El síndrome de la división en la «ex Concertación»
por Rafael Luís Gumucio Rivas (Chile)
15 años atrás 4 min lectura
Mientras subsista el eje democratacristiano-socialista –
Camilo Escalona-Eduardo Frei – va a ser completamente imposible llevar a
cabo una política de alianzas, de tal manera que una a la oposición
para enfrentar a la derecha, actualmente en su momento más exitoso.
Desde
las elecciones municipales de 2008 se veía venir un quiebre entre la
Democracia Cristiana y el Partido por la Democracia que, en esa ocasión
se expresó en la competencia de listas paralelas para concejales – por
un lado, el eje Escalona-Frei y, por el otro, el Auth-Gómez -. La
Democracia Cristiana está en plena decadencia, no sólo ideológica, pues
"el vuelo de cóndor" y el socialcristianismo no tiene ninguna cabida en
el escenario político actual, sino también electoral: obtuvo apenas el
13% en las municipales últimas, decreciendo al nivel obtenido en 1961 –
mucho antes del triunfo de Frei Montalva -.
Ignacio Walker ha
declarado en la prensa que sus antiguos aliados, principalmente el PPD,
pretenden arrinconar a la Democracia Cristiana por el solo hecho de que
ese partido ha iniciado conversaciones con el Partido Comunista y el
Partido Progresista con el objetivo de ampliar la oposición que, espero,
supone terminar con la Concertación tal cual está constituida y
comenzar a construir una nueva mayoría.
A pesar de haber
abandonado el aislacionismo mesiánico de que la Democracia Cristiana
hizo gala durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva privilegiando, en
este caso ahora un eje con el Partido Socialista – que pudo funcionar
en base a el reparto del botín del gobierno – pero como esa combinación
no existe en este momento, la alianza Escalona-Frei sólo ha conducido a
la Concertación al un rotundo fracaso y al justo rechazo por parte de
la ciudadanía.
La Democracia Cristiana, hoy dirigida por los
"príncipes" demuestra una enorme incapacidad, no sólo para hacerse una
necesaria autocrítica, sino también para buscar aliados que le permitan
reconquistar el hueso del poder, que constituye el único alimento para
un partido carente de ideas y de ideales y, para el cual, el único
sentido está en administrar el botín de los empleos públicos. Ignacio
Walker plantea que él sólo puede aceptar un pacto electoral con el
Partido Comunista, convirtiéndolo en una especie de ayudante de segunda
categoría, una especie de "compañeros de ruta", como antes la literatura
anticomunista definía a los democratacristianos.
Es triste
constatar que el Partido Comunista se rebaje a tan baja condición por el
solo hecho de conseguir unas pocas alcaldías y sillones parlamentarios
que, en la actualidad, han demostrado no tener independencia real
respecto a las transacciones que la "ex Concertación" lleva a cabo,
diariamente, con la derecha. En el fondo, Juntos Podemos se ha
transformado, por falta de coraje, en una parte integrante del bipolio,
costando mucho distinguir sus postulados de aquellos del eje
democratacristiano-socialista.
El gobierno de Sebastián Piñera
sueña con integrar a la Democracia Cristiana a un gran proyecto que
ellos llaman "Nueva Derecha". La verdad es que semejante idea, difundida
por el filósofo francés Guy Sorman, muy conocido y alabado en Chile,
pero completamente anónimo en su país de origen, ha tenido muy poca
aceptación en la UDI y en otros sectores autoritarios e integristas
católicos, para quienes es muy difícil aceptar a un teórico que alaba el
aborto y, al mismo tiempo, el liberalismo político. Pienso que la
Democracia Cristiana podría encontrar algún grado de alianza con el
sector más "beato" y seguidor del Opus Dei que predomina en la UDI, de
esta manera se produciría un encuentro entre los retoños de los antiguos
conservadores tradicionalistas y los socialcristianos falangistas –
entre Juan Antonio Coloma e Ignacio Walker (el es senador conservador,
Juan Antonio Coloma y don Horacio Walker) -.
Estimo que mientras
la Democracia Cristiana siga dominada por el clan Walker y los
"príncipes" es imposible iniciar un diálogo de ideas progresistas entre
las distintas fuerzas que se oponen a la derecha. Nadie está dispuesto a
renunciar a sus convicciones en razón de un mero pacto electoral
instrumental mientras no se lleve a cabo una renovación radical en la
centro-izquierda, para lo cual se hace imprescindible declarar caduca y
fracasada la Concertación, mientras tanto, seguiremos viviendo en un
marasmo político.
Si antes el partido democratacristiano fue
capaz de renovar la política, hoy es el principal obstáculo para
construir un Chile más igualitario, justo y participativo.
19/11/10
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