La sombra de Miguel Krassnoff, torturador y asesino
por Tito Tricot (Chile)
13 años atrás 4 min lectura
En las sombras del miedo siempre hay sombras más oscuras, como boquerones de noches antiguas, que se te clavan en la garganta con tal furia que no puedes gritar. Y te desgarran el alma mientras intentas huir por las huellas del silencio. Pero el silencio es cómplice de las sombras y por entre sus pliegues se mueven los torturadores, escondidos como se esconden los cobardes, agazapados como se agazapan los cobardes, vestidos de oficial del ejército de Chile, como Miguel Krassnoff, torturador y asesino. De la DINA, policía secreta de la dictadura fue el coronel Krassnoff, al igual que Cristián Labbé, alcalde de la comuna de Providencia en Santiago, quien le rinde homenaje en el lanzamiento del libro denominado «Miguel Krassnoff, prisionero por servir a Chile”. Así, a casi cuatro décadas del golpe militar, Labbé, quien sin vergüenza alguna se ha autoproclamado como el adalid y símbolo del Estado de Derecho en nuestro país, honra a un asesino por servicios a la Patria. En la perversa lógica de Labbé y de todos aquellos que participan del homenaje, a Chile se le sirve torturando, asesinando, violando y haciendo desaparecer a miles de chilenos y chilenos. Es el Mundo al revés: los supuestos defensores del Estado de Derecho derrocaron al gobierno legítimo de Salvador Allende, instauraron una dictadura terrorista y violaron sistemáticamente los derechos humanos. Ahora, vuelven a invocar las sombras del miedo para procurar reescribir una historia que ya está narrada con angustia y dolor, pero con inconmensurable coraje, por las víctimas de la represión.
Y fueron muchas las victimas de Krassnoff en los Centros de Detención y Exterminio de Londres 38, Villa Grimaldi, José Domingo Cañas y Simón Bolívar y, por lo mismo, ha sido condenado a más de 140 años de cárcel por reiterados secuestros y desapariciones. Los horrores experimentados por los prisioneros fueron producto de la acción de Krassnoff y de otros como él que se solazaron con el sufrimiento de personas inermes hasta lo indecible. No importaba si eran jóvenes o ancianos, niños o mujeres embarazadas. Un sobreviviente de Villa Grimaldi relata que lo golpearon “brutalmente haciendo uso de puños, pies y un objeto contundente durante varios minutos delante de mi madre y de mi esposa. Mi madre fue llevada aparte y la golpiza continuó sobre mi esposa. Ofuscado por nuestro silencio…ordenó «¡A la parrilla!»…me sacaron a un patio donde me dejaron tendido mientras me hacían escuchar los gritos de mi compañera que torturaban en una pieza aledaña. Tras una media hora de mantenerme escuchando los tormentos de mi esposa, durante los cuales me intimaban para evitarle sufrimientos… me desnudaron a la fuerza, me introdujeron en una pieza con catres metálicos de dos pisos, me amarraron a uno de ellos, me conectaron cables y electrodos hechos con ganchos y llaves metálicas a los pies, las manos, narices, ojos, encías, ano, pene y testículos, y comenzaron a aplicar descargas eléctricas producidas por un dínamo a manivela…”
A mí no me torturó Krassnoff, pero sí otros como él, por lo que conozco de los mismos silencios y de las mismas sombras, de los mismos gritos y de la inmensa soledad de estar desnudo, vendado y amarrado frente a frente con nadie. Porque se esconden en las fisuras de las sombras para golpearte o aplicar electricidad, pues no tienen la valentía de mirarte a los ojos. No es por vergüenza, sino por cobardía, no es por remordimiento, sino por pusilanimidad que escabullen la mirada y se ocultan tras el metal de sus fusiles. Y así, golpe tras golpe, grito tras grito, desmayo tras desmayo, lágrima tras lágrima, se construye la eternidad de la tortura. Pero no creas que tengo pesadillas contigo, no te creas tan importante. No, al contrario, sabemos que al recordar lo sucedido, gradualmente vamos reconstituyendo la memoria nuestra y de todos aquellos que no sobrevivieron. Esté sí que es un homenaje a los que realmente sirvieron a Chile con su sacrifico, tal vez parte de una guerrilla de la memoria contra la guerra del silencio y la mentira impuesta por la dictadura. y que hoy tratan de reeditar los nostálgicos del horror.
En las sombras del miedo siempre hay sombras más oscuras, pero no creas que tengo pesadillas contigo, porque estoy seguro que el día que mueras se te aparecerán todos los torturados de Chile para simplemente mirarte por primera vez sin vendas, sin capuchas, simplemente mirarte. Y se te aparecerán todos los desaparecidos de Chile para decirte en oceánica voz que jamás habrá perdón ni olvido, y en ese feroz instante sabrás lo que nosotros vivimos, pero sin necesidad de siquiera rozarte un momento.
-El autor, Tito Tricot, es Sociólogo y Director del Centro de Estudios de América Latina y el Caribe-CEALC, Chile
Noviembre 2011
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«No han muerto! Están en medio de la pólvora, de pié, como mechas ardiendo!» –Pablo Neruda
En realidad esperaba una nota de Tricot secretamente, para tan excecrable episodio constituído en la persona de la abyección con cuerpo humano, más no se si será humano.Dije que esta basura no merecía que yo empleara mi cerebro para hablar sobre él. Ha conseguido junto a sus cómplices, silenciosos y decrépitos andantes en la tierra, me refiero a quienes lo respaldan en su apología criminal, sin nombre, apocalíptica , versión de sus más deplorables inclinaciones larvadas al interior de su, uterina vida, en aquel año 1946, cuando su madre le daba vida, golpeado talvez por la muerte del padre y abuelo cosacos ajusticiados casi en plaza pública,en aquel año en que llegaba a la vida .
Este hombre alimentado por ese odio anticomunita y antisemita, ve la oportunidad en el año 1973, de descargar sus atrofiados sentimientos de odio en contra de mis innumerables compañeros y compañeras a quienes mató y otros salieron del infierno en el que gozó erectilmente su vejamen ideado desde su cerebro reptil. A este, que mató a Diana Aron, periodista que me lleva a escribir en contra de esta bestia, es que no me callaré, insano ser humano,que no ha pedido perdón a nadie en estos años de presidio, porque lleva la muerte impresa antes de nacer. ¡ POR DIANA ARON, NO ME CALLARE ,! rapsodia abortiva de la No Vida.
Diabôlicos , malsanos, pobres de ellos.,continûan pregonando la cultura de la muerte piensan que la patria es un inmenso latifundio.
Convencidos que el secuestro, tortura, asesinato y desapariciôn de chilenos es sinônimo de heroîsmo.
Pobres de ellos, con pensamientos cavernarios aûn no entienden que la juventud actual, siendo tambiên vîctima de las secuelas de la dictadura, son los herederos de aquellos muchachos que «vuestros» valientes soldados masacraron.
Ya les conocemos, no tropezaremos nuevamente con la misma piedra, no podemos permitir que inyecten nuevamente su veneno fascista en las venas de la patria.
Confiêsenlo, esto no es mâs que un ensayo: en Diciembre harân todo lo posible por recordar al asesino mayor .
No creemos que confiesen, pero quê importa, estân funados!