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La sabiduría del desierto

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Este año debido a fenómenos sucedidos en el fondo de los mares  y en la atmósfera y que afectan el clima global como la corriente del Niño, la corriente de Humboldt y además los vientos Alisios,  el Desierto de Atacama en Chile, uno de los más secos del mundo, reverdeció y floreció.  Donde había arena y grava de color amarillo y gris parduzco, brotó un manto verde salpicado por flores de distintos colores e insectos que revolotean posándose en las flores  cual amorcillos, llevando en sus patas y antenas el polen que permitirá continuar la cadena interminable de la vida.  Detrás de los insectos llegaron pájaros, y con el aumento de la vegetación los ratones aumentaron, haciendo las delicias de esos zorros encantadores que habitan esas tierras. Nunca me voy a olvidar de haber visto en pleno Desierto de Atacama a dos zorros que corrían y jugaban a la vera del camino con sus colas plumosas como estandartes, embelesados en un cortejo amoroso y sin hacerle ni caso a los pocos autos que pasaban.

Plantas de bulbo, semillas y huevos de coleópteros esperaron por años el porcentaje de humedad y la frecuencia en la lluvia críticas para despertar, y después fue necesaria  una cierta cantidad de sol filtrado por la camanchaca para prolongar el evento un par de meses.

Antes que nada se necesita  una llovizna que penetre la gruesa capa de arena apelmazada creando grietas, otra llovizna dos semanas después que penetre la grieta y llegue a los bulbos,  y ojalá una tercera para mantenerse.  Las plantas entonces sienten la necesidad de despertarse para poder crecer y reproducirse lo más rápido posible para luego volver a enterrarse  y esperar pacientemente el momento oportuno que puede ser  5 o 10 o 20 años después.

Alguien sugirió el repetir este proceso de modo de poder manipularlo y así proteger la flora y la fauna.  La respuesta fue que la mayoría de las plantas no se deja domesticar así como así, ya que las señales a las que responden son tan sutiles, que de 100 plantas solamente 5 o 6 podrán criarse bajo la mano humana.

En esos desiertos costeros vivieron los indios llamados Changos por los españoles, pero ellos se denominaban  “Camanchacas” que quiere decir “hombres de la niebla”.  Estos Camanchacas usaban botes que se equilibraban por flotadores hechos con lobos marinos inflados, y enterraban a sus muertos adornándolos con flores del desierto y aprovisionándolos con bulbos y semillas, para que fueran a colonizar los desiertos del Más Allá.  Al igual que las flores, desaparecieron como tales, aunque sus genes deben andar dando vuelta en los pescadores costeros actuales.

En estas costas donde se notan los cataclismos que han hecho variar la altura de los mares, se ha encontrado fósiles de animales prehistóricos que se supone desaparecieron hace 65 millones de años con la extinción de los dinosaurios,  y de aves prehistóricas de hace 5 o 10 millones de años con una envergadura de 5 metros medida desde la punta de sus alas.

También se ha encontrado numerosos restos de ballenas de hace 10 millones de años, ya van en 80 individuos, que quedaron varadas en lagunas distantes de la costa y que murieron mirando al mar  todas juntas, debido a que no pudieron llegar a éste al cambiar los niveles de el mar y secarse sus lagunas. La bahía de Caldera era un lugar de aguas tranquilas donde seguramente venían a criar y el cambio las pilló desprevenidas y sus congéneres no pudieron rescatarlas.

En alguna época ese desierto fue una selva que dejó como rastro una hermosa planta llamada Garra de León, casi en extinción, cuyos únicos parientes se encuentran en las selvas amazónicas.  También vemos variedades de la zona central en su  versión adaptada  a la falta de agua y a la sequedad.  Como ser el Oxalis, una variedad de trébol que da una florcita amarilla que sale en los prados urbanos de la zona central y que en cierta época se la puede ver tapizando cerros, se convirtió en un arbusto leñoso, que aparenta estar seco y duerme hasta que hay humedad.

Los tomatillos, solanáceas azules parientes de la papa, el tomate y el natri, aprendieron a responder solo cuando hay más de 17 mm de humedad.  Los suspiros azules se arrastran, y arbolitos como el carboncillo y el chañar echan unas raíces profundas que a veces llegan a los 70 metros buscando las aguas profundas. Las malvillas, patas de guanaco, y también los  huilles y añañucas se dan por millones y forman mantos de colores y el viento se encarga de que sus semillas colonicen nuevas tierras.

Y todas son reinas por…1 o 2 meses, y humildemente hacen su contribución a la vida que sigue inexorable y para la cual los individuos no son importantes, sino la especie y su capacidad de supervivencia.  Así las especies se agrupan para darse sombra, y enrollan sus hojas para evitar la evaporación y cuando una hace una conquista que le permita vivir más, traspasa a sus compañeras este  logro  compartiendo material genético en forma horizontal y la especie se vuelve más sabia y resistente.  Los biólogos están dando mucha importancia al traspaso horizontal, de individuo a individuo de material genético, como fuerza  en la evolución.  Y el material genético no es otra cosa que información codificada en proteínas, que como todos los seres vivos las compartimos, también las podemos descifrar.

Y a ninguna de estas plantas se le ha ocurrido monopolizar un conocimiento en forma individual, sino que lo comparten, porque la sabiduría de la naturaleza  muestra que la vida es una cadena, no es el triunfo de un individuo.  Y parece que el único tonto que no se da cuenta es el ser humano.

De los alrededores del Desierto de Atacama, llenos de minas de Cobre, Oro, Plata, etc provienen las grandes fortunas de Chile, que dieron origen a la banca y que eventualmente invirtieron en tierras en la Zona Central y se convirtieron en terratenientes viñateros a fines del siglo 19, o se farrearon el dinero en París en la época del can-can y de los pintores impresionistas.

Quedan sus nombres en las calles y las antiguas casonas llenas de salones europeos, o en las sepulturas de la Catedral de Copiapó y de La Serena.  Porque me imagino que sacaron las riquezas mineras y se dedicaron a otras actividades en Santiago, que es donde se ha concentrado el poder.

Y varias  generaciones  que en un par de siglos han vivido a costillas de estas fortunas,  ignoran quiénes horadaron la tierra y dejaron la vida cavando como topos para mantenerlos. Y  sin  ninguna conciencia de que ciertas cuentas  les fueron pagadas hace rato por un capricho del azar,  no por sus particulares méritos,  ahora honran el individualismo como paradigma y se niegan a compartir en forma gratuita aquello que plantas y animales hacen con su especie en forma natural:  los conocimientos y la cultura que permiten adaptarse mejor a los cambios de la naturaleza y que nos permite sobrevivir como especie, digamos la educación.

Y debemos recordar que algunos de los sucesos más violentos, miserables y vergonzosos  de nuestra historia, sucedieron alrededor de esas minas, por la resistencia a compartir algo de las ganancias, que eran cuantiosas,  con los que las trabajaban.

Me acuerdo que en otro tiempo cuando alguien le mezquinaba sueldo a otras personas, se usaba el término “pirquinear” que debe venir del comportamiento mezquino que los dueños de minas tenían con sus trabajadores y del cual es testigo nuestro idioma coloquial, comportamiento que desgraciadamente también se ha heredado y se está practicando mucho.
Octubre 2011

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2 Comentarios

  1. libertad joan

    Hola Olga :Me gustó mucho el texto que escribiste puesto que hace una hermosa relación del desierto florido, consiguiendo interesarse en la lectura fresca y contextualizada con el fenómeno que estamos viviendo en la educación chilena, tocando los defectos de la mezquindad de los que tienen de sobra, cuando deberían tomar ejemplo de esa cadena de vida y solidaridad que ´expresas con sabias palabras. Tambien nos recuerdas el olvido que tenemos hacia las personas que han hecho toda la vida el trabajo duro, del picapiedra, de los pirquineros que nadie reconoce por ser un trabajo embrutecedor debajo de la tierra.Excelente, fue de todo mi agrado. Ojalá esas metáforas fueran comprendidas por quienes nos gobiernan.

  2. David Vera Meiggs

    Gracias por el bello artículo. Estoy muy fascinado con el tema por razones narrativas, soy guionista, y este texto me confirma en algunas de las razones por las que debo enfrentar este trabajo creativo.
    La pregunta es: ¿qué hacer para cuidar nuestro patrimonio natural? ¿Cómo estamos enseñando a nuestras nuevas generaciones? Nos ha tocado la suerte de un escenario maravilloso, pero tenemos una gran facilidad para destruir todo lo que se nos acerca.
    Gracias de nuevo

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