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Declaración de jóvenes cristianos sobre el denominado “Conflicto Mapuche”.

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Quienes firmamos somos un grupo de cristianos y cristianas, de distintas confesiones y miembros/as de diversas comunidades de fe. No buscamos, con esto, arrogarnos la voz de lo que se denomina comúnmente como “pueblo”, “mundo” o “lo” evangélico. Mucho menos de “lo” cristiano. Somos cristianos y cristianas que proponemos una lectura de nuestra realidad societal a la luz del evangelio, pero entendemos que nuestras opiniones no necesariamente representan a la totalidad de las diversas opiniones que se manifiestan en medio nuestro.

Nos hemos unido, con el propósito de alzar nuestra voz, compelidos por nuestra lectura de la fe, frente a la interpretación y práctica conducente del Estado chileno relacionado a lo que se ha llamado “el conflicto mapuche”, y que ha tenido como consecuencia el actuar represivo y militarizado de las fuerzas policiales en la zona de la Araucanía que a la lectura hegemónica de lo que ocurre  se manifiesta en los medios de comunicación de masas. Todos estos actores, no han dudado en criminalizar y demonizar tanto a los y las mapuche en tanto sujetos y sujetas, como a sus acciones de legítima demanda y protesta.

Por ello, declaramos que:

Creemos necesario que toda lectura del conflicto debe realizarse en forma historizada. Regularmente, lo que se hace, es remontar la lucha del pueblo mapuche a la llegada del “hombre blanco” a estas tierras, lo que ha llevado a levantar el mito de que éste es un largo conflicto, que excede a la construcción del Estado-nación, con lo que se endosa la responsabilidad de su génesis a otro país. Pero tanto a luz de las investigaciones históricas, como de los testimonios de las comunidades mapuche, este conflicto comenzó en la segunda mitad del siglo XIX, con el proceso denominado “Pacificación de la Araucanía”, burdo eufemismo que oculta la ocupación y el despojo violento de las tierras que ha conllevado pobreza estructural, marginación y discriminación. Eso hace comprender, desde otro prisma, las acciones reivindicativas y de protesta que sectores de este pueblo han llevado a cabo a lo largo de nuestra historia contemporánea con el Estado chileno y sus políticas. Las demandas del pueblo mapuche son legítimas en su prisma histórico, político, social, económico y cultural.

Creemos que el tratamiento que ha hecho el Estado de Chile, y particularmente el actual Gobierno presidido por Sebastián Piñera Echeñique, no sólo es equivocado sino completamente arbitrario y contrario al ejercicio democrático. No olvidemos que la Ley Nº 18.314, que determina las conductas terroristas y fija las penalidades para ella, fue parte de la política dictatorial chilena (promulgada en mayo de 1984) frente al movimiento social que pugnó por la recuperación de la democracia. Era una ley que buscaba criminalizar y reprimir la protesta social, además de violar el derecho a manifestación, el derecho a libertad de expresión y el derecho a reunión. En ese mismo espíritu los gobiernos de la Concertación y el actual, de la Alianza por Chile, han usado esta ley, e incluso a la aplicación de la misma, se suma a la puesta en marcha de la Ley de Seguridad Interior del Estado.

Como herederos y herederas de la transición a la democracia podemos constatar, tal y como hemos visto en el pasado reciente: torturas y vejámenes a los/as detenidos/as, producción de “pruebas” incriminatorias (no olvidamos el montaje en el llamado “Caso Bombas), uso de testigos/as encubiertos/as, “doble procesamiento” en las Fiscalías civiles y militares, aplicación de penas desmedidas, allanamientos con un aparataje excesivo de fuerza que violenta la voluntad de hombres, mujeres y niños y niñas, y que incluso ha llevado a la muerte de comuneros/as y weichafes.

Repudiamos el acto violento que derivó en la muerte de Werner Luchsinger y Vivianne McKay, con la misma fuerza con la que repudiamos los impunes asesinatos de Basilio Coñonao (quien muriera calcinado), Julio Huentecura, Xenón Díaz, Juan Collihuín, Matías Catrileo, Johnny Cariqueo, Jaime Mendoza, José Toro, entre otros/as. No propugnamos con esto la “lógica del empate”, porque no somos indiferentes al dolor y al sufrimiento de los/as seres queridos de las víctimas, pero sí buscamos expresar que el asesinato se ha manifestado con anterioridad, y con alevosía similar, pero sin la intervención directa de representantes del Estado de Chile, sin la participación de los/as mismos/as en sus funerales, sin la misma aplicación de la legalidad vigente y sin el mismo tratamiento de los medios de comunicación de masas. No justificamos el uso de la violencia, no creemos que debemos hacer algo para apurar el principio bíblico de la siembra y la cosecha. Sin eliminar el repudio a los actos violentos que trasuntan en daño a seres humanos, entendemos que se trata de una manifestación radical del derecho que este pueblo tiene de reclamar su reconocimiento. Se trata de una violencia reactiva frente a la sistematicidad y duración de una violencia de carácter estructural e histórica.

Hacemos un llamado al Estado de Chile, a quienes componen sus Poderes y a todos los actores y actoras que estén comprometidos/as en el desarrollo de políticas públicas relacionadas al pueblo mapuche y a todas las etnias indígenas y originarias que habitan nuestro país, de manera que se sienten las bases para un diálogo honesto y auténticamente participativo, que posibilite un piso mínimo de reconocimiento  de la autonomía política y social de las comunidades indígenas y originarias de nuestro país, reconociendo el carácter multiétnico y pluricultural del mismo, y la restitución de sus tierras despojadas de manera violenta. Creemos que dicho entendimiento debe hacerse en el marco de un proceso democrático que garantice la participación de los actores sociales, evitando la falta de transparencia y el clientelismo que sólo harían pervivir las desigualdades.

Finalmente, hacemos un reconocimiento a actores y actoras del cristianismo, de diversas confesiones y comunidades, que han alzado su voz y han acompañado en ésta hora histórica a quienes sufren los rigores de la violencia. Caminamos con ellos y ellas en la lectura y valoración de los textos bíblicos que nos llaman a romper con el binarismo que opone el decir del hacer. De la misma manera valoraríamos que otros actores y actoras del cristianismo, tanto autoridades eclesiásticas como laicos y laicas comprometidos/as, levanten una voz profética y pastoral frente a los errores y atrocidades de quienes violentan los cuerpos y la voluntad de los y las “pobres” de la tierra, siendo en este camino luz que alumbra y sal que sazona y preserva.

Los/as firmantes, hemos visto que parte importante de las autoridades de Estado se reconocen como cristianos y cristianas. No dudamos de su praxis religiosa ni de la buena fe en la que ésta se basa. Pero hacemos un llamado a recordar la importancia de nuestras acciones, reconocidas como “frutos” según la metáfora bíblica. Y dentro de esas acciones está nuestro deber con los/as pobres y con quienes sufren los rigores de la opresión. Recordamos las palabras del Proverbista en el Antiguo Testamento cuando decía que: “Quienes oprimen a los pobres insultan a su Creador, pero quienes los ayudan lo honran” (Proverbios 14:31). Dicha “ayuda” no la entendemos como un acto vertical, que presupone nuestra superioridad. Por el contario, propugnamos como “artesanos y artesanas de la paz”, el entendimiento y el esfuerzo mancomunado con quienes luchan por un mundo diferente, en los que la justicia, la verdad y la libertad sean una constante. Para ello, comprometemos nuestros esfuerzos a colaborar en todas las instancias que reclamen nuestra participación. Esto, porque creemos que el mensaje cristiano consiste en “llevar la Buena Noticia a los pobres. [… En] proclamar que los cautivos serán liberados, que los ciegos verán, que los oprimidos serán puestos en libertad, y que ha llegado el tiempo del favor del Señor” (Lucas 4:18,19).

Santiago, enero de 2013.

Firmas del Comité de Iniciativa:

Luis Pino Moyano, Licenciado en Historia.

Daniela Aceituno, Trabajadora Social

Patricio Moya, Licenciado en Teología.

Andres Hurtado, Licenciado en Historia.

Karina Ojeda, Socióloga.

Josaphat Jarpa, Estudiante de Teología.

 

Firmas de adherentes a la declaración:

Sebastián Altimira, Egresado de Derecho U. de Chile Iglesia NN

Jonathan Morales Altamirano, Estudiante de Derecho, Universidad de Chile, Iglesia Metodista Pentecostal de Chile, Revista Razón y Pensamiento Cristiano (www.rypc-org.org)

Camila Montero Salazar, Socióloga

Pablo Vargas M., Proyectista Mecánico Pentecostal Naciente

Javier Romero T., Estudiante de Periodismo, Comunicador Popular Bíblico Bautista tengomitribuna.com.

Raúl Francisco Soto Muñoz, Profesor de Religión Católica Iglesia Católica Colegio Instituto América de Maipú.

Jorge Omar Silva Flores, Teólogo Católico.

Rodrigo Díaz Raquelich, Trabajador Iglesia Metodista Pentecostal de Chile, El Alfarero.

Camila Vergara, Estudiante IELCH.

Nicolás Vargas, Estudiante Iglesia Evangélica Luterana.

Patricia Navarrete Arriaza, Estudiante Pedagogía en Religión.

Mario Andrés Aguirre Lagos, Profesor Historia y Ciencias Sociales, Iglesia Presbiteriana de Chile.

José María Jarry, Estudiante de Pedagogía en Historia y Geografía Iglesia Católica.

Esther Baruja, Estudiante de Maestría Iglesia Unida de Cristo.

José Fuentes Castillo, Estudiante, Iglesia Bautista Eben-Ezer, La Florida

Esther Soto Marambio, Estudiante Cristiana evangélica.

Elisa Serrano Olivares,  Estudiante de Teología Comunidad Teológica Evangélica de Chile.

Elisa Abigail Busto Serrano, Estudiante  Iglesia Pentecostal Apostólica del nombre de Jesucristo

Sebastian Murillo, Estudiante, Catedral del Rey CEFIR.

Harry Vollmer, Estudiante de Historia U. de Chile, Iglesia Luterana.

Patricio Valenzuela S., Ingeniero Informático.

Javier Figueroa, Estudiante.

Elías Acevedo, Estudiante de Teología Seminario Teológico Bautista Iglesia Bautista Lo Prado.

Carla Carrera, Estudiante.

Rodrigo Castillo Jofré, Estudiante, Iglesia Evangélica Luterana.

Cristián Andrés Cepeda Oropesa, Estudiante de Sociología, Asamblea de Dios ASA.

German Quintana, Profesor, Iglesia Pacto Chile.

Felipe Elgueta, Traductor, Asesor Musical Iglesia Anabautista «Puerta del Rebaño».

Daniela Cheuquepan, Estudiante Técnico en Enfermería.

César Lizana, Ingeniero Cristiano Católico AUC.

Paulina Cabrera, Interna 6° de Medicina, Iglesia Luterana Martin Luther, Concepción.

Luis Cuevas, Ingeniero Comercial, Iglesia Evangélica Pentecostal.

María Ester Garrido Cancino, Docente Nuestra Señora de Los Parrales, Militante Izquierda Cristiana de Chile.

Daniela Macaya, Egresada de Derecho.

Patricio Vejar, Laico Comunidad Ecuménica Martin Luther King.

Héctor Méndez, Electricista.

Mónica González García, Asistente Social.

La lista de firmantes adherentes de la declaración es la recibida hasta el 20 de enero de 2013.

Si desea manifestar su adhesión, puede seguir haciéndolo a través del blog:

http://lxs40.blogspot.com/2013/01/declaracion-de-jovenes-cristianos-sobre.html

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1 Comentario

  1. José García Peña

    Es reconfortante y esperanzador,que personas creyentes como vosotros,habeis aprendido a pensar y no quereis seguir siendo manipulados por los que yo denomino como,hechiceros de la religión.
    Según la leyenda ( digo leyenda desde mi punto de vista agnóstico ), Jesucristo expulsó a los mercaderes y fariseos del Templo.La historia podría repetirse si vosotros ayudais a hacerlo. Demostrais ser honrados y valientes,por eso mereceis el respeto y la admiración de todos.También de los no creyentes.
    Os deseo tenacidad,compromiso social,colaboración con los demás movimientos sociales y la suerte necesaria,para poder expulsar del Poder,a los hechiceros y mercaderes de nuestro tiempo,que son aún más poderosos y criminales que aquellos con los que se enfrentó Jesucristo.
    De lo que se ha escrito sobre Jesucristo,solo rechazo aquello de: si te golpean en una mejilla, pon la otra.Yo digo: cuando el que te golpea es un criminal, intenta matarle.
    Morir matando no disminuye el número de víctimas,pero sí el de criminales.

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