan a las bacterias que conviven en los organismos humanos, y que
realizan funciones vitales de digestión, producción de vitaminas y grasas y
otra serie de compuestos que nos permiten ir adaptándonos al ambiente.
El
aumento de cánceres, diabetes, problemas endocrinos, alergias del sistema
digestivo y enfermedades debilitantes de origen desconocido que hacen que las
personas peregrinen de médico en médico y tomen cualquier cantidad de
medicamento en forma adictiva, es en parte el resultado de la invasión de
químicos sin control en nuestra alimentación, y las personas debieran tomar conciencia,
informarse y exigir sus derechos a una alimentación sana, libre del sistema
transgénico que fuera de ser perturbador del orden natural en sí, conlleva un
estilo de agricultura intensiva en venenos químicos y no sustentable a largo
plazo ya que el daño es irreversible.
Y
no se trata de oponerse al avance de la ciencia, como dicen muchos no
científicos que tienen intereses creados, sino a que la ciencia debe estar al
servicio de la humanidad y no al servicio de las corporaciones transnacionales
ni de los intereses especulativos y ludópatas de la banca internacional, que
apuesta a los precios a futuro de todo lo que encuentra a su paso, incluyendo
los alimentos de la humanidad.
Salud,
y saludos,