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Polémica en torno al libro de Eduardo Labarca sobre Salvador Allende

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Hemos recibido el siguiente correo del Señor Eduardo
Labarca, que entregamos a Ud. sin ninguna censura:

A la redacción de Piensa Chile, estimados amigos:

Me presento, algunos me conocen, soy Eduardo Labarca,  escritor chileno, periodista de antaño (El Siglo, Radio Moscú etc.). Desde comienzos de 2008 Piensa Chile alberga un artículo en
dos partes firmado por Ozren Agnic, quien falleció en agosto del presente año,
en el que se me insulta de manera gratuita, titulado "Las fabulas de
Eduardo Labarca Goddard".

Parte I:
http://www.piensachile.com/content/view/3673/8/

Parte II:
http://www.piensachile.com/content/view/3790/2

Este artículo distorsiona por completo el contenido y la
intención de mi libro "Salvador Allende. Biografía Sentimental"
(Catalonia, Santiago de Chile, 2007).

Presenta mi obra como lo que no es: un ataque contra
Salvador Allende, amén de injuriarme en términos absolutamente inmerecidos. Me
enorgullezco de haber escrito este libro, que se basa en una investigación
exhaustiva (contiene 1.400 notas) y en mis propios recuerdos e indagaciones
(conversé con más de cien personas que fueron cercanas a Allende, varias de las
cuales, como su viuda Hortensia Bussi, han muerto con posterioridad). Mi libro
arroja nueva luz sobre nuestro gran Presidente, al que humaniza y engrandece.
Los lectores y la crítica han reconocido que se trata de una obra seria e
importante, fruto de largos años de trabajo, que se ha convertido en fuente
insoslayable para quienes investigan la vida y la obra de Salvador Allende,
independientemente de los puntos de vista de cada cual.

Adjunto a este mensaje la entrevista que me hizo la radio La Voz de Rusia, en la que
respondo a Ozren en forma argumentada.

Yo respeto la labor de Piensa Chile y simpatizo con muchos
de los puntos de vista expuestos en sus artículos, pero una cosa son la crítica
y la polémica, y algo muy diferente es la descalificación personal gratuita y
grosera de la que en este caso soy objeto.

El artículo que he mencionado excede los límites de lo
universalmente aceptable en materia de libertad de expresión, pues atenta
gravemente contra mi honra.

Por todas estas razones y como víctima de los insultos, hago
valer mi derecho y les solicito que retiren de Piensa Chile este artículo que
sigue dando vueltas por la internet. Ozren Agnic murió y creo que ha llegado la
hora de cerrar este capítulo.

Los saluda atentamente

Eduardo Labarca
www.eduardolabarca.com

 


 

Nuestra Respuesta:

Señor Labarca
Reciba nuestro saludo.

La verdad es nos sorprende recibir hoy su petición de borrar
artículos aprovechando la muerte del autor. Aprovechar la muerte del otro es un
una costumbre vieja, pero que el capitalismo ha puesto nuevamente de moda.

Imagínese que si al morir alguien, borráramos lo que ha
escrito -equivocado o no- porque a una u otra persona no le parece bien lo que
nos legó. Nos negaríamos sencillamente la capacidad de aprender de su
experiencia y las bibliotecas del mundo se quedarían vacías.

Precisamente en estos días, aquí en nuestro país se dan
pasos agigantados por lo poderosos para reducir las clases de historia, las que
en su contenido ya han sido bastante afectadas. Nos quieren dejar sin memoria.
Amnésicos.

Señor Labarca, creemos que Ud. comprenderá que no puede presuponer,
"a priori", que su opinión sobre la vida sentimental de
Allende  es "La Verdad", y
que lo escrito por Ozren Agnic es enteramente infundado o simplemente falso. Como
siempre, la verdad debe estar a medio camino, entre ambas opiniones. Nos
hubiera gustado que estando Ozren Agnic aún en vida, Ud. hubiera contestado y
hubiera rebatido sus opiniones, pero no lo hizo. Nosotros le dijimos, en su
oportunidad, a una persona cercana a Ud., así al menos se presentó, que nos
escribió desde Suiza, que no teníamos problema en publicar sus respuestas y
contra argumentos, pero que no íbamos a retirar los artículos de Ozren Agnic.
Nada llegó. Y a Ud. le consta.

Por supuesto que respetamos su derecho a réplica, pero hubiera
sido lindo que lo hubiera ejercido con Ozren Agnic en vida.

No sólo por el debido respeto a su derecho a réplica, sino
por atender los derechos de nuestros lectores a estar informado, reproducimos a
continuación, sin ningún tipo de censura, la transcripción de la entrevista que
Ud. nos envía. Así gana el lector y le damos vida a la historia. Esa es la
tarea que nos hemos propuesto como medio de comunicación. Nunca más sólo la
verdad oficial.

Un saludo cordial

La
Redacción de piensaChile


Polémica en torno al libro de Eduardo Labarca sobre Salvador
Allende

En Moscú, en la fiesta de Año Nuevo organizada en la
embajada de Chile me encontré con el conocido cineasta chileno Sebastián
Alarcón. En un momento de nuestra conversación acerca de los últimos sucesos de
la vida cultural en Chile, Sebastián me contó que había leído con enorme
interés el libro de Eduardo Labarca, titulado "Salvador Allende. Biografía
Sentimental". Y me comentaba que Eduardo Labarca presentaba en su obra la
imagen de Allende no solo como político sino también como ser humano, revelando
facetas poco conocidas suyas.

Sin embargo, existen juicios de otra naturaleza sobre este
libro. Ozren Agnic, quien escribió también un libro sobre Allende, critica
ácidamente la creación de Labarca. Sus consideraciones fueron difundidas en
publicaciones electrónicas en español.

Esta polémica nos ha interesado, además, porque Eduardo
trabajó, en los años del régimen de Pinochet, en nuestra emisora, (entonces
Radio Moscú, hoy "La Voz
de Rusia") y fue uno de los autores del popular programa "Escucha Chile".

La interesante entrevista hecha a Eduardo Labarca que
presentamos en nuestra página electrónica no significa que, las opiniones
expresadas en ella coincidan, completamente, con las nuestras. Pero sí nos
gustaría recibir la de nuestros oyentes y usuarios de Internet  (kosichev@ruvr.ru)   que tuvieron ya la posibilidad de leer esta
obra de de Eduardo Labarca, "Salvador Allende. Biografía Sentimental".

Leonard Kosichev
Periodista
"La Voz
de Rusia"


Eduardo Labarca responde a Ozren Agnic acerca de su
biografía de Salvador Allende 

Pregunta: ¿Leyó los ataques que le lanza Ozren Agnic, ex
secretario de Salvador Allende?

Respuesta: Los leí cuando los subió a la Internet a comienzos de
2008, en los mismos días en que publicó un libro sobre Allende. El mío había
aparecido varios meses antes.

P: ¿Y leyó ese libro de Agnic, Allende: el hombre y el
político. Memorias de un secretario privado?

R: Sí, he leído todos los libros sobre Allende.

P: ¿Qué le pareció?
R: Prefiero no hacer comentarios.

P: ¿Conoce a Agnic?
R: Lo conocí en los años 60, cuando era uno de los
secretarios de Salvador Allende en el Senado y yo cubría las informaciones
políticas como periodista.

P: Agnic lo acusa de "oscuros propósitos", de un "segundo
asesinato" del ex Presidente, de "destruir la imagen de Allende". Lo trata 31
veces de "mentiroso" y "embustero" y le dice "mercader de las letras",
"mercachifle", "mercantilista", "falaz", "calumniador", "ignaro"… ¿Qué le
responde?

R: Nada. Las groserías no tienen respuesta.

P: Pero esos textos siguen en la Internet.
R: No sabía. La
Internet aguanta todo. Navego poco en la red.

P: Le ofrezco la posibilidad de responderle en esta
entrevista.

R: A quien me insulta gratuitamente no tengo nada que
responderle. A usted sí.

P: Agnic lo acusa de atribuirse un título de abogado que no
tiene.

R: Juré como abogado en noviembre de 1969, hace 40 años, y
ejercí algún tiempo.
Negarme esa calidad constituye injuria y, además, imputación
de ejercicio ilegal de una profesión, lo que es calumnia.

P: ¿Por qué no se querella?
R: Un amigo abogado me ofreció hacerlo. Estaba seguro de
conseguir una condena y una indemnización contundente. Le di las gracias, pero
rechacé el ofrecimiento. No me veo a mí mismo enjuiciando a alguien por un
delito de expresión, por muchas barbaridades que diga.

P: Agnic sostiene que usted miente cuando dice haber tenido
desde niño cercanía con Salvador Allende.

R: Mi cercanía con Allende pasó por diversos grados y
etapas. Se inició en 1950, cuando mi padre comenzó a colaborar estrechamente
con él. Yo tenía once años, Allende venía a nuestra casa, yo lo llamaba "tío".
Después participé en sus campañas y frecuenté las sedes de sus comandos. Tuve
con él momentos de mucha proximidad, especialmente en 1966 en Cuba, adonde
viajé como representante juvenil, primero a la Conferencia
Tricontinental y luego a la Conferencia de la Organización
Latinoamericana de Solidaridad, la OLAS. En ambos casos la
delegación chilena estaba formada por unas ocho personas y Allende era el
dirigente más destacado. Convivíamos a lo largo de dos semanas: durante los
vuelos, que tenían que ser por Europa vía Praga, y en los hoteles, encuentros y
reuniones, desde el desayuno hasta la noche. En 1969 volví cuatro meses a La Habana como corresponsal de
El Siglo. Por esos días Allende pasó un mes en Cuba a la espera de que se
despejara la designación del candidato de la Unidad Popular.
Estaba muy solo y me invitaba casi diariamente. De ese tiempo data la foto en
que aparecemos en traje de baño en un yate. Vino la campaña presidencial de
1970, que está reflejada en mi libro Chile al rojo. Viajé como periodista con
Salvador Allende en el avión presidencial a Ecuador, Colombia y Perú, y después
a Buenos Aires a la toma de posesión del Presidente Cámpora.

P: Agnic sostiene que usted miente al decir que fue director
de El Siglo.

R: Falso. Nunca lo he dicho. Cuando leí esa afirmación en el
diario La Tercera,
la desmentí por escrito. Pero el error sigue apareciendo.

P: Agnic afirma que fue "pillado en la mentira`" de haber
escrito el diario apócrifo del general Carlos Prats.

R: Falso. Nadie me pilló. El asunto estaba olvidado cuando
yo, treinta años más tarde, revelé mi participación en ese episodio, que hoy
lamento. Sin mi confesión espontánea, nadie habría conocido el origen del
libro. Me lancé a la piscina vacía por motivos de conciencia y eso tiene su
mérito. No conozco a nadie que en Chile haya hecho algo parecido. La revelación
sólo me ha acarreado problemas, entre ellos los insultos de este señor. Pero no
me arrepiento.

P: Agnic dice que usted quiso descargar su responsabilidad
sobre Volodia Teitelboim.

R: Ante las hijas de Prats, el comandante del Ejército
general Cheyre y ante la prensa asumí toda la responsabilidad. A Volodia no lo
nombré, pero algunos periodistas dedujeron una relación. Volodia murió,
dejémoslo tranquilo.

P: Agnic lo acusa de haber recibido "jugosos dividendos por
derechos de autor" del libro apócrifo de Prats.

R: ¡Ridículo! Fue una acción encubierta, mi nombre no
figuró  para nada. Sólo dos o tres
personas conocían mi participación, la editorial mexicana no tenía idea. ¿Qué
derechos podían pagarme? Más tarde, también me excusé ante esa editorial.

P: Según Agnic usted ha echado mano "de las deleznables
declaraciones postgolpe de Eduardo Frei Montalva".

R: Falso. No recuerdo esas declaraciones, ni las he
mencionado en mi libro ni en ningún otro lugar.

P: Llegamos a su padre, Miguel Labarca, amigo y colaborador
íntimo de Allende. Agnic afirma que usted lo ha deshonrado, que "debe estar
revolcándose en su tumba" ante la "truhanería de su hijo".

R: Lo que hace mi detractor aprovechando que mi padre
falleció hace veinte años y hoy no tiene voz, es de muy mal gusto. Pero se
equivoca. Mi padre ha vuelto a hablar y lo ha hecho en un libro póstumo que
acabamos de publicar en Chile. Ese libro, Allende en persona, contiene páginas
hermosas y profundas sobre la vida sentimental de su amigo Salvador.

P: Hemos llegado al tema que más indigna a Ozren Agnic: que
usted haya escrito sobre la vida amorosa de Allende. Dice que "miente, o acoge
como suyas, mentiras de otros acerca de supuestas amantes del Presidente".

R: Salvador Allende no era un simple particular. Fue seguido
por millones de chilenos. Decenas de miles perdieron la vida, padecieron la
tortura o marcharon al exilio por haberse incorporado a su proyecto. Han
transcurrido 35 años desde su muerte y un siglo desde su nacimiento, tiempo
suficiente para que las nuevas generaciones tengan derecho a conocer en toda su
complejidad a este grande de nuestra historia. Yo sé que el asunto no es
sencillo, pues siguen vivos ex ministros y colaboradores, su viuda, sus
descendientes. Subsiste una generación de allendistas nostálgicos y, a la vez,
muchos jóvenes de hoy lo idealizan. Flota la tentación de construir la imagen
de un Salvador Allende perfecto y sin tacha, marido y padre ejemplar, político
abnegado, generoso, superhombre visionario, un santo sin carne y sin sangre,
una estatua. Al escribir he tenido en cuenta esas sensibilidades, sin por ello
renunciar a mostrar al Allende verdadero. Esa verdad enfurece a mi detractor,
que en aras de un supuesto "allendismo" cree tener derecho a imponer lo que los
ciudadanos de hoy y de mañana deberían saber de Salvador Allende y sobre todo
lo que no deberían saber.

P: ¿A qué generación pertenece usted?
R: A la generación siguiente a la de Allende. Trabajé mucho
en sus campañas y durante su gobierno, lo hice desde las filas comunistas, sin
incondicionalidad. Mantenía cierta distancia, lo que me ha permitido combinar
mis conocimientos privilegiados con una perspectiva objetiva. Como periodista
yo "conocía a todo el mundo" y "sabía lo que pasaba" en las alturas allendistas.
Las personas cercanas a Allende me tenían y siguen teniendo confianza, lo que
se demostró durante la preparación de mi libro. Un centenar de personas
hablaron conmigo sin tapujos, contentas de no tener que llevarse los recuerdos
a la tumba. Las cartas de amor de Allende que reproduzco no me cayeron del
cielo: me las entregaron voluntariamente.

P: ¿Habló con Ozren Agnic?
R: No. No consideré necesario hacerlo… Los contactos
mencionados tuvieron carácter urgente por tratarse de personas de edad
avanzada, algunas muy ancianas. De mis entrevistados varios han muerto después
de publicado el libro, como el empresario "rojo" Julio Donoso; el director de
protocolo Lucio Parada; Renato Bussi, hermano de Hortensia; Carmen Lazo, la
"Negra"; la actriz Marés González; Andrea Morales, hija de Eliana Vidal, y
probablemente otros sin que yo lo haya sabido. Los testigos están
desapareciendo y después de mí no quedará nadie con los recuerdos, las
conexiones, la capacidad y la decisión de mostrar ciertos aspectos esenciales
de la vida de Allende. Ergo, el libro había que escribirlo ahora o nunca.

P: ¿Abordó el tema de los amores "a la caza de una
inmerecida y espuria fama literaria", como dice Agnic? ¿"Al servicio de su
propio bolsillo", como él afirma?

R: En absoluto. Me interesaba mostrar a Allende en su
plenitud. Los lances amorosos de Allende se hallaban indisolublemente unidos a
su accionar político y solían tener lugar a la luz pública. Todos los que lo
rodeaban estaban al tanto. Salvador Allende brindó su devoción a algunas de las
mujeres más bellas e inteligentes de su tiempo, comenzando por su esposa. La
pretensión de separar al Allende seductor de multitudes del Allende seductor
sentimental entraña una amputación arbitraria que quiebra la unidad psicológica
del ex Presidente y adultera la esencia de su vida pública y privada. Cualquier
tentativa de falsear la imagen de Salvador Allende, de administrar su memoria
como coto privado, de esconder bajo la alfombra, por afanes de moralina, los
aspectos "inconvenientes" de su vida, es simplemente absurda e hipócrita.
Allende pertenece a la
Historia de Chile y no tiene dueños.

P: Ozren Agnic dice que usted no posee ni "un ápice de
caballerosidad", que "no vacila en dañar la honra de mujeres vivas y muertas",
sin considerar "que tras esas mujeres hay descendientes y colaterales,
irreversiblemente dañados por sus mentiras".

R: ¡Qué beatería! ¿A quién va a dañar "irreversiblemente"
que se sepa que su madre o su abuela tuvo amores con un personaje de la Historia? Esas mujeres se
enorgullecían de pasearse del brazo de Salvador Allende y a él le encantaba
pavonearse con ellas.

P: Pero Hortensia Bussi, la viuda, está viva. Según Ozren
Agnic, usted la trata de "intencionadamente sorda y ciega, calculadora e
insensible", y a ella y las hijas las "victimiza".

R: Esos calificativos no aparecen en mi libro. Al contrario.
Pongo de realce las cualidades de Hortensia Bussi y de las tres hijas. Esperar
el fallecimiento de su viuda habría equivalido a rondar como el chacal que
aguarda la muerte de su presa. Además, nadie puede asegurar que yo vaya a
sobrevivirla. Al transparentar situaciones que muchos conocieron, mi libro pone
fin a la maledicencia y los murmullos, y honra a Hortensia Bussi. Después de su
publicación, el cariño y el respeto hacia ella no han disminuido en absoluto.
En los años transcurridos desde la muerte de Salvador Allende, Hortensia Bussi
ha sabido ganarse un sitial perdurable.

P: Ozren Agnic niega validez a las "conversaciones
confidenciales" que usted cita.

R: El libro lleva mil cuatrocientas notas de pie de página
en las que indico las fuentes. Sin embargo, en ciertos casos he estimado
conveniente proteger la identidad de mis interlocutores. Es un recurso legítimo
en el periodismo y las investigaciones de historia contemporánea.

P: Ozren Agnic lo acusa de afirmar que Allende "habría
profitado de su posición de senador y Presidente" para efectuar negocios.

R: Falso. Jamás he insinuado tal cosa. Lo que hubo es que a
lo largo de su vida parlamentaria Allende participó en varios negocios
perfectamente legítimos, como los bares lácteos, la empresa Sochildico que
distribuía las películas de la
URSS de entonces y la venta de productos agrícolas chilenos a
Cuba, para gran satisfacción de los agricultores nacionales. La primera fase de
los negocios de Allende con Cuba está descrita en el libro de Julio Donoso que
yo cito.

P: Según Agnic usted atribuye también a Allende "la calidad
de socio" del llamado Piso 13, la tienda de lujo creada por Donoso.

R: Falso. Digo que era visitante asiduo, que no es lo mismo.

P: Ozren Agnic sostiene que el departamento que Allende
tenía en la calle Bueras era una oficina y no un nido de amor.

R: Falso. Allende lo usó para citas amorosas durante tres
décadas. Eso lo sabían todos en el círculo íntimo y los vecinos del edificio.
El plano que figura en el libro, trazado por una arquitecta con quien visité el
lugar, se basó en la descripción de dos personas que estuvieron allí en
aquellos tiempos y del antiguo cuidador y actual ocupante.

P: Agnic asegura que Allende no durmió allí la noche de su
triunfo.

R: Después de la celebración del triunfo en la sede de la Federación de
Estudiantes de Chile, Allende pasó por lo menos una parte de esa noche con
"alguien" en Bueras. Mi encuentro con el guardaespaldas Mario Melo en la puerta
de ese edificio fue real y la llegada de Allende de madrugada a la casa de mis
padres, a pocas cuadras, me la relató mi madre.

P: Ozren Agnic lo critica por haber escrito que la peruana
Blanca Barreto fue la "primera amante de Allende".

R: No existe tal afirmación en el libro. La hermosa relación
del niño Salvador con Blanquita, siete años mayor que él, se desconocía hasta
la publicación de mi libro. Esa relación se extendió hasta la muerte de Blanca
en 1972 y constituye una historia bella, que merece respeto.

P: Según Ozren Agnic, usted denigra a Leonor Benavides, Inés
Moreno, Viola de Ortega, Marés González, a la anónima "Negrita"…

R: ¡Al contrario! Presento en forma documentada, respetuosa
y elevada la relación que en distintas etapas existió entre Allende y esas
mujeres excepcionales. A todas las conocí y para escribir el libro hablé con
ellas o busqué a los descendientes de las que habían fallecido. Cada una de
esas mujeres le dio mucho a Salvador Allende y él le dio mucho a cada una.
También destaco a las actrices Sarita Walsh y Eliana Vidal, a la cubana Laurita
San Antonio, a las colombianas Eugenia Valencia, que fue amiga de mis padres, y
Gloria Gaitán, amiga mía. Gloria fue la confidente de Salvador Allende en sus
últimos meses de vida. Me refiero asimismo a la notaria Alina Morales Tórtora,
que le regaló el cubrecama en que fue envuelto su cadáver, y por supuesto a la Payita.

P: Por abordar la relación con esas mujeres, Agnic lo acusa
de presentar a Allende como un hombre "obediente al susurro de las amantes".

R: Esa imagen no figura en mi libro. Allende nunca se dejó
manejar por las mujeres. De sus páginas emerge humanizado y engrandecido.

P: Ozren Agnic objeta la autenticidad de las cartas y
esquelas de amor de Salvador Allende que usted menciona. ¿Puede demostrar su
veracidad?

P: Todas las cartas y tarjetas que cito y los facsímiles que
reproduzco son de puño y letra de Allende. Los tengo digitalizados.

P: ¿En qué basa la descripción del cumpleaños de Beatriz
Allende en Cañaveral, casa de la
Payita, el 8 de septiembre del 73, tres días antes del golpe
militar? Agnic dice que no existió tal celebración.

R: Me baso en un testimonio oral y en los relatos publicados
por Ángel Parra, que animó la fiesta, y Ulises Estrada, entonces consejero
político de la embajada de Cuba, que estuvo invitado.

P: Agnic lo ataca por haber afirmado en una entrevista que
"Allende fue un buen candidato pero un presidente regular". ¿Qué quiso decir
con eso?

R: Que Allende, político eminente y gran seductor, supo
conquistar al pueblo de Chile en forma magistral. Pero una vez en el gobierno,
no logró controlar a su propia gente y la situación se le escapó  de las manos, con el final que conocemos. No
podemos responsabilizarlo sólo a él: la Unidad Popular era
una coalición muy problemática.

P: Pero no se puede olvidar la intervención de Estados
Unidos y la CIA,
que Agnic recuerda.

R: Desde el momento en que la UP se proponía nacionalizar el cobre, los bancos
y otras empresas, la intervención norteamericana y la conspiración de la
derecha eran previsibles. Como decimos los abogados, constituían "datos de la
causa" que había que tomar en cuenta. Allende y la UP sólo podían tener éxito si
lograban contrarrestar esa intervención. Lamentablemente no lo consiguieron, a
pesar del profundo sentido de justicia del programa y las medidas que se
aplicaron.

P: ¿Cómo se explica usted la actitud de Agnic?
R: A algunas víctimas de regímenes dictatoriales se les
contagian las actitudes de la dictadura. Al regresar la democracia, prefieren
el insulto al debate de ideas. Mi detractor pretende prohibir el análisis de
las causas de la derrota y la descripción de aspectos de la vida de Salvador
Allende que para él parecerían ser "pecado". Es la imposición de dogmas y la
condena a quienes se atreven a decir la verdad. Es un intento de falsificar la
historia por las dos vías que definieron los romanos: Suggestio falsi,
supressio veri, vale decir, falsificar los hechos y ocultar la verdad. Eso no
es progresista, es reaccionario y se llama fundamentalismo.

P: ¿Ve alguna otra razón en los ataques de Ozren Agnic?
R: Tal vez pensó que insultándome daría visibilidad a su
propio libro. Pero no me atrevo a asegurarlo, no soy psiquiatra.

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