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Democracia, Cultura, los Trabajadores y el Tratado de Libre Comercio

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Ponencia en el Foro sobre el Tratado de Libre Comerrcio Perú – Canadá,
Montreal, mayo, 2010


Cada día tiene hechos que son noticia, o no, según sean los intereses
inmediatos de quienes nos entregan la información. Todo parece ocurrir
en otra parte, siempre fuera de nuestro poder sobre los acontecimientos y
las cosas.

Esta lejanía nos hace creer que lo que ocurre no nos incumbe, hasta que
en un momento es demasiado tarde para reaccionar. Por otra parte las
organizaciones que en un tiempo no muy lejano solían ser una herramienta
al servicio de una causa, ahora o son empresas, grupos de intereses
pequeños o instituciones que han traicionado sus propios principios.
Hablo de sindicatos, de partidos políticos, de ONGs. y otras
instituciones sociales, pero también hablo de manipulación, de trastocar
significados y de abiertas traiciones y acomodos al sistema.

Lo concreto se deshace en el aire, dicen que dijo Carlos Marx. Esto
ocurre en este mismo instante. Grecia, la de antes ya no es, la de hoy,
mañana ya no existe. El país griego como estado corre el riesgo de
deshacerse en el aire, otro tanto le puede ocurrir a varios países de la
acosada Europa. Hay que decir que los estados tal cual los conocemos
hoy son una creación reciente. ¿Qué son doscientos años en comparación
con cuarenta mil, que puede ser, a grandes rasgos, el periodo que cubre
la presencia humana en la tierra? Nótese que nosotros somos apenas una
ínfima fracción en el tiempo que tiene la vida en este planeta, pero si
no cambiamos lo que haya que cambiar, corremos el riesgo de extinguir la
vida. Se da la paradoja que los seres inteligentes están llevando la
vida a la extinción. Dicho así suena a locura, y locura es vivir como
vivimos. Pero no es de ecología ni de profecías que debo hablar.

Lamentablemente en el ser humano, en su capacidad de reaccionar
socialmente, se da la ley del menor esfuerzo, cientos de millones de
seres humanos ya no se pueden sentir como tales, pues su única
preocupación, si es que se le puede llamar preocupación, es sobrevivir.
Se habla de mil quinientos y a veces de dos mil millones de personas en
una situación de no personas, en una situación de vida que es menos que
la vida. Imaginemos que clase de vida podemos tener con el equivalente a
uno o dos dólares al día.

Cuando nace en la Grecia antigua esto tan trivial y pernicioso que da
para todos los usos llamado democracia, en esencia no era un tipo de
gobierno democrático, mejor dicho el demos era apenas un reducido número
de personas, poseedores de tierras y varios cientos o miles de personas
que trabajaban para ellos a cambio de nada, nada que no fuera otro día
en lo mismo. El pueblo de entonces eran los señores esclavistas. Los
esclavos no eran pueblo ni eran considerados personas. Los trabajadores
libres, entre ellos los profesores, llamados cátedras, eran
despreciados, pues no era bien visto trabajar para vivir, tampoco tenían
derecho a participar de las decisiones. Con esto tenemos que en
realidad, en la cuna de la democracia, el poder del pueblo no era otra
cosa que el poder de los que eran iguales en poder, por lo mismo podemos
deducir que democracia no es el gobierno del pueblo, sino el gobierno
de los iguales en poder.

Hoy día nuestro escaso poder se expresa cada cierta cantidad de años en
la forma de emitir un voto y que, como resultado, salga elegido un señor
desconocido, que en nuestro nombre hará lo que mejor le convenga a sus
iguales. Nosotros, el pueblo, estamos fuera del baile, como antes lo
estaban los esclavos, las cátedras y otros profesionales de la época.

Más de alguno cree que siempre las cosas han sido como se las conoce
hoy. La respuesta es no, en todo hay una lucha de intereses contrarios,
una batalla de ideas, un intento por lograr un mayor grado de humanidad,
de justicia, de libertad, entendida esta como el dominio de los seres
humanos sobre la naturaleza.

Lo que nadie dice de las informaciones que a diario soportamos es que en
su conjunto apuntan hacia producir un punto de no retorno de la vida en
la tierra. Podemos escuchar esto y creer que siempre habrá una puerta
de salida, como podemos mirar al cielo y decir mañana llueve.

Los dueños del poder, los esclavistas de ayer, el demos, los iguales en
su poder, los que toman las decisiones, hasta la fecha han dado muestras
de capacidad para estar en la acumulación de riqueza, para si, en
dilapidarla y en amenazar la vida como si nada. Hasta la fecha han
contado con una no despreciable capacidad de emprendimiento, con
riquezas disponibles, con la ignorancia de pueblos, gobernantes y
naciones, con la fuerza militar, con los aparatos ideológicos y sobre
todo con la corrupción.

Cuando el mundo era pequeño, descubren que en realidad es redondo y que
hay otro continente. En estas nuevas tierras había riquezas, tantas como
para hacer un puente de plata de la luna a la tierra. ¿Dónde quedó esa
riqueza? En las catedrales, en los bancos, en las transnacionales, las
mismas instituciones que ahora le dictan a Grecia lo que debe hacer con
su pueblo, aplastarlo a impuestos y represión. La pobreza de La América
Nuestra no es otra cosa que una creación inhumana del naciente
capitalismo. Todo lo que en estos años América latina ha aportado al
mundo, lo han dilapidado. La papa, originaria de está América
empobrecida, fue la salvadora de Europa, cuando fue azotada por la peste
y el hambre. Lo de Grecia se puede repetir en varios de los ex países
socialistas y hasta en España, pocos siglos atrás un poderoso imperio,
que recibió del nuevo continente, a fuerza de espada y crucifijo oro,
plata y otras riquezas.

Varios son los significados que se le pueden dar a la palabra Cultura:
todos aceptabbles y confundibles. Nosotros rescatamos una forma de
entender la cultura y es la de ser todo lo que produce y hacen los seres
humanos, todo aquello que distingue a un grupo humano en un momento
determinado, el conjunto de su producción material y espiritual. Así
como hay una cultura que se transmite de generación en generación hay
otra pasajera. Así como hay una cultura de valores humanos, hay otra de
antivalores. Como especie humana toda vivimos en lo que podemos llamar
la cultura humana, es decir los resultados de la acción de todos los
seres humanos. La palabra conflicto podría ser lo menos a decir para
describir la humanidad con una sola palabra. En cada país podemos
distinguir una cultura, es decir una forma de ser y hacer, pero esto se
da en cada regíon sea geográfica o económica. Con esto quiero decir que
no hay una cultura ideal, no hay una cultura, hay muchas y mientras los
seres humanos estemos en lucha unos contra otros, habrá una cultura que
acompañe estas luchas con lo que le es positivo como con lo que le es
negativo. La cultura al mismo tiempo nos forma y nos deforma en una
manera de ser y de interactuar con los otros. Podemos decir que somos
tal o cual ser humano, con determinados valores y/o principios, con
determinados conocimientos y habilidades, lo que no decimos y muchas no
queremos ver, es que antes de eso somos partícipes de una cultura y,
muchas veces, es esta la que nos impone una conducta, que se contradice
con los objetivos a lograr.

¿Los trabajadoeres qué hacemos en este baile?, podría ser la pregunta
del millón. Desde los poderes se nos hace creer que los trabajadores
tenemos patria, cuando en realidad el concepto patria no existe para los
banqueros, los comerciantes a gran escala, los gerentes, los
financistas y otros engendros del poder como: los militares, los
religiosos, etc. Patria es un concepto para encasillarnos en un espacio
limitado y dominado por un reducido número de iguales, a esta creación
reciente se le agrega un cierto sabor local, una historia de omisiones y
un orgullo por asuntos que no resisten un análisis serio. Cuando en
cada fiesta nacional decimos Viva el Perú, Viva Chile, Viva Colombia,
Viva México, estamos diciendo viva la cultura de la cual venimos, pero
también, sepamos o no, queramos o no, estamos diciendo, vivas a las
masacres, a los despojos, a los atropellos, a los robos que ejerce el
poder contra su propio pueblo.

Ahora como una tabla de salvación de una civilización que se unde, se
levantan los tratados de libre comercio. Los que han creado la crisis
actual tienen la desfachatez de ofrecer la salida de los tratados de
libre comercio, como ayer tuvieron el oro de Perú, la Plata de Bolivia,
etc, etc. ahora quieren tener los mercados abiertos a sus productos.

Lo primero que se muerde la cola es el propio discurso en que descansa
la sociedad. Si para hacer libre el comercio debemos hacer un tratado
que fije reglas, quiere decir que el comercio ya no es o no será libre,
pues está sujeto a reglas que deben respetar las partes que han suscrito
el acuerdo. Como tampoco puede ser libre este comercio, si de una de
las partes del acuerdo tiene mucha más ventaja para producir en gran
escala y/o exportar capitales y/o darle valor agregado a los productos.
No compiten en igualdad de condiciones quienes ya parten con ventaja
para su comercio. Tampoco puede ser libre un comercio que se basa en
impedimentos al salario justo, en la pérdida de regalías de los
trabjadores, de igual manera no es libre un comercio que aboga por el
libre comercio e impide la libre circulación de las personas y del
dinero.

En realidad estamos hablando de una construcción ideológica, una forma
de llamar las cosas quitándole su esencia, una manera de hacer vendible
una idea que tiene por objetivo que los que ya tienen mucho tengan más.

Los trabajadores en principio debemos estar de acuerdo con el comercio
libre, con la democracia que de hecho nos considere iguales y con la
defensa de nuestra cultura y de nuestros intereses de clase. Hablamos de
libre comercio en igualdad de condiciones, igualdad de salarios y
regalías para todos los trabajadores, libre circulación del dinero y de
las personas. Si los capitalistas pueden vender sus productos sin
impedimentos de sobre precio por concepto de importación, los
productores, es decir los trabajadores debieran recibir a igual trabajo,
igual salario. Si los capitalistas pueden poner sus capitales en donde
mejor les sirva a sus intereses, los trabajadores no debieran tener
impedimento alguno para trabajar en donde lo estimen conveniente para si
y para su familia. Esto haría de verdad libre el comercio.

Pero no es así, Lo que los gobiernos de Perú y Canadá han firmado no se
ha regido por lo que generalmente se entiende por democracia, ninguno de
los pueblos ha sido consultado en nada sobre este asunto tan
trascendental para ambos países, tampoco se tiene en cuenta el concepto
cultura, pues una invasión de productos es también una invasión de
publicidad y valores que trastocan la cultura propia.

En principio debemos ser democráticos, pero nunca serlo en el sentido
que impone el poder, elegir cada cierto tiempo quien nos domina, sino en
el sentido de lograr la participación plena y consciente de todas las
personas. Conciencia dice relación con estar debidamente informados, no
se trata de elegir sino de participar de las decisiones en la vida en
sociedad. Esta democracia, nada tiene que ver con la forma en que se
organiza el trabajo. La empresa privada nada tiene de democrático, como
tampoco lo tiene un tratado logrado a espaldas de la gente que se
perjudica con este intercambio desigual. La experiencia indica que los
tratados ya en vigencia nada han aportado a los países menos ricos. No
se han generado más trabajos, no se ha eliminado la enorme desigualdad
en cuanto a salarios de los trabajadores.

¿Quién gana, quién pierde? De momento nadie, pues el problema de la
civilización no se resuelve con tratados que prolongan más de lo mismo.
Qué una empresa venda más de sus productos no mejora la calidad de vida
de los trabajadores ni aporta nada a salvar la vida en el planeta. Con
estos tratados, ellos, los causantes del problema, solamente ganan
tiempo para seguir en su juego.

Termino con un cuento breve. Trabajo en una empresa que se dedica a la
excavación, en otras palabras a mover tierra de un lugar a otro. La
empresa en cincuenta años pasó de pequeña a mediana. Un día amaneció la
novedad de que fue vendida a un capitalista francés. La empresa no
estaba a la venta. Este mismo capitalista compró otras empresas
relacionadas y tiene en proyecto comprar una chancadora de piedras y
otra que fabrica concreto. ¿Quién pierde, quien gana? Los trabajadores
seguimos en lo mismo, el ex dueño sacó su dinero, viene otro al baile y
este sigue el curso de la acumulación de la riqueza en cada vez menos
manos.

Los trabajadores, lo que ganamos, lo hemos ganado en la lucha, ahora la
lucha es por cambiar el sistema que ha producido estos descalabros. Ya
el capitalismo y su libre comercio y su democracia y su cultura chatarra
nada tiene que ofrecer. Es el turno de los ofendidos.

Población mundial: 6.800 millones, de los cuales

  • 1.020 millones son desnutridos crónicos (FAO, 2009)
  • 2.000 millones no tienen acceso a medicamentos (www.fic.nih.gov)
  • 884 millones no tienen acceso a agua potable (OMS/UNICEF 2008)
  • 924 millones “sin techo” o en viviendas precarias (UN Habitat
    2003)
  • 1.600 millones no tienen electricidad (UN Habitat, “Urban Energy”)
  • 2.500 millones sin sistemas de dreanajes o cloacas (OMS/UNICEF
    2008)
  • 774 millones de adultos son analfabetos (www.uis.unesco.org)
  • 18 millones de muertes por año debido a la pobreza, la mayoría de
    niños menores de 5 años. (OMS)
  • 218 millones de niños, entre 5 y 17 años, trabajan a menudo en
    condiciones de esclavitud y en tareas peligrosas o humillantes como
    soldados, prostitutas, sirvientes, en la agricultura, la construcción o
    en la industria textil (OIT: La eliminación del trabajo infantil: un
    objetivo a nuestro alcance, 2006)
  • Entre 1988 y 2002, el 25% más pobre de la población mundial redujo
    su participación en el ingreso mundial desde el 1,16% al 0,92%,
    mientras que el opulento 10% más rico acrecentó sus fortunas pasando de
    disponer del 64,7 al 71,1% de la riqueza mundial . El enriquecimiento de
    unos pocos tiene como su reverso el empobrecimiento de muchos.
  • Sólo ese 6,4 % de aumento de la riqueza de los más ricos sería
    suficiente para duplicar los ingresos del 70% de la población mundial,
    salvando innumerables vidas y reduciendo las penurias y sufrimientos de
    los más pobres. Entiéndase bien: tal cosa se lograría si tan sólo se
    pudiera redistribuir el enriquecimiento adicional producido entre 1988 y
    2002 del 10% más rico de la población mundial, dejando intactas sus
    exorbitantes fortunas. Pero ni siquiera algo tan elemental como esto es
    aceptable para las clases dominantes del capitalismo mundial.

Conclusión: si no se combate la pobreza (¡ni se hable de erradicarla
bajo el capitalismo!) es porque el sistema obedece a una lógica
implacable centrada en la obtención del lucro, lo que concentra la
riqueza y aumenta incesantemente la pobreza y la desigualdad
económico-social. *

* copiado de un informe que circula en internet.

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