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«La iglesia católica optó por los ricos»

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Francisco
Martorell, director de revista El Periodista, entrevista al teólogo José
Comblin quién entrega importantes puntos de vista sobre el cristianismo actual
y su proyección en la sociedad Latinoamericana.

Nació en
Bruselas en 1923. Hoy, con 87 años, llegó a Chile a visitarnos, ver nuestra
realidad y mostrar su pensamiento. Lo hizo como en 1972, cuando expulsado de
Brasil, lugar donde residía, este cura belga se vio obligado a salir y buscar
refugio en el país de la unidad popular.

Hace 60
años que es sacerdote, fue unos de los creadores de la Teología de la Liberación y se vino a
América porque estaba frustrado de la iglesia europea, "con una fachada todavía
poderosa pero donde el evangelio estaba ausente", y encontró su oportunidad
cuando Pío XII pidió sacerdotes "para luchar contra el comunismo de América
Latina"

Tras su
paso por Chile, volvió a Brasil. Escribió un libro denunciando la doctrina
estadounidense de la seguridad nacional lo que le valió una nueva expulsión.
Regreso a Brasil, donde vive desde 1980.

Usted conoce bien Chile y las almas de los
chilenos ¿estamos bien, nos encuentra felices o despreocupados?

Felices. A lo mejor porque he
estado con personas felices, no parece haber preocupación. No hablaron mucho
del bicentenario, no sé si tal vez no hubo fiestas animadas, pero los chilenos
son los ingleses de América Del Sur. No son tan exuberantes.

En los años 60 y 70, con todo el auge de la
teología de la Liberación,
¿se imaginaba este mundo?

Hubo mucha concentración en la
economía. No se pensaba, así mismo, que el porvenir sería un culto a esa
concentración. Nadie se podía imaginar una evolución así.

¿Qué queda de la teología de la liberación?
El promedio de edad
es de 80 años, los teólogos de la liberación son mayores de 80 y no apareció
una nueva generación. La represión fue muy fuerte, terrible y la dictadura del
Papa aquí en América Latina es total y global. Acá se puede criticar a Dios, pero no al Papa. El Papa es más divino
que Dios
. Cualquier cosa que venga de Europa se aplica radicalmente,
por otra parte, el papa Juan Pablo II, nombró toda una serie de  obispos
disciplinados, sumisos, obedientes, de tal modo que es difícil encontrar en
América Latina algún obispo con cierta personalidad, fueron elegidos justamente
porque no tenían personalidad. Ahí las consecuencias: sumisos.

La Teología de la Liberación no ha sido
bien vista y el Papa ha sido el gran enemigo y adversario. Ni en los seminarios
ni en las facultades de teología se puede hablar de eso. Entonces, apareció una
nueva generación que considera que eso es ya del pasado, que ya ha muerto, se
terminó. No interesa más. Para la nueva generación de obispos y sacerdotes, ya
no existe.

¿Cómo ve la situación de las comunidades
cristianas de base, tienen fuerza hoy?

Es igual, donde hay un
sacerdote anciano, continúan. Los jóvenes no se interesan ni entienden.
Subsisten donde todavía hay sacerdotes que han vivido eso, que lo han creado.

¿Qué va a pasar con esta Iglesia, dónde está
poniendo el acento hoy y cuál es la proyección de esto en la medida que ustedes
no pudieron transformarla?

En el mundo popular, en
América Central el 50 por ciento de la población es evangélica. En otros
países, el 30 por ciento. La Iglesia Católica ha abandonado a las clases populares,
salvo los viejos, algunas reliquias del pasado como Mariano Puga, en las nuevas
generaciones no se encuentran personalidades así. No se interesan más, salvo en
algunos discursos o palabras bonitas. En la práctica, no. Hoy las universidades
y colegios católicos son para la burguesía. El porvenir de América Latina es
ser un continente evangélico protestante, salvo su clase alta. Así el Opus Dei
y los Legionarios de Cristo, y todas esas asociaciones que hay de ultra
derecha, van creciendo en ese sector.

¿Cuál es su opinión sobre estas asociaciones
que mencionó?

Estos tienen la confianza de
la curia romana y después representan la plena libertad dada a personalidades
que son como los grandes Rockefeller, los conquistadores, como Escrivá de
Balaguer que era un capitalista, el hombre que va a triunfar, que va a
disfrutar el mundo, que va a ganar, ser rico, poderoso y que es capaz de crear
gente totalmente subordinada, soldados con mentalidad de soldado, estos son
todos hombres deformados psicológicamente, cómo son los futuros dictadores,
Maciel de los Legionarios de Cristo, que se descubrió que tenía una vida
paralela, fue un hombre que ha logrado reunir una fortuna  de 50 mil
millones de dólares. Su chantaje, su palabra y su exigencia, llegaron a los
millonarios. Hoy, los que han trabajado con él, sus colaboradores, todos dicen
y afirman, que no sabían nada de la vida paralela. Cómo, trabajan 40 años con
él y no saben nada, que tiene una familia, tres hijos, que practicó la
pedofilia con los niños, alumnos de formación, de sus colegios, que tenía un
mundo de amantes. ¿Todo eso no lo sabían? Se supone entonces que ellos son
cómplices y también tienen una vida paralela.

¿Cómo mantienen el poder y el secretismo?
Donde hay uno o dos obispos
del Opus Dei en el Episcopado, intimidan a todos los demás. Los otros se quedan
callados y uno solo habla, eso es un problema de psicología social típico de
dictaduras.

¿Cómo esta transición de Juan Pablo II a
Benedicto XVI, a usted le ha llamado la atención el camino recorrido por Benedicto
o es más de lo mismo?

Es lo mismo

¿Pero no esperaba que
fuera peor?

Es que han sido elegidos por los mismos.
Fue el Opus el que eligió a Juan Pablo II y al actual, practicando el
chantaje, intimidando a los cardenales
. El próximo Papa será igual porque
el Opus tiene un poder muy fuerte. Es una continuación con pocas variaciones.
El papa actual tiene más preocupaciones de doctrina y naturalmente no tiene la
simpatía, el carisma, de Juan Pablo II, que era una cosa excepcional, pero
globalmente es la negación del Concilio Vaticano II.

¿Dónde está Dios que
ha permitido todo esto?

Dios, ¿sabe donde está? Está en la
población La Victoria,
está en La Legua,
en la cárcel, pero de Roma ha desaparecido hace mucho tiempo. Hay algunos
obispos excepcionales, gente buena, amable, gentil, acogen bien, pero no se
puede entrar ningún problema, allí no, es lo que dice el Papa. No se discute
siquiera top secret.

Más allá de la
represión fuerte de esta dictadura vaticana que usted menciona ¿cuál es la
autocrítica que hace como creador de la Teología de la Liberación, que no
pudieron generar una herencia, un desarrollo, qué pasó ahí?

Es claro que hubo la ilusión de que el Concilio Vaticano II entraría en la
práctica y no entró. Eso fue una confianza grande,  entonces merecería un
cambio, era subestimar las fuerzas dominantes en la Iglesia Romana.
Ahora siempre queda más claro que el problema es el Papa, o sea la función del
Papa, una dictadura implacable con muchas formas de dulzura y amabilidad, pero
implacable.

Como latinoamericanos, no hemos criticado la sumisión
tradicional al Papa ni destacar que el problema de la Iglesia Católica
es el Papa, y a veces Pablo VI se daba cuenta, pero tenía miedo de las
consecuencias y Juan Pablo II, a veces, se daba cuenta de lo mismo. Cómo el
Papa va a conocer la realidad de cada país y el asunto es quién lo aconseja. La
autocrítica es haber confiado en el Concilio Vaticano II.

¿Y qué debieron haber
hecho, quebrar a la Iglesia
en su momento?

En ese momento, en Europa, la crítica se centra en el Papa pero en América
Latina, diga eso en la Iglesia
chilena, quién va a entender qué significa eso. Algunos jesuitas sabrán,
algunos otros religiosos, algunos viejos sacerdotes, pero no van a decirlo,
pero lo pueden descubrir y pensar, pero todavía falta. Es difícil prever qué va
a pasar. Creo que va  a haber un shock cuando se den cuenta de que
el continente se transforma en un continente protestante. Hay una resistencia
psicológica, miedo de tener que ver algo, entonces no se toca. Es ese el desafío
principal y es por que habría que
reconocer que han escogido a los ricos
, han escogido permanecer
con la clase alta, con la burguesía y eso es evidente pero no quieren verlo. En
Chile eso es más que evidente, aquí es espectacular, el desarrollo que tiene en
las universidades católicas, los colegios del Opus y los Legionarios.

Por mi parte considero que el porvenir del cristianismo está en China, Corea,
Filipinas, Indonesia. Se estima que sólo en China hay 130 millones de
cristianos, martirizados porque prácticamente están perseguidos. En Brasil no
hay esa cifra, sería difícil encontrar a 30 millones. Casi todos son
evangélicos.

Si tuviera la
posibilidad de decirle algo a cientos de sacerdotes jóvenes, si pudiera hablar
directamente con ellos y abrirle los ojos en esta situación ¿qué les diría?

Yo les diría: "váyanse a vivir a las poblaciones para conocer la realidad,
porque si no conocen todo es palabras. Nuestra aliada es la realidad, el que no
ve la realidad no ve lo que es la humanidad. Se queda con palabras y discurso,
pero no puede crear nada. No hay receta pero si se van, porque tienen cabeza y
corazón, descubrirán lo que hay que hacer"

¿Y qué le parece que
canonicen a Juan Pablo II, como él lo hizo con monseñor Escrivá de Balaguer?

El papado de Juan Pablo II fue catastrófico. Todos los que han hecho su carrera
con él han podido ser cardenales, a pesar de su mediocridad personal. No
merecían nada pero él los promovió,  ¡claro que ahora quieren canonizarlo!
Una vez  que han canonizado a Escrivá, todo el mundo sabe que se puede ser
santo sin tener virtud alguna.

– Texto publicado en revista El Periodista edición Nº 200, 30 de diciembre 2010, páginas 37-39, de Santiago de Chile

*Fuente: Reflexión
y Liberación

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