A raíz de la discusión sobre el sistema educacional se ha planteado la posibilidad de realizar un plebiscito, para que la ciudadanía pueda expresar su opinión sobre los modelos que están en disputa detrás de las posibles soluciones al conflicto. La reacción de muchos es una negativa tajante a discutir el tema, no sólo por las limitantes legales objetivas que existen en nuestro país, sino por razones normativas sobre la relación de estos mecanismos de democracia directa con un sistema democrático representativo.
Más allá del debate constitucional y legal necesario para definir las fórmulas específicas que permitirían realizar consultas ciudadanas en el país, es importante despejar algunos mitos y prejuicios que, más que ayudar clarificar posiciones, confunden.
Primero, los mecanismos electorales de consulta ciudadana permiten a los gobernantes conocer directamente la posición de la ciudadanía frente a un determinado tema. Estos son conocidos como Mecanismos de Democracia Directa (MDD).
Existen distintos mecanismos de democracia directa, estos en específico no representan un régimen político alternativo a un sistema democrático representativo, sino que son utilizados por regímenes democráticos (y semi democráticos) con distintos fines. La existencia o no de un mecanismo de democracia directa NO es contradictorio u opuesto a la existencia de instituciones representativas formales y fuertes. Por el contrario, la inmensa mayoría de democracias consolidadas tienen como parte de sus instituciones algún tipo de mecanismo de consulta ciudadana para dirimir sobre una variedad de temas.
Los mecanismos de democracia directa pueden estar normados por ley con mucho detalle o ser sujetos a decisiones políticas gubernamentales sin definiciones legales claras.
Más aún, existe una gran variedad de temas, alcances geográfico y efectos en la realización de mecanismos de consulta ciudadana que realizan los distintos países a nivel mundial. Una mirada comparada a lo que ocurre en América Latina versus la OECD muestra que existen referéndums sólo para reformas constitucionales, para materiales legales en forma más amplia, o para ambas. Asimismo, se pueden encontrar países donde las consultas tienen un carácter vinculante y otros donde constituyen un insumo para las decisiones de los distintos poderes del Estado. Por último, mientras en algunos países se realizan a nivel nacional, en muchos otros ocurren también a nivel regional y local.
En la mayoría de países donde se utilizan mecanismos de democracia directa, éstos pueden ser utilizados tanto para materias constitucionales como para materias legales generales.
Si se compara el uso de mecanismos de democracia directa con carácter nacional en los últimos 60 años en América versus los países que integran la OECD encontramos que estos mecanismos han sido más frecuentes en los segundos. En nuestro continente el promedio ha sido de 11,5 consultas nacionales entre 1950 y el 2010, mientras en el mismo período el promedio para la OECD fue de 22.
El país en el mundo que más ha utilizado mecanismos de democracia directa durante los últimos 60 años ha sido Suiza, con 497 consultas de carácter nacional. En América Latina en cambio el país que ocupa el primer lugar en la utilización de estos mecanismos es Ecuador, con sólo 45 consultas en el mismo período.
Además de Suiza las democracias representativas de la OECD que más utilizan la democracia directa son: Italia, Nueva Zelandia, Irlanda, Australia, Eslovaquia, Eslovenia y Dinamarca. En el Continente Americano por su parte, además de Ecuador, las democracias que más utilizan MDD son: Uruguay, Colombia y México.
En síntesis, la existencia o uso frecuente de plebiscitos, referéndums u otros mecanismos de consulta a la ciudadanía no es, en ningún caso, contradictoria con el funcionamiento de instituciones representativas ni con la democracia. Muy por el contrario, complementan, estimulan y refuerzan la dimensión participativa de muchas democracias modernas. De la misma forma, la evidencia internacional muestra que estos mecanismos son más usados hoy por regímenes democráticos que los autoritarios y que no se restringen sólo a reformas constitucionales.
Hoy en Chile nuestra legislación no permite la realización de consultas a la ciudadanía para reformas legales específicas. Si queremos proponer o resistir reformas al esquema actual, fundemos nuestros argumentos en preferencias político ideológicas y en evidencia empírica comprobable, no en el cuento del lobo feroz.
*Para mayor información sobre mecanismos de democracia directa recomiendo visitar: Centre for Research on Direct Democracy (c2d) ó Unified Database, World Survey of Direct Democracy de IDEA International
Comentários:
Marcela,
Desde el colmo de la auto-referencia, que por lo general no tolero, comentaré tu excelente post.
Me llama la atención el temor con que algunos sectores viven la posibilidad que se discuta habilitar plebiscitos en Chile.
Los argumentos van desde que los resultados se verían fuertemente influidos por artilugios de «populistas», pasando por el «se debilitaría la representatividad», «son costosos» y, finalmente la guinda de la torta, hasta se pueden hacer encuestas de opinión.
****Advierto que para mis ejemplos apelo a mi memoria y mis vivencias, así que ante cualquier error histórico, el uruguay@ que quiera que me corrija.****
«Populismo»
Primero, algunos parecen temer que a través de frases hechas o cuñas se influya sobre los votantes, determinando resultados «populistas». Realmente no creo que sea así, depende de la educación cívica que tenga un pueblo, el tiempo que se dé para el debate, la difusión de información y también, a veces, el miedo.
En algunas ocasiones, los pueblos resultan conservadores, aversos al riesgo y nada populistas.
En Uruguay, en el año 89 se plebiscitó la papeleta «verde» y la «amarilla». La verde para derogar la ley de caducidad (que no permitía juzgar a los militares violadores de derechos humanos) y la amarilla para mantener esa ley. Por meses nos vestimos de verde, y lo que era inconcebible pasó: perdimos. El pueblo, por temor, o por lo que haya sido, en ese momento mantuvo la ley.
En el 91 el PIT-CNT (CUT chileno) juntó como 25% del padrón en firmas para llevar a plebiscito una ley recién promulgada que posibilitaba vender las empresas públicas. En el año 92 (creo) se plebiscitó la derogación de la ley. Frente al ejemplo argentino de esa época (Menem vendiéndolo todo y determinando monopolios locales en telefónicas y aguas) el pueblo derogó la ley. Recuerdo ese debate, intenso, intenso.
Hubo algunos más, pero el más cercano en el tiempo y en «vivencia», fue el último: voto de los uruguayos en el exterior. Se perdió.
«Representatividad»
No creo que se debilite. No, no me parece. Al contrario, se fortalece.
Además, …. hay un elefante en el bazar…. Resulta curioso, por decir lo menos, escuchar a «designados» criticar este mecanismo porque debilita la representatividad.
En todo caso, quienes son escogidos para representar tras algunos años pueden haber perdido «sintonía»… este mecanismo les posibilita acoplarse.
«Costo»
Se pueden realizar el mismo día de elección municipal o nacional. No es tan alto el costo en ese contexto.
«Encuestas»
Las encuestas se realizan en un momento en que el debate no se ha producido. Aún cuando ese debate se esté viviendo, ello no implica que el encuestado entienda la pregunta y sus implicancias.
Por el contrario, los meses previos al plebiscito no sólo se discute el tema, también el modo en que se vota (VERDE es xxx, AMARILLO es xxx, SI es xxx, NO es xxx), lo que es clave.
Evidentemente las encuestas son un barómetro, y confiamos en la seriedad y ética de los encuestadores. Pero un plebiscito es otra cosa…
A modo de ejemplo, en el plebiscito uruguayo por el voto en el exterior, la MAYORIA de las encuestas, daba por ganador a la opción que posibilitaba el voto en el exterior. Sin embargo, el pueblo decidio otra cosa….
Me hubiese gustado que se hubiese decidido por encuestas, en lugar de a través de una consulta al pueblo. Como consuelo, recuerdo a Zitarrosa y me conformo:
«Dice mi pueblo que puede leer
En su mano de obrero el destino
Y que no hay adivino ni rey
Que le pueda marcar el camino
Que va a recorrer.»
*Fuente: El Post
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