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«La Verdad os hará libres»: Escándalos de Sacristía en la cota mil

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¡Cómo íbamos a ser menos que los países del primer mundo si somos los jaguares de América! ¡Cómo no íbamos a tener nuestro propio escándalo religioso sexual de la cota mil! Tenemos  el mejor puntaje en terremotos, fuimos el laboratorio experimental del  Neo Liberalismo, tuvimos una dictadura picante, y una transición intransitada, somos los primeros en privatizar el mar, nuestro presidente, ya sea por un fotoshop o porque le falla la ‘post data’, como dice una tía mía, hace pipi en público, y no solo tenemos un obispo pedófilo, y varios curitas porno creativos, uno de ellos en Melipilla , sino también un pequeño Maciel, un padre K carismático que dejó una estela de tristes desventuras en la masculinidad de sus jóvenes seguidores, que ahora se han atrevido a hacer denuncias públicas en un acto de valentía digno de admiración.

Las declaraciones de los jóvenes que siguieron al Padre K como si fuera la encarnación de la divinidad, y fueron abusados psicológicamente y también sexualmente por el reverendo, son lo más triste que me ha tocado ver. Informe Especial del Canal 7 hizo una tremenda investigación. Jóvenes de 17 o 18 años, con una autoestima por el suelo,  con un tremendo vacío de afecto, con padres no sé si distantes o meramente ausentes fueron invitados a unirse a un movimiento de juventud cristiana con la ilusión de pertenecer a un grupo, de recibir atención y afecto.  El Padre K los distingue, les da consejo espiritual, los escucha, toma el papel de un padre cariñoso, y cuando estos tímidos jovencitos se sienten parte de esta especie de familia, un día cualquiera, a mansalva, empieza el avance físico, los abrazos exagerados, la mano en la pierna, todo eso que está en el límite entre el afecto y la sensualidad, que tanto añoran los adolescentes solitarios desconocedores incluso de sus  propios cuerpos.

Cuando las  caricias pasan los límites, los jóvenes dudan, no se atreven a decir que no, les gusta, les digusta, el es el Padre….y la cosa sigue. El Padre K, que ha escuchado sus confesiones, que sabe de qué pie cojean, insinúa cosas que los aterran, puede contar lo que sabe, y ¿Quién les va a creer a ellos, si ellos no son nadie y el es un prócer respetado?  ¿A quién le van a contar sus zozobras sino tienen comunicación con sus padres?  ¿Y siendo familias tan católicas, familias que han producido  sacerdotes por generaciones, ¿ Serían capaces de creerles a ellos y no al cura?  La angustia los invade y temen abandonar al grupo donde han encontrado aceptación.  Y así entre el chantaje, el miedo y la angustia, la inmadurez y la soledad, continúan sus vidas y algunos no pueden resolver el tema, no tienen la suerte de encontrarse con un pariente, un amigo o amiga, alguien que los saque de su indefección, y solo piensan en el suicidio como salida.

El testimonio televisivo es impactante y no parece inventado ya que las cuatro personas  que accedieron a hablar no ganan nada con exhibir su dolor en público.  Son personas  que tienen profesiones exitosas, son tenidas por honestas y decentes, y no desean compensaciones económicas.

“La Verdad os hará libres”, dijo Jesús,  el inspirador de la institución donde milita el Padre K. y así debería ser, especialmente para los que militan como sacerdotes, hacedores de milagros y portadores de carismas.  Porque los sacerdotes con sus ritos donde se transforma el pan y el vino en el Cuerpo y Sangre de la Divinidad encarnada, donde se borran los pecados pagando con un par de Ave Marías, se une personas por la eternidad y otras potestades por el estilo, investidos con esa aura de poder como la que tenía el médico brujo de nuestro pasado tribal, puede hacer zamba canuta con el prójimo.  El Padre K como homosexual, ya que así se comporta, tenía derecho a buscar un compañero para expresar su afecto y su sexualidad, pero uno de su edad, adulto, que sepa lo que está haciendo, no un jovencito que busca un padre, una imitación de Cristo porque anda perdido por este mundo.  Eso es lo cabrón del cuento, que es un problema de narcisismo y poder que involucra sexo homosexual como un componente, como la vía por donde expresar este narcisismo, pero quizás ni el mismo Padre K reconoce su condición.  El súper narciso busca un ser débil para abusar de él, y mientras abusa de él lo convence sutilmente de que no vale nada, que solo él se preocupa por el afectado y que incluso le está haciendo un favor. Y no se necesita ser menor para caer en ese juego del amo y el esclavo o esclava.   Y después se va a autoconvencer de que “el esclavo” quería, “les di lo que querían” dijo un clérigo pedófilo en USA acusado de abusar de unos 200 niños.

Todo este juego no necesita de muchas palabras, hay gestos, insinuaciones  sutiles, y la interpretación  sesgada del joven, que carente de afecto y con una pésima imagen de sí mismo, le da a estos signos.

El Padre K. podrá no ser pedófilo, sus víctimas eran casi mayores de edad, podían votar e ir a la guerra, pero el hecho es el mismo.  Es la traición de la confianza que el indefenso pone en el protector, que el paciente pone en el psiquíatra, que el alumno pone en el maestro, que el pueblo pone en el Partido o en los políticos.

Seguramente Ortiz Quiroga, que es el súper penalista contratado por el Padre K. podrá sacar leyes y decretos que técnicamente disminuyan o incluso liberen de responsabilidad legal al personaje; pero solamente la confesión pública de sus abusos de poder, la solicitud de perdón, no de la Iglesia, sino del Padre K a cada uno de los afectados dándoles la oportunidad de que le digan todo lo que se les ocurra, lo escupan, y lo pateen si es del caso, y hagan la catarsis que les va a permitir llorar toda su pena y su rabia y emprender el camino a la sanidad, es el mínimo honorable en este caso, si es  que el Padre K reconoce su actuación.  Y esto es válido en cada caso de pedofilia y abuso cometido.

Las disculpas en bloque casi no generan sanación, porque no contienen el reconocimiento de la culpa específica , ni arrepentimiento ni menos propósito de la enmienda.

Aquí no hay que confundir las responsabilidades personales con las institucionales.  Ambos son responsables, unos por patrocinar un sistema que conduce a los abusos de poder  individuales y colectivos y negarse durante mucho tiempo a revisar una  organización que permite que los individuos pierdan la sanidad mental  y cometan toda clase de delitos.  Las individuales van desde las que están consideradas delito en las leyes, pero también está la traición  a todo lo que Jesús predicó y que los jóvenes esperaron encontrar en la iglesia.  El amor generoso e incondicional, el apoyo moral para convertirse en hombres de bien, la misericordia para con ellos mismos   en aceptar que son distintos a lo que sus padres esperaban.

Por curiosa coincidencia, la televisión está transmitiendo en este momento Jesucristo Superestrella en Film and Arts.  Estoy viendo la crucifixión de Jesús, dramáticamente representada en esta Opera Rock y  que siempre me  emociona, porque muestra  lo crueles que podemos llegar a ser con el prójimo inocente en aras de nuestras pulsiones y conveniencias; pero estos miembros de la Iglesia en vez de bajar de la Cruz a los crucificados por la vida, que supongo que es el mensaje de la Crucifixión, interpretan que no necesitan hacerlo porque ya están salvados y que son buenitos porque viven alrededor de la iglesia y sus ritos y de hecho contribuyen a seguir crucificando personas inocentes con toda impunidad.

El cuento del Padre K. está recién empezando y promete ser doloroso para todos, también para los otros personajes que pertenecieron al círculo del Padre K.  y que me imagino que están temerosos de lo que puede salir a flote.  Esto los hace defender con una pasión inusitada la santidad del  susodicho estimulando la sospecha de que muchos sabían lo que pasaba o fueron víctimas que sortearon el tema, lo enterraron en el mito de la santidad y lo menos que quieren es que el mito se rompa y se abra la Caja de Pandora.
Santiago, Abril 2010

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